El diseño inteligente, dios y la tetera orbitante

Daniel Raventós

25/12/2005

El 20 de diciembre de 2005, el juez federal John E. Jones III emitió una importante sentencia (1) en donde declaraba inconstitucional la decisión de un consejo escolar de Dover (Pennsylvania) por la que los alumnos de noveno curso de una escuela pública secundaria deberían estudiar el "diseño inteligente", en pie de igualdad con la teoría evolucionista de Darwin, en la clase de Biología. El juez John E. Jones III adujo que la Constitución de Estados Unidos prohíbe que el Estado haga militancia religiosa. El "diseño inteligente" es fe, religión, y no debe ser enseñada en clases de biología. Podemos leer en la sentencia (páginas 136-137): "el hecho de que una teoría científica no pueda dar aún una explicación sobre todos los detalles no debería servir como un pretexto para dar alas, en la clase de ciencias, a una hipótesis alternativa no verificable cimentada en la religión, o para tergiversar las proposiciones científicas bien establecidas." (2)

La ciudad de Dover, en el norteño estado de Pennsylvania, una zona rural con 20.000 habitantes, ya en octubre de 2004 se convirtió en el lugar con la primera escuela de distrito de todo el país en introducir la doctrina del "diseño inteligente" en su programa de ciencias. Es decir, desde aquella fecha, los alumnos de noveno grado debían estudiar que la teoría de la evolución "tiene muchas cosas sin explicar" y que "no se trata de un hecho". Se les enseñaba "otras teorías" del origen de la vida como la que ofrece el "diseño inteligente". Este episodio judicial es uno más de los muchos en que están implicados los enemigos de la selección natural. Desde 1925, cuando el profesor John Scopes fue condenado por la Corte Suprema de Tenesee a pagar 100 dólares por defender una teoría (la darwinista, precisamente) que negaba la creación divina de nuestra especie, se han entablado muchas batallas judiciales. Los grupos religiosos que están detrás del "diseño inteligente" son poderosos y aunque esta vez han perdido la batalla con este revés judicial, la guerra no ha terminado aquí.

Cabrá recordar que hace pocas semanas, el 8 de noviembre de 2005, el Consejo de Educación de Kansas aprobó una resolución, por seis votos a favor y cuatro en contra, por la que los institutos de aquel lugar podrán impartir, en pie de igualdad con la selección natural,  la teoría del "diseño inteligente".

¿Qué es el "diseño inteligente"? En realidad, el "diseño inteligente" es la relativamente reciente coartada recubierta de lenguaje pseudocientífico utilizada por la muy vieja y conocida legión de creacionistas. Un buen número de estos creacionistas son plenamente conscientes de que meter a dios en las explicaciones científicas de la hilarante forma en que algunos fundamentalistas bíblicos han venido haciéndolo a lo largo de mucho tiempo, tiene poco futuro. Por lo que se han impuesto una nueva táctica. Se trata ahora de introducirlo de tapadillo. Se trata de un diseñador, no directamente de dios. Aunque la táctica es nueva, los orígenes de estos viejos creacionistas recubiertos con la capa del "diseño inteligente" vienen de lejos.

Fue William Paley quien ya hace más de dos siglos, en 1802, escribió que de un reloj de bolsillo encontrado en un campo, podemos inferir que no han sido procesos naturales los causantes de su existencia sino un intelecto humano. Por analogía, dijo, Paley: "Las huellas del diseño son demasiado fuerte para ser superadas. El diseño debe haber tenido un diseñador. Este diseñador debe haber sido una persona. Esta persona es DIOS." (3). Argumento que se aceptó como la explicación del mundo natural hasta la publicación del Origen de las Especies en 1859 (4).

El creador o más bien revitalizador de este movimiento del "diseño inteligente" es Phillip Johnson, un abogado y profesor retirado de Berkeley. En 1991 escribió un libro, Darwin on Trial, por medio del cual sus ideas se empezaron a propagar. Pero no fue hasta 1996 que estos "creacionistas de los últimos días" empezaron a contabilizar algunos éxitos propagandísticos con la obtención de becas concedidas por el Centro para la Renovación de la Ciencia y la Cultura, un centro que busca "derrocar el materialismo y a sus condenatorios legados culturales". Este centro tiene un "programa agresivo de relaciones públicas, el cual incluye conferencias que ellos o sus seguidores organizan, libros o artículos a nivel popular, reclutamiento de estudiantes universitarios a través de charlas auspiciadas por los grupos religiosos de las universidades, y el cultivo de alianzas con cristianos conservadores y con figuras políticas de influencia." Porque, como declara de sí mismo Jonathan Wells, uno de los más conocidos predicadores del "diseño inteligente", su objetivo es "dedicar mi vida a destruir el Darwinismo" (5). Intenciones claras y contundentes.

