Agustín Santos Maraver
22/02/2025
1- El segundo mandato de Trump tiene como objetivo la reordenación hegemónica del sistema internacional, o si se quiere un “cambio de régimen” global. Ese sistema, surgido de la derrota del nazi-fascismo, y estructurado formalmente mediante el multilateralismo de Naciones Unidas, está en crisis en un doble sentido: 1) funcionalmente, porque no es capaz de cumplir con las tareas encomendadas por la Carta de NNUU (seguridad, desarrollo, cooperación…) y 2) no sirve para rearticular la hegemonía en crisis de EEUU, ni global ni regionalmente.
La acumulación de:
a) crisis geopolíticas parciales desde 1991 (colapso de la URSS y crisis post-URSS), las dos guerras del Golfo, Afganistán, los múltiples conflictos poscoloniales africanos… se han combinado con
b) una larga crisis y depresión del sistema de producción capitalista (Gran recesión 2007-8, Crisis del Covid, Crisis del Coste de vida, crisis de la deuda externa) que ha multiplicado la desigualdad y puesto límites a la globalización neoliberal y
c) la crisis climática, con efectos recurrentes cada vez más devastadores.
Este marco de policrisis es el que explica en parte y es el escenario del nuevo desorden internacional y del intento de restablecer unilateralmente la hegemonía de las clases dominantes de EEUU.
2- Hay dos consensos centrales en los objetivos de las clases dominantes y la administración Trump, más allá de cualquier otra diferencia:
1) Reequilibrar el cada vez más amplio déficit comercial con el resto del mundo, a través de políticas arancelarias proteccionistas y negacionismo del cambio climático;
2) Contener y someter a China en su ascenso como segunda potencia económica global y potencia geopolítica que aspira a una hegemonía regional en Asia Pacífico y una proyección global de sus intereses estratégicos.
Lo importante son los objetivos, pero los medios utilizados para ello tienen dinámicas y consecuencias autónomas en parte. La guerra comercial declarada por Trump mina alianzas, puede cuestionar el papel del dólar y del mercado de bonos de EEUU, tener efectos inflacionistas y descontrolar la crisis de la deuda internacional. Es el fin de la OMC y un cuestionamiento del orden económico internacional y sus instituciones financieras (FMI, BM…), sin que aparezca otra alternativa que la negociación bilateral asimétrica con la administración Trump.
La capacidad para contener y someter a China es un cuestionamiento de la globalización neoliberal a través de la cual la RP China se integró en el sistema mundial tras las reformas de mercado en los años 1990. Supone romper la división internacional del trabajo desarrollada desde entonces. Abre, para poder hacer hipótesis, cuestiones como la naturaleza política y social del régimen del PCCh, que hasta ahora ha proyectado como objetivo mejorar su proyección estratégica desde dentro del sistema multilateral, no cuestionándolo como la administración Trump.
3- Los escenarios de tensión geopolítica son múltiples e irán en aumento. Pero de los resultados de dos de ellos dependerá en buena medida el abordaje de los siguientes:
a) La Guerra de Ucrania. La invasión rusa de 2022 supuso una violación flagrante de la Carta de NNUU. Pero hay que señalar que respondía a tres causas profundas: la expansión de la OTAN al este y el cuestionamiento de la neutralidad de Ucrania en 2014; la crisis sin resolver del colapso de la URSS y sus estados sucesorios; el control de recursos energéticos y materias primas en el espacio post-soviético y su integración periférica en el nuevo orden neoliberal. La respuesta del pueblo ucranio para defender la existencia de su país obligó a modificar los planes de Putin y de la OTAN. Tras tres años de masacres en una guerra de posiciones, la administración Trump pretende un acuerdo con Putin sobre la base de las líneas de ocupación, el reparto de los recursos de Ucrania y la pos-colonización de esta. Su objetivo en la “gran estrategia” de la administración Trump es separar a Putin de China en su política de contención a cambio de su hegemonía regional en el “exterior cercano” postsoviético. Como ha sido evidente en la Conferencia de Seguridad de Múnich y el discurso del Vicepresidente Vance, la gran perdedora es la UE, a la que se niega cualquier “autonomía estratégica” y acceso a energía más competitiva que el GNL de EEUU (volando, si había dudas, el gaseoducto Nordstream).
b) Gaza/Palestina. Tras 500 días de guerra genocida, la administración Trump declara apoyar una segunda Nakba y una reordenación general de Oriente Medio bajo hegemonía compartida de Israel y Arabía Saudí (Acuerdos de Abraham). Pero ambos objetivos son contradictorios en sus términos por el momento, a pesar de la derrota del “eje de la resistencia” encabezado y sostenido por Irán (Hezbollah, Al -Assad en Siria…). Tampoco es evidente la situación sobre el terreno en Gaza ni Cisjordania, a pesar de la campaña de asesinatos en masa y demoliciones israelí. Un ataque contra Irán para acabar con sus facilidades nucleares abre demasiadas incógnitas (desde caída del régimen de los Ayatollahs a una extensión abierta del conflicto en Irak, Siria, Yemen…). La propia negociación sobre los rehenes muestra hasta qué punto se está lejos de soluciones y estabilidad.
c) Hay que seguir con atención: La guerra contra la inmigración y el narco en AL; la lucha por el control de rutas comerciales en el Cuerno de África-Yemen y los grandes lagos entre RDC y Ruanda; la crisis del franco-áfrica y del Sahel; las tensiones por el control marítimo del Mar del Sur de China y el estrecho de Taiwán; las nuevas rutas del Ártico.
