Hugo Blanco
15/05/2006
Gorki Tapia, un viejo amigo y compañero de lucha incluyendo los combates por la tierra en el Cusco, me reclama por no pronunciarme sobre las elecciones. Lo hice en diversas oportunidades en entrevistas periodísticas, entre ellas la más sintética y leal es la de Rosa Arguedas publicada en el diario La Primera del 30 de abril.
Probablemente la razón de no haber escrito al respecto es que por ser una situación compleja requiere mucho espacio para no ser malinterpretado.
Sin embargo estoy de acuerdo en que no bastan las entrevistas, debo escribir un artículo al respecto. Respondo a ese justo requerimiento:
Las elecciones, símbolo de la democracia de los ricos
En primer lugar señalo que las elecciones en este país, como en casi todos, no son un proceso democrático, están determinadas por el dinero que tengan los candidatos para su propaganda que abarca los medios de comunicación, las giras, el acarreo de manifestantes, el soborno a las encuestadoras, los agasajos y obsequios a los electores, etc.
Los contendores fueron:
Lourdes Flores, la candidata preferida por el gran capital
Valentín Paniagua representante de lo que se llama centro derecha que ni siquiera critica al neoliberalismo.
Hubo muchas otras candidaturas de la derecha.
Alan García.- Ya lo hemos gozado como presidente. Se le critica desde todos lados su gestión económica que se caracterizó, no por las privatizaciones neoliberales sino por la gestión de una burocracia corrupta interesada en llenar sus bolsillos y no en el impulso de la propiedad estatal. Se autocriticó por esa gestión, pero fue una autocrítica neoliberal. Lo que casi nadie le critica y por lo que él no se autocritica es por haber sido el más grande asesino, fundamentalmente de campesinos indígenas.
La izquierda.- Hizo esfuerzos por aparecer como potable a los patrones, reblandeció su programa.
Susana Villarán quiso aliarse con Paniagua lo que él rechazó para no mancharse de izquierdismo.
El Frente Amplio que fue constituido fundamentalmente por el Partido Comunista, heredero del stalinismo, que ocupa la cúpula de la Confederación General de Trabajadores del Perú, y los maoístas de Patria Roja que se mantiene en la cúspide de la organización de los trabajadores de la educación y es el cascarón de la Federación de Estudiantes del Perú (FEP) que teóricamente es la organización de los universitarios pero que no jugó ningún rol en las heroicas batallas, algunas de ellas triunfantes, que dieron ellos en los últimos años.
El Partido Socialista (cuya invitación para postular al Parlamento Andino acepté) también se inclinó hacia el centro reblandeciendo su programa. Su principal propaganda inicial fue No votes por mí, no miento, No votes por mí, no robo, Honradez a toda prueba. Nada confrontacional al sistema neoliberal del que la gente está harta.
En mi opinión, en primer lugar debiera haber manifestado su claro rechazo al entreguismo del país a las grandes empresas multinacionales. Es cierto que después escuché esto de Javier Diez Canseco, su candidato a la presidencia, en las entrevistas y en las concentraciones en que estuve, pero ya era demasiado tarde, además no fue acompañado de agresiva propaganda escrita. También hay que señalar como descargo que él como candidato de izquierda tiene la desventaja de ser visto como perteneciente a la clase alta y haber formado parte desde hace muchos años, del Congreso, que es una de las instituciones más desprestigiadas del país.
Ollanta Humala.- Carlos Marx dijo que cuando la historia no encuentra su hombre lo inventa. La Historia no permite vacíos, como la izquierda abandonó la actitud confrontacional con el sistema del que la población está harta, ese vacío tenía que ser llenado por alguien, ese alguien fue Ollanta Humala.
Se mostró contra el sistema, contra la clase política, contra los elevados sueldos de los parlamentarios, en defensa de la hoja de coca, cuando vio lo que quería la gente comenzó a hablar de Asamblea Constituyente, de nacionalización de los hidrocarburos, contra el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC), etc.
Naturalmente que esto acarreó lo que en el Perú denominamos un cargamontón, una agresión generalizada de los medios de comunicación contra Humala, esto fue contraproducente, puesto que otra de las cosas de lo que la gente está harta es de esa fábrica de opinión pública.
Es tal el desprestigio del neoliberalismo que no sólo Humala sino también Alan García e inclusive Lourdes Flores comenzaron a izquierdizar sus discursos.
El rol que tuvo Humala en la guerra sucia no está claro, de eso hablaremos más abajo.
