Docilidad, moderación y la propuesta de la renta básica: el pan entero

Daniel Raventós

02/11/2023

El establecimiento de una renta básica universal es imprescindible para garantizar la libertad a toda la ciudadanía, a diferencia de los subsidios otorgados en situaciones vulnerables, que perpetúan las dinámicas de sumisión.

Estamos acostumbrados a la condicionalidad de los subsidios sociales. Sufrir determinada circunstancia como quedarse en paro, no llegar a cierto nivel de renta, tener un número determinado de hijos, pasar algún tipo de enfermedad mental o física, son algunas de las causas por las que supuestamente se tiene derecho a un subsidio o asignación del Estado. En cambio, y salvo para fascistas y ultraautoritarios, la universalidad en política está muy asumida. El sufragio universal de hombres y mujeres mayores de edad está ampliamente aceptado. Que una persona independientemente de si es rica o pobre, de si tiene una religión o no tiene ninguna, de si es alcohólica o abstemia, de si es un cúmulo de vicios o de virtudes... tiene el derecho de emitir su voto, no se discute, con las citadas excepciones. No siempre fue así, como es sabido. Que pudieran votar a los hombres pobres fue considerado durante muchos años una tontería. Ni que decir tiene que ampliar el derecho al sufragio a las mujeres estaba considerado un delirio para la mayor parte de hombres y de muchas mujeres. Pero con los subsidios sociales, no va así. Mientras la universalidad parece ser una excentricidad radical, la condicionalidad en cambio se asume como una moderación necesaria.

Existen diferencias técnicas sobradamente conocidas entre los subsidios condicionados y la renta básica, es decir, una asignación universal, incondicional, pública e individual. Lo que no se aborda tan frecuentemente es la importante cuestión de las diferencias normativas entre los subsidios condicionados y la renta básica. Y estas diferencias normativas son muy grandes.

Una vida libre, por definición, no puede suplicarse. Porque quien suplica pide algo con docilidad. La súplica supone sumisión. Las personas que suplican forman una multitud. Que suplican un trabajo, una dignidad en el puesto de trabajo, una asistencia si se ha caído en el abismo de la pobreza y de la exclusión, que las prestaciones lleguen sin calvarios añadidos. La vida de muchas personas está atravesada de súplicas por muchas cosas y, por eso mismo, es una vida con falta de libertad.

La diferencia fundamental entre la renta básica y los subsidios condicionados se expresa en términos de libertad. La lógica de los subsidios condicionados no es otra que la ayuda a quienes han fracasado, a quienes han caído y pueden demostrarlo ante la burocracia del estado. Efectivamente, los que han fracasado, sea porque se han quedado en paro; sea porque, pese a trabajar remuneradamente, no llegan al umbral de la pobreza -el 15% de trabajadores pobres que existen en el reino de España, por ejemplo-; sea porque presentan algún tipo de diversidad funcional que los hace, precisamente, "disfuncionales" en los actuales mercados de trabajo… son todas estas personas legítimas "merecedoras" de tutela. De tutela expost, de tutela posterior a la caída. Un mundo con tutela ex-post, por miserable que sea, es más deseable que un mundo sin mecanismo de protección alguno, 2 euros son más que 1 y 5 más que 4, eso es indiscutible. Un programa condicionado para pobres más generoso es mejor que un programa acondicionado más avaro. Esta evidencia es indiscutible. Y por estas tierras tenemos experiencia de esta cuestión: El llamado Ingreso Mínimo Vital es uno de los ejemplos más evidentes de una política fracasada de subsidio condicionado destinado a personas que han caído en el infierno social de la pobreza y la exclusión.

Pero veamos la diferencia. Con la renta básica se abarca la lógica incondicional de las medidas que entran en vigor ex ante, como derechos de ciudadanía. De entrada, sin condiciones. Y garantizar la existencia material de entrada es la condición para la libertad. Al menos para quienes somos partidarios de la libertad republicano-socialista. Para la más que milenaria tradición republicana, al igual que para la más reciente tradición socialista, no basta con que seamos iguales ante la ley, o que no nos pongan una pistola en la cabeza para tomar decisiones como aceptar condiciones de trabajo remunerado a todas luces indignas, por decir que con esto ya somos libres. La libertad tiene condiciones materiales. Un pobre no es ni puede ser libre. El propósito de la renta básica “No es simplemente una forma de hacer que la vida en la tierra les resulte tolerable a los indigentes sino un ingrediente clave de una sociedad transformada y de un mundo que podamos desear”, en palabras de unos conocidos defensores belgas de la renta básica. La condicionalidad, una vez más, es súplica y sumisión. La incondicionalidad es un derecho. En este punto no puede haber confusiones.

Además, garantizar la existencia material ex ante supone un incremento del poder de negociación de la mayoría no estrictamente rica de la población mediante el aumento de la libertad efectiva. Mientras que la renta básica es el lenguaje de los derechos humanos, los subsidios condicionados son el lenguaje de la “ayuda” y de la compensación al “fracasado”. Al que ha caído.

¿Una idea radical la renta básica? Quizás, pero no mucho, no exageremos. Pero algunas personas moderadas la critican, porque es "radical". Y se trata de ir “mejorando” lo que tenemos, de forma moderada y sensata. No realizar experimentos tan radicales (sic) como la renta básica. Hace años escribí con un amigo, a propósito de los moderados y citando a Marco D'Eramo que “Es curioso que, en política, el término 'moderado' haya adquirido una connotación positiva, mientras que resulte negativo en otros ámbitos de la vida, sobre todo en forma adverbial: si una persona es moderadamente inteligente, no queremos decir que es un genio”. Y añadíamos: “Aun así, muchos prefieren auto calificarse de 'moderados'. Debe darles cierta sensación de equilibrio: ni demasiado a un lado, ni demasiado al otro. Estar ostensiblemente inclinado en un extremo puede ser motivo de caer bajo la calificación de radical, extremista, raro, excéntrico, freak. Y ya se sabe: una persona radical, para muchos biempensantes, es algo no especialmente aconsejable. En cambio, ser una persona 'moderada' es sinónimo de algo así como ser una persona equilibrada, ecuánime, centrada”.

Aunque sea por esta razón, por la condición de indeseables que tienen los radicales para las personas biempensantes, vale la pena defender la renta básica.

 

Doctor en Ciencias Económicas y profesor titular en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Es editor de Sin Permiso. Coautor de "En defensa de la Renta Básica. Por qué es justa y cómo se financia" (Deusto, 2023)
Fuente:
https://directa.cat/renda-basica-el-pa-sencer/
Traducción:
Roger Tallaferro

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