Sobre la muerte de la periodista palestina Shireen Abu Akleh

Jalal Abukhater

15/05/2022

Shireen Abu Aqleh: Hoy, todos los palestinos están de luto.

 

Esta mañana, me despertó a las 8 un pitido del teléfono. Era una notificación de un canal de Telegram llamado "Mártires de Palestina". No me sorprendió. Al fin y al cabo, no es raro que los palestinos nos despertemos con la noticia de que uno o varios de nosotros han muerto en una redada de las fuerzas de ocupación israelíes; en Cisjordania, esas redadas se producen casi todas las noches, justo antes del amanecer.

Pero me quedé helado cuando leí el breve mensaje: "Shireen Abu Akleh - 51 años - 11/05/2022 - Campo de refugiados de Jenin". Estaba seguro de que era un error, una notificación enviada por error.

Mientras intentaba asimilar lo que acababa de leer, mis canales de WhatsApp y Twitter se inundaron de noticias, fotos y vídeos de Shireen. Era verdad. La habían matado, la habían asesinado. Estaba horrorizado. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas. Todavía no puedo dejar de llorar, horas después, mientras escribo esto.

Shireen Abu Akleh era un símbolo en Palestina y en el mundo árabe. Era querida y respetada por todos. Su inmaculada reputación periodística la precedía. Su rostro y su voz estaban en nuestros hogares todos los días. Hablaba desde Palestina y era escuchada por todo el mundo. Daba voz a los que no la tienen y nunca se echó atrás en el compromiso con su trabajo.

Muchos periodistas de mi generación, e incluso otros mayores, se prepararon para la profesión poniéndose delante de sus espejos, o de un grupo de amigos, y repitiendo su emblemática manera de despedirse: "Shireen Abu Akleh, Alyasiiiira, Filastiin".

Para mí, era mucho, mucho más que un modelo profesional. De niño, fue la primera, y durante mucho tiempo, la única celebridad que conocía por su nombre y a la que admiraba.

Durante la segunda Intifada, yo era todavía pequeño. En 2002, cuando sólo tenía siete años, viví las incursiones a gran escala del ejército israelí en Cisjordania. Oía a los tanques rodar por las calles, los helicópteros de ataque que disparaban por encima, las ventanas que se rompían por los ataques aéreos.

La mayor parte de los días, no podía salir a la callle, de modo que la televisión de nuestra casa era mi única ventana al mundo exterior. Shireen, junto con algunos de sus colegas, aparecía constantemente en la pantalla. Yo me preguntaba: "¿No se cansan nunca? ¿Tienen miedo alguna vez?" Yo la admiraba mucho, a ella y a su equipo.

Por aquel entonces, empecé a confeccionar álbumes de recortes. Todos los días, le quitaba a mi padre los periódicos del día, una vez que había terminado de leerlos, recortaba las fotos y las pegaba en mi álbum de recortes. Una vez, encontré una foto muy pequeña de Shireen en una revista. Recorté esa pequeña foto y la pegué en la cubierta interior de mi álbum. Pensé que debía estar en primera página. Yo era un gran seguidor de ella. Para mí, era una heroína.

Ese mismo año, tuve asimismo oportunidad de conocer a Shireen por vez primera. Un día, insistí en acompañar a mi padre, que también era periodista, a visitar la Mukata, el cuartel general del difunto líder de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat.

La Mukata había sido destruida. Las pruebas de los bombardeos estaban a nuestro alrededor, y los vehículos destrozados cubrían el patio. Lo que había ido viendo en televisión estaba de repente bajo mis pies. Como eran colegas del periodismo, mi padre conocía a Shireen. Le pidió que viniera a conocerme y le habló de la foto recortada que había pegado en mi álbum de recortes. Yo era tímido y sentía vergüenza, pero aún recuerdo cómo me saludó y le habló con dulzura a un niño de siete años que quería crecer para llegar a ser un periodista valiente como ella y mi padre.

Los años pasaron, los tiempos cambiaron y las pantallas de televisión se saturaron de periodistas palestinos que informaban valientemente sobre el terreno. Pero Shireen siguió siendo una respetada veterana. Fue una de las primeras, inspiradora de toda una nueva generación de periodistas a la hora de contar la historia de Palestina, y a lo largo de los años siguió siendo una de las más entregadas a su trabajo. Todos los periodistas de televisión en ciernes la conocían y la admiraban. Gozaba de un gran prestigio en la comunidad periodística local.

A lo largo de los dos últimos años, me he encontrado entre los periodistas que han tenido el privilegio de informar junto a ella en Jerusalén. Nos enfrentamos juntos a la brutalidad de las fuerzas israelíes. Yo me sentía seguro en su presencia. Era una figura imponente y una mentora.

Shireen nunca cejó en su compromiso con el periodismo, con la ciudad de Jerusalén, con toda Palestina y con el pueblo palestino, aquí y en el extranjero. Todos los que la conocieron hablan con cariño de su increíble espíritu, de su corazón abierto y su ejemplar valor y profesionalidad en el cumplimiento del deber.

