En la muerte de Stephane Hessel: alentar la indignación. Dossier

Jordi Mir

Juan Ramón Sanz

03/03/2013

 

Hessel, la indignación y el 15M

Stéphane Hessel será recordado por muchas personas como aquel que habló de la necesaria indignación en el mundo que vivimos. El autor de ¡Indignaos!, un panfleto en el sentido descriptivo de la expresión y no valorativo, señaló la necesidad de no permitir la pérdida de las conquistas sociales que tanto habían costado, enfrentarse a los retos existentes, y promover una insurrección pacífica. Sus ideas pasaron a un primer plano por las grandes ventas del libro. En abril de 2011 había llegado a los 1,7 millones de ejemplares en Francia. Había revueltas árabes en marcha y en España tampoco faltaban motivos para la indignación.

La difusión de la obra de Hessel llegó a España en un momento en el que se estaba preparando lo que sería un punto de inflexión, la apertura de un periodo de movilización social en el que todavía estamos, el 15M. No tardaron en aparecer las asociaciones que le unían con el 15M. "Padre", "causa", "guía"... Faltó tiempo para situar al autor y al libro como una causa de lo que estaba sucediendo. No un posible referente, un síntoma más, sino una causa. Hablar de causas y consecuencias requiere análisis que no se han hecho pero tenemos suficientes indicios para pensar que es una interpretación excesiva.

Hessel escribió un panfleto pensando en los riesgos de caer en un estado de indiferencia ante la complejidad del mundo en el que vivimos. Sus ideas no se elaboraron pensando en la situación social, económica y política que se vivía en países como España. Hessel no tenía en la cabeza a las personas que impulsaron el 15M, no escribió para las gentes de Democracia Real Ya, para las de Juventud sin Futuro, para las del #Nolesvotes de la Ley Sinde, para las que se pasaron el curso 2008-9 (y anteriores) movilizadas en defensa de la universidad pública y cuestionando la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior ("Bolonia"), para las que ya habían creado la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y que antes habían estado en V de Vivienda o en el movimiento altermundista... Hessel no escribe pensando en toda esta juventud movilizada. Es por esto que resultan muy comprensibles las voces que han surgido para señalar distancias y renunciar a las filiaciones impuestas. Con la eclosión del 15M, Hessel fue preguntado repetidas veces por la movilización que se estaba viviendo. Algunas de sus reflexiones y posiciones son muestra de lo alejado que podía estar de los criterios que los sectores movilizados intentaban seguir. Por ejemplo, al referirse a la necesidad de líderes o a su confianza en el gobierno de España.

Pero el 15M son muchas cosas y Hessel tiene su espacio. Que ha pasado a integrar un amplio conjunto de referentes, parece claro para una parte significativa de las personas que participaron y participan. Su consideración de la indiferencia como la peor actitud posible muestra claramente aquello que quería intentar cambiar en nuestras sociedades y especialmente en las personas jóvenes. Consideró que la indiferencia, el pasotismo, las salidas individuales, tenían consecuencias muy graves para las personas y el mundo en el que habitamos. Veía en la indiferencia la pérdida de uno de los componentes esenciales del ser humano, la facultad de la indignación y el compromiso que se deriva de ella. Animaba a las personas jóvenes a observar a su alrededor y encontrar los hechos que justificaran su indignación. Él se animó a señalar dos de entrada: la inmensa separación entre los muy ricos y los muy pobres que no deja de aumentar; y los derechos humanos y el estado del planeta. En la España del momento no era difícil encontrar motivos, otra cosa sería la capacidad de movilización.

Hessel buscaba intentar promover la indignación y el compromiso. Y seguramente en eso su contribución fue importante. Son muchas las personas que a partir del 15M decidieron acercarse a las plazas, a los colectivos activos, se politizaron o repolitizaron, pusieron en cuestión la política institucionalizada y la economía vigente, y pensaron que había alternativas posibles y que se podía buscar su consecución. Es muy probable que muchas de ellas lo hicieran animadas por todo lo que estaba ocurriendo, por la agudización de la crisis, por la ineficacia de las políticas que se estaban siguiendo, por el ejemplo de otras personas que se movilizaban y por nuevas ideas que empezaban a circular. Y ahí estaba Hessel, su panfleto, el éxito editorial que había tenido y los medios que contribuyeron a informar al respecto y a su divulgación. Ahí estaba incluso para darles el nombre. De Islandia se quería saber mucho y había poco, pero Hessel y la indignación estaban muy presentes.

