Cataluña: De conferencia en conferencia

Miguel Salas

07/12/2014

Después del 9N la política catalana se está definiendo a través de las conferencias de sus dirigentes políticos. El 25 de noviembre fue Artur Mas. El 2 de diciembre Oriol Junqueras (ERC) definió su hoja de ruta, el dia 10 está prevista la de Miquel Iceta (PSC) y el 15 está anunciada otra de Joan Herrera (ICV-EUiA).

En el proceso del movimiento soberanista en Catalunya, el 9N era la fecha decidida para votar y que el pueblo catalán decidiera. El gobierno de Artur Mas planteó el “proceso participativo” dentro de la legalidad autonómica. En sus propias palabras, no quería “romper el marco legal”. Fueron el gobierno Rajoy y el Tribunal Constitucional los que, al prohibir la consulta, la convirtieron en un acto de “ruptura”, de desobediencia generalizada, con la participación de más de 2,3 millones de personas. Si los poderes del Estado pensaban que una vez pasado el 9N el soufflé (como así lo denominan algunos) soberanista bajaría, se han equivocado de largo.

La exigencia del derecho a decidir, del derecho de un pueblo a autodeterminarse, mantiene su fuerza y el pueblo catalán quiere ejercerlo; de una manera u otra, pero ejercerlo. Las encuestas han ido confirmando que alrededor de un 80% querrían votar y que tres de cada cuatro catalanes y catalanas considera que la actual Constitución debería modificarse. Cuando ya han demostrado su capacidad de movilización, y la incapacidad del Reino de España y sus gobiernos para ofrecer salidas democráticas, pasan a primer plano las propuestas políticas cuyo hilo conductor sólo puede ser que el pueblo decida. Cuándo será, y con qué candidaturas y programas, es ahora el tema central de la política catalana.

Para iniciar esta nueva etapa tras el 9N, el president Mas convocó una conferencia el 25 de noviembre. CiU ha ido por detrás de los acontecimientos en todo el proceso de movilizaciones del pueblo catalán, pero en determinados momentos ha intentado ponerse a la cabeza, de momento sin conseguirlo. Lo intentó en las elecciones autonómicas de 2012, en las que Mas se presentaba como una especia de Mesías que pedía una mayoría absoluta en las urnas: perdió 12 escaños. Lo intentó la noche del 9N, compareciendo solo tras la jornada, en vez de hacerlo con todas las fuerzas que apoyaban la consulta. Parecía que recuperaba el impulso y dejó pasar unas semanas para preparar su conferencia del 25 de noviembre.

En su exposición se presentó, otra vez, como una especie de salvador por encima de los partidos, incluso del suyo, muy diezmado y en crisis existencial por los diferentes casos de corrupción que le afectan, sobre todo tras el asunto Pujol. Su exposición se podría interpretar como un chantaje a quienes, como la ANC, le exigían la convocatoria de elecciones, con la amenaza de que sólo las convocaría si había una “lista única” (básicamente formada por CiU y ERC).

Si las urnas dieran una mayoría a favor de la independencia, su hoja de ruta consistiría en la formación de un gobierno técnico formado por personalidades independientes que, en un plazo de 18 meses, se encargaría de abrir negociaciones con el Estado español para que éste reconociera la independencia de Catalunya.

Apoyándose en el legítimo sentimiento de unidad del proceso soberanista, la propuesta de Mas pretende supeditar la dirección y hegemonía del proceso a los intereses de CiU y al tipo de país y políticas que defiende. En su discurso no se escuchó ninguna palabra ni reflexión sobre los recortes, sobre el aumento de las desigualdades sociales, ni sobre la corrupción. Con razón pudo decir Joan Herrera, diputado de ICV-EUiA, al día siguiente: “Artur Mas no habla de la Cataluña real que sufre el paro y la precariedad. No habla de la Cataluña real y limpia que queremos, la Cataluña en la que ha habido corrupción. No ha hablado de la necesidad de que un país nuevo tiene que ser un país limpio".

Además, desde el punto de vista de la relación de Catalunya con España, la propuesta de Mas vuelve a limitarse al terreno de las negociaciones con el Estado español. No hubo en la conferencia ideas o propuestas destinadas a poner en práctica lo que el pueblo decida, si mayoritariamente vota por la independencia, sino para abrir un proceso de negociaciones de 18 meses de duración para pactar con el gobierno español. ¿Y si el Estado sigue diciendo que no? ¿Cómo se imagina crear el nuevo Estado? ¿Podrá nacer una Catalunya independiente sin ruptura con el régimen, con la Monarquía?

Cuatro días después, el 29 de noviembre, se reunía la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Previamente las asambleas territoriales y sectoriales tuvieron un proceso de debate en el que participaron alrededor de 5.000 personas. La posición de la ANC, conocida como la Declaración de Cornellá de Llobregat, expresa que “la jornada del 9 de noviembre ha representado un punto de no retorno en el proceso de independencia nacional…por como se desarrolló, nos ha ofrecido una lección inesperada: una parte importante de la ciudadanía catalana ha sido consciente de que, votando, desconectaba del Estado español y que empezaba a construir una nueva legalidad, la catalana... Consideramos que la propuesta hecha por el President de la Generalitat representa un importante salto adelante en el proceso de constitución del nuevo Estado catalán… La ANC asume el reto y se compromete a implicarse a fondo para que sea posible la configuración de una candidatura de estas características…”

Esta vez, la ANC, que hasta ahora había marcado prácticamente los ritmos, las acciones y muchas veces también los contenidos de la movilización soberanista, se colocaba detrás de la propuesta de lista única de Artur Mas. La presión se colocaba en el tejado de ERC.

