Libia: un "estado fallido" en manos de las milicias y las fuerzas de intervención imperialistas

Paul Martial

Kamel Abdallah

30/03/2017

El acoso de las milicias

Paul Martial

Libia sigue hundiéndose en el caos como resultado de los conflictos violentos entre las numerosas milicias armadas.

Los juegos de poder están relacionados con el control del petróleo y varias tráfico ilícito, a menudo en detrimento de las poblaciones y de los refugiados que tratan de llegar a Europa desde la costa de Libia.

Tres gobiernos

"Luz aplastante" es el nombre en código de la operación militar para recuperar los dos sitios de Ras Lanuf y Al Sedra, en el arco petrolero, del Mariscal Hartar, del gobierno basado en Tobruk, con la que pretendía seguir disputando el liderazgo a su rival Fayez el-Sarraj, reconocido por la comunidad internacional tras el acuerdo de Skhrirat.

Fayez al-Sarraj sigue siendo débil y depende en buena medida de las milicias de Trípoli, que en su mayoría son islamistas. A esto se suma un tercer gobierno, el de Khaled al-Gouil, surgido del antiguo gobierno islamista en Trípoli, que no es reconocido por las Naciones Unidas.

Si el arco petrolero ha sido escenario de choques violentos y recurrentes entre Haftar y las Brigadas de Defensa de Bengasi, una coalición diversa donde hay organizaciones afiliadas a Al Qaeda y al Estado Islámico, lo mismo ocurre en Trípoli entre las milicias de Fayez el-Sarraj y las de Khaled al-Gouil.

La complejidad de la situación es aún mayor en la medida en que las alianzas entre diferentes milicias son versátiles y el apoyo diplomático de las potencias occidentales y regionales es raramente inequívoco. Por poner el ejemplo de Francia, líder en la materia, el Ministerio de Asuntos Exteriores actúa de acuerdo con las resoluciones de la ONU y apoya a Fayez el-Sarraj, pero las fuerzas especiales francesas asesoran y luchan con su principal enemigo, el Mariscal Haftar, que no reconoce el acuerdo de Skhrirat.

Tratar de entender las agendas de los diferentes actores desde el ángulo de islamismo también es insuficiente. Haftar proclama que lucha contra los terroristas yihadistas, como las milicias de Fayez el-Sarraj y Khaled al-Gouil. Pero, de hecho, el hombre fuerte de Tobruk ha establecido una alianza con los saudíes, que envían a sus jeques a las mezquitas de la región para predicar el Islam wahabí ... Así que ahora las mujeres menores de 60 años no pueden viajar si no van acompañadas por un pariente masculino, imponiendo así las reglas injustas del reino saudí.

La primera víctima es la población

Estas guerras intestinas, obviamente, tienen graves consecuencias económicas y sociales. Las exportaciones de petróleo se han reducido de 1,6 millones a 700.000 barriles, y dados los combates continuos en las zonas petrolíferas, no es seguro que se pueda mantener dicho nivel de producción. Las divisas extranjeras se derriten como la nieve. De 107,6 mil millones de reservas en 2013, sólo quedaban 43 mil millones en 2016, lo que es particularmente alarmante dado que el país importa los principales productos alimenticios. Más de un tercio de la población se ve amenazada por una crisis alimentaria. La enorme cantidad de armas que circulan en el país - se estiman en 18 millones - han convertido a Trípoli en una de las capitales más peligrosas, donde abundan el crimen, la extorsión y los secuestros ...

Los más afectados son los refugiados que llegan a Libia para intentar saltar a Europa, que son víctimas de los traficantes, las diferentes milicias y los guardacostas oficiales. Los inmigrantes son detenidos y conducidos a campos de detención, donde viven en condiciones deplorables, son víctimas de torturas, violaciones y ejecuciones sumarias. Pero esto no impide que Europa quiera negociar con el gobierno de Libia al mismo acuerdo firmado con Turquía, que subcontrata el control y freno de los flujos migratorios hacia Europa. Y si el gobierno de Libia no es capaz de garantizar los derechos fundamentales de los refugiados, peor para ellos. Después de haber contribuido a descomponer Libia, la Unión Europea intenta devolver a los refugiados a lo que todas las organizaciones de derechos humanos consideran un infierno.

https://npa2009.org/actualite/international/libye-en-proie-aux-milices



Nueva ola de caos en Libia

Kamel Abdallah

Desde principios de este mes, en Trípoli, Benghazi y el arco petrolífero, los principales acontecimientos militares y de seguridad tendrán inevitablemente un impacto en el complejo mapa político de Libia, que ha alcanzado tal estado de fluidez y anarquía en los últimos tres años que amenaza la unidad del estado libio.