¿Qué nos espera en la segunda vuelta?
Alan García.- Ya lo conocemos. Sabemos que tiene gran capacidad oratoria al estilo Haya de la Torre, que aunque a mí no me gusta impresiona a la gente con su demagogia.
El Perú ya lo sufrió como gobernante. Su gestión económica representó la defensa de los intereses de los voraces dirigentes apristas y su grupo de amigos, en perjuicio del pueblo peruano. Aumentó el hambre y la miseria. No desarrolló un gobierno neoliberal sino se especializó en el uso de la empresa pública para servir los intereses de su banda hundiendo a las empresas estatales.
Tomó medidas aparentemente progresivas que por su forma de realizarlas resultaron prestigiando la política neoliberal, citemos algunos casos:
El Estado compraba productos agrícolas a los campesinos para comercializarlos, el planteamiento es correcto, pero retrasaba los pagos produciendo justas protestas del campesinado (Precisamente a raíz de uno de estos reclamos sucedió lo que menciono en la respuesta a Antauro Humala: .......... Alan García, hizo abalear por dos lados al mitin campesino pacífico en Pucallpa en que yo estuve, no lograron matarme, me capturaron a golpes y me hicieron desaparecer, afortunadamente un compañero campesino que vio el secuestro comunicó a mi organización, la Confederación Campesina del Perú, la que trasmitió la noticia a Amnistía Internacional e inmediatamente llegaron protestas de todo el mundo, sólo por eso aparecí y quedé vivo).
Dispuso que el dólar tuviera dos precios, uno para quienes lo compraban para impulsar el desarrollo y otros para quienes lo usaban para otros fines. Esta medida, en principio correcta, fue utilizada para enriquecer a la mafia alrededor de Alan, que compraba los dólares al precio bajo e inmediatamente los vendía al precio elevado.
Implantó un banco de fomento agropecuario con intereses bajos, lo cual está muy bien, pero la mafia urbana del contorno de Alan fue la principal beneficiaria y alguna gente del campo usó el dinero para fines no agrarios, en vista de que muchos acreedores no pagaban sus deudas, Alan las condonó para felicidad de la mafia que le rodeaba. Esos préstamos debían haber sido controlados por las comunidades y otras organizaciones campesinas de base que colectivamente garantizaran su uso apropiado.
Mantuvo las empresas básicas en manos del Estado pero entregó su administración a la mafia que le rodeaba la que manejó dichas empresas no en beneficio público sino en interés de su propio enriquecimiento, hundiéndolas.
Por este motivo cuando nacionalizó la banca (medida en principio correcta) y los banqueros y capitalistas en general se le tiraron encima, el pueblo no le apoyó porque comprendió que era una medida más, no en favor del Estado sino de la mafia de su contorno. Tuvo que retroceder.
Esta política hizo que la propaganda neoliberal de que el Estado es mal administrador no tuvo ningún obstáculo y el neoliberalismo vio el terreno abonado para su implantación, en un principio el pueblo, harto de la corrupción de la mafia alrededor de Alan, vio con simpatía las privatizaciones fujimoristas, que, como lo vimos, saqueó al país en beneficio de las grandes empresas y en forma inmediata dio dinero para la demagogia fujimorista que con una pequeña parte de ese dinero producto de la venta de nuestras empresas, hizo obras y asistencialismo, lo que mantiene a una parte de la población como partidaria de Fujimori.
Nosotros planteamos que los servicios públicos y los principales pilares de la economía deben estar en manos del Estado, pero, para que no suceda lo que pasó en la época de Alan, su manejo requiere de un estricto control popular por las organizaciones de los trabajadores, por los usuarios del servicio público y por la población en general, pues, como dice el refrán, en arca abierta el justo peca, y cuando no es justo sino una mafia organizada como la de Alan, peca más.
Es de la política estatista de lo que se autocriticó Alan, no de su utilización por la mafia, por lo que resulta una autocrítica neoliberal.
Sobre los Derechos Humanos repito lo mencionado en la respuesta a Antauro Humala : no sólo ha sido ladrón y hambreador del pueblo sino fundamentalmente el más grande cobarde asesino de los últimos tiempos, De los cerca de 70 mil peruanos, indígenas en su mayoría, asesinados principalmente por 3 gobiernos sucesivos en el Perú, la mayoría corresponde a él, precisamente haciendo aspaviento de esa actitud lleva en su fórmula presidencial a uno de los ejecutores de sus crímenes. De eso no hay un ápice de autocrítica.