El 2 de diciembre, Oriol Junqueras pronunció su conferencia bajo el título “Llamamiento a un nuevo país. La república catalana”. Junqueras rechazó la idea de lista única propuesta por Mas, propuso la convocatoria inmediata de elecciones constituyentes para una república catalana, con diferentes listas o coaliciones que podrían compartir un punto favorable a la independencia, ejercer desde el primer momento como Estado para poder negociar de igual a igual con el Estado español, construir estructuras de estado y redactar una constitución para el nuevo país, que sería ratificada mediante un referéndum. Junqueras se esforzó por ampliar la base social interesada en construir un nuevo país, dando un fuerte contenido social (seguramente enmendando el apoyo que durante dos años dio a los presupuestos de Mas) e insistiendo en que en ese proceso constituyente de la República catalana había que levantar, en paralelo, un “país limpio”, en referencia a los numerosos casos de corrupción que, sobre todo, afectan a CiU.

Con esa hoja de ruta, la propuesta de Mas quedaba coja, frente a la propuesta de Junqueras, que rechaza la “lista única” con el argumento de que es necesario avanzar con las “dos piernas”: la social y la nacional. Para que haya lista única (detrás de Mas, se sobreentiende), como mínimo tiene que contar con ERC, y ésta le daba la espalda.

Desde las otras izquierdas el rechazo a la propuesta de Mas ha sido claro. Las CUP (Candidaturas de Unidad Popular) están promoviendo una candidatura de ruptura constituyente con el objetivo de abrir un “proceso constituyente popular donde la gente pueda decidirlo todo, cambiarlo todo, garantizando así que la dignidad y el bienestar de las personas estará por encima de los intereses privados, económicos y financieros”.

Desde EUiA (Esquerra Unida i Alternativa), su diputado Joan Mena declaraba tras la conferencia de Junqueras: “EUiA está trabajando para conseguir un país libre, justo y limpio, y esta Catalunya libre, justa y limpia no la podemos hacer de la mano de CiU … (hay que trabajar) para un cambio de hegemonías en Catalunya y poder lograr una alternativa de izquierdas que de salida a la emergencia social, nacional y democrática que padece Catalunya… para nosotros no tiene cabida sumar en un gobierno con CiU… lo que hace falta es construir una alternativa de izquierdas en Catalunya y para ello estamos en disposición de hablar con ERC”.

El también diputado de EUiA, David Companyon, escribía en un articulo: “Entiendo la propuesta de ERC como un paso adelante en un aspecto central: ganar la hegemonía social para las izquierdas y los valores republicanos…En esta perspectiva, son posibles puntos de acuerdo para configurar, ¿por qué no?, un espacio en el que desde ERC. ICV, EUiA, CUP, Podemos, Procès Constituient y otras fuerzas, seamos capaces de construir el binomio Estado Nuevo-Nuevo Estado a favor de la mayoría del pueblo”.

Como venimos publicando en Sin Permiso en estas crónicas sobre Catalunya, la situación es muy dinámica, los acontecimientos desbordan muchos análisis y decisiones y las fuerzas políticas se ven obligadas a decir o hacer cosas difícilmente imaginables en otros momentos.

La posición de Mas y su gobierno vuelve a ser más que difícil. No tiene “su” lista única, la “lista del President”, antesala del “Partit del President”, como bien analizaba en su serie de artículos sobre el 9n, el periodista Enric Juliana. Pero  Mas seguirá presionando y planteando la necesidad del acuerdo hasta el último momento.

La Generalitat ha presentado los Presupuestos para el 2015 y de momento no tiene quien se los apoye. ERC ha dicho esta vez: no. Ha iniciado estos días sus trabajos la comisión parlamentaria que investiga la corrupción en Catalunya. CiU está muy implicada, y un retraso excesivo de las elecciones no parece que vaya a beneficiarle, sino más bien lo contrario. Sin duda, pese a las dificultades, existe la posibilidad de un cambio en la hegemonía política a favor de las izquierdas, pero estas mismas izquierdas deberían sentarse, reconocerse y estudiar seriamente un acuerdo en un momento que todas consideran histórico. El proceso soberanista necesita contenido social, de ruptura con las políticas de austeridad y recortes, que permita ampliar la base social trabajadora. Sólo las izquierdas lo pueden ofrecer, para cambiar la hegemonía política y avanzar en la emancipación nacional y social.

PD. Por cierto, los “unionistas” catalanes, PP, Ciudadanos y PSC, siguen cosechando fracasos. Los actos convocados por separado para celebrar la Constitución de 1978 sólo congregaron a algunos centenares de personas. Una manifestación reunió a “decenas de personas” –según El País- y, de acuerdo con el mismo periódico, en otro acto convocado el 4 de diciembre por la organización Sociedad Civil Catalana -al que asistió el secretario del PSC, Miquel Iceta-, el público “agradeció” la presencia de los socialistas abucheando a José Montilla, que fue president de la Generalitat, y a una de las ponentes, Victoria Camps, que se atrevió a decir que el idioma catalán debía estar más presente en España. 

Miguel Salas es un veterano resistente antifranquista y militante de CC OO, amigo y colaborador de SinPermiso

 


Fuente:
www.sinpermiso.info: 7 de diciembre 2014

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