En Estados Unidos, actualmente poco menos de la mitad de la población cree que el hombre fue creado directamente por dios a su imagen hace unos 10.000 años. Aunque el "diseño inteligente" no tiene el menor apoyo por parte de la comunidad científica, dispone de simpatías en algunos sectores populares. Si bien el dato mencionado sobre la enorme proporción de la ciudadanía estadounidense que tiene unas creencias tan descabelladas sobre el origen de nuestra especie es una parte de la explicación, otros factores deben ser tenidos en cuenta. Uno de ellos es la demagogia más grotesca acerca de "la falta de evidencias absolutas de la selección natural". Millones de dólares son puestos generosamente al servicio de esta cantinela. El "diseño inteligente" tiene complicidades de altísimo nivel en la Administración de aquel país. El mismo Presidente actual de los Estados Unidos, como recordaba Noam Chomsky en "El 'diseño inteligente' y sus consecuencias" en un artículo reproducido a finales de noviembre en www.sinpermiso.info, es un militante a favor de poner al "diseño inteligente" en pie de igualdad con la selección natural en la enseñanza de las escuelas de aquel país. Pero tampoco este dato acaba de explicar las enormes simpatías por el "diseño inteligente" entre amplios sectores populares estadounidenses. Entendámonos: los sectores populares tienen más antipatías por la selección natural que simpatías directas por el "diseño inteligente", pero como éste aparece como un enemigo de aquélla, ya tiene mucha puntuación favorable de partida. Y en este último punto reside otra parte importante de la explicación. Ron Carlson y Ed Decker, un par de predicadores muy populares, absolutamente partidarios del "diseño inteligente", presentan dos historias y preguntan a su audiencia con cuál están de acuerdo. La primera dice así:

"En la historia secular tú eres un descendiente de una célula minúscula del protoplasma primordial depositado en una playa vacía hace 3.500 millones de años. Tú eres un mero saco de partículas atómicas, un conglomerado de sustancia genética. Existes en un insignificante planeta en un diminuto sistema solar… en un rincón vacío de un universo sin sentido. Vienes de nada e irás a ninguna parte."

La segunda, en cambio, dice así:

"En la visión cristiana tú eres la creación especial de un Dios bueno y todopoderoso. Tú eres el clímax de Su creación… No solamente en su única clase, sino que eres único entre tu clase…Tu Creador te quiere tanto y tan intensamente desea tu compañía y afecto que… Él dio la vida de Su único Hijo para que puedas pasar la eternidad con Él." (6)

Poca duda puede haber sobre lo gratificante, aliviadora y hasta estimulante psicológicamente que puede resultar la segunda historia para aquellos cuya vida cotidiana está llena de fatiga, angustia y fracaso.

Esta explicación, digamos "sedante", es psicológicamente comprensible. Pero muy diferentes es el intento, digamos "científicamente tolerante", de justificar lo que no pasa de ser una patraña recubierta de alguna sofisticación técnica. Especial mención merece una idea terca y ampliamente repetida: "la ciencia no puede probar que no existe un ser superior".

