Xavier Calafat
Albert Portillo
04/09/2022“La tendencia a refugiarse en ficciones ideológicas es muy intensa, porque ideología es seguridad frente al malestar producido por la situación del movimiento.”
Manuel Sacristán.
Vivimos tiempos de incertidumbre. Esta creo que es la primera constatación que tenemos que hacernos para entender algunos de los recientes debates políticos en el seno de las izquierdas, que han derivado en escisiones en diferentes organizaciones. No es casualidad que veamos el surgimiento de grupos como Horitzó Socialista (HS a partir de ahora), escindiéndose de la organización juvenil de la izquierda independentista catalana (ARRAN) o anteriormente (pero que ha saltado a la actualidad política debido a sus recientes disputas con la izquierda abertzale) el nacimiento de la GKS (Gazte Koordinadora Sozialista) que forma parte del Mugimendu Sozialista y que proviene de Ikasle Abertzaleak, organización estudiantil en su día vinculada a la izquierda abertzale y hoy totalmente alejada de ella, apuntan a un retorno identitario hacía las viejas esencias del marxismo-leninismo más ortodoxo. La incertidumbre siempre es mala compañera para el nacimiento de lo nuevo, o si se quiere en términos de García Linera: volvemos a momentos de mucha afirmación y poca apertura.
En estas breves líneas no entraré al fondo de las cuestiones teóricas y los debates que han motivado la ruptura dentro de algunas organizaciones políticas. Quería más bien ofrecer una radiografía del momento en el que estamos, qué dicen algunos de los referentes de estas organizaciones, qué tienen en común con otros grupos de corte estalinista y en qué se diferencian y, sobre todo: entender por qué se están dando debates que pensábamos superados y comprender por qué estos están derivando hacía un retorno a prácticas organizativas y lenguajes políticos que nos acaban llevando a un callejón sin salida.
Entonces, ¿quiénes son estos grupos? A mi entender, cabe diferenciar: no son lo mismo GKS o HS (con dinámicas territoriales y nacionales muy marcadas tanto en la izquierda abertzale vasca como en la izquierda independentista catalana) que Frente Obrero (FO a partir de ahora). Aquí la cuestión nacional es determinante para diferenciar a estos grupos. Además, si bien GKS o HS subordinan toda lucha que ellos consideren no principal (conflicto nacional, ecologismo, feminismo, lucha LGTBI+) a la “independencia ideológica y organizativa del proletariado” por considerarlas interclasistas, FO es directamente reaccionario y usan directamente la fraseología de la ultraderecha, hablando de “ideología de género”, o lanzando campañas llenas de transfobia.
A pesar de estos matices, entre las tres formaciones hay conexiones ideológicas y participarían de un mismo clima social, de un malestar generacional. De nuevo, no es casualidad: en poco tiempo hemos visto como un podcast con mucho nivel formativo llamado Café Marx disparaba hacía cualquier corriente teórica que se saliera del marxismo-leninismo más ortodoxo. Hasta el punto de querer reelaborar el marxismo en un sentido antirrepublicano tanto en lo político como en lo económico. Aunque justamente el Estado monárquico hace uso de su enorme poder para garantizar la exención fiscal a la oligarquía. No es una situación nueva, pero se asemeja profundamente a aquella aristocracia francesa que antes de 1789 no pagaba absolutamente ningún impuesto. Por si fuera poco, no se trata tan sólo de que las grandes fortunas no pagan, sino que las clases trabajadoras pagan demasiado tanto en concepto de impuestos directos como indirectos. Es muy llamativo que en esta reformulación teórica semejantes formas de concentración de la riqueza por medio del poder fiscal estatal no sean vistas como un problema de economía política en toda regla. Más cuando la reproducción ampliada de capital que ha sancionado la OTAN para superar la crisis se va a basar en una carrera armamentística que permitirá la canalización de la inversión hacia un capital fijo de alto valor añadido por su composición de bienes de equipo punteros y con una rentabilidad mucho mayor que otros sectores de negocio. Las exenciones fiscales de que se beneficia la industria militar y las inversiones anunciadas después de la Cumbre van a garantizar unas tasas de beneficios que quizás superen los habituales negocios especulativos más rentables tales como la inversión inmobiliaria o el abastecimiento energético. Aunque para ello haya que imponer una reducción brutal de la capacidad de consumo de las clases trabajadoras, una austeridad bajo el signo de Bismarck mucho peor que la de 2008[1].
