Debate Harris-Trump: Cuando lo normal se cruza con lo raro. Dossier

Robert Kuttner

Harold Meyerson

John Zogby

Andrea Ehrgott

15/09/2024

(ANTES DEL DEBATE)

La ventaja de Harris se estanca. ¿Puede cambiar la situación el debate de esta noche?

Robert Kuttner

Justo cuando teníamos la sensación de que Kamala Harris se estaba acercando gradualmente a Trump en las encuestas y que el debate de esta noche le daría más impulso, llega la última encuesta del New York Times/Siena, que vuelve a mostrar la carrera prácticamente empatada. El impulso que Harris obtuvo de la energía y la unidad de la Convención Nacional Demócrata parece haberse disipado, al menos por ahora.

Curiosamente, hay una multiplicidad de votantes que apoya a Trump en muchas cuestiones, a pesar de que sus políticas van de lo inverosímil a lo incoherente. Tiene una ventaja de 13 puntos en materia de economía.

Lo que es aún más desconcertante es que este repunte de Trump, por leve que sea, se está produciendo a pesar de que los discursos y la retórica de Trump son cada vez más floridamente lunáticos. La verdad es que hay que oír un discurso suyo en su totalidad y leer luego la transcripción para apreciar lo desquiciado que está. O bien las ideas y formulaciones son demenciales, o bien no puede evitar que su mente haga asociaciones libres y flote de lado a lado, o ambas cosas. Y sus fantasías también se vuelven cada vez más locas, incluyendo la idea de que los niños les están siendo arrebatados a sus padres para someterlos a cirugía de cambio de género.

En su reciente discurso del 7 de septiembre en Wisconsin, afirmó Trump lo siguiente: «¿Te imaginas que eres padre y tu hijo sale de casa y tú le dices: Jimmy, te quiero mucho, vete a pasar un buen día al colegio, y tu hijo vuelve con una operación brutal. ¿Puedes siquiera imaginarte algo así? ¿Qué demonios le pasa a nuestro país?»

Es la pregunta correcta. ¿Qué demonios le pasa a nuestro país...para no reírse de Trump?

Hasta cierto punto, los medios de comunicación, sobre todo The New York Times, tienen la culpa por intentar tratar a Trump como un candidato normal y encontrar cosas simétricas que criticar en ambos candidatos. He aquí un ejemplo: un reciente artículo del Times se titulaba «Harris y Trump tienen ideas sobre vivienda. Los economistas tienen dudas».

¿Habla en serio el Times? Harris ha propuesto una amplia construcción de nuevas viviendas y un subsidio de 25.000 dólares para los compradores de primera vivienda. Se puede debatir la eficacia de estas medidas y si contribuirían a paliar la escasez de vivienda. Pero son propuestas serias y convencionales. El principal plan de Trump en materia de vivienda es aumentar las deportaciones de inmigrantes, lo cual, según él, tendría el efecto secundario de liberar oferta de vivienda.

Tratar estas ideas como simétricas de algún modo, o como dignas de tomarse con la misma seriedad, es normalizar a Trump. Y el Times lo hace una y otra vez. The Washington Post y The Wall Street Journal no son mucho mejores, y Político es peor. En el caso del Times, se puede culpar al editor, Joe Kahn, que tiene una obsesión fuera de lugar por cubrir las elecciones de forma imparcial.

También se da el caso de que la campaña presidencial más corta de los tiempos modernos, lejos de ser una ventaja neto para Harris al crear una rara unidad de partido, puede haber sido contraproducente al no dar a Harris tiempo suficiente para causarle impresión al electorado. En el sondeo de Times/Siena, el 28% de los posibles votantes afirmaron que necesitaban saber más de Harris, mientras que sólo el 9% dijeron que necesitaban saber más acerca de Trump.

Antes del debate, Harris colgó en su página digital web una amplia información sobre asuntos de interés, quizás precisamente por esta razón. Ella y Tim Walz han empezado a trabajar con los medios locales en los estados indecisos y han planeado una gira por estos estados después del debate. La única forma de contrarrestar el efecto de una campaña corta es salir a la calle tanto como sea posible, que es el plan para después del debate. Los casi 500 millones de dólares recaudados significan que la recaudación de fondos ya no tiene por qué estar en el menú.

De cara al debate de esta noche, la esperanza es que Harris demuestre que es normal y digna de confianza, y que tiene un conjunto de ideas programáticas, de valores y aspiraciones que se dirigen a la gente normal. La esperanza es también que provoque a Trump para que muestre su lado desquiciado, o que Trump, obsesionado por el hecho de que tiene que enfrentarse a Harris y no a Biden, se muestre suficientemente desquiciado sin provocación.

Sin embargo, es fácil olvidar lo inusitadamente disciplinado que estuvo Trump en el debate del 27 de junio con Joe Biden hace algo más de dos meses (una eternidad), y que marcó el principio del fin de la búsqueda de Biden de un segundo mandato. No sólo perdió un endeble Biden, sino que ganó un disciplinado Trump. Trump, que por una vez hizo caso a sus manipuladores, no se mostró como un loco. Consciente de lo que está en juego, Trump puede volver a actuar de ese modo esta noche.

El otro problema es que, para la base MAGA de Trump, no importa lo loco que parezca: cuanto más loco, mejor. Él canaliza su rabia. Sigo creyendo que es probable que Harris sea mejor polemista, pero puede que eso no cambie mucho las cifras de las encuestas.

Lo más esperanzador de la encuesta del Times/Siena, paradójicamente, es que encuestó a probables votantes. La mayor ventaja potencial para Harris, como he ido escribiendo, se encuentra entre los votantes improbables: aquellos que a menudo no acuden a las urnas, pero que tienden a votar a los demócratas cuando se molestan en votar.

Trump cuenta con el apoyo de un sólido 46 o 47% de los votantes probables. Harris no puede cambiar mucho el numerador, pero sí el denominador, reduciendo así el porcentaje de Trump. Pero cualquier analista electoral que crea que no va a ser una elección reñida debería buscarse otra profesión.

The American Prospect, 10 de septiembre de 2024

 

(DESPUÉS DEL DEBATE)

Notas para la próxima vez

Robert Kuttner 

La mayoría de los comentaristas han llegado a la conclusión de que Kamala Harris superó anoche a Donald Trump. Le provocó para que de vez en cuando se saliera de sus casillas. Sonó razonable y bien informada en comparación con las repetidas invenciones, mentiras e insultos de Trump.

Yo soy una excepción. Creo que podría haberlo hecho mucho mejor. Está aprendiendo y podría ser aún más contundente la próxima vez, si es que hay una próxima vez.

La estrategia de Trump consistía en dominar. No desaprovechó ninguna oportunidad para exigir y obtener el derecho a responder a Harris. Consiguientemente, los moderadores le concedieron mucho más tiempo en antena que a Harris. Sin embargo, gran parte de este desequilibrio se debió a Harris. Podría haber insistido en responder a las tonterías de Trump en todo momento, pero rara vez lo hizo.

La imagen de contundencia de Trump, por demencial que sea, es lo que atrae a tantos de sus seguidores. Y juega con el estereotipo sexista de que una mujer potencial comandante en jefe es más débil que un hombre. Harris tenía que haberla contrarrestado mostrándose tan dominante como Trump a cada oportunidad.

Algunos comentaristas consideraron que era suficiente con mantenerse al margen y dejar que Trump se impugnara a sí mismo con afirmaciones estrambóticas. Pero para ella habría sido más eficaz demostrar contundencia insistiendo en disponer de igual tiempo y aprovecharlo para asestar sus contragolpes.

Harris acertó con varios, pero también falló algunos. Así por ejemplo, le correspondió a una de las moderadoras, Linsey Davis, señalar que el infanticidio, contrariamente a lo que afirma Trump, es ilegal. Harris podría haber machacado a Trump con eso: «Este hombre cree que el derecho de las mujeres a abortar significa ejecutar a bebés vivos. Está delirando. ¿Quieren ustedes que sea de su dedo del que dependa el botón nuclear?»

Cuando Trump siguió atacando a Biden y Harris por «no despedir jamás a nadie» y alardeando de toda la gente a la que había despedido, Harris podría haber exigido una respuesta y volver con «¿Quién contrató a todos esos funcionarios incompetentes a los que Donald Trump despidió tan valientemente? Donald Trump. No despedimos a mucha gente porque, para empezar, contratamos a gente competente».

Cuando Trump eludió la pregunta de los moderadores acerca de por qué había torpedeado un plan bipartidista para asegurar la frontera y cambió de tema, y los moderadores pasaron a su siguiente pregunta guionizada, Harris podría haber dicho: «Un momento, a esto tengo yo que responder. A principios del mandato del presidente Biden teníamos una ley de seguridad fronteriza, y Donald Trump presionó cínicamente a los legisladores republicanos para que la eliminaran. Eso demuestra lo mucho que le importa la seguridad de nuestra frontera. ¿Han oído su respuesta? No tiene ninguna».

Y cuando Trump repitió la disparatada afirmación de que en Springfield, Ohio, los inmigrantes roban las mascotas y se las comen, Harris dejó que los moderadores comprobaran los hechos. Podría haber insistido en una respuesta: «Donald Trump se inventa cosas. Es cómico cuando se trata de fantasías sobre inmigrantes que se comen perros y gatos. Pero, ¿qué ocurre con nuestra seguridad cuando se inventa cosas, y se las cree, acerca de Putin o Netanyahu?»

En general, los moderadores lo hicieron bien. Pero fue una vergüenza que siguieran dirigiéndose a Trump como Señor Presidente, realzando innecesariamente su andrajosa dignidad.

¿Quién «ganó» el debate, y qué diferencia hubo?

Una rápida encuesta realizada para la CNN entre espectadores del debate reveló que consideraban, por un margen del 63% frente al 37%, que Harris lo había hecho mejor. Antes del debate, esos mismos espectadores estaban divididos a partes iguales sobre qué candidato ganaría. Y el 96% de los partidarios de Harris afirmó que Harris lo había hecho mejor, mientras que el 69% de los partidarios de Trump pensaba que había ganado él.

Pero si profundizamos algo más, las noticias no son tan buenas. El porcentaje de telespectadores que opinaba que Trump era mejor en economía aumentó después de ver el debate. A pesar de las exageraciones y mentiras de Trump, los espectadores del debate también dieron a Trump una ventaja de 23 puntos sobre Harris respecto a quién confiaban para gestionar la inmigración. Y lo que es más revelador, sólo el 4% dijo que el debate les había hecho cambiar de opinión sobre a quién votar.

En resumen, Harris ganó el debate por escasos puntos, pero no lo dejó ni mucho menos noqueado como se decía. Tendrá que aprovechar al máximo todas las oportunidades que se le presenten para evitar un segundo mandato de Trump.

The American Prospect, 11 de septiembre de 2024

 

Lo normal se cruza con lo raro  

Harold Meyerson

De haber sido un combate de boxeo, el árbitro lo habría parado pasada la primera hora.

Kamala Harris tuvo tanto éxito en incitar a Trump a ser Trump que para entonces -en realidad, mucho antes de entonces- parecía claramente sonado. Recurrió a viejas teorías conspirativas (como que ganó de veras las elecciones de 2020), sacó a relucir leyendas urbanas (los inmigrantes se están comiendo a los perros y gatos de la gente) y reunió historias de terror ficticias en una frase asombrosa (en medio de su ensalada de palabras, creo que realmente dijo: «Quiere hacerle operaciones de transexualidad a extranjeros ilegales en prisión»).

Ahí tenemos el programa republicano para 2024.

En cierto sentido, sin embargo, creo que podemos ser un poco injustos al señalar a Donald Trump por su incapacidad para decir realmente lo que haría para beneficiar al pueblo estadounidense, en lugar de a sí mismo y a su ego, en un segundo mandato como presidente. Una de las muchas preguntas en las que se mostró totalmente confuso se refería a cómo sustituiría la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible [ASA, Obamacare], ya que el moderador de la ABC señaló que llevaba nueve años hablando de hacerlo, pero nunca había presentado un plan de sustitución. Tras un minuto más o menos de palabrería, Trump dijo que él y su gente probablemente tenían «conceptos para un plan».

Pero todo el Partido Republicano, en realidad, ha sido incapaz de presentar un reemplazo para la ASA. En 2017, esta fue la razón que citó John McCain para emitir el voto decisivo en el Senado en contra de su derogación. La incapacidad de Trump para articular medida política alguna el martes por la noche que haga que la vivienda sea más abundante y asequible, o que ayude a las familias a hacer frente a los costes de criar a los hijos, o que reduzca el precio de los medicamentos con receta, se corresponde con la incapacidad de sus compañeros republicanos para hacer avanzar ninguna legislación de este tipo en la Cámara Baja del Congreso, que ellos controlan. La única cuestión que preocupa a los líderes republicanos de la Cámara de Representantes, como dejó claro esta semana el presidente Mike Johnson, es dificultar que algunos votantes (probablemente pro-demócratas) emitan su voto este noviembre, para supuestamente impedir que los inmigrantes indocumentados acudan a las urnas (algo que ya es ilegal). Es decir, la única legislación real que preocupa no sólo a Trump sino a todo el Partido Republicano es cualquier cosa que pueda disuadir del horror de la regla de la mayoría.

Harris logró tres cosas en el transcurso del debate. En primer lugar, expuso los rudimentos de un programa destinado a hacer menos onerosa económicamente la vida de los estadounidenses de clase media y trabajadora. En segundo lugar, se proyectó como una líder política normal comprometida con la normalización de la vida cívica de la nación, mostrándose dura en defensa como los anteriores presidentes (citando, como hizo en la Convención Nacional Demócrata, su objetivo de garantizar que nuestros servicios armados sean «letales»), dejando claro que comprende el valor de las alianzas, esbozando políticas del mundo real para norteamericanos del mundo real y proyectándose como una ruptura generacional con los líderes que han polarizado la vida cívica nacional. Una líder normal, por así decirlo, para una América normal.

Esto la llevó a su tercer logro, que fue provocar a Donald Trump para que hiciera sus características exhibiciones de anormalidades narcisistas, vomitando los pedazos aleatorios de basura que bullen en su cerebro. No tenía que contrastarse con una abstracción, con, digamos, una preferencia ideológica por los líderes autocráticos y la autocracia en sí misma; no tenía más que darle cuerda a Trump y dejarle despotricar. No tenía que decir exactamente: «Yo soy normal y él no», porque sabía que provocar a Trump para que fuera Trump llevaría a los espectadores a llegar a esa conclusión por sí mismos. Eso alimentó su otro mensaje dirigido a los votantes indecisos: «Él es peligroso y yo no». No estoy seguro de cuántos votantes indecisos saldrán pensando que Trump es tan peligroso como lo es en realidad; sí sospecho que muchos de ellos saldrán pensando que ella no es tan peligrosa después de todo.

Uno de los antónimos de «raro» es «normal». Para Harris, para los demócratas, ése puede ser el contraste más útil de todos.

The American Prospect, 11 de septiembre 

 

Harris ganó el debate, pero los demócratas no deberían mostrarse arrogantes

John Zogby

Un total de 67 millones de estadounidenses vieron el debate entre Kamala Harris y Donald Trump el martes [10 de septiembre], y los primeros sondeos realizados tras el evento muestran todos a la vicepresidenta ganando un poco de terreno al expresidente.

La ventaja de Harris oscila entre tres y cinco puntos, según el sondeo, pero hay que tener cuidado con sacar conclusiones exageradas. Un sondeo de Reuters da a Harris una ventaja de cinco puntos, pero en el anterior, publicado el 21 de agosto, la ventaja era de cuatro puntos. Otro sondeo de Morning Consult también reveló resultados similares, pero su ventaja había sido de tres puntos el día anterior al debate, y de cuatro el día del debate.

Todos los sondeos coinciden en que Harris ganó por un amplio margen y en que sus valoraciones favorables subieron hasta nueve puntos. Se la considera más favorable a la protección de la democracia por nueve puntos y al aborto por 21 puntos.

Pero las nuevas encuestas también dejan claro que las cifras de Trump no han cambiado, en realidad, mucho. Según las entrevistas realizadas por la CNN antes y después del debate, sigue recibiendo mejores notas por su gestión de la economía y la inmigración, los dos temas principales de la campaña.

Una rápida encuesta de la CNN desveló que los espectadores del debate consideraban, por un margen del 63% frente al 37%, que Harris había tenido una actuación mejor en el escenario de Filadelfia, con un 96% de sus partidarios que afirmaron que había realizado una labor mejor, mientras que una mayoría menor del 69% de los partidarios de Trump le atribuyó a éste una velada más lograda. 

Del mismo modo, en opinión de la mayoría de los expertos, Harris se mostró segura de sí misma y no perdió la calma. Encuadro su actuación en torno a la idea de que representa a una nueva generación que no se aferrará al pasado. También expuso su plan para una «economía de oportunidades» con créditos fiscales para las pequeñas empresas y ampliaciones de la vivienda asequible y de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible [Obamacare], entre otras cosas.

Hizo un buen trabajo contrastando su enfoque positivo con la negatividad de Trump. Lo relacionó con recortes fiscales para multimillonarios, aranceles elevados a China que equivalían a un «impuesto sobre las ventas del 20%» para los consumidores, una ampliación de los poderes de una presidencia sin control y la desfinanciación masiva de agencias federales y burócratas en el Proyecto 2025 de la Heritage Foundation conservadora.

Por su parte, Trump prefirió mostrar un rostro ceñudo, quizá para demostrar que está muy serio. Hubo muy pocos intentos de suscitar humor durante el debate. Desde luego, arremetió contra la afirmación de Harris sobre los millones de nuevos puestos de trabajo, afirmando que eran «empleos de rebote» que se habían perdido durante la epidemia de Covid. Atacó duramente su historial (y, por supuesto, el del presidente Joe Biden) en materia de inmigración y por la salida, mal gestionada y mortífera, de las tropas norteamericanas de Afganistán. También atacó a la administración Biden por no estar dispuesta a despedir al personal gubernamental de bajo rendimiento. Se centró en su temprana oposición a la fracturación hidráulica [“fracking”], un tema importante en el campo de batalla de Pensilvania, que era además el lugar del debate. Predijo que su elección significaría el fin de Israel, mientras que ella abogó por una solución de dos Estados y un alto el fuego.

Harris presumió de su experiencia como fiscal y se jactó de haber acabado con capos de la droga. Reprendió a Trump por hablar con dureza de la delincuencia cuando él ha sido acusado y condenado en numerosas ocasiones. Quizá su mejor momento fue cuando hizo una distinción tajante sobre los derechos reproductivos. Las mujeres se han visto perjudicadas por la anulación del caso Roe contra Wade por el Tribunal Supremo de EE.UU., una cuestión que ha atraído a las urnas a votantes femeninas que, de otro modo, se habrían desvinculado, y ha otorgado a los demócratas victorias en elecciones estatales y locales.

Puso a Trump a la defensiva por sus posiciones cambiantes, algo que le ha perjudicado también ante los conservadores cristianos. Recurrió a acusar a los demócratas de apoyar la posible ejecución de recién nacidos. Los moderadores le sometieron inmediatamente a una comprobación de los hechos, y perdió. Harris, dijo, era «pura palabrería» sobre el aborto y las ayudas a los préstamos estudiantiles porque sabe que el Congreso nunca aprobará nada ni lo permitirán s tribunales federales.

Trump recurrió a veces a lo estrambótico. La pequeña ciudad de Springfield (Ohio) ha visto llegar a unos 15.000 inmigrantes haitianos en los últimos meses, y Trump afirmó, sin fundamento alguno, que se ha sorprendido a inmigrantes haitianos comiéndose a las mascotas de residentes de toda la vida. David Muir, presentador jefe de ABC News y uno de los moderadores, intervino inmediatamente para decir que no se habían encontrado pruebas de ello, citando una declaración del alcalde del lugar.

Trump también alegó un enorme aumento de los delitos violentos bajo la administración Biden-Harris, mientras que el informe más reciente de la Oficina Federal de Investigación señala en realidad que los delitos violentos están disminuyendo drásticamente. Y, por supuesto, sigue afirmando que ganó las elecciones de 2020, pues los demócratas cometieron fraude en el sistema permitiendo el voto de inmigrantes indocumentados. De nuevo, intervinieron los moderadores. 

Harris tuvo algunos momentos de debilidad. Cuando se le preguntó si los norteamericanos estaban «mejor» financieramente bajo la actual administración, ignoró por completo la pregunta y habló en su lugar de su visión de una «Economía de oportunidades». Hay momentos en los que hablar del futuro no es suficiente. La economía es el elefante en la habitación y va a tener ella que hacerlo mejor, sencillamente. Trump se encargará de recordárselo.

Del mismo modo, la guerra de Israel y Gaza es un asunto importante para los votantes más jóvenes y los progresistas demócratas. Su intento de encontrar un término medio puede no ser tranquilizador para quienes creen que se está llevando a cabo un genocidio con armas norteamericanas.

Por momentos, Trump estuvo sencillamente ridículo. Pero no recibió un golpe de gracia. «Tenemos un país en decadencia y Joe Biden y Kamala Harris lo saben». Aunque Harris le golpeó con dureza sin parecer intimidarle ni convertirle en víctima, tuvo, no obstante, una de las frases más memorables de la noche: Harris «lleva tres años y medio, así que ¿por qué no ha hecho todas las cosas que promete?» Una buena pregunta que  tendrá ella que responder.

Harris ganó a los puntos. Puede que haya recuperado el impulso que tuvo durante la mayor parte de agosto, pero la carrera sigue en equilibrio.

¿Tienen importancia estos debates? La han tenido en el pasado. Todos hemos visto los puntos fuertes y débiles de ambos candidatos y ahora tenemos una idea más clara de lo que hay que ver a partir de ahora.

The Guardian, 14 septiembre 2024

 

Carta al expresidente Trump

Andrea Ehrgott

[Misiva dirigida al expresidente Trump a través de la sección de Cartas al director del diario Los Angeles Times]

Estimado señor director: 

Ex presidente Trump, lleva usted toda la razón. La vicepresidenta Kamala Harris nos ha permitido a los inmigrantes venir a este país ilegalmente junto a millones de personas más para que votemos por ella. 

Cuando en mi país me vaciaron el manicomio y dejaron salir de la cárcel a un marido violento como es el mío, nos alegramos de poder empezar de cero en un país nuevo. Harris nos ayudó a someternos a cirugía transexual mientras nos hospedábamos en un lujoso centro de asilo, con todo generosamente pagado por los contribuyentes norteamericanos.

Como agradecimiento, queremos devolverle a este país lo que podamos. Mi marido anda ahora por ahí vendiéndoles droga a los escolares y ha reducido, por cierto, las violaciones y asesinatos. Yo también me siento agradecida y cuando venda mi libro de cocina, «Recetas de rechupete de perros y gatos», enviaré los beneficios a clínicas abortistas para que puedan seguir ejecutando recién nacidos. 

Ya lo va usted viendo: somos gente que trabaja duro.

Andrea Ehrgott, Topanga

Los Angeles Times, 12 de septiembre

cofundador y codirector de la revista The American Prospect, es profesor de la Heller School de la Universidad Brandeis. Columnista de The Huffington Post, The Boston Globe y la edición internacional del New York Times, su último libro es “Going Big: FDR's Legacy, Biden's New Deal, and the Struggle to Save Democracy” (New Press, 2022).
veterano periodista de la revista The American Prospect, de la que fue director, ofició durante varios años de columnista del diario The Washington Post. Considerado por la revista The Atlantic Monthly como uno de los cincuenta comentaristas más influyentes de Norteamérica, Meyerson perteneció a los Democratic Socialists of America, de cuyo Comité Político Nacional ha sido vicepresidente.
es socio principal de la empresa de encuestas John Zogby Strategies y autor de Beyond the Horse Race: How to Read the Polls and Why We Should (Más allá de la carrera de caballos: cómo leer las encuestas y por qué habríamos de hacerlo).
lectora de Los Angeles Times
Fuente:
www.sinpermiso.info, 15-9-2024
Temática: 
Traducción:
Lucas Antón

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