Elecciones municipales en Jerusalén

Meir Margalit

11/11/2018

La segunda vuelta de las elecciones municipales, que se llevaran a cabo en Jerusalén esta semana, refleja tristemente la buena salud de la derecha en esta región. Los cuatro candidatos que se presentaron a las elecciones se encuentran todos ellos dentro de este arco pólitico, de la derecha moderada a la derecha extremista, mientras que el laborismo ni siquiera ha presentado candidato, a sabiendas de que, dado el carácter fundamentalista de la ciudad, no vale la pena ni siquiera hacer el esfuerzo.

Tres de los cuatro candidatos, judíos religiosos, propugnaban devolverle a la ciudad su “santidad", es decir, clausurar las instalaciones de los pocos lugares de esparcimiento que funcionan los sábados. El único candidato laico defendía el derecho de la población no religiosa a disfrutar de los pocos lugares de esparcimiento que se atreven a permanecer abiertos durante el shabat los últimos diez años. Salvo la polémica sabática, los cuatro candidatos repitieron más o menos el mismo discurso y ninguno ha incluido el tema palestino en sus plataformas electorales. Es sumamente ilustrativo el hecho que en un cartel difundido por el candidato laico Ofer Bercobich, enarbolando el lema pluralista "Jerusalén será para todos o no será para nadie”, figuraban imágenes de judíos laicos y religiosos pero ningún palestino.  

Moshe Lion, a  quien todas las encuestas dan como nuevo alcalde de la ciudad, es uno de esos politiqueros locales que aspira abiertamente a israelizar la parte oriental de la ciudad. Su agenda incluye ambiciosos planes de confiscación de tierras palestinas, construcción de asentamientos, así como la demolición de viviendas palestinas "ilegales". Auspiciado y apoyado por algunos de los partidos más extremistas del gobierno israelí, este señor no escatimará esfuerzos para quedar bien con el primer ministro  Netanyahu y su coalición derechista. Los próximos cinco años no auguran nada positivo para los 300.000 habitantes palestinos de la ciudad.

No menos preocupante ha sido la postura palestina. Los resultados podrían haber sido diferentes si hubiera adoptado un rol activo en estas elecciones municipales. Dado que los palestinos de Jerusalén tienen derecho a votar (y teniendo en cuenta que representan más de un tercio de la población total) podrían haber provocado un cambio radical en el mapa político local. Junto a la débil izquierda israelí podrían haber conformado un bloque progresista que obtuviese casi la mitad del Consejo Municipal, capaz de abortar de antemano los planes destructivos anunciados. Pero una vez más, los palestinos han decidido boicotear las elecciones, argumentando que participar en ellas sería una forma de legitimar la ocupación. Se capitula así de antemano y se entrega de esa manera la ciudad a los partidos derechistas israelíes.  Esta postura tiene mucho de digna, pero la pregunta inevitable es si ante el panorama previsto no hubiera sido más pertinente optar por una postura pragmática y presentarse masivamente a las urnas para bloquear los planes de los partidos derechistas israelíes.

 

Al margen del boicot general, ha habido dos pequeñas iniciativas palestinas que no han llegado a ser mucho más que anécdotas locales. Dos listas palestinas se han presentado a las elecciones. Una de ellas con una clara agenda disidente, que enarbolaba la bandera de la identidad palestina, fue abortada por el gobierno israelí cuando el Ministerio de Interior anuló el permiso de residencia de su dirigente y él y sus allegados debieron dejar la campaña electoral por temor a represalias de mayor magnitud. La segunda lista, un tanto surrealista, estaba liderada por un palestino cercano al partido derechista israelí Likud que, de mas está decir, no representa en absoluto a la población palestina de la ciudad. Esta lista tampoco logró obtener ningún concejal en el consejo municipal.   

A todo esto, el movimiento pacifista israelí ha brillado por su impotencia. Ya hace mucho tiempo que la izquierda viene decayendo paulatinamente a nivel local y nacional. El partido de izquierda Meretz, que en el pasado ha llegado a obtener cuatro concejales en el Consejo Municipal, en estas elecciones ha conseguido uno solo. En el último decenio Meretz ha perdido el 50 % de su electorado. La falta de un líder de izquierdas se siente en todo el país, pero en particular en Jerusalén. Ante el avance abrumador de la derecha, el movimiento pacifista israelí se ha encerrado en su caparazón, a la espera de épocas mejores.

Jerusalén, solemos decir, es el microcosmos de la política israelí.  Si ello es cierto, entonces el país marcha por una pendiente que acabara en un precipicio.  El derechismo que se ha apoderado de la ciudad responde a una corriente de orden universal que se extiende desde Brasil hasta Austria, pasando obviamente por los Estados Unidos. Hoy más que nunca debemos apoyarnos mutuamente para poder afrontar juntos este desgraciado periodo.

Historiador y urbanista residente en Jerusalén, es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 11 de noviembre de 2018
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