Jordi Mir García,
 Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.

http://www.publico.es/internacional/451372/hessel-la-indignacion-y-el-15m

Reflexiones con motivo de la muerte de Stephane Hessel

Desgranábamos nuestro argumentario en el último acto electoral de IU en el Parque de Las Vistillas de Madrid mientras desde la cercana Puerta del Sol nos llegaban los ecos del "no nos representan" del 15M. Cuarenta y ocho horas después, el PP ganaba las elecciones generales por mayoría absoluta. Pocos días más tarde Stéphane Hessel, autor del alegato "¡Indignaos!", del que había ya vendido en España más de cien mil ejemplares desde principios del 2011, mostraba su indignación, en una entrevista en el diario "Público", por la derrota del PSOE al que estuvo acompañando en su campaña electoral.    

Compelido por la urgencia de las aparentes contradicciones escribí la "Carta a Hessel" que algunos conocéis. Fue una reacción especialmente autocrítica en lo personal y en lo colectivo y crítica frente a la forma que adoptaba un conflicto difuso y frente a la actitud, a mi juicio, un tanto inerte y poco rigurosa del Partido y de IU en relación a un movimiento que ya llevaba meses manifestándose. El tiempo transcurrido desde la victoria del PP, su acción de gobierno y los acontecimientos electorales y sociales acaecidos desde entonces nos sitúan hoy en unas condiciones no previstas en mi alegato. 

Bildu es hoy la segunda fuerza política en Euzkadi, Ezquerra Republicana aumenta su peso en Cataluña y la Coalición ANOVA ha obtenido unos impensables resultados electorales en Galicia, en todos los casos con unos índices de participación solo ligeramente más bajos que en anteriores elecciones, mientras los medios de comunicación unánimemente han sido y siguen siendo voceros del desapego ciudadano por la política.

Las reivindicaciones y luchas concretas, ante la brutalidad de las medidas del PP, se expresan hoy en las llamadas "mareas" y en huelgas sectoriales y locales de diverso éxito y ha surgido el  25S con veleidades, en principio, menos "pacíficas" que las del 15M, abandonadas por su propia reflexión ayudada por la falta de apoyo real y por la represión, si bien esta, justificada por el poder en la necesidad de neutralizar a los "antisistemas", se viene cebando especialmente contra los movimientos de resistencia a injusticias concretas como los desahucios o contestaciones relacionadas con protestas sindicales.

Como no podía ser de otra forma, tanto el 15M como el 25S, han sufrido derivas, desde el coherente apoyo a plataformas y mareas, pasando por exóticos experimentos como el Partido X y su apuesta por el "wikigobierno", hasta la reciente creación del Grupo de Trabajo Transversal RE-ACCIÓN CIUDADANA que, junto a varias plataformas, algunas ya veteranas del movimiento antiglobalización, colectivos e, incluso, sindicatos ácratas y nuestra ex-socia Izquierda Anticapitalista, ha presentado un manifiesto programático bajo el poco innovador lema "La Europa de las personas contra la UE de los mercados", en el que lo único original es la ausencia a cualquier referencia a las políticas de igualdad o a la vigente Ley Electoral. Como en todo lo que se "mueve", en casi todos los colectivos que suscriben esa iniciativa ¿preelectoral? están decididamente inmersos afiliados comunistas madrileños en una acción, de momento, fundamentalmente castiza, aunque entre sus participantes se encuentren la Plataforma por la Renta Básica de Extremadura y la Asamblea Popular del Barrio de Benfica de Lisboa. Más allá de todo sarcasmo, lo relevante es la presencia en dicho grupo de importantes plataformas que en su día impulsamos antes de la crisis y que hoy, junto a las mareas sectoriales y la clase movilizada en huelgas locales y sectoriales, deberían ser el contingente decisivo con el que aproximarnos al conjunto de los trabajadores.

