La policrisis de Myanmar

Adam Tooze

25/12/2023

Mientras nuestra atención colectiva se centraba en octubre de 2023 en la violencia en Palestina, un corresponsal de mirada aguda me señaló sin rodeos nuestra falta de atención en la enorme violencia  en Myanmar, que en gran parte también está dirigida contra los musulmanes, en particular los rohingya en el estado de Rakhine, en la frontera con Bangladesh.

El correctivo es mas que merecido. La escala de la violencia en Myanmar es espectacular. Actualmente alrededor de 2 millones de personas están desplazadas. El complejo de refugiados rohingya en la región de Cox's Bazar en Bangladesh, justo al otro lado de la frontera, a menudo se describe como el campo de refugiados más grande del mundo. En un mundo de desplazamientos masivos, es mucho de lo que presumir.

Myanmar es un mosaico de grupos étnicos que en muchos casos han estado atrapados en luchas violentas durante décadas. La fuerza dominante en el país desde la independencia ha sido el ejército, que entre los años 1960 y finales de los 1980 impuso un régimen socialista y desde entonces se ha transformado en un capitalismo de compinches. En 2011 se embarcaron en un programa de apertura que condujo a la elección de un gobierno democrático. Bajo su mandato se lanzó la campaña más violenta contra los rohingya en 2017. En febrero de 2021, los generales recuperaron el control y depusieron al gobierno democrático mediante un golpe de estado. Lo que ha desencadenado una resistencia armada, no sólo en Rakhine, sino también en las regiones fronterizas con Tailandia y China.

A primera vista, se trata de una lucha desigual en la que los militares controlan las principales zonas urbanas y gran parte de la economía moderna y disfrutan del respaldo de China y Rusia. Pero en octubre de este año, en la última escalada de violencia, facciones armadas en tres importantes regiones lanzaron un ataque simultáneo que se conoce como la ofensiva 1027. El régimen quedó contra las cuerdas mientras, según el Banco Mundial, los combates han sido los más intensos desde el golpe de febrero de 2021.

Fuente: Banco Mundial

La guerra civil ha desequilibrado toda la región y bandas criminales operan a gran escala desde el Triángulo de Oro. Mientras tanto, la violencia extrema del régimen ha provocado acusaciones de genocidio, lo que ha avergonzado profundamente a la ASEAN, la organización económica regional. Los combates perturban el comercio fronterizo y dañan aún más la frágil economía de Myanmar.

Myanmar, es un verdadero desastre económico. Birmania fue alguna vez el cuenco de arroz de Asia, el mayor exportador de arroz del mundo. Durante la gran depresión de la década de 1930, Birmania sufrió una devastadora depresión agrícola y, tras la ocupación japonesa y la Segunda Guerra Mundial, en el período poscolonial, el país nunca volvió a la normalidad. A partir de 1960 estuvo sujeto a un brutal experimento de socialismo autoritario, dirigido por los militares.

Fuente: Anne Booth Investigación del Sudeste Asiático 2003

En la década de 1970, Myanmar acabó siendo uno de los países más pobres del mundo. Aún hoy, el PIB per cápita de Myanmar es inferior al de Vietnam, Laos o Camboya, que sufrieron las catástrofes de la guerra de Vietnam y el régimen de Pol Pot.

En 2011 se inició un proceso de transición política y económica. El gobierno militar de transición organizó elecciones en 2015. A medida que se abrió el comercio y llegó el capital extranjero, Myanmar experimentó un crecimiento económico promedio del 6 por ciento anual, junto con una reducción significativa de la pobreza. Uno de los sectores de mayor crecimiento, siguiendo el ejemplo de países como Bangladesh, fue la industria de la confección.

Pero este crecimiento se vio frenado por las consecuencias de la violencia masiva en el estado de Rakhine desatada en 2017, la pandemia de COVID de 2020 y el golpe de febrero de 2021. Además, los desastres naturales siguen asolando Myanmar. El ciclón Mocha, un ciclón de categoría 5 que azotó el país en mayo de 2023, causó graves daños.

Según el informe del Banco Mundial sobre Myanmar: “Se estima que la economía en 2023 será un 30 por ciento menor de lo que podría haber sido sin la COVID-19 y el golpe. Se estima que el PIB real per cápita es alrededor de un 13 por ciento inferior a los niveles de 2019”.

