Robert Kuttner
25/04/2021
De algún modo, las grandes empresas norteamericanas tienen poder político para operar con los republicanos a fin de conseguir impuestos bajos, desregulación y acoso a los sindicatos. Pero cuando se trata de sacar la cara por el derecho al voto, ¿lo rechazan los republicanos? ¿Cómo es que pasa esto?
La respuesta es bastante sencilla. Las grandes empresas son despiadadas cuando se trata de alcanzar sus propias metas. Su apoyo a los derechos democráticos es meramente retórico.
¿Cómo se convertiría en algo serio? ¿Qué tal si negamos apoyo a todos los políticos que restrinjan los derechos democráticos, y apoyamos financieramente al partido que defiende los derechos? Eso sería revolucionario.
Ya podemos esperar sentados. Las metas políticas de las empresas tienen prioridad. En el mejor de los casos, el matrimonio de capitalismo y democracia es incómodo. Tenemos que seguir manteniendo la presión sobre las grandes empresas para que cumplan con lo que predican.