4- La Unión Europea se encuentra en abierta crisis como proyecto y dividida en su reacción frente a la Administración Trump, como ha sido trágicamente patente en la Conferencia de Seguridad de Munich y la Cumbre de París de Macron. El mercado común se integra en un mercado más amplio euro-atlántico, con dos marcos regulatorios, el dólar y el euro, con un mismo sistema de seguridad basado en el paraguas nuclear de la OTAN. Las políticas contra la crisis del Covid supusieron una reversión temporal del Consenso de Bruselas neoliberal, que terminará en 2026 con el nuevo marco financiero adoptado. La protección nuclear de la OTAN impone ahora un nuevo marco de articulación de los dos sistemas de regulación con la excusa de la necesidad de una “economía de guerra”: 5% del PIB para armas de EEUU; energía más cara de EEUU; sostenimiento del mercado de bonos de EEUU a pesar de la reducción del déficit comercial. Se pretende ampliar la cuota comercial de EEUU en Europa y reducir a la inversa, poniendo coto a cualquier pretensión de “autonomía estratégica” en chips, digital o farmaindustria. Ello supone una reducción significativa del gasto social y el cuestionamiento implícito del contrato social sobre el que se sustenta la combinación de democracia nacional con gestión oligárquica de la UE. La exclusión en las negociaciones sobre Ucrania con Rusia son una negativa a aceptar a la UE como actor geopolítico, subordinarlo a EEUU, dividir a los estados miembros entre la agenda de seguridad o la del mercado único-euro. La CSM ha dejado a las clases dominantes europeístas en “pánico”, mientras la administración Trump articula una “quinta columna” con la “patriótica” extrema derecha europea, a la que apoya abiertamente.
5- El proyecto de reconstrucción de la hegemonía de las clases dominantes de EEUU, articuladas ahora por los plutócratas tecnológicos tipo Musk, implica una reversión completa del consenso sobre el programa mínimo de emergencia multilateral de estos últimos 15 años: Los Acuerdos de París contra el Cambio Climático (1,5 C y descarbonización), la Agenda 2030, reforma del sistema financiero internacional para hacer frente a la crisis de la deuda (57 estados en moratoria), Nueva Agenda de Paz, reforma de Naciones Unidas y de su Consejo de Seguridad, Tratado para la Preparación ante Nuevas Epidemias….Este programa debía articular un nuevo contrato social, económico y político ante las posibles amenazas existenciales a la Humanidad.
El cuestionamiento del multilateralismo (solución global a los problemas globales) es sustituido por el unilateralismo y un cuestionamiento abierto de las instituciones internacionales -que forman la infraestructura regulada de la globalización. Abandono de la OMC, OMS, Consejo de Derechos Humanos, UNRWA…y de toda institución que no se pliegue a ser un mero instrumento de la ofensiva unilateral hegemónica de EEUU (MAGA).
Las consecuencias de esta reversión son difíciles de imaginar: a) no hay escenarios de gobernanza global para 2,5 C de calentamiento global (crisis agrícolas y marinas, migraciones, sequías…); b) la crisis de la deuda puede hacerse incontrolable con una cadena de estados fallidos (Sahel…pero también Argentina o Pakistán) c) Larga Depresión con proteccionismos que multipliquen conflictos y militarización, fanatismos y lucha por recursos escasos; d) incapacidad de reacción ante nuevas epidemias.
El pesimismo global (encuesta del PNUD 2021-22) puede dar paso y alimentar respuestas reaccionarias y de extrema derecha a nivel global (falsas soluciones étnico-comunitarias a los problemas globales) en un bucle que se alimente a sí mismo.
6- ¿Qué estrategia para la izquierda?
a) Comprender lo que ocurre. Tenemos una larga tradición marxista sobre estas épocas de “policrisis” que, lejos de ser repetitivas o automatismos cíclicos, responden a aperturas y cierres de épocas históricas. El debate sobre las ondas largas del capitalismo en el Tercer Congreso de la Internacional Comunista (junio 1921, Kondratiev-Trotsky) es un buen punto de arranque: las crisis se producen por causas endógenas del sistema (caída de la tasa de ganancia, caída de la productividad, aumento de la competencia…), pero solo se sale de ellas con soluciones políticas que son resultado de la lucha de clases (conciencia, organización, estrategias…) que cambien sustancialmente la correlación de fuerzas global. Necesitamos un debate abierto, sin prejuicios, con evidencias científicas.
