Nuestras razones en contra de la intervención militar francesa en Mali

Paul Martial

Bertold du Ryon

07/04/2013

Siempre en contra de esta guerra

Si creemos los discursos oficiales, la guerra en Mali está cerca de llegar a su fin, incluso si la fecha de salida de las tropas francesas, ya anunciada, está rodeada de incertidumbre (unas veces “abril”, otras “antes de julio”….).Incluso si ese calendario, aun siendo vago, es respetado, los problemas políticos, meros pretextos para la intervención militar, no se habrán solucionado. Los yihadistas, que, sin combatir, huyeron desde un principio de las ciudades malíes, continúan con la retirada hacia el desierto, convertido éste en campo de batalla. Una parte de las “fortalezas” naturales del Sahara al noroeste de Kidal parece haber sido localizada y destruida. Pero estos grupos preparan una estrategia, con vista a medio o largo plazo: presentarse como guerrilla de “resistentes al invasor”.

Su modelo a seguir es el de los talibanes de Afganistán. Sin embargo, es posible que el plan falle, ya que la comparación no les hace justicia. Afganistán fue marcado por 25 años de guerra permanente antes de la llegada de los talibanes, entre 1994 y 1996: primero contra la URSS, luego fueron los diferentes “Señores de la guerra” reaccionarios los que tomaron el control del país durante el periodo de 1989 a 1992, en nombre de la Charia. Así los talibanes, pese a su violencia, no fueron percibidos – por una parte de la población – como algo peor de lo que ya ocurría. En Mali, la situación es muy diferente.

Neocolonialismo.

En cuanto a Francia, sus élites creen haber legitimizado de nuevo su rol político, económico y militar sobre sus terrenos postcoloniales. Incluso si esta situación ha sido apaciguada por la retirada de los yihadistas, no se engañará, empero, a la población sobre las intenciones e intereses neocolonialistas franceses. Durante la primera fase de la intervención en Mali, el día 23 de enero, el ministro de defensa francés dio luz verde para la realización de una operación inédita: las “Fuerzas Especiales” de la armada francesa fueron desplegadas para velar por la seguridad de las minas de uranio de la compañía de Areva, situadas en el vecino Níger. “Inaudito”, comentaba entonces un editorial del periódico Le Point, que lejos del anticapitalismo, añadía: “hasta ahora, las Fuerzas Especiales francesas no habían participado directamente en la seguridad de intereses privados”. ¡Toda una demostración!

Una de las lecciones que podemos extraer de la guerra en Mali es que las expediciones militares pueden ser el germen (o servir como refuerzo) de las causas de futuras guerras cuyo precio será pagado por el pueblo. Numerosos observadores apuntan, de esta manera, la relación entre la intervención franco-británica en Libia – comenzada en marzo de 2011 – y los acontecimientos actuales en Mali.

Las intervenciones militares francesas nunca han contribuido a arreglar los problemas. Para los intereses de Francia y jamás para los de aquellos afectados, los supuestos bomberos son los mismos que prenden la llama.

¿Francia sin intereses en Mali?

En la declaración del presidente Hollande donde aseguraba que Francia no tiene intereses económicos en Mali y con el fin de justificar su intervención militar, encontramos algo de verdad y mucho de mentira. Las relaciones económicas entre Mali y Francia continúan siendo débiles a pesar de que, en el momento de las privatizaciones impuestas por las políticas de ajustes estructurales en los años 80, las multinacionales se apoderasen de una gran parte de los sectores privatizados, como es la distribución de la energía, la industria textil, las telecomunicaciones o el sector agroalimentario, con un ánimo de lucro inmediato. En 2010, Francia era el cuarto proveedor de Mali, con 280 millones de euros, importando esencialmente algodón y oro de este país por 5,9 millones de euros. Francia es ahora el 111º inversor directo del país.

