Giuliano Santoro
25/09/2024De un lado tenemos a La France Insoumise, en el centro de la escena francesa en estos días y elemento clave de la izquierda en Europa. Del otro, Die Linke alemana, que acaba de sufrir un duro golpe en Sajonia y Turingia en beneficio del BSW, el partido de Sara Wagenknecht. La rivalidad podría tener repercusiones indirectas en el equilibrio interno del Partido de la Izquierda Europea (PEL) y su grupo parlamentario en Bruselas y Estrasburgo (denominado La Izquierda – The Left- en el Parlamento Europeo - GUE/NGL).
Tras las elecciones europeas de junio, Wagenknecht ya había tratado de formar grupo parlamentario propio, apostando sobre todo por su cercanía al Movimiento Cinco Estrellas. El proyecto fracasó, en parte porque el Movimiento Cinco Estrellas (cuyo grupo parlamentario lidera Pasquale Tridico) optó en su lugar por La Izquierda. Según diversas partes directamente implicadas, en este momento la existencia de La Izquierda como grupo parlamentario (la cual ofrece a sus miembros una garantía de tiempo de uso de la palabra y posibilidades de acción en Bruselas y Estrasburgo) no está en peligro. Pero es un hecho que la fuerza motriz del grupo, el Partido de la Izquierda Europea, se encuentra en el centro de tensiones y enfrentamientos incipientes.
El viernes pasado, la Autoridad de Partidos Políticos Europeos y Fundaciones Políticas Europeas anunció que había recibido una solicitud de registro de un nuevo partido, que se llamará Alianza de la Izquierda Europea para los Pueblos y el Planeta (ELA). De acuerdo con sus estatutos, pretende unir a “los partidos feministas de la izquierda verde para construir otra Europa de cooperación, progreso social y derechos de los trabajadores”. Sus miembros fundadores, la sueca Malin Björk, la francesa Sophie Rauszer y la española Isabel Serra Sánchez, dicen querer trabajar por “la alternativa al capitalismo”, los derechos humanos, la justicia climática, el Derecho internacional y la lucha contra el racismo.
Por el momento, se han adherido siete fuerzas políticas: Bloco de Esquerda (Portugal), La France Insoumise (Francia), Podemos (España), Razem (Polonia), Enhedslisten De Rød-Grønne (Dinamarca), Vänsterpartiet (Suecia) y Vasemmistoliitto (Finlandia). Aunque no necesariamente están de acuerdo en lo que respecta a la guerra ruso-ucraniana o el atlantismo (sobre los que se pueden encontrar posiciones muy diferentes en el grupo parlamentario de La Izquierda, así como en este nuevo grupo, que van desde la postura radical antibelicista de Podemos a las posiciones de los izquierdistas nórdicos, mucho más cercanos a Kiev), estos partidos están impulsados por el deseo de romper con algunos de los viejos patrones del Partido de la Izquierda Europea, que alberga a los alemanes Die Linke y a los griegos de Syriza, que hace apenas dos legislaturas eran los partidos líderes del grupo.
Las cuestiones nacionales también desempeñan un papel importante: así, por ejemplo, a La France Insoumise no le hizo ninguna gracia que la spitzenkandidat [cabeza de lista] del PEL en las elecciones de junio no fuera su propia eurodiputada saliente, Manon Aubry, que fue vetada nada menos que por el Partido Comunista Francés, miembro fundador del PEL.
Los dos partidos italianos de esta parte del espectro político siguen al margen. Hasta ahora, Izquierda Italiana (SI) ha preferido trabajar en la reforma del PEL desde dentro, en lugar de iniciar un nuevo camino, en parte porque comparte afinidades históricas con sus partidos fundadores.
En cuanto al Partido de la Refundación Comunista, que no consiguió eurodiputados en junio, pero sigue siendo miembro del PEL, su secretario, Maurizio Acerbo y Eleonora Forenza, de la secretaría del Partido de la Izquierda Europea, han declarado: “Seguiremos trabajando por la unidad de toda la izquierda radical que se identifica con el grupo parlamentario unido La Izquierda en el Parlamento Europeo. El grupo siempre ha sido plural, incluso internamente”.