b) Reabrir el debate programático y estratégico de las izquierdas: El cuestionamiento de la democracia por la extrema derecha y las clases dominantes responde a su proyecto contrarrevolucionario de cambiar a su favor la correlación de fuerzas en el terreno económico (recuperar la tasa de ganancias), social (aumentar la desigualdad) y político (autoritarismo oligárquico). Así como se acentúa la competencia económica a todos los niveles internos y externos para una mayor acumulación del capital y el “capitalismo político” (corrupción, capitalismo de amiguetes). El “multipolarismo” -la competencia por la hegemonía global y regional entre distintas potencias- responde a intereses imperialistas con núcleos de acumulación y poder militar-nuclear específicos. Como en los años 1930, esa lucha por la hegemonía puede tener distintas fases y formas, reacciones defensivas (invasión rusa de Ucrania) u ofensivas (la guerra de Gaza, a pesar del ataque de Hamas), pero responden a un régimen global que las clases dominantes de EEUU intentan cambiar con un nuevo proyecto e imponiendo su iniciativa geopolítica.
c) Así como los capitalistas quieren reordenar el mundo en función de sus intereses, las clases trabajadoras y los pueblos tienen que repensar el futuro y proyectar en él sus esperanzas, que no puede ser para mirar a un pasado que está fracasando, sino para imaginar y luchar a nivel internacional por otro mundo posible basado en la solidaridad y la fraternidad.
Nuestro programa mínimo debe partir de la conciencia defensiva existente, que es el resultado de procesos históricos que no se pueden desconocer y que tiene elementos democráticos, de reforzamiento de las clases trabajadoras (materiales, culturales y sociales) y que en su perspectiva global está reflejado en el programa mínimo de emergencia de NNUU.
Nuestro programa máximo tiene que partir de las tendencias existentes de cambio para proyectar una alternativa republicana y socialista que supere los fracasos de las distintas vías del siglo XX al socialismo. El pesimismo post-covid necesita una nueva utopía-esperanza y la experiencia práctica de buen gobierno para convertirse en sentido común de masas. Pero una vía democrática al ecosocialismo no puede obviar y desconocer la violencia intrínseca del sistema capitalista.
d) Frente Unido ante la extrema derecha en una fase de acumulación de fuerzas defensiva. La defensa de nuestro programa mínimo debe ir acompañada de una movilización unitaria que multiplique la autonomía y participación ciudadana frente al ascenso de la extrema derecha, articular frente amplios electorales y experiencias de buen gobierno. Los sectarismos y las divisiones frente a los enemigos comunes son desmoralizantes y paralizantes. Necesitamos una coordinación internacional en el campo de la lucha antifascista, recuperar las movilizaciones sociales europeas y antiimperialistas. Frente a los “campismos” geopolíticos (“el enemigo de mi enemigo es mi amigo”) conviene recordar las causas de la división ante la I Guerra Mundial del movimiento socialista. Nuestro terreno debe ser el de la lucha consecuente por los derechos democráticos y sociales de todos y cada uno, sin subordinaciones tácticas, porque es esencial para restaurar la credibilidad de un proyecto republicano y ecosocialista.
e) Frente al multipolarismo o el unipolarismo y sus sistemas de seguridad basados inevitablemente en paraguas nucleares y la teoría de la destrucción mutua asegurada, hay que advertir de las limitaciones de las “autonomías estratégicas”. En la época de la globalización, el giro proteccionista de la competencia geopolítica imperialista hace imposible la “seguridad en un solo país”. Nuestro modelo de seguridad, hoy por hoy sigue siendo un sistema multilateral que recoja el espíritu y los valores de la Carta de Naciones Unidas, sobre la base de la reforma de Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad, con la ampliación de responsabilidades de la Asamblea General y otras instituciones Multilaterales (OSCE, Consejo de Derechos Humanos…), que permitan reabrir la perspectiva del desarme y la gestión multilateral de los conflictos internacionales.
El primer paso en este sentido es poner en pie un movimiento por la paz como el que evitó en medio de la Guerra Fría, con movilizaciones masivas, la instalación de los misiles tácticos nucleares en Europa central. Un movimiento por la paz y contra los nuevos bloques que pretenden cuartear el mundo en zonas de influencia imperialistas al amparo de las nuevas extremas derechas antidemocráticas.
[El anterior esquema fue preparado para intervenir en distintas mesas y debates de urgencia en las últimas semanas. Intenta recoger y poner al día argumentos adelantados ya en otros artículos en SP, tanto de otros autores como propios. Entre estos últimos me permito apuntar “La ‘Europa potencia’ y la economía de guerra” y “Naciones Unidas y la disyuntiva civilizatoria”. Quiero agradecer al comité de redacción de Sin Permiso, a la asamblea de Técnicos y Profesionales de IU de Madrid y al equipo de internacional del Movimiento Sumar sus opiniones y comentarios en la discusión de este esquema. Por último: se trata de un debate fundamental para las izquierdas, que debemos abordar de la forma más unitaria y abierta posible, comprendiendo que lo importante no es la diferencia inevitable de los puntos de partida sino el consenso de los de llegada, del que dependerá, organización y movilización mediante, en buena medida el futuro colectivo].