Txema García
23/01/2025¿Hay alguien ahí? ¿Alguna voz a la que interese esto? O, sencillamente, ¿nuestro pueblo no necesita de un Periodismo de Investigación fuerte, vigoroso, capaz de enfrentarse a las estructuras de Poder?
Estas son algunas preguntas que uno lleva haciéndose desde hace muchos años, décadas mejor dicho. Preguntas que espero alguien pueda contestar, al menos quizá para abrir un debate sobre la necesidad o no de contar con un Periodismo de Investigación confrontativo con el Poder y que esté a la altura de las actuales circunstancias. ¿Suena duro? ¿Utópico?
Indago en los planes de estudio de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV-EHU en la rama de Periodismo. Únicamente en el cuarto año, y solo como optativa, aparece la asignatura “Periodismo de Investigación”. ¿Una broma?
Mal comenzamos cuando ya desde la preparación de los futuros profesionales se minimiza, menosprecia, por no decir que se elimina en la práctica, lo que debiera ser uno de los ejes fundamentales de su formación.
Mal panorama cuando los medios de comunicación en general, y no solo los más poderosos, se “hipotecan” y supeditan el alcance de sus informaciones tras someterse a las instituciones públicas que les chantajean y compran vía subvenciones y ayudas, o bien a grupos empresariales en el marco de un ecosistema económico-mediático cada vez más restringido a unos pocos.
Mal asunto también cuando desde los propios staffs directivos de esos medios de comunicación, por no decir de prácticamente todos, se restringe o no se impulsa o se penaliza, que para el caso es lo mismo, los intentos de algunos profesionales por bucear en las alcantarillas del sistema político y económico.
Significativo igualmente que las asociaciones y colegios de periodistas tengan abandonado este campo, no dediquen premio específico alguno en este ámbito tan necesario e, incluso, su propia página web esté patrocinada por grupos de poder.
Y malo también que en la propia profesión, cada vez menos ideologizada, se vaya abandonando lo que debiera ser el santo y seña de una actividad -el Periodismo de Investigación- que tiene todo su sentido de ser cuando defiende intereses públicos y no privados.
Escudriño de la A a la Z entre los posibles periodistas que se dedican a esta profesión de alto riesgo en Euskal Herria y, prácticamente, solo encuentro a un francotirador que abarca el inmenso vacío existente y que ha tenido que dejar, espero que por el momento, esta profesión de alto riesgo, dada la extrema indigencia a la que se sometía el reconocimiento de su trabajo.
A todo lo anterior se le suma un listado ingente de factores que dibujan un panorama penoso: grandes empresas infiltradas en los consejos de administración de las editoriales periodísticas, altos índices de precariedad laboral en las plantillas de los medios, falta de apoyo jurídico, autocensura, poca formación… a lo que se suma otros hechos no menos graves, como son que los jueces y fiscales vascos no disponen de medios para investigar, que no hay Fiscalía Anticorrupción en Euskadi ni en Nafarroa, ni un observatorio sobre el fraude fiscal, o que los partidos políticos de izquierda no tienen equipos de trabajo especializados que investiguen el destino del dinero público y tantas adjudicaciones y subvenciones que pudiendo estar dentro de la “legalidad” esconden todo un entramado de intereses particulares.
Mientras todo esto ocurre, triunfa el periodismo interpretativo o el reporterismo de mero entretenimiento, y los medios alternativos se encuentran, por lo general, absorbidos por el periodismo declarativo con una agenda que depende, casi exclusivamente, en dar algo de voz a los movimientos sociales afines. Ya no hay apenas hueco para un periodismo incómodo ni manchetas de Equipos de Investigación, salvo la excepción, como decíamos, de algún periodista suelto o, en todo caso, de un periodismo de filtración interesada para atacar a un adversario político, que dista mucho de ser un verdadero Periodismo de Investigación que se rija por un código deontológico que garantice a la ciudadanía el derecho a la información.
Estamos, por tanto, y para mayor gloria de los Poderes, bien instituidos o en la sombra, en un periodo aciago de nuestra historia más reciente y más indefensos que nunca ante los desmanes de todo tipo que nos rodean con una corrupción sin límites ya “normalizada” por el sistema.
Podríamos decir con todas sus consecuencias que el periodista que investiga ha pasado a ser una especie en extinción, una “rara avis” que sobrevive a duras penas porque no hay un “humus” que sustente, ni en la sociedad ni en las formaciones políticas de izquierda, una actividad tan necesaria como esta.
Investigar en periodismo requiere valentía, mucha dedicación, recursos, equipos y protección ante los ataques de todo tipo que a buen seguro va a recibir ese periodista que se atreva a desvelar las capas más escondidas de tanta basura.
Invertir en Periodismo de Investigación no es un lujo, es una necesidad básica para que esta sociedad se pueda mirar a su propio espejo y que lo que encuentre sea lo que realmente existe y no esa falsa imagen de la que la corrupción es puntual y no casi sistémica.
La responsabilidad de que exista un Periodismo de Investigación atañe a todos y todas, comenzando sobre todo por las formaciones que se consideran de izquierda. Porque descubrir a los verdaderos Poderes que rigen nuestras vidas es la condición imprescindible para que algo pueda cambiar.
¿Qué se puede hacer para revertir esta situación? Pues creo que mucho, por no decir todo, ante la actual nada imperante. Para empezar habría que poner encima de la mesa este tema y hacerlo de forma urgente, antes de que sea demasiado tarde.
Habría también que buscar puntos de encuentro entre quienes consideren que esto no solo es necesario sino imprescindible, si es que queremos cambiar uno de los elementos clave que estructura nuestras sociedades: la des-información como uno de los resortes del Poder.
Después de hacer un diagnóstico profundo de la situación actual, se tendrían que abrir líneas de colaboración, de acciones comunes para buscar puntos de encuentro y comenzar a montar estructuras que, aunque incipientes, ayuden a visualizar un cambio de tendencia más pronto que tarde.
Articularnos para defendernos mejor frente a todo este caudal de supuestas informaciones que solo sirven para ocultar las fundamentales, aquellas que descubren y desnudan la verdadera naturaleza del Poder en todas sus diferentes versiones.
Habría, también, que crear bancos de datos y archivos compartidos sobre la corrupción, así como canales y buzones de denuncia seguros donde la ciudadanía pueda aportar informaciones precisas que, tras su debido contraste, puedan servir para desenmascarar a esos poderes.
Recojo, por último, las palabras de un reciente artículo de Jonathan Martínez (“El jefe infiltrado” en Nació Digital) en el que hablaba de cómo “el infiltrado policial persigue en los movimientos sociales el mismo objetivo que, según Chomsky, persigue el neoliberalismo en las redes de los trabajadores: socavar la ayuda mutua, disolver solidaridades, instaurar desconfianzas y generar una sociedad donde solo exista un ‘yo’ y no un ‘nosotros’”.
Pues bien, infiltrémonos en el Poder, para invertir la situación y hacer del Periodismo de Investigación la herramienta fundamental de una profesión devaluada y que, de seguir así, cada vez tiene menos razón de ser.