El uranio de Areva…

Algo decisivo para Francia son las minas de uranio situadas en las proximidades del norte de Mali, minas explotadas por Areva, objetivo en numerosas ocasiones de los ataques yihadistas y de toma de rehenes. Níger aprovisiona a Areva con cantidades de entre un 30 y un 40% de uranio, vendido a precios que desafían cualquier competencia. Este mismo uranio hace funcionar a un tercio de las centrales nucleares en Francia, cuya electricidad es producida por las tres cuartas partes de la energía nuclear.

En París la cuestión de las minas de uranio es decisiva, ya que Areva acaba de meterle mano a la mina de Imouraren, una de las más grandes del mundo, con una inversión clave de más de mil millones de euros.

Las apuestas son colosales en términos financieros, pero no sólo en este ámbito. La reafirmación de Francia en esta región es de vital importancia para el control de un país como Níger, garantía de independencia energética de Francia, decidida a propagar su actividad nuclear por todo el mundo.

Otro elemento importante que explica la intervención militar de Francia en Mali es el rol innegable y reconocido de asegurar la estabilización de los países africanos francófonos para permitir a las multinacionales continuar explotando las riquezas mineras y atesorar las tierras fértiles.

El potencial minero de Mali parece prometer, según algunos especialistas. Aun no siendo ésta la razón para la intervención militar, está presente en todos, particularmente a la hora del diálogo político que debería definir futuras modalidades en la organización del país. Es probable, pues, que París intente que sus peones sigan avanzando…

Cronología de los acontecimientos en Mali y alrededores.

Francia entra en la zona.

En repetidas ocasiones durante los últimos años, Francia ha intervenido en varios países de la zona.

-        Costa de Marfil: septiembre de 2002, una rebelión estalla en el norte del país. Francia ayuda al presidente Laurent Gbagbo (en el poder desde el año 2000) a parar el avance de los rebeldes, pero seguidamente instala una parte de la fuerza militar francesa. Esto divide en dos a Costa de Marfil durante diez años. Noviembre de 2004, durante unas manifestaciones populares contra dicha fuerza armada, las tropas francesas tirotean a la muchedumbre desde el Hotel Ivoire en Abidjan (provocando decenas de muertos). Tras la elección que vio proclamarse a dos ganadores – Gbagbo y Alassane Ouattara –, Francia interviene militarmente y derroca a Laurent Gbagbo el 11 de abril de 2011.

-        Chad: en este país regido por la dictadura de Idriss Déby Itno y políticamente inestable, Francia interviene en numerosas ocasiones para sofocar las rebeliones, especialmente en febrero de 2008.

El estallido de la crisis malí.

El 1 de noviembre de 2010, se funda el “Movimiento nacional del Azawad”. El 16 de octubre de 2011, se fusiona con otros grupos tuaregs – reforzados por la vuelta de antiguos combatientes en Libia – y forman el MNLA: “Movimiento nacional de liberación del Azawad”.

A partir del 17 de enero de 2012, las luchas con la armada malí llegan a Menaka y Tessalit. Los tuaregs reciben el refuerzo de grupos yihadistas establecidos en la zona fronteriza algero-malí desde 2003. El 24 de enero una centena de soldados malíes desarmados son hechos prisioneros y degollados en Aguelhok. La responsabilidad de esta masacre ha sido siempre muy discutida, habiendo quien imputa al MLNA o a los yihadistas.

El avance de tropas rebeldes en el norte (tuaregs y yihadistas reunidos) hace fracasar al gobierno. A partir de las manifestaciones de mujeres soldado y civiles – protestando contra el hecho de que los reclutas sean enviados sin armas y de manera desorganizada al frente –algunos jóvenes oficiales se ponen en movimiento desde el campo militar de Kati. Para sorpresa general, el presidente Amadou Toumané Touré (ATT) es derrocado el 22 de marzo: todo un reflejo de la crisis por la que atraviesa el Estado malí fue el hecho de que su palacio estuviera sin apenas vigilancia…