Hemos visto el XXI Congreso del histórico Partido Comunista de España, donde las tensiones entre el sector crítico y el oficialista se dirimían sobre todo en torno a si la participación del PCE en el gobierno de coalición lo está “convirtiendo en una formación reformista y no revolucionaria” y a su formación juvenil, la UJCE, utilizar el mismo lenguaje que grupos como HS, hablando de “un horizonte de restauración de la independencia política como clase.”
En el caso de GKS esto se expresa de formar parecida con un rechazo al frentepopulismo, de forma concreta con respecto a la política de alianzas de Bildu (como veremos más adelante) y de forma teórica con la defensa de una concepción de la independencia de clase que se opone a cualquier tipo de alianza. Tal como se ve en el análisis que hace la editorial de Gedar, revista de GKS, contra el ejemplo frentepopulista de Mélenchon. De modo parecido, se trasluce un rechazo al republicanismo puesto que se le atribuye una operación de neutralización del conflicto de clases[2]. Ya hemos visto antes por qué el republicanismo es justamente lo contrario, esto es, un fuelle termodinámico de la lucha de clases frente a la acumulación militarista de capital. Sin embargo, la preocupación por la independencia de clase, aunque mal enfocada puede ser muy reveladora. Por ejemplo, otro documento referido al procés[3] soberanista catalán se pregunta «¿han existido hasta ahora organizaciones de clase representando intereses proletarios en el seno del procés?». La respuesta es sin lugar a dudas afirmativa y ello ha podido comprobarse tanto en la movilización de la sociedad civil como en su cristalización jurídica en las más de 50 leyes sociales aprobadas por el Parlament, aunque recurridas y anuladas por el Tribunal Constitucional. Pero lo cierto es que en términos de bloque politico las líneas de clase que predominan son más bien otras, y no solo por el reciclaje de cuadros convergents llevado a cabo por Junts, sino por la renuncia incluso a adoptar el keynesianismo desde la Generalitat. A tal punto, que no hay por parte de Junts rubor alguno a sumarse al giro bismarckiano marcado por la Cumbre de la OTAN. El militarismo, junto con la crisis climática, hace que el frente patriótico que ha sobrevolado continuamente la superestructura del procés tenga los días contados. Lo que reanima el valor estratégico del frentepopulismo para rediseñar un polo de alianzas que sitúe en el centro a las clases trabajadoras, ahí radica por cierto el valor incalculable del ejemplo francés. Una concepción estratégica preconizada, por cierto, en el «Frente Popular Independentista» de Argala en tanto:
alternativa táctica asimilable por la mayoría del pueblo y que nos permita agrupar en torno a él un número de fuerzas suficientes como para obligar a la oligarquía a quedar definitivamente aislada y enfrentada al pueblo, abriendo el camino de una revolución popular[4]
Es decir, el frentepopulismo supone una política de abertura de una determinada situación y además recolocando protagonismos, justamente, una necesidad estratégica ante los fracasos de la Entente progresista en el Estado español o de la Union Sacrée del soberanismo de centro izquierda y conservador en Catalunya.
Por otro lado, ha hecho falta que alguien como Carlos Fernández Liria se prestara a un debate con el secretario general del PML(RC) y cabeza visible del Frente Obrero para poner sobre la mesa el conjunto de variables históricas republicanas que hacen a esta tradición política el nodo fundamental para entender el marxismo. Además, cabe señalar la cuña anti-leninista que ha ido introduciendo Santiago Armesilla contra la política del derecho a la autodeterminación. Es evidente: hay un clima social que ha provocado que el debate político y teórico se haya quedado estancado en estas cuestiones.
Algunos motivos teóricos que mueven a estos colectivos y una propuesta de respuesta.
¿Y cuáles son estas cuestiones a las que apuntan estos grupos? Creo que Llorenç Saval lo ha resumido bien:
Distinguir entre luchas parciales (ecologismo, liberación nacional, feminismo, LGTBI, etc.) y luchas principales (la clase). Al respecto creo fundamental leer a Carme Bernat Mateu[5], que ha clarificado mejor este debate y a mi entender ha desenmascarado como detrás de algunos agoreros de la “trampa de la diversidad” hay “discursos contra lo que se denomina ‘minorías›’ que dan a entender (por ejemplo) que el avance de las personas trans es una ‘invasión’”. Carme pone de relieve a una autora que algunos tendrán que leer. Según Holly Lewis, la práctica política socialista requiere aprender sobre, de y con los movimientos feministas, trans, LGTBI y antirracistas, sabiendo que no son políticas de identidad inútiles sino prácticas concretas de fraternidad.