La actual escalada de violencia significa que la economía de Myanmar está bajo una presión aún más intensa. Según el Banco Mundial: “En la Encuesta telefónica subnacional de Myanmar (MSPS) realizada a finales de 2022 y principios de 2023, aproximadamente la mitad de los hogares encuestados informaron de una disminución de sus ingresos durante el año pasado, mientras que sólo el 15 por ciento informó de un aumento”. Y el impacto de las crisis actuales es reducir aún más el potencial de crecimiento a largo plazo: “El gasto público en salud y educación ha caído del 3,6 por ciento a aproximadamente el 1,8 por ciento del PIB entre los años fiscales 2020 y 2023”. La última encuesta del Banco Mundial (mayo de 2023) encontró que “el 48 por ciento de los hogares rurales están preocupados por no tener suficientes alimentos, frente a alrededor del 26 por ciento en mayo de 2022. La encuesta también muestra una caída notable en el consumo de alimentos nutritivos como leche, carne, pescado y huevos”. Aproximadamente un tercio de la población de Myanmar necesita actualmente ayuda humanitaria.

En situaciones de crisis como esta, el último recurso de las élites regionales de Myanmar y de los  campesinos pobres es refugiarse en diversos tipos de actividades ilegales. En la frontera con China, bandas violentas se dedican a secuestrar a miles de trabajadores chinos para llevar a cabo actividades de crimen organizado. Mientras tanto, en el legendario Triángulo de Oro, el tráfico de drogas está en auge.

El tráfico de drogas es un negocio global en constante cambio. El propio Triángulo de Oro ha sufrido cambios dramáticos. La superficie dedicada al cultivo de opio está muy por debajo de sus máximos históricos del decenio de 1990.

En la década de 2010, el foco de la producción de drogas pasó de la adormidera a varios tipos de drogas sintéticas, que comenzaron a ocupar un lugar destacado en el Triángulo de Oro a finales de 2013. Tras el golpe de 2021 y la pérdida de control del gobierno central sobre gran parte de las regiones fronterizas del país, la producción de drogas sintéticas ha seguido aumentando. Grandes incautaciones de metanfetamina en pastillas y cristales de metanfetamina revelan la magnitud de la actividad. Pero el Triángulo también ha vuelto a sus raíces con un aumento del cultivo de opio.

Un factor que impulsa el retorno al opio es la represión en Afganistán por parte del nuevo régimen talibán, que ha reducido el cultivo de opio en un 95 por ciento desde que los estadounidenses se retiraron. Por defecto, Myanmar se ha convertido en el mayor productor de opio del mundo. Pero el hecho de que el Triángulo de Oro esté aumentando la producción también refleja la situación de colapso de la economía de Myanmar. Poderosos grupos narcotraficantes están entrando en la región ofreciendo semillas, fertilizantes e incluso equipos de riego y aspersores. Los campesinos empobrecidos no tienen medios para resistir sus exigencias. Significativamente, el rendimiento de los cultivos ha aumentado mucho más dramáticamente que la extensión del cultivo, lo que sugiere una mejora en las técnicas agrícolas.

El dinero del tráfico de drogas fluye hacia la economía en general, impulsando actividades de lavado de dinero a gran escala en el negocio de los casinos. El patrón regional de producción de drogas es revelador:

"En el estado de Shan, estas condiciones posteriores al golpe han creado una “tormenta perfecta” para la producción de drogas, según Jeremy Douglas, representante regional de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC) para el sudeste asiático y el Pacífico. “Está el colapso de la seguridad en el estado de Shan, una aceleración [de la producción de drogas] después del golpe y una frontera enorme y muy porosa a lo largo del río Mekong entre Shan y Laos”, dijo a Al Jazeera. "Es una receta perfecta para el desastre"".

Fuente: ONUDD

Las drogas no se consumen en Myanmar, sino que llegan a los clientes internacionales, sobre todo a través de la frontera con Laos, el “camino de menor resistencia”. En octubre de 2021, la policía de Laos llevó a cabo la redada de drogas más grande jamás realizada en Asia, interceptando un camión de cerveza en la provincia de Bokeo que transportaba 55 millones de pastillas de metanfetamina y 1,5 toneladas de cristal de metanfetamina. Según la ONUDD, en 2022 Laos incautó 144 millones de pastillas de metanfetamina. En 2019 y 2020, esta cifra ascendió a sólo 17,7 millones y 18,6 millones respectivamente. En toda la región, en 2022 las autoridades pueden haber incautado hasta mil millones de dosis de metanfetamina.