Se crea entonces un movimiento de apoyo a los golpistas (el “movimiento del 22 de marzo”). El partido de izquierdas SADI le da apoyo preconizando una solución malíense del problema de la ocupación del norte sin intervención exterior. Sin embargo, el capitán Amadou Sanogo, que ha encabezado el gobierno resultante del golpe de Estado, reclama el 5 de abril una intervención militar internacional en una entrevista publicada por Libération y Le Monde. Las incertidumbres tras el 22 de marzo hacen retroceder el frente en el norte, mientras que las grandes potencias (como EEUU y Francia) aíslan a Mali “para condenar el golpe”, hasta la formación de un “gobierno de unión nacional.”

El 6 de abril, el portavoz del MNLA, Mossa Ag Attaher, proclama “la independencia del Azawad” (norte de Mali) en una entrevista para la cadena de televisión France 24. Numerosos observadores subrayan que esta entrevista fue dada en París, donde residía cómodamente el portavoz, y no sobre el propio terreno malí…

La alianza táctica del MNLA y los grupos islamistas se rompe: el 8 de junio estalla la lucha entre sus componentes en Kidal. El 27 de junio el MNLA registra una dura derrota militar contra los yihadistas en Gao. La dirección del MNLA encuentra refugio en Burkina-Faso, gobernada por Blaise Compaoré, viejo aliado de la “françafrique”. A partir de ahí, el MNLA intenta entrar de nuevo en el juego en repetidas ocasiones, llegando a proponer lucgar al lado de las tropas  francesas.

El 26 de septiembre, el presidente francés François Hollande defiende personalmente desde la tribuna de la asamblea general de las Naciones Unidas una intervención militar internacional en Mali. Sobre la base de estos escenarios, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas da, oficialmente, el visto bueno el 20 de diciembre. Salvo que el escenario seleccionado teóricamente excluye toda intervención directa francesa, al menos en dicho terreno, y únicamente prevé el despliegue de tropas africanas...

Urgencias humanitarias.

La urgencia humanitaria a la cual se enfrenta Mali, como tantos otros países sahelianos, es la crisis alimentaria provocada principalmente por una fuerte sequía en 2012.  Este conflicto ha sido agravado por los ataques yaihadistas en el norte de Mali. La mayoría de campesinos no ha sembrado ni plantado cultivos de temporada que ayuden a superar el periodo de carestía. De esta manera, las demandas de ayuda alimenticia, que tienden a disminuir en la zona del Sahel, han aumentado hasta un 24% en Mali.

La crisis alimentaria se ha acentuado debido a un fortísimo aumento de los precios: a modo de ejemplo, el kilo de arroz – que costaba alrededor de unos 65 céntimos – se vende ahora a 2 dólares, el maíz – que ya había aumentado casi en un 60% en Tombuctú y un 85% en Gao – vuelve a subir un 20% más. Estos precios, inaccesibles para la inmensa mayoría de los habitantes, encuentran una explicación en las importantes dificultades de aprovisionamiento de los mercados y la huída de la población árabe y tuareg que tradicionalmente sustentaban los comercios de distribución alimenticia. A esto se añade, asimismo, el problema del abastecimiento de agua que las autoridades quieren hacer pagar a los consumidores de ahora en adelante…

Los refugiados aumentan.

El censo de refugiados en los países limítrofes de Mali, como Mauritania, Algéria, Burkina-Faso y Níger, indican que de los 170.000 refugiados, una gran mayoría es tuareg o árabe. Es fácil detectar el miedo en los ojos de la gente, como los yihadistas o sus cómplices. Las exacciones de los soldados del ejercito malíense han empeorado este fenómeno, ya que la estrategia de una parte de los yihadistas es mezclarse con la población, lo que tiende a exacerbar la desconfianza y los odios entre los malíes.