La preocupación inmediata es cómo estos acontecimientos afectarán el ya frágil Acuerdo Político Libio (LPA), firmado en Skhirat, Marruecos, hace más de un año, con la esperanza de revivir el proceso de recuperación política que quedo detenido sobre el terreno hace dos años y medio. Es evidente que los nuevos brotes de lucha se han convertido en un grave reto para Fayez Al-Sarraj, presidente del Consejo Presidencial y primer ministro del Gobierno del Acuerdo Nacional (GNA), quien ha estado presionando para implementar las disposiciones del LPA, especialmente con respecto a la situación política y de seguridad en la capital.

Trípoli ha estado atrapado recientemente durante toda una semana en un aumento sin precedentes de los combates entre milicias rivales. Por un lado, las brigadas aliadas al Consejo Presidencial y el GNA; por otro, las brigadas y milicias aliadas con el autoproclamado Gobierno Nacional de Salvación (NSG) encabezado por Khalifa Al-Ghoweil, cercano a la oficina del Gran Mufti Sheikh Al-Sadeq Al-Ghariani y a los dirigentes del Congreso Nacional General (GNC). Los tres grupos se oponen al acuerdo del GNA firmado en Marruecos el 17 de diciembre de 2015. Hace aproximadamente un mes y medio, las milicias del NSG asaltaron y ocuparon la sede del GNC, que se transformó en el Alto Consejo de Estado del LPA. Los analistas describieron en su momento el asalto como el mayor revés para el proceso de reconciliación nacional desde que el Consejo Presidencial se trasladó a Tripolí hace un año.

La semana pasada, las fuerzas combinadas aliadas al GNA, que consistían principalmente en la Brigada de los Revolucionarios de Trípoli, las Fuerzas de Seguridad Central y la Brigada Saadawi, lograron recuperar el control del cuartel general del GNA o, como es conocido ahora del Alto Consejo de Estado. En el proceso, estas fuerzas también expulsaron a pequeños grupos de milicias que habían afirmado su control sobre varias partes de la capital, como los distritos de Andalus, Qurqash, Qurja, Ghout Al-Shamal y la Ciudad Turística. A medida que estas operaciones se extendieron, el GNA emitió un comunicado anunciando que sus fuerzas estaban limpiando el barrio andalusí de proscritos y que no cesarían hasta que hubieran expulsado a todos aquellos que socavan y obstruyen las actividades de la policía y los servicios de seguridad, que trabajan para restaurar la seguridad y el orden en la zona.

El jueves de la semana pasada, el Consejo Presidencial anunció que había logrado alcanzar un alto el fuego y asegurar la retirada de todas las milicias y grupos paramilitares de la capital, como exige el LPA. El Consejo agregó que la Guardia Presidencial, que está subordinada a la Presidencia y al GNA, se encargaría de la protección de la sede del Alto Consejo de Estado y se formaría un comité bajo en el Ministerio de Defensa del GNA para supervisar la retirada de las milicias en un período de 30 días como máximo.

Aún está por ver si ese acuerdo se mantendrá dados los nuevos enfrentamientos violentos en el país, especialmente teniendo en cuenta la resistencia de los grupos milicianos y su capacidad para adaptarse a las nuevas circunstancias y aprovecharlas. En todo caso, parece que el Consejo Presidencial actúa con la premisa de que es mejor tratar primero con los cuatro grandes grupos de milicias de la capital que con las docenas de pequeñas brigadas que se han convertido en pandillas criminales responsables de gran parte de los robos, saqueos y asesinatos. Se conocen las identidades, ubicaciones, capacidades y liderazgos de los grupos más amplios, por lo que es más fácil negociar con ellos, atender sus reivindicaciones y / o ejercer presión sobre ellos con la ayuda de las potencias internacionales.

En la región del arco petrolífero en el centro de Libia, las Brigadas de Defensa de Benghazi (BDB) lanzaron un ataque sorpresa y rápidamente asumieron el control de las principales terminales de exportación de petróleo en Al-Sadr y Ras Lanouf. Aunque las fuerzas armadas libias bajo el general Khalifa Haftar lograron recapturar las terminales petroleras y expulsar a las BDB en el espacio de 10 días, el ataque hizo evidente lo frágil que es el control de las fuerzas de Haftar y socavó la imagen del hombre fuerte del oriente libio en un momento en que sus apoyos regionales están tratando de hacerlo aceptable a la comunidad internacional. En la actualidad, el mapa de las fuerzas rivales que compiten por ese área estratégica sigue sin estar claro. Las fuerzas de Haftar y las BDB se intercambiado acusaciones de utilizar mercenarios de Sudán y Chad en sus campañas para controlar las terminales petroleras. La misma acusación fue hecha por el ex aliado de Haftar, Ibrahim Al-Jadran, después de que sus fuerzas fueran expulsadas de la zona en septiembre de 2016.