La economía de las drogas es importante en las regiones fronterizas de Myanmar, ya que sostiene las bases de poder regionales y alimenta la actividad paramilitar. Pero como medio de prosperidad y crecimiento económico su potencial es limitado. Según la ONU:

"En 2023, el papel de los opiáceos en la economía de Myanmar siguió ganando importancia. El valor del opio en la explotación agrícola es una parte importante de los ingresos brutos de los agricultores generados por el cultivo de la adormidera. En 2023, se estimó que oscilaría entre US$ 271 y 613 millones, lo que representa entre el 0,5 y el 1% del PIB nacional de 2022, y entre el 2 y el 5% del componente agrícola, forestal y pesquero del PIB de 2022, que se estimó en 12 mil millones de dólares. Entre 2022 y 2023, el precio al productor aumentó alrededor del 60%. La actividad más rentable en la economía del opio es la producción y el tráfico de heroína. En 2023, se estima que se consumieron 5,8 toneladas de heroína en Myanmar, con un valor que oscila entre 104 y 197 millones de dólares. Se exportaron entre 58 y 154 toneladas de heroína, por un valor de entre 835 y 2.200 millones de dólares. Se estimó que el valor bruto de toda la economía de los opiáceos (que comprende tanto el valor del consumo interno como las exportaciones de opio y heroína) en Myanmar en 2023 oscilaría entre 1.000 y 2.500 millones de dólares, lo que representa entre el 2% y el 4% del PIB nacional en 2022".

En total, las regiones en las que la oposición al régimen de la Junta es más fuerte representan sólo una proporción relativamente pequeña del PIB de Myanmar. Las provincias de Sagaing, Northern Shan, Rakhine y Kayah representaron alrededor del 17 por ciento del PIB de Myanmar en el año fiscal 2021-22.

Claramente, la gran mayoría de los 54 millones de habitantes de Myanmar vive y trabaja en otras áreas, la mayoría de las cuales están bajo el control de la Junta, que controla la mayoría de los aeropuertos, bancos y grandes ciudades de Myanmar, incluida la capital, Naypyidaw.

Dada la ubicación estratégica de Myanmar, la función obvia de su economía es servir como interfaz entre China, la región del Sudeste Asiático y el Océano Índico.

Sin duda, a China le encantaría desarrollar Myanmar de esta manera. China ve a Myanmar y al Corredor Económico China-Myanmar como una alternativa al cuello de botella del Estrecho de Malaca, a través del cual fluye la mayor parte del comercio marítimo hacia y desde China y que está bajo control naval de Estados Unidos. Los actores políticos locales birmanos son muy conscientes de este hecho. Como todos los actores de la región, la élite política de Myanmar está orientada hacia las riquezas y el poder de China y es cautelosa con su apabullante influencia. El ejército birmano a veces roza la “sinofobia” en su alergia a la excesiva influencia china. En los últimos años esto ha aumentado su deseo de fortalecer las relaciones con el régimen de Putin en Rusia.

Irónicamente, durante el período de liberalización de Myanmar en la década de 2010, Aung San Suu Kyi, la activista pro-democracia que se convirtió en líder de facto del país en 2016, cultivó estrechas relaciones con China, específicamente para distanciarse del ejército de Myanmar. El apoyo de Beijing fue particularmente útil después de que el gobierno de Suu Kyi se viera atacado por sus críticos occidentales por la violencia genocida contra los rohingya.

En total, el gobierno de Aung San Suu Kyi firmó acuerdos de infraestructura con China que sumaban más de 20 mil millones de dólares en la primavera de 2020. Para 2023, la cifra podría haber aumentado hasta 35 mil millones de dólares. El dinero chino eclipsa a todos los rivales potenciales, en particular India, que ha ofrecido inversiones por un total de unos cientos de millones de dólares.

Con Aung San Suu Kyi como socia, Beijing se encontró en la posición inusual de poder impulsar su agenda BRI de la mano de una política democrática muy popular. El golpe de febrero de 2021 puso a Suu Kyi bajo arresto domiciliario y desencadenó insurgencias contra el gobierno central. Sin embargo, Beijing ha persistido, con la esperanza de poder situar a la Junta bajo su dominio.

Como señaló The Economist, no sólo están en juego intereses estratégicos a largo plazo para China en Myanmar. También hay cuestiones de preocupación más inmediata:

"La suerte de Yunnan, la pobre provincia china adyacente a Myanmar, depende de la estabilidad al otro lado de la frontera. Los inversores chinos acudieron en masa porque ven a Myanmar como una puerta a las economías del sudeste asiático. El petróleo que fluye a través de un oleoducto desde Myanmar abastece a una refinería que aporta el 8% del PIB de la provincia. …. En el extremo del oleoducto, en la costa occidental de Myanmar, China está financiando la construcción de un puerto de aguas profundas que, una vez terminado, le permitirá importar petróleo y gas a través de la Bahía de Bengala".

