Un Líbano bajo el fuego busca soluciones a su estancamiento político

Pasquale Porciello

13/10/2024

Los barrios cristianos del este de Beirut, controlados en su mayoría por los partidos derechistas Kataeb y Fuerzas Libanesas, y que siempre han sido hostiles a Hezbolá, empiezan a exhibir cada vez más pancartas. El inevitable reequilibrio de fuerzas que se está produciendo en la región está teniendo efectos dentro del país y en el resto de los grupos políticos activos. Hasta ahora, los cambios han sido pacíficos.

Sin embargo, se percibe una creciente energía inquieta, y sería crucial encontrar una solución al prolongado punto muerto en el que se encuentra la presidencia. El puesto de presidente de la República, que suele pertenecer a uno de los diversos grupos cristianos, lleva dos años sin cubrirse. El último, Michel Aoun, basó su presidencia en una alianza subyacente con Hezbolá, yendo abiertamente en contra del resto de los cristianos.

El país está ahora gobernado por un gobierno interino muy limitado en lo que puede hacer. Decidir un nuevo presidente significaría sin duda tomar una postura clara. Una vez más, suena el nombre del general Joseph Aoun (primo del anterior presidente, pero no alineado con él), jefe del ejército libanés, financiado casi en su totalidad por Estados Unidos.

Israel «no permitirá que Hezbolá se instale en estos lugares [en el sur del Líbano] en el futuro», declaró el jueves por la noche el general del ejército Herzi Halevi. Fue una declaración muy consecuente, que apunta a la posibilidad de prolongar el conflicto hasta conseguir este nuevo objetivo. Y esto podría significar que la guerra dure mucho más que la anunciada invasión «limitada» de Israel en territorio libanés.

Sólo en la noche del miércoles al jueves se produjo una docena de ataques aéreos. Beirut fue alcanzada en la zona de Dahieh, su suburbio meridional, como ya es habitual, y también en un lugar que es todo menos obvio: Bachoura, un barrio chií cercano a la céntrica Plaza de los Mártires, donde se encuentra la famosa mezquita de Al-Amin, de cúpula azul.

El Comité Islámico de Salud, el primer grupo de ayuda de Hezbolá, confirmó el jueves por la mañana que siete de sus trabajadores humanitarios habían muerto en el ataque aéreo que alcanzó el centro de la organización. El Ministerio de Sanidad comunicó un balance de nueve muertos y 14 heridos. En Bachoura, Zuqaq al Blat, Basta y Zarif, todos ellos barrios chiíes de la zona, se ha producido en los últimos días una gran afluencia de civiles desplazados que huyen del sur y de la Beka'a, alojados en escuelas o espacios utilizados como centros de acogida. El personal médico y de urgencias y los civiles pueden acabar entre los objetivos.

Además de ser una milicia y un partido importante, Hezbolá cuenta con una red de organizaciones que en su mayoría emplean a civiles y ofrecen servicios médicos, educativos y asistenciales como alternativa al Estado, que se enfrenta a una grave crisis económica; al mismo tiempo, el Estado siempre ha tenido una fuerte inclinación neoliberal y ha prestado poca atención a las cuestiones sociales.

Los ataques aéreos del jueves en la capital se prolongaron durante todo el día y alcanzaron, entre otros objetivos, la oficina de prensa de Hezbolá en el sur de Beirut. Por la noche, cayeron bombas en Hay el-Sellom, en el barrio de Laylaki y en Chiyah, además de un ataque aéreo a las 21.00 hora local contra un almacén de Hezbolá, según informes del ejército israelí.

Israel está aplicando la «doctrina Dahieh», que se remonta a la guerra de 2006, cuando Israel decidió igualmente destruir infraestructuras civiles a gran escala para presionar al gobierno y al grupo armado.

El ejército libanés anunció que uno de sus soldados murió en un ataque aéreo el jueves por la tarde mientras participaba en operaciones de socorro en Taybeh (Marjayouneh) junto con la Cruz Roja Libanesa, cuatro de cuyos miembros resultaron heridos. Un segundo soldado murió en Bint Jbeil en otro ataque aéreo que tuvo como objetivo un cuartel y que llevó al ejército libanés a responder por primera vez al fuego israelí.

La operación de Israel es cada vez más destructiva contra aquellos lugares físicos en los que Hezbolá tiene presencia, tanto en la capital como en el resto del país: en el sur, en el este, pero también en lugares como Mayssara (Kesrouan), o Aley, donde incluso la menor presencia de comunidades chiíes -que posiblemente alberguen a figuras menores del «Partido de Dios»- puede convertirse en objetivo de las incursiones. El jueves también se produjeron intensos ataques aéreos en el sur y en el valle de la Beka'a.

El jueves por la noche, Hezbolá afirmó que había matado a «17 oficiales y soldados israelíes» en la frontera, después de los ocho que el grupo afirmó haber matado en los combates del miércoles. En sus intentos de incursión de estos días, el ejército israelí sólo ha avanzado unos cientos de metros y en muchos casos ha sido rechazado por las milicias chiíes.

El ministro libanés de Asuntos Exteriores, Abou Habib, todavía en Nueva York, concedió una entrevista a la CNN en la que afirmó que ya se había acordado un alto el fuego poco antes de que Hassan Nasrallah muriera el viernes en un ataque que arrasó Haret Hrek y redujo seis edificios a escombros.

Según Habib, se había alcanzado un acuerdo con la mediación de Macron y Biden para un alto el fuego de 21 días: «Estuvimos completamente de acuerdo. Líbano aceptó un alto el fuego, pero consultando con Hezbolá ... [Los norteamericanos y los franceses] nos dijeron que Netanyahu estaba de acuerdo con esto y logramos entonces también el acuerdo de Hezbolá al respecto, y ya saben lo que ocurrió desde entonces». Declaró que el enviado de la Casa Blanca, Amos Hochstein, había actuado como negociador. El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, se encontraba el viernes en Beirut el viernes para mantener conversaciones con funcionarios locales.

En una rueda de prensa celebrada el jueves por la tarde, el ministro de Sanidad libanés dijo que habían muerto 127 niños de un total de 1974 fallecidos hasta el momento. Un millón de personas se han visto desplazadas, creando una crisis humanitaria que el Estado libanés apenas puede gestionar. En este momento, las ONG locales e internacionales también están prestando ayuda, pero si el conflicto se agrava, existe el peligro de que se derrumbe el orden civil, antes incluso de que colapsen los servicios.

periodista especializado en Oriente Medio, es corresponsal en Beirut del diario “il manifesto”.
Fuente:
il manifesto, 7 de octubre de 2024
Temática: 
Traducción:
Lucas Antón

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