Hacer posibles las condiciones para la libertad

Carme Porta

30/11/2021

La violencia económica es, demasiado a menudo, una violencia que queda en segundo plano, escondida ante otras muchas violencias bárbaras pero no menos importante.


‘Dignifica el trabajo digno y realiza el trabajo que satisface. Las mujeres en el mercado laboral nos movemos, de forma muy mayoritaria, entre la precariedad y el acoso y puede sumarse la desigualdad salarial que se acumula’ | Pol Rius

El pasado 25 de noviembre, día internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres, se denunciaba -una vez más y casi llegando al final del primer cuarto del siglo XXI- que, según la última encuesta de violencias machistas de Catalunya, del 2016, más del 64% de las mujeres mayores de 16 años ha sufrido algún episodio de violencia a lo largo de su vida; las violencias machistas son una expresión de la desigualdad estructural que sufrimos las mujeres. La violencia económica es, con demasiada frecuencia, una violencia que queda en segundo plano, escondida ante otras muchas violencias bárbaras pero no menos importante.

La violencia económica que sufrimos las mujeres en el ámbito privado, público y comunitario. Desde la brecha salarial -que es de un 24% de media en Catalunya- hasta el impago de pensiones de alimentos son violencia machista y no lo digo yo sino que queda recogido en el Convenio de Estambul -Convenio del Consejo de Europa sobre la prevención y la lucha contra la violencia hacia las mujeres y la violencia doméstica-. También lo dice la ley de los derechos de las mujeres por la erradicación de la violencia machista y, finalmente lo reconoce y avala el Tribunal Supremo. La violencia económica nos priva de recursos económicos para construir la libertad. La violencia machista es un maltrato invisible y muy extendido, base de explotación y desigualdad.

Es evidente que para acabar con las desigualdades y la violencia estructural se necesitan abordajes múltiples y transversales pero, también, se hace evidente que los recursos económicos de los que se dispone personalmente son imprescindibles. Cualquier persona sin recursos económicos debe soportar situaciones que quien los tiene no soporta. Una mujer en situación de violencia no puede decidir romper el círculo porque a menudo no va sola sino con sus hijos e hijas y porque sin recursos económicos la salida se percibe como imposible.

La Renta Básica Universal e Incondicional plantea un cambio de paradigma en las políticas sociales dotando de recursos económicos a toda la ciudadanía, lo que posibilitaría romper situaciones insostenibles, poder llevar a cabo procesos vitales sólidos y desde la libertad de elección. La Renta básica no es la solución a todos los males que sufre la sociedad, no acabaría con la violencia machista, pero sí posibilitaría dar salida y paliar situaciones de violencia que actualmente no tienen.

Siempre nos han dicho que el trabajo dignifica, a las mujeres además se nos ofrecía el trabajo productivo -no lo que socialmente no se ha considerado nunca trabajo y que solemos hacer en un porcentaje altísimo las mujeres, no los trabajos de cuidado, los invisibles- como lugar donde realizarnos como mujeres, a partir del cual liberarnos. Falacias del capital.

Dignifica el trabajo digno y realiza el trabajo que satisface. Las mujeres en el mercado laboral nos movemos, de forma muy mayoritaria, entre la precariedad y el acoso y puede sumarse la desigualdad salarial que se acumula. Así el trabajo asalariado, en el caso de que lo hubiera para todos, ¿es la salida que nos dota de libertad?

La Renta Básica es una renta de supervivencia, que nos permitiría tener las necesidades básicas cubiertas y, por tanto, pondría las condiciones para poder negociar en el mercado laboral, en las relaciones afectivas, en la interdependencia social. La Renta Básica es, simplemente, una medida económica que pone la base para construir la libertad menguando los condicionantes externos.

Ahora que en Catalunya se impulsa un Plan Piloto para la implementación de una Renta Básica, hay que observar lo ocurrido en experimentos similares, los efectos positivos sobre la ciudadanía. En Finlandia el experimento tuvo dos resultados que me gustaría destacar, el primero de ellos es estructural: tuvo un impacto sobre el bienestar de las personas. Las personas que recibieron la renta básica estaban más empoderadas, vivían más satisfactoriamente sus vidas y mejoró la convivencia, dado que las personas perceptoras aumentaron su confianza en los demás y en las instituciones. Un segundo resultado que quiero destacar es la afectación sobre el trabajo, las personas perceptoras de la renta básica no dejaron de trabajar, trabajaron de forma similar a las personas que no lo recibían y no se desincentivaron; al contrario, lo activaron, las personas perceptoras trabajaron 6 días más al año de media que las no perceptoras.

Así, la Renta Básica mejora la vida a nivel material, pero también tiene efectos positivos a nivel comunitario. Existe un empoderamiento personal, económico y social que tiene efectos de mejora a nivel estructural. La propuesta es realizar un cambio de perspectiva en las políticas sociales en cuanto a las actuales ayudas condicionadas, pero también en la mejora de inversión de los servicios públicos y universales, un cóctel que pone las condiciones para que nuestras vidas no se vean tan acondicionadas y poder escoger de forma libre, realmente, cuáles serán nuestras acciones.

miembro de la Red Renta Básica y de la Fundación SURT
Fuente:
https://catalunyaplural.cat/es/hacer-posibles-las-condiciones-para-la-libertad/
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