Anna Maria Merlo
12/07/2023
Andan de visita, haciendo contactos y urdiendo planes de cara a las elecciones europeas del año que viene, para coordinarse en el Consejo y ocupar escaños en Estrasburgo: la extrema derecha europea, sobre todo su ala pro-OTAN, ha dado la espalda a la "salida" y en su lugar abraza algo parecido al entrismo en la UE, con el objetivo de cambiar Europa desde dentro, hacia la llamada "Europa de las naciones".
El Partido Popular Europeo (PPE), el mayor grupo político de Europa, les está allanando el camino, con el líder del grupo, Manfred Weber, que aspira a un acuerdo con los conservadores del ECR [European Conservatives and Reformists Group], que incluyen a los Fratelli d'Italia, así como al PiS [Ley y Justicia] polaco.
Meloni y Morawiecki se reunieron el miércoles en Varsovia. La alianza, cimentada en la cuestión del cierre de las fronteras a la inmigración, encuentra ahora un nuevo terreno común: el impulso al Pacto Verde.
A pesar de la escisión del Grupo de Visegrado y de la relativa marginación de Hungría debido a la guerra de Ucrania, el legado de Orbán sigue vigente. Además de Italia y Polonia, el aliado de la extrema derecha avanza por toda Europa: en Suecia, Finlandia y Letonia, y puede que incluso en España, donde habrá elecciones el 23 de julio.
Por ahora, el PPE no ha podido fijar una fecha para su congreso, que tendrá que decidir si propone a una figura concreta, y a cuál, como candidato único del grupo (Spitzenkandidat) a la presidencia de la próxima Comisión Europea que tomará posesión tras las elecciones europeas de junio de 2024.
Si todo funcionara como en el pasado, sería sencillo: Ursula von der Leyen, la actual presidenta, pertenece a la CDU (parte del PPE) y parece tener toda la intención de volver a presentarse, aunque los Estados Unidos la querrían al frente de la OTAN (mientras tanto, se ha confirmado a Stoltenberg por un año más).
Aun así, la situación no está clara: von der Leyen está retrasando su decisión, y la tradicional "gran coalición" entre el PPE y Socialistas y Demócratas (S&D) ya tuvo que ampliarse para incluir a los liberales de Renew Europe en 2019.
Las predicciones para las elecciones europeas del año que viene son que decaerán las tres fuerzas principales: el PPE tendrá que lidiar con la crisis de Les Républicains (LR) franceses (con encuestas por debajo del 5 por ciento), así como con la de Forza Italia. El S&D tendrá un problema similar con el Partido Socialista francés, en estado de confusión entre la alianza de izquierdas de Nupes (Nueva Unión Popular Ecológica y Social) y la idea de la vieja socialdemocracia; y Renew también pagará el precio de la impopularidad de Macron.
Nos encontramos ahora ante la paradoja de que, al comienzo de la presidencia semestral española del Consejo de la UE, Pedro Sánchez (PSOE) lanzó explícitamente su apoyo a la democristiana von der Leyen, mientras que su compatriota, el líder del grupo del PPE, Manfred Weber (CSU), libra una guerra cada vez más abierta para ganarse para sí el papel de Spitzenkandidat de los conservadores (ya lo tuvo en 2019, pero perdió el puesto de presidente de la Comisión tras el paso de Emmanuel Macron, en favor de una “outsider” como von der Leyen).
Weber intenta tejer una alianza PPE-ECR, deshaciéndose de los socialistas y dividiendo a Renew. No se trata sólo de una maniobra política, sino del esbozo de un programa común: la inmigración en primer lugar, con las imágenes de Francia, que ciertamente ayudan, aun cuando el tema sea objetivamente divisivo porque enfrenta a todos contra todos, cada uno dispuesto a desembarazarse de la "carga" sobre su vecino.
Pero a estas alturas está cobrando fuerza el "proyecto" de la Comisión (dirigido por el vicepresidente Frans Timmermans, socialista), el Green Deal. Von der Leyen ha subrayado, en un claro mensaje a Weber, que "el cambio climático es un hecho" que no se puede negar, y "tenemos una idea, tenemos una visión" de que "se puede tener prosperidad al tiempo que se protege la naturaleza y el medio ambiente".
Las perspectivas de la tímida alianza antiecológica entre el PPE y ECR se aclararán con la votación en el pleno (en julio o septiembre) de la Ley de Restauración de la Naturaleza [finalmente aprobada el pasado 12 de julio], que pretende adoptar el Acuerdo de Montreal sobre Biodiversidad, con el objetivo de restaurar al menos el 30% de las zonas terrestres y marinas degradadas para 2030 (y que ya se ha visto frenada en tres comisiones parlamentarias).
Hasta ahora, el PPE ha votado a favor de unas 30 disposiciones (de un total de 50) del Green Deal, junto con el grupo S&D, los Verdes y Renew, en contra de la extrema derecha. Pero el entendimiento con la extrema derecha se ha construido sobre la defensa de los agricultores y de las técnicas de producción intensiva (pesticidas), invocando el miedo a la escasez de alimentos y a la inflación.
Los liberales holandeses dudan ante los recientes éxitos electorales de la extrema derecha agraria; y el belga Alexandre de Croo ha llamado a "pulsar el botón de pausa", tras la preocupación de Macron por el exceso de regulación.
A la Lega le gustaría unirse a la nueva alianza. Pero los alemanes rechazan el grupo Identidad (Identity & Democracy), donde se asienta la ultraderechista Alternative für Deutschland (AfD). Weber ha dicho que quienes quieran una alianza con el PPE deben ser "pro-europeos, pro-ucranianos y pro-Estado de derecho". Pero a la Polonia del PiS de Morawiecki se le está dando carta blanca por ser sólo pro-Ucrania.