Es completamente cierto que la ciencia no puede demostrar (ni le debe ocupar) que no existe un ser superior. Pero aceptar este punto no supone aceptar también este otro: "las evidencias para apoyar la creencia en un ser superior merecen el mismo estatus epistemológico que las evidencias para apoyar la no creencia en un ser superior". La creencia en la existencia de una tetera de porcelana china girando elípticamente alrededor del Sol, como sugirió Bertrand Russell (7), aunque la técnica actual no permita "demostrar" que "no existe", no merece el mismo estatus epistemológico que la creencia en su no existencia. Obsérvese que no corresponde al que niega sino al que afirma la entidad de determinados seres, eventos, materias o majaderías el tener que demostrar su existencia. Si se tuviera que utilizar el tiempo mostrando que no existen el conjunto de cosas que visionarios, impostores o desequilibrados aseguran que existen, no podría invertirse en otras ocupaciones a buen seguro más fructíferas. Solamente hay un límite a ir proponiendo existencias estrambóticas: la imaginación. Y hay personas que tienen una imaginación desbocada que, desgraciadamente, está ocupada en delirios bienintencionados, en el mejor de los casos morales, o en propósitos embaucadores, en el peor de todos los casos. Una tetera de porcelana china en órbita (elíptica) alrededor del Sol, o una asamblea anual de gnomos en la ladera norte a 3.100 metros sobre el nivel del mar del pico Aneto en la primera quincena de febrero, o un complot de seres tan diminutos que el ojo humano no puede percibir que conspiran contra nuestra especie de acuerdo a determinadas señales cósmicas las noches (sin nubes) de luna llena o… dios. ¿Por qué a algunos "dios" les merece más estatus de razonabilidad que la tetera china, los gnomos asamblearios o vaya usted a saber qué majadería se le pase por la cabeza a cualquier chiflado o impostor? Supuestamente podría responderse: "existen las razones A, B, C y D que hacen más plausible la existencia de dios que la de los gnomos asamblearios". En este caso, estas razones A, B, C y D deberían mostrase, explicarse con detenimiento, porque, de ser así, estaríamos ante argumentos científicos propiamente dichos. Y en este caso estos argumentos deberían ser tratados, como todos los demás que merezcan tal nombre, por sus méritos. Pero con dios ocurre algo diferente. Como graciosamente apunta Richard Dawkins, "todos somos ateos con respecto a la mayoría de los dioses [Baal, Thor, Odín, Poseidón, Apolo, Amón Ra…] en los cuales la humanidad ha creído alguna vez. Algunos de nosotros, simplemente, vamos un dios más allá que el resto." (8).

La táctica del poderosísimo grupo de presión que apoya el "diseño inteligente" argumenta de la misma forma: como no puede demostrarse la no existencia de un diseñador inteligente, esta teoría debe gozar en las escuelas del mismo estatus que la teoría de la selección natural. Como una posibilidad ni más ni menos que en pie de igualdad con la selección natural darvinista. Dicho con las propias palabras nada ambiguas de uno de sus conocidos defensores: "Los estudiantes deben aprender junto con los argumentos de Darwin, que el diseño permanece como una posibilidad."(9). Como es una posibilidad la asamblea de gnomos en una ladera del Aneto o la viajera tetera china, enseñemos estas "teorías" en las escuelas.

Y esto es lo que un avispado licenciado en física de Oregón, Bobby Henderson, ha propuesto para parodiar de forma inteligente a los nuevos creacionistas. La página web que creó Bobby Henderson logró en pocos días más de 20 millones de visitas. Según Henderson existe un dios con forma de espaguetis con dos albóndigas en la zona en donde, en el caso de los humanos, acostumbran a haber ojos. Esta divinidad se llama exactamente Flying Spaghetti Monster. Como Henderson dice en la presentación de la nueva divinidad, en las escuelas debe emplearse "un tercio del tiempo para el diseño inteligente, un tercio para el Flying Spaghetti Monsterism, y el otro tercio para las conjeturas lógicas basadas en las insoportables evidencias observables." (10) 

Daniel Raventós, miembro del Comité de Redacción de SINPERMISO, es profesor en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona. Autor, entre otros de El Derecho a la existencia (Barcelona, Ariel, 1999), es presidente de la sección española del BIEN (Basic Income Earth Network).

Notas

(1) Una sentencia de 139 páginas que se pueden leer íntegramente en http://www.aclu.org/images/asset_upload_file179_23137.pdf

(2) "the fact that a scientific theory cannot yet render an explanation on every point should not be used as a pretext to thrust an untestable alternative hypothesis grounded in religion into the science classroom or to misrepresent well-established scientific propositions."

(3) http://www.ucmp.berkeley.edu/history/paley.html. "The marks of design are too strong to be got over. Design must have had a designer. That designer must have been a person. That person is GOD."

(4) Richard Milner y Vittorio Maestro, editores de la revista Historia Natural. http://www.actionbioscience.org/esp/evolution/nhmag.html.

(5) Citado por Barbara Forrest (2002): La nueva evolución del creacionismo, en http://www.actionbioscience.org/esp/evolution/nhmag.html.

(6) Reproducido de Richard Lewontin (2005): "The Wars Over Evolution", The New York Review of Books, 20-10-2005.

(7) Véase http://www.positiveatheism.org/hist/quotes/russell.htm. En esta página web se explica brevemente de dónde procede esta cita.

(8) Richard Dawkins (2005) El capellán del diablo, Gedisa, Barcelona, p. 208.

(9) Jonathan Wells (2002): Los elusivos iconos de la evolución, en http://www.actionbioscience.org/esp/evolution/nhmag.html.

Fuente:
www.sinpermiso.info, 24 diciembre 2005

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