Por otro lado, tenemos el retorno al dualismo excluyente de reforma/revolución. La utilización de calificativos como "burgués"/”pequeño-burgués”, "reformista", "anticomunista" o "revisionista" contra toda aquella postura que esté en contra de la línea oficial. En definitiva, un cierre a cómo pensar y aprovechar los espacios políticos que ya existen. Al respecto, creo fundamental leer a un autor que nos es muy útil en la coyuntura actual: Nicos Poulantzas.
En efecto Poulantzas abre una vía de conceptualización del Estado más necesaria que nunca y nos permite pensar en la “autonomía relativa de la política”, es decir, que hay momentos (y esto ya lo sabían Marx y Engels) en que la política produce una lógica propia que no es explicable (solo) por lo que pasa en la economía. Es sobre esa base que Poulantzas formula su definición del Estado como “condensación material de una relación de fuerzas entre clases y fracciones de clase”, lo que permite entender que el Estado moderno no es un bloque monolítico enteramente bajo control de la burguesía. El Estado es un campo estratégico, en el que clases y fracciones de clase libran una lucha constante. Es decir, que el Estado capitalista está moldeado también por las luchas populares. Y de ahí a otra consideración fundamental “no es la burguesía quien ha escogido esta forma de Estado, si hubiera podido hacerlo, hubiera elegido otra.”[6] Esto es importantísimo. Con Poulantzas entendemos que aun siendo capitalista de un extremo al otro, el Estado le fue impuesto a la burguesía por las clases subalternas.
Es por eso que el rechazo tajante al uso de las instituciones estatales por considerar a éstas parte de una “democracia burguesa” no se corresponda bien con la realidad. De hecho, aparte de Poulantzas, aquí no estaría mal recordar, como hacía Antoni Domènech, que la democracia forma parte del patrimonio de la lucha del movimiento obrero. Por eso en esta cuestión resulta fundamental aplicar un análisis crítico de los patrones interpretativos admitidos pues, como diría Jordi Mundó, el significado de conceptos como “democracia”, “libertad política” o “propiedad” están históricamente indexados[7]. Veamos, entonces, a qué viene el dicho de “democracia burguesa” y qué querían decir los viejos marxistas con ello:
Lo cierto es que ni para Bernstein, ni para Rosa Luxemburgo –ni para el Lenin de ¿Qué hacer? (1902), pongamos por caso– nombraba todavía la “democracia burguesa”, como luego para el grueso del marxismo vulgar y desmemoriado del siglo XX, una forma de Estado o de gobierno introducida por los burgueses y característica de una entera época de dominación y triunfo político capitalista, ni menos una “sobrestructura” política que adviene necesariamente con el desarrollo de la vida económica capitalista. Para encontrar marxistas dispuestos a regalar tan de barato la “democracia” –y la larga y penosa lucha del movimiento obrero por ella— a la “burguesía” y a un “liberalismo” inveteradamente antidemocrático, había aún que esperar al final de la Gran Guerra y a la desesperada propaganda bolchevique de autodefensa ante el acoso de las potencias de la Entente, una propaganda léxicamente tan exitosa, que llegó a conquistar en ese punto incluso al grueso de la vieja socialdemocracia. La discrásica normalización del “marxismo” acometida luego por el estalinismo hizo el resto.[8]
Además, hay en estos nuevos colectivos una apelación forzada y ahistórica a los clásicos para justificar la acción. Basta observar las frases vacías que no llevan a ningún análisis que dice Roberto Vaquero, portavoz del FO, en el anterior citado debate con Liria. O los mismos textos de Horitzó Socialista que, por lo que se entiende de estos, la única tarea fundamental que tienen los y las militantes comunistas es construir organización. A parte de las apelaciones a la necesidad de un poder proletario, del que no se nos dice nada, absolutamente nada, de cómo construirlo. Para esta gente se trata de salirse del “movimiento espontáneo de la clase” y centrarse en “la ideología”. En este sentido tiene razón Amador Fernández Savater cuando recuerda que de esta forma:
Ya no somos parte de un tejido afectivo, sino que el otro se concibe como pieza de mi plan, de mi causa, de mi proyecto. Llegar a la gente en lugar de ser la gente. La mentalidad instrumental mata la fuerza (amorosa) de los débiles.[9]
Una política que separa a los intelectuales y cuadros de las luchas cotidianas de la clase. Si se quiere en lenguaje leninista, se está produciendo una “vanguardia” separada de la “masa”.