Respecto a lo humanitario, tras la intervención francesa la situación está lejos de mejorar. La población desplazada y refugiada durante el comienzo de la crisis espera que la situación social, sanitaria y de seguridad mejore en los campos. El número no deja de crecer: en diciembre de 2012 alrededor de 227.000 desplazados; 260.000 en febrero de 2013. Muchos de estos refugiados lo han perdido todo, y las condiciones de vida en el campo son precarias. Las enfermedades de la piel o el cólera hacen su aparición, y la malnutrición continúa siendo un problema constante. La vuelta de la gente a sus lugares de origen debe estar acompañada, imperativamente, de una ayuda que permita retomar su actividad económica.

Los Tuaregs: una cuestión recurrente.

El problema tuareg no se encuentra únicamente en Mali, sino en el conjunto de los países sahelianos, aunque los Estados permanecen indiferentes a sus reivindicaciones.

Históricamente, los Tuaregs han sido un pueblo nómada, aunque algunos sean hoy sedentarios, minoritariamente en el norte de Mali. Después de mucho tiempo, una de sus actividades principales es el transporte de mercancías caras a través del desierto.

Los Tuaregs han llevado a cabo grandes luchas contra la colonización, hasta tal punto que Francia les concedió ciertas prerrogativas que respetaban su cultura y su modo de vida.

Modibo Kèita, padre de la independencia de Mali en 1960, cercano a los países del bloque soviético y panafricanista convencido, llevó a cabo una política de centralización del país acompañado de violencia contra los Tuaregs. En su momento, fueron propuestas dos cuestiones claves: el pago de impuestos por los Tuaregs y el fin de la política esclavista. Aunque se debía encontrar una solución para estas dos cuestiones, las respuestas militares y burocráticas acentuaron las divisiones. Durante la resistencia de los Tuaregs la represión se abatió sobre gran parte de su población. El norte de Mali se convirtió en una región ocupada militarmente y la gran sequía de los años 70 hizo huir a numerosos Tuaregs hacia Libia, donde la mayoría fueron reclutados en la milicia islámica para la guerra que se libraba principalmente en Chad.

Integración y desarrollo.

Las luchas tuaregs de los años 80 y 90 tuvieron como objetivo una mejor integración dentro de la sociedad malí. A partir del 2000, se tomaron numerosas medidas para favorecer dicha integración, especialmente por parte del aparato del Estado. En 2006, el Acuerdo de Algeria consiguió instaurar una paz duradera, aun siendo objeto de controversia debido, sobre todo, a la desmilitarización de la zona norte de Mali, que permitió a yihadistas y traficantes –a veces, una misma cosa– convertirlo en su territorio, más grande que Francia, y su refugio.

Pese a sus pretensiones, el Movimiento nacional de liberación del Azawad (MNLA) está lejos de representar al conjunto de Tuaregs y mucho menos a la población del norte. La política totalmente aventurista y sin principios del MNLA ha provocado grandes daños a la causa tuareg.

De hecho, el problema es doble: por un lado, la cuestión del desarrollo del norte de Mali, por otro, la cuestión nacional tuareg. Las soluciones se encontrarán, ciertamente, en una descentralización que conlleve una transferencia de competencias del Estado central a nuevas instituciones regionales autonómicas. No obstante, para que estas soluciones sean viables, necesariamente deben ser negociadas y acordadas por diferentes pueblos, que durante siglos han convivido juntos. Las negociaciones no deben ser monopolizadas por organizaciones más o menos autoproclamadas y cuya representatividad de las distintas comunidades es cuanto menos dudosa. Las poblaciones del norte de Mali han desarrollado una densa red de organizaciones de sociedad civil a las que conviene escuchar y respetar, una red totalmente opuesta a que el diálogo político malí se desarrolle bajo control francés.

Paul Martial es editor de la página web del colectivo Afriques en Luttes y militante de la Gauche Anticapitaliste, integrada en el Front de Gauche. Bertold du Ryon es un activista internacionalista francés, militante del NPA, en cuya revista se publicó este artículo.

 

Traducción para www.sinpermiso.info: Judit de Diego

 


Fuente:
http://npa2009.org/node/36115
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