La ultraderecha peruana ahora habla de la segunda vuelta como la defensa de la democracia para ilustrar gráficamente nuestra opinión al respecto veamos la excelente caricatura de Toledo que nos presenta Carlín:
Ollanta Humala.- No tiene un historial de lucha que nos haga confiar en él, es incorrecto compararle con Evo, dirigente campesino con larga trayectoria en los combates del pueblo.
Lo que conocemos de su historia es:
Fue militar en la época de la guerra interna, cuando el buen servicio en la Fuerzas Armadas se medía por la cantidad de asesinados. Su hoja de servicios ha desaparecido, probablemente por el espíritu de cuerpo que tienen los masacradores. El dice que tiene una copia de la que lo único que ha mencionado es que señala que tuvo un comportamiento excelente, entendemos lo que eso significa en el lenguaje del cuerpo masacrador que fueron la Fuerzas Armadas. En lo recopilado por la Comisión de la Verdad en la zona donde Humala trabajó como el capitán Carlos, hay acusaciones de graves violaciones a los DDHH cometidas por dicho personaje, bastante anteriores a que se conociera que él era el capitán Carlos y bastante anteriores a su candidatura. Yo esperaba que fuera a la zona a desmentir, no lo hizo.
En la última época de Fujimori dirigió un levantamiento militar contra el régimen, que yo y muchos aplaudimos entusiastamente.
Posteriormente hubo acusaciones de que dicho levantamiento tuvo como objetivo el de servir como cortina de humo para cubrir la fuga de Montesinos (el narcotraficante que fue el brazo derecho de Fujimori) que se realizaba en ese momento. En un principio pensé que eran simples calumnias, pero aparecen indicios de que fue un levantamiento fraguado, entre otras cosas se muestra que el oficial que fue capturado por los insurrectos tenía cordiales relaciones con ellos.
Inocentemente pensé que Ollanta había arengado a su tropa contra la dictadura para convencerla de que efectuara la insurrección. Últimamente Antauro Humala me sacó del error, me aclaró que no fue así, la tropa actuó sólo siguiendo órdenes del oficial que comandaba.
La tropa insurrecta no se quedó en el sitio, hizo un largo recorrido por terreno descubierto durante varios días. No fueron confrontados en ningún momento por las Fuerzas Armadas montesinistas que contaban con Marina, Fuerza Aérea y Ejército, las que, como menciono en la carta de respuesta a Antauro Humala no la tocaron ni con el pétalo de una flor.
(Señalan que ahora el montesinismo también está tejiendo lazos con el APRA).
Luego, cuando fugó Fujimori, el insurrecto se entrego, pero muy pronto fue liberado y enviado primero a Francia y luego a Corea con un jugoso sueldo de funcionario público. Ese trato suave a la insubordinación ¿fue sólo para satisfacer a la simpatía popular que despertó?
Cuando en la campaña electoral de primera vuelta un candidato a parlamentario habló de dar amnistía a los militares asesinos y masacradores, hubo gente que se indignó, como los organismos de DDHH y el Partido Socialista. Ollanta Humala también se indignó ¡No porque consideraba incorrecto dar amnistía a los asesinos! sino porque no se debía tocar en forma electorera ese tema tan sensible para la familia militar. Los asesinos son parte de esa familia militar; de llegar al gobierno ¿les concederá la amnistía?
Cuando inició su campaña electoral decía algunas críticas correctas contra el sistema junto a exabruptos como obligar a Estados Unidos a comprar toda la coca o declaraciones antichilenas. Luego, probablemente influenciado por Chávez y Morales, fue izquierdizándose verbalmente tomando varias reivindicaciones clásicas nuestras.
Por ejemplo, durante bastante tiempo la izquierda y extensos sectores de la agricultura y defensores de la salud combatimos contra el TLC. Con mucho trabajo recolectamos la cantidad de firmas exigida por la Constitución para lograr que haya referéndum sobre ese tema. En esa larga campaña no colaboraron ni Humala ni el humalismo. Ahora uno de los temas de su campaña es contra el TLC.
Javier Diez Canseco combatió duramente en el parlamento para lograr que las grandes empresas multinacionales mineras pagaran regalías, ahora ese es uno de los puntos enarbolados por Humala.
Nos parece muy bien que tome esas banderas, sin embargo como sólo hay promesas electorales sin un historial de lucha que lo respalde, con toda razón desconfiamos de su cumplimiento pues estamos acostumbrados a escuchar bellas promesas electorales que luego son olímpicamente traicionadas.