El fin del ciclo 15-M: Nuevas formas de socialización política e institucionalización de las fuerzas del cambio político.
Mi hipótesis al respecto de por qué se produce esto, es que hay un retroceso en las posiciones de avanzada producidas por el ciclo 15-M/Mareas/Procés y sus diferentes derivadas. Y esto quizá se deba a diferentes motivos. Intentaré exponer algunos.
Por un lado, creo que hay una ruptura generacional con la expresión institucional de los ciclos de impugnación que he comentado antes. Si atendemos a la composición generacional del consejo editorial de Horitzó Socialista nos encontramos con que la persona más mayor de este es del año 96, y hay un gran peso de gente que ha nacido entre el 97 y el 2002. De nuevo, no es casualidad. Hay toda una generación que no se ha socializado políticamente en los años clave del movimiento del 15-M o en el auge del procés con las movilizaciones del 1 de octubre (la gente nacida en el 2002 tenía 9 años cuando se ocupó la Puerta del Sol y 15 años cuando se produjo el referéndum del 1 de octubre). Por otra parte, lo que esta generación más ha conocido de estos movimientos son sus expresiones institucionales. Pero sí que son la generación que ha vivido en primera persona el levantamiento feminista más grande que ha conocido el país y también a sus máximos detractores dentro la izquierda. En efecto, que estas organizaciones se sitúen abiertamente contra el feminismo y lo LGTBI (por ser “burgués” o “dividir las luchas”) puede indicar que el 8-M también ha producido una socialización en su contra. Al ampliar los márgenes de la hegemonía y atraer a su lenguaje incluso a grupos empresariales y a partidos políticos de la derecha como Ciudadanos (pese a que su éxito en levantar esta bandera, teñida de “feminismo liberal” sea más bien muy poco) puede haber producido también, el “descuelgue” de algunos grupos.
Además, estas generaciones son las que más ha golpeado la pandemia y más han sufrido el confinamiento. No es baladí la importancia que ha cobrado internet y, en concreto, Twitter e Instagram con la proliferación de la memetica política u otros foros de debate para su socialización política.
Por otro lado, y esto es lo que creo más importante, han conocido las expresiones institucionales de los ciclos de impugnación en el momento en que, llegando al gobierno del Estado o de la Generalitat, han tenido grandes dificultades para aplicar su programa y llegar a los objetivos máximos marcados. Los motivos de por qué no se han conseguido esos objetivos máximos darían para otro artículo, pero creo que el lector entenderá lo que significó que Unidas Podemos pasara de defender un proceso constituyente a asumir la defensa de los artículos sociales de la constitución del Régimen del 78 como punta de lanza de su programa (el “tragarse sapos” del Pablo Iglesias vicepresidente). En el caso de Cataluña, el giro que ha venido haciendo ERC es también significativo. En el caso de Euskal Herria deberíamos profundizar un poco más en las dinámicas propias de Bildu, pero puede que el giro que ha hecho la izquierda abertzale asumiendo un rol de gobernabilidad en el Estado y empujando hacia la izquierda al gobierno de coalición no haya sentado bien en algunos sectores. Pablo Batalla ha narrado algunos de estos hechos y apuntaba en una dirección similar proponiendo tres ejes de interpretación:
¿Nostalgia de la ETA que no se conoció? ¿Envidia, más bien, de la irreverencia desarmada de la CUP catalana? ¿O un Frente Obrero euskaldún; recodo vasco de la yihad antiposmoderna contra la trampa de la diversidad y los desvíos feministas o LGTB de la atención debida a la insurrección proletaria? De todo esto se ha hablado en relación con GKS y posiblemente las tres hipótesis se hagan simultáneamente ciertas.[10]
En el artículo se citan las palabras de Ion Andoni del Amo, un sociólogo y militante de Bildu que creo que definen bastante bien el dilema estratégico, no solo de Bildu sino también de las otras fuerzas del cambio político en este interregno entre el cierre de los ciclos de impugnación y la institucionalización de las fuerzas políticas provenientes del mismo:
El problema no es tanto que el discurso se suavice, como que le falta ambición; que termina por no ser valiente; que se vacía de contenido. La dulcificación se ha hecho muchas veces buscando perfiles políticos bajos, y eso es un error. No se ha conseguido ofrecer una radicalidad nueva; una radicalidad no sectaria, sino abierta y pragmática, pero capaz de movilizar y de evitar que surjan cosas raras que funcionen como sustituto de radicalidad[11].
