Robert Kuttner
03/12/2023Seguramente ya se habrán dado cuenta del ruido que ha hecho la nueva película biográfica [Rustin, de George C. Wolfe, 2023] sobre Bayard Rustin, uno de los líderes del movimiento de derechos civiles más importantes y a menudo más ignorados de los Estados Unidos. Quizá ya la hayan visto.
En cuanto a película biográfica, así así. Da buena cuenta de los detalles básicos de la historia de Rustin y la interpretación es decente. Pero nadie que no sea Martin Luther King debería tratar de interpretar a Martin Luther King (quizás funcione con J. Robert Oppenheimer o Leonard Bernstein.) Y no hay actor que pueda igualar al auténtico Bayard Rustin.
Afortunadamente, existe un magnífico documental sobre el propio Rustin, el mundo que habitó y la diferencia que marcó. Tiene el perfecto título de Brother Outsider. La película la realizó en 2003 California Newsreel, producida y dirigida por Nancy Kates y Bennett Singer, y merece que le prestemos atención. Es un poco difícil de encontrar para verla en streaming, pero se puede alquilar en Vimeo por 2,99 dólares.
Rustin nació en 1912 en West Chester, estado de Pensilvania, nieto de cuáqueros con los que se crió. Se hizo pacifista y agitador no violento por la justicia social. Gandhi fue uno de sus héroes. Como otros radicales negros de los años 30, estuvo brevemente afiliado al Partido Comunista, una de las pocas instituciones de la época que se tomaba en serio la justicia racial.
Rustin era además homosexual.
Como pacifista, se negó a ser llamado a filas durante la II Guerra Mundial y pasó dos años en prisión. Después de la guerra, se adelantó a su tiempo y lo detuvieron por intentar la integración [racial] en un autobús del Sur en 1947, años antes del boicot a los autobuses de Montgomery [Alabama] de 1955 y de los “Freedom Rides” [viajes de activistas de derechos civiles] al Sur de 1961. Detenido, cumplió 27 días de condena en una cuerda de presos de trabajos forzados de Carolina del Norte, y luego consiguió que se abolieran las cuerdas de trabajos forzados en dicho estado.
Lo que mejor sabía hacer Rustin era organizar. Cuando Rustin conoció al jovencísimo Martin Luther King, lanzado a asumir el liderazgo de la desobediencia civil no violenta en la mitad de la veintena, el más veterano se dio cuenta de que King poseía una sabiduría por encima de su edad en lo que se refería a testimonio moral, pero no sabía casi nada de los aspectos prácticos de lo que es organizar. Rustin, que entonces estaba en la mitad de la treintena, se convirtió en tutor de King.
Todo esto y mucho más se muestra brillantemente en el documental, con asombrosas imágenes de archivo. El momento cumbre de la carrera de Rustin fue la Marcha sobre Washington por el Empleo y la Libertad en agosto de 1963. Su labor consistió en desempeñar el papel de organizador principal de la marcha. Más que nadie, fue Rustin quien la hizo posible, del transporte a la logística, pasando por las negociaciones con otros líderes de los derechos civiles, la policía y una Casa Blanca, la de los Kennedy, nerviosa.
Aunque hoy pensamos que las marchas pacíficas de protesta sobre Washington forman parte de la coreografía política, hasta 1963 nadie lo había intentado. El héroe y mentor de Rustin, el gran sindicalista negro A. Philip Randolph, había amenazado con una marcha de este tipo en 1941 para exigir igualdad de oportunidades laborales, pero cedió cuando FDR accedió a integrar [racialmente] la producción bélica. Randolph, avejentado, pero todavía en activo en 1963, aparece encantado de que su marcha tuviera por fin lugar.
Vemos a Rustin, en el podio, junto al Dr. King, como solía estar Rustin junto a los líderes que acaparaban la atención, pero no era una celebridad de los derechos civiles por derecho propio. ¿Por qué no? Era un gran orador. Su discurso de apertura fue una excelente combinación de motivación y estrategia. Le siguió el emblemático discurso de King, "He tenido un sueño".
Si King era el soñador profético, Rustin era el táctico práctico, aunque no menos idealista. Como deja claro Brother Outsider, a menudo se le encontraba un poco al margen, porque era a la vez un antiguo comunista y un homosexual. King y otros líderes de los derechos civiles fueron valientes al defender a Rustin y darse cuenta de su valía, pero no resultaba del todo adecuado como rostro del movimiento.
El documental es soberbio a la hora de darnos una idea de Rustin como persona, con entrevistas a miembros de su familia, a otros líderes y a dos de sus amantes, uno al principio de su vida y otro al final. Y vemos a Rustin en una de sus últimas manifestaciones, en favor de los derechos LGBTQ.
Después de 1963, Rustin se convirtió en director de un instituto con el nombre de A. Philip Randolph, financiado por la [confederación sindical] AFL-CIO. Lo mismo que cualquier líder negro, Rustin valoraba la importancia de fortalecer la coalición entre los derechos civiles y el sindicalismo. Fue Rustin, trágicamente, quien presionó a King para que fuera a Memphis en 1968 en apoyo de los trabajadores de basuras en huelga.
Y en la era del Poder Negro, nunca dejó Rustin de ser un apasionado integracionista. La película muestra fascinantes imágenes inéditas de Rustin debatiendo con Malcolm X y con Stokely Carmichael.
Es una historia que todos deberíamos conocer, en detalle, y demasiado importante como para dejarla a los caprichos y fantasías de las biografías filmadas. Es bueno que la película, Rustin, haya reavivado el interés por su carrera. Pero es el documental lo que hay que ver.