El mes pasado se cumplieron 20 años desde que Israel perpetró la masacre del campo de refugiados de Yenín. Allí estuvo una joven Shireen, informando sobre la batalla de Yenín. Recuerdo vivamente sus reportajes en la pantalla del televisor; había tanques israelíes y casas destruidas como telón de fondo, en 2002.

Veinte años después, hemos perdido a Shireen, asesinada por las mismas fuerzas de ocupación invasoras, en el mismo campo de refugiados.

Hoy, todos los hogares palestinos están de luto. Todos los palestinos están conmocionados, asimilando esta gran pérdida. Los palestinos conocemos la muerte: la conocemos bien. Pero no somos insensibles al dolor de perder a nuestros seres queridos, a nuestros héroes, a nuestros símbolos, nuestro futuro, una y otra vez a manos de la ocupación israelí. Cada una de esas veces estamos de luto. Lloramos, pero también nos volvemos más firmes y más decididos.

Shireen dijo una vez: "No es fácil para mí cambiar la realidad, pero lo menos que puedo hacer es que nuestra voz llegue al mundo". A lo largo de su vida, Shireen transmitió su mensaje y dio voz a los sin voz de la manera más potente. Continuaremos su misión. Y Palestina será pronto libre.

jalalabukhater.com, 13 de mayo de 2022


No tienen vergüenza: mientras llorábamos a Shireen Abu Aqleh, nos atacó la policía israelí.

Jalal Abukhater

Escribo estas palabras cuando acabo de regresar del funeral de Shireen Abu Aqleh en Jerusalén. Es difícil describir las emociones precisas que sienten todos los palestinos. Una cosa es cierta: esta ha sido la más increíble efusión de emociones que yo haya visto en Palestina.

Shireen era conocida en todos los hogares palestinos. Durante la segunda Intifada -una experiencia formativa para muchos palestinos- era ella el rostro que nos transmitía las noticias. La pantalla del televisor se convertía en ventana de todo lo que ocurría: los ataques de los F16, los ataques de los helicópteros Apache, los tanques en las calles. Y allí estaba Shireen, que llevaba las noticias hasta nuestros hogares.

Crecimos viéndola a ella, y ella se convirtió en un símbolo que sirvió de inspiración a una generación de periodistas palestinos. Por eso, el asesinato de Shireen durante una incursión israelí en un campo de refugiados de Yenín ha conmocionado a todos los palestinos. Sentimos que hemos perdido a una madre; yo personalmente he perdido una gran motivación en mi vida periodística. El día en que murió, todos los palestinos se sintieron desconsolados.

Hoy, en Jerusalén, miles de palestinos han acudido a conmemorar el recuerdo de Shireen. Había gente hasta donde alcanzaba la vista. Jerusalén nunca pareció más palestina. E incluso en nuestro dolor, las fuerzas israelíes desataron la violencia contra los dolientes y los portadores del féretro. Si hacen eso teniendo encima la mirada del mundo, es porque creen que no habrá consecuencias.

Shireen ha unido a palestinos de todas las filiaciones y convicciones políticas detrás de nuestra enseña nacional, para llorar, protestar y asegurarnos de que su pérdida no sea en vano. Lo que ha empeorado la situación es la maquinaria de propaganda israelí, que se puso en marcha en cuanto se supo del asesinato de Shireen. Poco después de su muerte, el Ministerio de Asuntos Exteriores israelí lanzó una campaña en redes sociales para desviar las culpas y ridiculizar a los palestinos. La campaña fue desacreditada en pocas horas.

Los funcionarios israelíes conocen el peso de esta noticia. Mediante la difusión de desinformación y falsa propaganda, esperan enturbiar las aguas y oscurecer la verdad de lo ocurrido en Yenín.

No espero que se haga justicia con Shireen Abu Aqleh. Según la Federación Internacional de Periodistas, las fuerzas israelíes han matado al menos a 46 periodistas palestinos desde el año 2000, mientras que los datos del Ministerio de Sanidad palestino registran 50 palestinos muertos sólo en 2022. ¿Por qué debemos esperar que Israel investigue a fondo la muerte de Shireen? El historial de Israel habla por sí mismo. No debería desempeñar ningún papel en la investigación del asesinato de Shireen.

Shireen dio voz a los sin voz a lo largo de más de dos décadas y murió como mártir de la verdad. La conmemoraremos y la lloraremos mientras la recordemos.

 

joven periodista y ensayista palestino, nacido y criado en Jerusalén, estudió Diplomacia en la Universidad de Malta, y Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Dundee. Colabora en diversos medios internacionales, como Aljazeera English, The Guardian, The London Review of Books, GQ Middle East, This Week in Palestine, The Electronic Intifada, D.C. Thompson’s Courier Newspaper, y +972 Magazine.
Fuente:
jalalabukhater.com, 13 de mayo de 2022; The Guardian, 13 de mayo de 2022
Traducción:
Lucas Antón

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