Italia: un código antiobrero

Fausto Bertinotti

27/06/2010

Parece existir un DNA también en las empresas, una especie de código genético que las empuja a ser lo que ya han sido. Si así fuese, el de la Fiat sería el DNA más orgánicamente represivo y autoritario, un código decididamente antiobrero. Un código así estructurado que tan solo una extraordinaria movilización de trabajadores, como lo fueron las de los años setenta, y una extraordinaria producción cultural y política de sus organizaciones pueden doblegar. Pomigliano es la horrible absolutización de su código autoritario sobre el gobierno de la producción. En los años Cincuenta, la Fiat lo persiguió mediante un sistema de espionaje sobre los obreros, que eran fichados,  (a propósito de privacidad), con la división –confinamiento y con los despidos políticos de los afiliados a la FIOM (era una verdadera obsesión para la Fiat tener que habérselas con un sindicato de trabajadores autónomo de la empresa) 

En la transición crucial del 80 la Fiat afrontó la reestructuración internacional del automóvil con un choque frontal con los sindicatos, para cambiar la composición social del trabajo, para liquidar el poder de contratación en la empresa y tener las manos libres en el gobierno de la empresa. En los momentos cruciales de la transición la Fiat escogió una filosofía regresiva incluso  para el mismo taylorismo: la fábrica como universo concentracionario, un lugar sin democracia, sin libertad, sin dignidad. El medio es coherente con el fin. Esta vez en Pomigliano se ha recurrido a un chantaje violento: o te tragas este bodrio, el que yo te preparo o te echo por la ventana.. La oleada de oposición es potente; todo el ordenamiento democrático de las relaciones sociales queda puesto patas arriba

No se salva nada, ni la contratación empresarial, ni el contrato nacional ni
el derecho de huelga, ni la
Constitución. Algunos abogados laboralistas
han puesto de relieve acertadamente la ruptura, a este propósito, respecto del
derecho de huelga. Pero hay una cosa que golpea aún más contundentemente al
entero el ordenamiento constitucional. En la Constitución el trabajo es el
fundamento de la República
y de una precisa concepción de la democracia, aquella por la que debe tender a
la igualdad para ser tal. En Pomigliano, al contrario, para tener trabajo debe
renunciarse a la democracia. Se comprende así la estrecha relación que hay
entre el ataque de la Fiat,
para el cambio radical de las relaciones sociales en la fábrica y la opción del
gobierno de poner en discusión

Fuente:
Il Manifesto, 22 junio 2010

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