Incluso cuando la junta de Myanmar asesinaba a su propia población, China le proporcionaba armas, por valor de 250 millones de dólares el año pasado.

Pero China también está frustrada por la falta de estabilidad en Myanmar, sobre todo en las regiones fronterizas donde el crimen organizado se extiende hacia China. Es un secreto a voces que los servicios secretos y el ejército de China no solo respaldan a la Junta, sino que también están involucrados en la ofensiva 1027, que ha puesto a gran parte de la región fronteriza bajo el control de ejércitos étnicos armados y controlados por China. La llamada Alianza de las Tres Hermandades que ha llevado a cabo la campaña 1027 tiene estrechos vínculos con los servicios de seguridad de China. Como informa una agencia:

"Es revelador que la Alianza de la Hermandad anunciara que uno de sus objetivos era eliminar una red de operaciones fraudulentas en internet que en los últimos tres años ha crecido a lo largo de la frontera entre Myanmar y China. Se estima que estas operaciones, una de las principales preocupaciones de seguridad de China, están detrás del tráfico de 120.000 trabajadores poco sospechosos a Myanmar, muchos de ellos chinos, y que generan miles de millones de dólares al año en ingresos, muchos de ellos despojados de las víctimas chinas".

Para la Junta, este giro chino hacia la oposición fue sin duda un shock doloroso. Pero no se rindió ante Beijing. Su primera respuesta fue desatar turbas anti-chinas en varias ciudades importantes. Beijing, a su vez, hizo una muestra pública de apoyo a la junta, realizando ejercicios navales conjuntos y organizando una reunión entre el máximo diplomático de China, Wang Yi, y el viceprimer ministro de Myanmar, Than Swe, en Beijing. Además, el 14 de diciembre, China anunció que había negociado un alto el fuego temporal entre el ejército y las milicias étnicas.

¿Cuál es la lógica de esta complicada y violenta maniobra? La respuesta dada por Priscilla A. Clapp; Jason Tower, del USIP, es que China está involucrada en una elaborada estrategia para contener el daño causado por la junta, al mismo tiempo que divide la resistencia al poner a diferentes facciones bajo la influencia china y luego intermediar en altos el fuego graduales. Como escriben:

"Sin duda, la estrategia a largo plazo de China está diseñada para fragmentar la resistencia anti-junta ayudando a grupos armados individuales a lograr victorias sobre territorios limitados en el área fronteriza a cambio de abandonar las ambiciones de participar en coaliciones destinadas a lograr un cambio de régimen. En el mediano plazo, China podría considerar esto como un salvavidas para que el ejército de Myanmar se mantenga en el poder, así como un medio para garantizar la dependencia de China de todas las partes en el conflicto y, en última instancia, maximizar la influencia china en Myanmar. Sin embargo, es poco probable que una estrategia de este tipo sea sostenible a largo plazo porque es una receta para niveles aún mayores de inestabilidad en todo Myanmar. En primer lugar, no reconoce que el ejército de Myanmar se ha vuelto completamente ilegítimo a los ojos del pueblo de Myanmar. Al presionar a las Organizaciones Armadas Étnicas (EAO) para que firmen acuerdos con el ejército de Myanmar, China corre el riesgo de provocar un sentimiento anti-chino grave y sostenido, que podría poner en peligro la seguridad de las inversiones estratégicas chinas en Myanmar. En segundo lugar, asociar a las EAO con el ejército de Myanmar amenazaría su legitimidad ante la población, haciéndoles perder el mandato popular esencial para una gobernanza estable. Al final, tal estrategia podría resultar contraproducente".

En conclusión, sería fácil sugerir fuertes analogías entre la zona de fragmentación de Oriente Medio y el Sudeste Asiático. Pero lo que está claro es que ambas regiones están sintiendo los efectos de los patrones cambiantes de la geopolítica global. En ambos ámbitos, la influencia del poder, el dinero y la persuasión política occidentales está disminuyendo rápidamente, dramáticamente relativizada por la disposición de otros actores (en especial Rusia) a arriesgar su suerte, y el surgimiento de China como fuente dominante de dinero, respaldo político y militar.

es profesor de historia y director del Instituto Europeo de la Universidad de Columbia. Su último libro es 'Crashed: How a Decade of Financial Crises Changed the World', y actualmente está trabajando en una historia de la crisis climática.
Fuente:
https://adamtooze.substack.com
Temática: 
Traducción:
Enrique García

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