Ejemplos:
El pueblo peruano votó por Fuiimori porque estaba harto del sistema corrupto representado por la unión de partidos del sistema que tenía como candidato al neoliberal Vargas Llosa. Fujimori fue el exitoso impulsor del neoliberalismo.
El pueblo peruano votó multitudinariamente por Toledo contra esa política. Este candidato firmó un acuerdo con la Federación Departamental de Campesinos del Cusco en defensa de la hoja sagrada de la coca. Desde el gobierno lo que hizo fue cumplir el programa de represión contra la coca ordenado por los yanquis.
En el Perú y en casi todos los países es sabido que en las campañas electorales se promete maravillas que son incumplidas desde el comienzo del ejercicio de gobierno. Precisamente esa es la característica de la democracia de los ricos. Un ejemplo muy cercano fue el candidato Gutiérrez llevado al gobierno por el movimiento indígena ecuatoriano, cuya inicial declaración luego de asunción del gobierno fue: No hay mejor amigo de los EEUU que el Ecuador, por lo tanto decir apoyo el programa sin fijarse en la historia personal del candidato es una declaración en el aire, es caer en la trampa del falso sistema democrático que vivimos. No bastan las palabras que se las lleva el viento.
Hay otro indicio negativo:
Humala está contra la democracia interna en su movimiento. Los dirigentes elegidos por sus bases fueron desconocidos por él; impuso verticalmente, al estilo militar, las direcciones locales y nacionales. Ese método fue usado en mayor medida en la elección de candidatos. Es cierto que entre ellos hubo dirigentes populares reconocidos que él sabía que iban a traer votos, como Elsa Malpartida y Nancy Obregón dirigentes cocaleras y la excelente dirigente campesina ayacuchana Juana Huancahuari en quien confío plenamente que será una auténtica parlamentaria campesina.
Sin embargo junto a ellas hay miembros de la corrupta mafia fujimorista (como uno de los fiscales de la corrupción que lo acompaña en la fórmula presidencial) y otros, cuyo mérito fue su colaboración económica, que como toda inversión capitalista tiene como objetivo producir más dinero que el que se invirtió, lo que en el Perú se logra con creces en el transfuguismo que consiste en que una vez logrado el puesto parlamentario, quien llegó a él se vende al mejor postor.
Puede ser que la formación stalinista de su papá que por otra parte admiraba a los militares tenga algo que ver en su formación de desprecio de la democracia en las organizaciones populares y su amor por el verticalismo.
En un escrito anterior señalé que los Humala no mencionan al movimiento campesino democrático independiente que logró grandes conquistas. Ensalzan a los militares que dirigieron a los indios y cuando éstos continuaron su lucha consecuente los hicieron matar, como sucedió con Cáceres (los Humala se llaman etnocaceristas aunque últimamente Ollanta prefiere no hablar de eso) que hizo fusilar a los dirigentes de las recuperaciones de tierra de las haciendas o a Velasco que ordenó masacrar campesinos. Esto nos indica, entre otras, cosas que un peligro probable sea el uso, por un eventual gobierno suyo, de los reservistas del ejército (humalistas que aman la disciplina de cuartel) como fuerza represiva paramilitar, lo que es coherente en alguien que repudia la democracia dentro del movimiento popular y que siempre maneja el verticalismo.
Es cierto que debemos tomar en cuenta que vivimos dentro de un marco internacional favorable con el ambiente antiimperialista que se vive en Sudamérica, que no es despreciable el apoyo de Venezuela, Bolivia, Cuba, para el desarrollo de un programa en favor de los pueblos. Que hay menos margen para los Gutiérrez. Que hay un fuerte ascenso del movimiento indígena a nivel internacional. Esto puede hacer que cumpla con algo de lo prometido, pero nada es seguro.
El humalismo.-Como se ve, no tengo nada de humanista. Sin embargo simpatizo mucho con los miembros de ese movimiento que son atraídos por las declaraciones contra el sistema, que repudian toda la propaganda hecha por la ultraderecha contra su candidato, que simpatizan con la reivindicación de lo indígena, de la hoja de coca. Sé que una gran parte de dicho movimiento, ante el probable triunfo de su candidato y el posible incumplimiento de sus promesas, llevará a cabo una fuerte lucha por la ejecución de esas promesas, más fuerte que la lucha contra los incumplimientos de Fujimori y Toledo, porque ahora hay una conciencia más elevada, lo que precisamente ha hecho que las promesas de Humala sean más avanzadas que las de Toledo o Fujimori.