En este caso, hemos visto como Bildu ha emprendido una política para construir un “frente amplio soberanista” que le ha llevado a incorporar a miembros de la extinta Ezker Batua, incluyendo (no sin sorpresa para algunos miembros de Alternatiba) al exconsejero Javier Madrazo, o a la exconsejera con el PSE-EE Gemma Zabaleta, que recortó la RGI fruto de un pacto con el PP.[12]
Así visto, muchas de estas fuerzas políticas han vivido cómo sus organizaciones se han ido vaciando de militantes, cansados del ciclo electoral que hemos vivido, fatigados por una década con pocas victorias materiales (aunque con algunas importantes, como la re-reforma laboral) y ahora apechugando con un giro gobernista necesitado en buena parte por un contexto marcado por el auge de la extrema derecha y la falta de una sociedad civil movilizada, que obliga a la búsqueda de esos perfiles bajos y a suavizar el discurso. En definitiva, hemos perdido frescura y la iniciativa cultural.
Muchas de estas organizaciones han priorizado la gestión del día a día y su comunicación, antes que ofrecer un horizonte ideológico y un proyecto de país claro que, al final, son el pegamento que mantiene unidas a las organizaciones. En definitiva, ha faltado construir una nueva cultura militante, que a su vez recogiera lo mejor de las anteriores tradiciones políticas republicanas y socialistas de este país (de países), porque sin esto, sin una cultura que explique a los nuevos cuadros el sentido de la acción política del grupo, cuando llegan los inviernos (las épocas frías y de retrocesos políticos) es lógico que las nuevas generaciones se replieguen en las culturas militantes más ortodoxas y con un mayor grado de consolidación. Y esto mismo, requiere la sinceridad de los cuadros dirigentes a la hora de proponer los horizontes de cambio social, es decir, no vale vestir de “grandes victorias” lo que a la luz de la mayoría son retrocesos en el programa. Esto fue lo mismo que criticó Sacristán del eurocomunismo: que se propusiera como “una presentación eufórica de la vía al socialismo” cuando realmente era un “repliegue del movimiento comunista real”[13].
No se trata de negar la situación de repliegue o de retroceso, ni de que eso vaya acompañado de ciertas tácticas y estrategias, sino de admitirlo. Porque un repliegue se puede organizar como “preparación de una ofensiva, o para que un día sea posible preparar una ofensiva. Pero para eso la primera condición consiste en saber que se trata de un repliegue.”[14]
Este repliegue, argumentado sobre la base de una mayor atención en la crítica de la economía política, es un aviso a navegantes sobre muchos de los defectos y fracasos de los recientes ciclos políticos. Lo que no justifica en absoluto las miradas à la Bismarck que algunos vierten sobre el marxismo. Sino más bien un marxismo republicano impulsor orgánico de la economía política de la revolución democrática, como supo ver agudamente Lenin en sus repetidas discusiones contra los economicistas:
De la premisa cierta del marxismo sobre las profundas raíces económicas de la lucha de clases en general y de la lucha política en particular, "los economistas" sacaban la conclusión singular de que había que volver la espalda a la lucha política y contener su desarrollo, reducir su alcance, rebajar las tareas. Los políticos, a la inversa, extraían de las mismas premisas otra conclusión, a saber: que cuanto más profundas sean ahora las raíces de nuestra lucha, de un modo más vasto, más valeroso más decidido, con más iniciativa debemos sostener dicha lucha. (...). De estas premisas sacamos la conclusión de que la clase avanzada debe plantear tanto más audazmente sus tareas democráticas, con tanta mayor precisión debe formularlas hasta el fin, propugnar la consigna directa de la república[15]
Por todo esto, hace falta volver a dedicar recursos para la discusión a largo plazo. Hace falta presentar un proyecto de país. Hace falta dejar de reaccionar a la defensiva. Hace falta volver a representar la novedad. Necesitamos actualizarnos y reconectar con una juventud decididamente post15-M y postprocés.
A modo de conclusiones.
No obstante creemos que ya hay honrosas excepciones que han comenzado a ponerse manos a la obra. La reciente creación de la fundación Sentit Comú, de la mano del espacio de los Comunes en Cataluña es un ejemplo. Pero también la reconstrucción de las organizaciones, como el Bloc (ahora Més Compromís) o MÉS per Mallorca, con unos procesos de debate ideológico y de reformulación de su proyecto político muy importantes. El surgimiento de nuevas juventudes, como la de Mallorca Nova (entre muchas otras), o la proliferación de revistas de debate ideológico centradas en la reflexión política actual e histórica con mucha frescura y proponiendo nuevos debates como son Debats pel Demà, Sin Permiso, Nortes, Viento Sur, La Realitat, A Xanela, el IECCS, Agon. Qüestions Polítiques o el Institut Sobiranies.