Debemos valorar su carácter de vanguardia que toma conciencia y en que grado pueden ser un enganche a la política para la mayoría en términos de lucha de clases, como planteaba nuestro Secretario General en el último Comité Ejecutivo Federal. De momento las distintas "mareas", algunas de ellas inmersas, a su vez, en RE-ACCIÓN CIUDADANA, han lanzado un Manifiesto Interplataformas basado en el rechazo a la reforma del artículo 135.3 de la Constitución y convocado para mañana mismo aquí Madrid una Marea Ciudadana de ámbito estatal que apoyamos expectantes a la espera de su alcance teniendo en cuenta que nuestro trabajo más provechoso será el que conduzca a convertir nuestro proyecto estratégico en su referente político.

Por su parte, la Cumbre Social ha lanzado la convocatoria del 10 de marzo, después de  un Congreso Confederal de CCOO en el que, frente al paro, la precariedad y la disminución del tamaño empresarial, entre otros factores, parece va a abordar la necesidad de llegar a los trabajadores fuera del ámbito de la empresa lo que, para el sindicato y para nosotros, debería ser la oportunidad de conseguir la sinergia necesaria en la estela de la última Huelga General.

Insignes camaradas, ante la evidencia de que es la inmensa mayoría la afectada por la crisis y la involución democrática, han lanzado la propuesta de un Frente Cívico capaz de aglutinar el descontento social hacia un proceso constituyente para una democracia social y participativa. Para lo mismo que, en definitiva, nos proponemos nosotros impulsando un Bloque Social Alternativo al que IU, en su reciente Asamblea Federal, vuelve a colocar, como debe ser, su segundo apellido:"Político". ¿Seríamos nosotros el movimiento social, e IU la formación política? No parece ser ese el riesgo si atendemos al objetivo señalado en el citado Comité Ejecutivo Federal: implicar a la ciudadanía en la política.

Parece que todos estamos convencidos de la necesidad de "la integración de quienes hoy llevan a cabo luchas sectoriales", como se expuso en dicho Comité, pero no damos con el instrumento adecuado. No parece que sean la invocación a una "mayoría ciudadana", ni la propuesta para una mayor participación, ni la superación de la democracia representativa, los ingredientes más adecuados para llegar a una clase trabajadora deseosa de recuperar el bienestar perdido y su vivencia de clase media, para configurar una mayoría política de la gente capaz de "conquistar el poder". En esos términos, explicitados por primera vez en el Comité de referencia, esta el desafío de un Partido Comunista que, evidentemente, necesita un reforzamiento ideológico con el que afrontar la ardua tarea de aproximarse a las variopintas fracciones de la clase para explicarles la gran estafa como totalidad y la posibilidad de la emancipación. Para conseguir que haya más comunistas, siendo conscientes de la brutal transformación experimentada por la conciencia colectiva en los últimos años de hegemonía capitalista.    

Mientras no nos cuentan lo que está sucediendo realmente en Grecia, las condiciones sociales y el creciente desvelamiento de la corrupción provocan aquí la alarma de la mayoría de los medios de comunicación sobre el riesgo de un estallido social mientras la mayoría de la gente asiste avisada, pero falsamente esperanzada pero ya, afortunadamente, sin capacidad ni para los chistes, a un espectáculo en el que nadie explica ni la raíz de esa corrupción ni los riesgos que realmente podría suponer una enérgica respuesta a las condiciones impuestas por la UE y la mistérica globalización.

La reciente configuración de la Junta Estatal Republicana, frente a las lampedusianas conversiones federalistas y propuestas de cambios constitucionales que se están produciendo últimamente, ensancha una vía alternativa inteligible para la gente, en la que debemos intensificar nuestro protagonismo.

Recuperamos, antes de la Conferencia Política, la necesidad estratégica de la alianza del mundo del trabajo y la cultura pero, al igual que en relación a la clase trabajadora en su conjunto, no hemos profundizado suficientemente en las contradicciones del que erróneamente venimos definiendo como "mundo de la cultura". Debemos partir, al menos, de la distinción entre trabajadores, creadores y elite creativa y, dentro de estos dos últimos, entre vivos y muertos, frente al poder, los medios de comunicación, el mercado y la industria cultural, si queremos que nuestra estrategia nos aproxime al prestigio que tuvimos. Porque la cultura, hace ya tiempo no es una mera superestructura, sino elemento sustancial del modo de producción, deberíamos recuperar la capacidad que tuvimos para ejercer la "crítica cultural", no solo de los productos culturales como tales, sino como elementos que el sistema nos propone para la alienación. Hubo un tiempo en que le sacábamos punta a todo y ahora parece que todo vale con tal de que no nos llamen "aguafiestas".