En el tercer punto de conflicto principal, Benghazi, las fuerzas de Haftar anunciaron que habían tomado el control del área de Imarat 12 en el distrito de Qanfouda de Benghazi occidental, después de la retirada de las fuerzas del Consejo Shura de los Revolucionarios de Benghazi (SCBR) y sus familias. Estos se trasladaron a Saberi y Souq Al-Hout, dos de los distritos más grandes y antiguos de Benghazi, en lo que los observadores describen como un intento de escapar del estrecho cerco al que habían estado sometidos durante tres meses. Por otra parte, las imágenes que las fuerzas de Haftar han difundido de la destrucción de tumbas y de cadáveres mutilados de combatientes del SCBR que fueron enterrados en el área de Imarat 12 provocaron una condena generalizada. Es probable que las repercusiones de ese comportamiento sacrílego se sientan durante meses y años en esa ciudad, que ha sido desgarrada por la guerra y las muchas injusticias que seguirán planteando el mayor reto al restablecimiento de la estabilidad en el país.

En otra parte en el este de Libia, el presidente de la Cámara de Representantes, que se niega a aceptar el LPA, ha interrumpido el diálogo con sus adversarios políticos en protesta por la toma de las terminales petroleras por parte de las BDB. Esta decisión dificulta aún más los esfuerzos de paz y reconciliación patrocinados por la ONU y promovidos por diversas potencias regionales e internacionales. El enviado especial de la ONU para Libia, Martin Kobler, denunció el lunes una peligrosa escalada militar en toda Libia como consecuencia del deterioro de la situación de seguridad en Trípoli y los acontecimientos en Misrata y Benghazi. Hizo un llamamiento a todas las partes para "poner a Libia y la unidad de Libia por delante de sus propios intereses de grupo. La violencia, el discurso del odio y la mutilación de cadáveres en Libia es completamente inaceptable. La calma debe ser restaurada de inmediato, los organismos e ideales democráticos deben ser respetados y la libertad de expresión protegida", dijo Kobler en un comunicado de prensa.

Kobler hizo un llamamiento asimismo a las instituciones libias "para que se comprometan a avanzar en el LPA y a implementar rápidamente los acuerdos de seguridad en Trípoli, que prevén la retirada de los grupos armados de la capital y el despliegue del ejército y la policía", y añadió: “no se puede permitir que la agenda la marquen la violencia sobre el terreno y el extremismo". Además, advirtió que "la movilización de fuerzas y los actos y retóricas hostiles representan un riesgo real de que el país se deslice hacía una confrontación militar generalizada". Al mismo tiempo hizo hincapié en el fuerte compromiso de la comunidad internacional con Libia, como se demostró nuevamente en la reunión del 18 de marzo del Cuarteto, que pidió a los estados miembros ejercer su influencia con las partes para sacar a Libia del borde del precipicio y hacer que vuelvan al proceso político. "La responsabilidad, sin embargo, de poner fin a esta escalada de violencia, incumbe ante todo a los propios libios", subrayó Kobler. "Todos los actores políticos y de seguridad con capacidad de influir sobre sus seguidores deben actuar ahora".

Como ha señalado el enviado especial de la ONU, los recientes acontecimientos en Libia demuestran que las partes con influencia sobre el terreno han estado empujando al país a un peligroso abismo, comprometiendo gravemente todos los esfuerzos de mediación, ya sean internacionales, regionales o incluso nacionales. La situación libia está en un nuevo estado de flujo con respecto a las alianzas políticas y militares, y es probable que no lleguen a nuevos equilibrios sin nueva oleada de violencia y conflictos militares. Y ello es muy probable cara a la renegociación de partes del LPA, lo que podría inducir a las facciones a fortalecer sus posiciones en el campo de batalla como una forma de mejorar su situación en las negociaciones. También es posible que la próxima ronda de negociaciones tenga lugar con un nuevo enviado de la ONU, ya que hay fuertes indicios de que Kobler será reemplazado por un enviado de Estados Unidos.

http://weekly.ahram.org.eg/News/20014.aspx

es editor de la página web del colectivo Afriques en Luttes y militante de la Gauche Anticapitaliste, integrada en el Front de Gauche.
Corresponsal en Libia de la revista egipcia Weekly Ahram.
Fuente:
Varias
Traducción:
Enrique García

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