Robert Kuttner
07/06/2020A menos que hayan estado ustedes escondidos en Júpiter, se habrán enterado de que The New York Times se ha metido en un fregado por su decisión de publicar un artículo de opinión del senador Tom Cotton [republicano por Arkansas]. El artículo, “Send In the Troops,” [Que traigan las tropas”] apelaba a la ocupación militar de las ciudades de Norteamérica y tergiversaba burdamente la naturaleza de las manifestaciones tras el linchamiento de George Floyd a manos de la policía.
Buena parte del personal afronorteamericano del diario hizo pública su indignación. Varios de ellos observaron que, si pusieran en práctica las exigencias de Cotton, eso pondría en peligro sus vidas.
El responsable de editoriales, James Bennet, respondió con un artículo propio poco entusiasta, defendiendo la decisión, pero reconoció más tarde que no había leído el artículo antes de que se publicara. El periódico publicó después una semidisculpa, de las de “se han cometido errores”, prometiendo revisar sus procedimientos.
Entretanto, algunos defensores de las libertades civiles defendieron la decisión del Times de publicar un abanico de opiniones, mientras que otros objetaron que el periódico estaba proporcionando de modo gratuito una tribuna al neofascismo (todo el mundo tiene derecho a la libertad de palabra, pero no en The New York Times.) Pero hay un fallo que llama la atención y resuelve la discusión:
El artículo de Cotton contenía rotundas mentiras, distorsiones y tergiversaciones. El Times no publicaría artículos que afirmaran que el Holocausto jamás sucedió o que las vacunas provocan autismo. Así que ¿por qué dejó pasar este hatajo de mentiras?
Resulta que el departamento de opinión del Times solicitó este artículo, casi como forma de publicar las incendiarias mentiras de Trump sin la indignidad de publicar al mismo Trump.
The Times es lo bastante amable como para publicar uno o dos artículos míos todos los años, y siempre los someten a verificación de los datos. Este no fue evidentemente el caso del artículo de Cotton, o se habrían eliminado varias de sus mentiras. La sección de Opinión, al haber invitado a escribir el artículo (nada menos que a un senador de los Estados Unidos), se sintió demasiado cohibida como para someterlo al habitual examen editorial. La persona de la sección que se ocupó del artículo, se ha sabido también, fue Adam Rubenstein, que perteneció a la ya extinta revista de derechas The Weekly Standard.
He contactado con varios amigos y colegas que han aparecido en las páfinas de opinión del Times y a todos les someten a verificación de datos. De modo que además de un grotesco error de criterio, the Times ha sido culpable de un craso doble rasero.
Irónicamente, los editoriales del Times se han vuelto más valientes y progresistas cuando se trata de los excesos de Trump y la vergüenza del racismo. El periódico ha contratado a algunos columnistas progresistas fantásticos, entre ellos Jamelle Bouie, antiguo alumno del Prospect. Pero por bien que haya hecho el Times, esta decisión revela un terrible punto ciego.
Ciertamente, cientos de periodistas se han jugado su puesto de trabajo. El Times no los puede despedir a todos, y no se atreverá a despedir a ninguno. Ayer, el director ejecutivo del Times, Dean Baquet, que es afronorteamericano, declaró sentirse orgulloso de la solidaridad mostrada por el personal.
El movimiento en favor de las vidas de los negros ha ocupado el Times.