Quizá la buena noticia que puede significar el surgimiento de estos nuevos colectivos, sea precisamente el reto que suponen. Un reto que nos ha de servir para retomar la iniciativa, para volver a dar la batalla de las ideas, solo así podremos poner freno a este leninismo reaccionario.
[1] Este rol fundamental para la acumulación y la reproducción ampliada de capital ya fue agudamente observado por Rosa Luxemburgo en su La acumulación de capital (1913): “El militarismo es también, en lo puramente económico, para el capital, un medio de primer orden para la realización de la plusvalía, esto es, un campo de acumulación.” Y no está de más señalar que en este ciclo militar de reproducción ampliada de capital la monarquía juega un papel absolutamente central.
[2] Véase Dani Askunze, “Soberanía para el cambio social: vía nacional a la reforma”, GEDAR, 2020-01-09, p. 1. Recuperado aquí: https://gedar.eus/koiunturapdf/20200119_KP_DaniAskunze-soberania_para_el_cambio_social.pdf
[3] Markel Samaniego, “Independencia política del proletariado catalán como conditio sine qua non”, GEDAR, 2019-10-23, p. 2. Recuperado aquí:
[4] Argala, “Documento 6”, 1976 en Mertxe Aizpurua, Argala. Pensamiento en Acción. Vida y escritos, Baigorri Argitaletxea, 2018, p. 431.
[5] Bernat Mateu, C. (2021) “La mercantilización de la disidencia feminista”. En CTXT. Disponible en https://ctxt.es/es/20210301/Firmas/35168/lgtbi-feminismo-8M-capitalismo-discurso-manifestacion-neoliberalismo.htm
[6] Consultar el autorizado prologo que traducimos en Agon. Qüestions Polítiques de la mano de Ferran Martínez. https://www.agoncuestionespoliticas.com/lenin-foucault-poulantzas
[7] Mundó, J. (2017) “La constitución fiduciaria de la libertad política. (Por qué son importantes las coyunturas interpretativas en la filosofía política).” Isegoría, (57), 433–454. https://doi.org/10.3989/isegoria.2017.057.02
[8] Domènech, A. (2009) "‘Democracia burguesa’: nota sobre la génesis del oxímoron y la necedad del regalo." Viento Sur 100(2009): 95-100. Disponible en https://cdn.vientosur.info/VScompletos/vs_0100.pdf#page=96
[9] Fernández Savater, A. (2022) “La organización contra lo organizado (la maldición de Jean Valtin)” en Contracultura. Disponible en https://contracultura.cc/2022/07/07/la-organizacion-contra-lo-organizado-la-maldicion-de-jean-valtin/?fbclid=IwAR04IZxUXSuxXkui_heaPzu5_ovjrqnRdsQTpEnWxh4bUAsyVd_hp-VDiIQ&fs=e&s=cl
[10] Batalla, P. (2022) “Las nostalgias de Gazte Koordinadora Sozialista” en La Marea. Disponible en https://www.lamarea.com/2022/06/30/las-nostalgias-de-gazte-koordinadora-sozialista/
[11] Ibídem.
[12] Rioja Andueza, I. (2022) “EH Bildu, entre el 'frente amplio' desde las instituciones y la división en la juventud ante el auge del comunismo de GKS” en Eldiario.es. Disponible en https://www.eldiario.es/euskadi/eh-bildu-frente-amplio-instituciones-division-juventud-auge-comunismo-gks_1_9096469.html
[13] Sacristán, M. (1977) “A propósito del eurocomunismo” en Resumen de Ia intervención en el debate del "Curso sabre problemas actuales del marxismo" en Ia Escola d Estiu organizada por "Rosa Sensat". Disponible en https://archivo.juventudes.org/files/imagenes/textos/%5bAp%201.%5d%20-%20Manuel%20Sacrist%c3%a1n%20-%20A%20prop%c3%b3sito%20del%20Eurocomunismo%20(1977)%20-%20Maquetado.pdf
[14] Ibídem.
[15] V. I. Lenin, "Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática" en Obras escogidas, tomo I, Madrid, Akal, 1975 [escrito en junio-julio de 1905], pp. 499.