Albino Prada
01/01/2025Corría el año 1823 cuando un estudioso del mundo laboral en Inglaterra, Henry Mayhew, anotaba lo que sigue[1]: “apenas hay suficiente trabajo para el empleo regular de la mitad de nuestros trabajadores” pues los que tenían empleo de forma constante eran por entonces igualados por aquellos que solo estaban empleados la mitad de su tiempo (en la jornada, o al año) y por los que estaban completamente desempleados. Y apostillaba hace doscientos años: “Es evidente que la razón por la cual no hay trabajo para la mitad de nuestra población es que la otra mitad trabaja el doble de lo que debería”.
Su apostilla creo que sigue teniendo plena validez doscientos años más tarde porque es fácil comprobar que si bien el desempleo y el empleo no regular (a tiempo parcial o con contratos temporales, que califico de “no pleno”) no alcanza hoy aquellas desastrosas cotas, no es menos cierto que para el colectivo de trabajadores más jóvenes (pondré el umbral en estar por debajo o por encima de los 40 años) la situación es mucho más desastrosa que para las generaciones mayores. Algo que se recoge paladinamente en el siguiente gráfico elaborado con datos de la Encuesta de Población Activa del INE.
Pues entre los algo más de ocho millones de trabajadores asalariados más jóvenes ocupados el empleo “no pleno” (temporal y/o a tiempo parcial más el desempleo) supone un 64 % de aquél (tres millones trescientos mil), mientras que para las generaciones más veteranas con sus más de doce millones ese empleo “no pleno” cae al 30 % (con algo menos de tres millones). En este punto lo más importante no son los niveles, sino comprobar el deterioro galopante y sin paliativos producido en las últimas décadas (en los más jóvenes) en la situación de la clase trabajadora española.
Es por eso muy oportuno el viraje que el actual Ministerio de Trabajo está dando a todas las políticas laborales para frenar esta regresión hacia los tiempos más negros de la clase obrera (freno al trabajo temporal y a tiempo parcial, salarial y no salarial) y, en todo caso, asumiendo -hora era- el consejo de H. Mayhew del año 1823 sobre la reducción de la jornada laboral para todos: “Es evidente que la razón por la cual no hay trabajo para la mitad de nuestra población es que la otra mitad trabaja el doble de lo que debería”. Una carencia de trabajo (decente, estable) que en el reino de España iba camino de retroceder en las últimas décadas a los niveles de hace dos siglos si nadie se remanga a trabajar en serio para impedirlo.
Al menos en este caso se habría cumplido el deseo del citado E.P. Thompson cuando en el prólogo de su monumental obra[2] justificaba el revisar las batallas perdidas en el pasado para iluminar “males sociales que tenemos todavía que sanar”.
[1] Cito por la página 281 de la obra de E.P. Thompson “La formación de la clase obrera en Inglaterra”, Capitán Swing, Madrid, 2012
[2] “La formación de la clase obrera en Inglaterra”, Capitán Swing, Madrid, 2012, página 31