Hay un refrán muy popular: Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. En el Perú escucho cada vez más algo que podría ser sintetizado en una paráfrasis de ese refrán: Más vale lo malo conocido a medias que lo terrible muy bien conocido.
APÉNDICE
Mi candidatura . No pensaba participar en el proceso electoral. Por eso mi primera reacción ante la invitación que me hizo el Partido Socialista para presentarme como candidato al Parlamento Andino, fue rechazarla. Luego lo medité bien, y acepté. ¿Por qué?
Naturalmente no pensaba llegar a ser elegido, ya que entendía que los 5 puestos serían ocupados por los candidatos de los partidos mayoritarios, pues aunque nadie conozca sus candidatos, la mayoría de la gente iba a votar por el mismo símbolo en las tres columnas (Presidencia de la República, Congreso y Parlamento Andino). Con la ausencia de recursos que me caracteriza no podía hacer buena propaganda. Sin embargo consideré que la campaña me iba a servir para resucitar, pues muchos pensaban que ya había muerto, otros que vivía en el exterior y otros que había abandonado la política, pues para los medios de comunicación política son sólo las elecciones. Dediqué la campaña a recontactarme con mi pueblo. Desde esa perspectiva me fue mejor de lo que esperaba. Publicité por los medios de prensa el periódico Lucha Indígena (se mantiene al margen del proceso electoral) que un grupo de cusqueños comenzamos a editar en plena campaña. Resucité, pues a pesar de que la mayoría del pueblo no sabía que todavía existía, o que era candidato, o cómo votar por mí, obtuve más de 38,000 votos. Gracias a la campaña electoral avanzó en forma positiva la difusión de Lucha Indígena.
Partido Socialista.- Es una promesa para el futuro, en la medida en que saque las conclusiones correctas y que deje enérgicamente su inclinación hacia el centro, lo cual es difícil pero no imposible. Que no se preocupe por hacerse potable para las clases dominantes pues eso continuará convirtiéndolo en no potable para el pueblo antisistema.
Otro peligro del que creo que debe huir, es el de permanecer como un partido electorero, es decir funcionar febrilmente sólo en épocas electorales. Recuerdo a sus militantes que el calendario de los revolucionarios no es el de las elecciones, que estas campañas las llevamos como unas más dentro del trabajo permanente por cambiar la situación en el país. Que nuestro trabajo diario debe ser impulsar desde adentro las luchas populares independientes y democráticas por la mejora de su situación, en todas sus formas y en todos los sectores populares.
La Lucha Continúa.- A pesar de que no tiene gran peso en la izquierda hablo de este grupo porque su evolución me interesa, ya que colaboré en su fundación, aunque luego me aparté al ver que mantenía viejos defectos de la izquierda peruana. Me separé sin escándalo, prometí colaborar en lo que estuviéramos de acuerdo y así lo hice.
Me dijeron que pensaban aprovechar la ola de entusiasmo que provocó la candidatura de Humala, no me pareció mal. No sería la primera vez que los revolucionarios trabajemos en un movimiento honesto dirigido por alguien en quien no confiamos. En ese tipo de casos apoyamos el movimiento señalando las deficiencias que vemos en su dirección. Sin embargo al parecer lo que han hecho es capitular ante la dirección y no hacer las críticas correspondientes. Esto deseduca a la gente.
Otro aspecto que me alarma es su actitud hacia Bolivia. Ese proceso les interesó mucho en forma encomiable. Hace tiempo, algunos de ellos incluyendo su dirigente más importante, viajaron a ese país y dieron un informe público de sus impresiones. Sin embargo, desde el triunfo de Evo Morales en las elecciones no he visto ninguna referencia a ese proceso, salvo una nota que sacaron criticando el no aumento de salarios, de modo que alguien que los sigue con atención entiende que lo único importante que ha sucedido en Bolivia desde antes de las elecciones es que el actual gobierno incumplió su promesa de aumentar los salarios (ahora ya no mencionan Bolivia probablemente porque aumentaron los salarios).
Lo que se entiende de su actitud es que Ollanta es revolucionario, y Evo, no.
Hace tiempo que ya no sacan su periódico.
Esto es una muestra del perjuicio que puede derivarse del apoyo a un movimiento que consideremos positivo en cuya dirección no tenemos confianza. Me parecen desafortunados su posición acrítica ante Ollanta y su silencio acerca de los notables avances en Bolivia, creo que están a tiempo de corregirlos, espero que lo hagan.- Lima 9 de mayo del 2006
Hugo Blanco es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO