Baile de disfraces. Sobre el giro anticapitalista del presidente socialdemócrata

Georg Fülberth

04/08/2005

Cuando Franz Müntefering [presidente de la SPD, partido socialdemócrata alemán] salió con su crítica del capitalismo hace unos meses provocó al principio grandes carcajadas: la SPD habría querido distraer la atención, antes de las elecciones en Renania Septentrional-Westfalia, y disimular su pésimo resultado. Como era de prever, la maniobra fue infructuosa e ineficaz.

Entretanto han cambiado las tornas. También en la CDU (Unión Demócrata-Cristiana) se ponen algunos reparos al capitalismo. El nuevo dirigente de la Bundesverband der Deutschen Industrie (Asociación Federal de Industrias Alemanas), Jürgen Thumann, tuvo que admitir que los suyos adolecen de un problema de "credibilidad". Las encuestas lo demuestran: hay muchas personas que abogan por una reducción de los impuestos y de las ayudas sociales y, al mismo tiempo, se oponen al capitalismo. El capitalismo significaría explotación, y así es como se sienten: engañados por Florida-Rolf, por el Estado y por cualquier especulación. Entre éstos últimos, se cuentan también quienes la detestan porque el asunto de sus acciones de Telekom se fue a pique.

Desde tiempos inmemoriales, la mayoría de los anticapitalistas fue en Alemania reaccionaria, o peor. Ciertamente el predicador de la corte de Guillermo II, Adolph Stöcker, vivía en el muy burgués barrio berlinés de Friedenau, pero fundó una asociación para la defensa de los intereses de los trabajadores y en contra de los judíos. Hitler se calificó a si mismo como socialista. Su bandera era roja.

Después de 1945, el programa de la CDU de Ahlen no solamente criticó el capitalismo, sino que Ludwig Erhard [el ministro de economía democristiano, al que se atribuye el milagro económico alemán de postguerra] se avergonzaba también del capitalismo que él mismo estaba poniendo por obra. Por eso –decía– lo había substituido por algo mejor: la economía de mercado libre y social. Si "el capital" hubiese presentado algún día en la historia de Alemania su candidatura, no le habrían llovido más votos que los recibidos actualmente por la DKP (Partido Comunista Alemán), o por la MLPD (Partido Marxista-Leninista de Alemania). Por eso sus partidos políticos, los del capital, se bautizan con otros nombres.

La agitación anticapitalista burguesa y pequeño-burguesa siempre ha discurseado en contra de alguna forma de capitalismo y a favor de alguna otra. Y esto sonaba, a veces, como si hubiera que abolirlo en todas sus formas.

Marx y Engels lo vieron venir muy tempranamente. En diez de las páginas de El Manifiesto Comunista arremetieron contra las siguientes formas de anticapitalismo: el "feudal", el "pequeño-burgués", el "alemán o verdadero", y también el "conservador, o socialismo burgués". Luego vino la forma socialdemócrata. Marx la llegó a conocer –por ejemplo, a través de Louis Blanc, en Francia—. Blanc quería reformas que superaran el sistema. Luego se intentaron realizar estas reformas en muchos países, entre otros en los escandinavos. Pero no es de eso de lo que habla Müntefering

En el plano meramente ideológico-político, el presidente de la SPD tiene incluso su mérito. En verano del año 2004, la NPD (Partido Nacional-Democrático de Alemania, heredero de los nazis), desfiló en contra de la plutocracia (extranjera) y contra el programa de reformas neoliberales Hartz IV. En relación con este hecho, el gobierno y la oposición insinuaron que todo aquél que rechazara el desmantelamiento social en marcha sería un nazi. Ahora han vuelto a cambiar de opinión. Tal vez habría que alabar ahora también a la WASG, Wahlalternative Arbeit und Soziale Gerechtigkeit (Asociación electoral alternativa para el trabajo y la justicia social). Justamente por componerse ésta de socialdemócratas de bastante viejo cuño, debe pensar la SPD que hay que disputarle hasta la última gota de agua: finalmente, en Renania Septentrional-Westfalia, la diferencia parece contarse por milésimas.

Sin embargo, estos son los últimos coletazos de una estrategia antigua. En el pasado, ésta consistía en contrarrestar a un movimiento socialista radical y comunista fuerte, o incluso a una revolución y sus consiguientes consecuencias para el Estado. En los años 1918 y 1919 la socialdemocracia de Noske [el ministro del interior que aplastó la revuelta espartaquista de 1919, y el autor intelectual del asesinato de Rosa Luxemburgo] anunciaba en carteles: "El socialismo, en marcha".

En la sociedad civil posmoderna (otro pseudónimo del capitalismo), no se debe llegar a semejante beligerancia. Para este cometido, ya son suficientes los astutos asesores para las relaciones públicas. En modo alguno luchan contra el comunismo, sino sólo, tímidamente, contra la WASG, pero sobre todo contra la CDU. La CDU responde con el catolicismo, a través de Rüttgers. Es un baile de disfraces.

Traducción para www.sinpermiso.info: Emilio Bayo

Georg Fülberth ha sido profesor de sociología política en la Universidad de Marburgo, y es un respetado analista político en la República Federal de Alemania

Fuente:
Freitag, 29 abril 2005

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