Rachida El Azzouzi
11/09/2021Era una derrota anunciada. La cuestión era conocer su magnitud. Que es espectacular y una sorpresa. El Partido Islamista Justicia y Desarrollo (PJD), en el poder durante una década, colapsó en Marruecos en las elecciones parlamentarias celebradas el miércoles 8 de septiembre.
La única formación de ideología islamista "autorizada" por la monarquía, que se impuso en el panorama político marroquí en 2011, año de todos los temores de los regímenes autoritarios del mundo árabe cuando sus pueblos se levantaron exigiendo libertad, pasa de 125 a 12 escaños en el Parlamento marroquí. Apenas diez parlamentarios de un total de 395… Cuando el partido político más antiguo de Marruecos, el Istiqlal (centro-derecha nacionalista), resucita y gana 32 escaños.
La derrota del PJD marca el fin del ciclo abierto por el movimiento del 21 de febrero de 2011, que se manifestó en todo el país a raíz de las revoluciones árabes. El M20F había obtenido una victoria: una nueva Constitución que establecía más derechos humanos y libertades pero que, nunca aplicada, fue el trampantojo del rey de Marruecos Mohammed VI.
El PJD había sido el gran beneficiado de este proceso de democratización, tejiéndo a través de las elecciones locales y nacionales la ocupación, en particular, de territorios y mezquitas, alcanzando una popularidad y un lugar central en una sociedad marroquí conservadora y religiosa.
Diez años después, el PJD es el gran perdedor de un sistema político que, tras una fachada institucional democrática, permanece más que nunca bajo el estricto control del palacio real y su régimen, el Majzen. Marruecos es una monarquía que concentra el poder real en manos de un hombre, "el comandante de los creyentes", el jefe de Estado: el rey que reina y gobierna.
El PJD nunca buscó salirse de este régimen, cumpliendo las decisiones y lineamientos reales, aplicando las políticas neoliberales, a pesar de que la población contaba con él para luchar contra las crecientes desigualdades, el desempleo y la corrupción. Se hundió en la silla de "partido de gobierno", acumulando fracasos y humillaciones, como la normalización, en diciembre de 2020, de las relaciones con Israel a cambio del reconocimiento por parte de Estados Unidos de la marrocanidad del Sahara Occidental.
Tras quedar en quinto lugar, Saad-Eddine El Othmani, secretario general del PJD y primer ministro saliente, que se presentó en uno de los distritos electorales de Rabat, tendrá que rendir cuentas en un partido al borde de la implosión. Un partido que no podrá justificar su debacle invocando una campaña electoral mínima que se desarrolló en las redes sociales, por la pandemia del coronavirus o denunciando unas elecciones empañadas por "graves irregularidades", entre ellas "el obsceno reparto de dinero" cerca de los colegios electorales, que niega el Ministro del Interior Abdelouafi Laftit.
Los marroquíes eligieron a sus nuevos diputados el mismo día que a sus representantes municipales y regionales, Lo que en principio hubiera ayudado a reducir la abstención que sigue siendo muy alta y que es otra forma de rechazo, esta vez a toda la clase política. También es la primera vez que la distribución de escaños en el Parlamento se ha calculado sobre la base del número de votantes registrados en el censo y no de los votantes efectivos. Un nuevo método de cálculo destinado a favorecer a los pequeños partidos y a fragmentar el escenario político.
Mientras el PJD se desmorona, sus principales rivales, el liberal Agrupamiento Nacional de Independientes (RNI) y el Partido de la Autenticidad y la Modernidad (PAM), se sitúan en cabeza. El RNI obtuvo 97 escaños, el PAM, 78. Un punto en común que dice mucho sobre la renovación política en curso: ambos están al servicio del Majzen.
Detrás del RNI, que pertenece a la coalición gobernante, está un empresario multimillonario, Aziz Akhannouch, una de las personas más ricas de Marruecos, ministro de Agricultura desde 2007, es decir desde hace 14 años. El rey nombrará un jefe de gobierno de este partido y tendrá que formar un gobierno de coalición. Detrás de la creación del PAM en 2008, con el objetivo de eclipsar a los islamistas, estuvo el actual consejero real, "el amigo del rey", Fouad Ali El Himma que ya no tiene responsabilidades dentro del partido desde 2011 ... oficialmente.
“El PJD ha protegido al rey y justificado todos sus fracasos económicos y sociales. Recibió los golpes sucios, sirvió como un parachoques, como un fusible. Hoy se elige un nuevo fusible, pero esta vez, en el mismo corazón del serrallo real -analiza el politólogo Hasni Abidi, director del centro de estudios e investigación sobre el mundo árabe y mediterráneo en Ginebra. Será interesante, porque la derrota del PJD es también la derrota del islamismo político. Esto significa que la transición democrática en Marruecos está fracasando, ya que asistimos al triunfo de dos partidos cercanos al palacio en un momento de retroceso autoritario y securitario".