No se trata de enrocarnos en el próximo Congreso en una reflexión sobre los errores teóricos y prácticos que nos han conducido a nuestro "modesto" actual estado de influencia política y social, más allá del progreso electoral de IU,  pero sí de poner en valor cierta nostalgia creativa, una forma de memoria constructiva, para "ganar la batalla de las ideas" que se nos propone y para hacer de la derrota la coyuntura de nuestra recuperación. Es probable que muchas y muchos camaradas, tras nuestra Conferencia Política y la Asamblea Federal, consideren inoportuna la convocatoria del Congreso para fin de año en meses cruciales para la movilización, pero es, precisamente, la singularidad de la coyuntura objetiva y subjetiva, la que requiere una profunda reflexión sobre el marco teórico que nos puede situar en la batalla de las ideas o en el cementerio civil.

Si no reconocemos el grado de contaminación que la posmodernidad, especialmente en los últimos treinta años, ha introducido en nuestro pensamiento y acción, si no somos conscientes, al menos, de las características de la conflictividad social incrementada por las políticas del PP en el último año, corremos el riesgo de dar por bueno el documento que aprobamos en la Conferencia Política que, a mi juicio, no son las tesis del Partido Comunista que decimos querer ser. No son, siquiera, un documento comunista. Más parecen tesis dirigidas, en parte, a quienes ya nos votan a IU y, en parte, a captar el interés de una "rebelión" que nos ignora.

No se trata de olvidar la lucha de la especie por la conquista de sus derechos ni los avances que han supuesto las sucesivas declaraciones universales de derechos, ni el papel de la Ilustración en la instauración de las democracias burguesas, ni el valor de los movimientos sociales tradicionales, ni lo que han supuesto los movimientos antiglobalización y los foros sociales, ni la palpable realidad que supone la irrupción de los nuevos movimientos que aquí cobran especial relieve, si no de reconocernos en lo que supuso la Comuna, el Manifiesto Comunista, el marxismo en su conjunto hasta nuestros días, el procedente del Este y el llamado "marxismo occidental" en su vertiente menos académica, su vigencia en relación a la crisis actual, sea fatalmente cíclica o impostada por el capitalismo financiero hegemónico para acabar con cualquier veleidad soberana y emancipadora.

Si la derrota de la conciencia colectiva, el individualismo como paradigma de conducta de conscientes y alienados, presiden las condiciones subjetivas aquí y en nuestros alrededores, debemos proponemos devolver a la política su valor como elemento de la lucha de clases y, probablemente, actualizar debates que hemos venido considerando saldados, como la utilidad para la clase trabajadora de la adopción en nuestro proyecto estratégico  del principio "un hombre, una mujer, un voto" o la renuncia total al leninismo. Esa actualización podría sernos útil para ser útiles.

No nos va a ocupar todo nuestro tiempo el proceso congresual. Mientras tanto, para el trabajo a pie de calle, dos elementos me llenan de esperanza: la determinación y el convencimiento con que nuestro Secretario General del PCE ha llamado a la conquista del poder y la claridad que sobre el proceso constituyente ha arrojado nuestro Coordinador Federal de IU al exigir la disolución de Las Cortes y la convocatoria de elecciones generales. En tanto voy mirando de reojo la realidad italiana, se me refuerza la convicción de que por la vía democrática el proceso, que sigue sin tener atajos, para la construcción del socialismo y el comunismo, tiene tres momentos: gobierno, régimen y sistema. ¡Ojalá, la "rebeldía" actual pudiera ahorrarnos algún paso!  

Juan Ramón Sanz, poeta, escritor y politólogo, es un veterano militante antifranquista, que fue diputado de IUCM en la Asamblea de Madrid y secretario general del PC de Madrid.

 

www.sinpermiso.info, 3 de marzo 2013

 

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