Sahra Wagenknecht
Matteo Bortolon
Loren Balhorn
Heinz Bierbaum
31/10/2023Entrevista exclusiva con Sahra Wagenknecht
Petra Kühling (Antenne-Thüringen): Echemos un vistazo a Turingia y concretamente a la situación del Partido de Izquierda (Die Linke), que es de donde usted procede. En Turingia tiene más éxito que en la mayoría de los demás estados federados e incluso aporta al primer ministro Bodo Ramelow. ¿Tiene que temer ahora aún más perder su puesto si se presenta la alianza Sahra Wagenknecht?
Sahra Wagenknecht: Bueno, die Linke no es en absoluto nuestro adversario político, pero especialmente en Turingia se da desde hace años la situación de que es casi imposible formar gobierno. Y por supuesto esperamos que cuando nos presentemos a las elecciones en Turingia, contribuyamos a la formación de un gobierno razonable con mayoría. Pero como he dicho, todo eso está aún en el aire, no hemos hecho más que empezar. Una cosa es segura: sólo nos presentaremos a las elecciones si realmente contamos con muy buenos colaboradores, que luego puedan desempeñar también de forma competente el trabajo parlamentario.
Petra Kühling: Acaba de decir: "Sólo si te presentas en Turingia". Entonces, ¿eso aún no se ha decidido?
Sahra Wagenknecht: Bueno, en primer lugar, sólo es seguro que nos presentaremos a las elecciones europeas. Pero, por supuesto, nuestro objetivo es presentarnos a las elecciones estatales de Turingia, Sajonia y Brandemburgo, porque la gente lo espera. Así que, en Europa, sin duda podremos mover una o dos cosas, pero por supuesto se trata sobre todo de cambiar las condiciones de vida de la gente aquí en el país, para lo cual las elecciones estatales son muy, muy importantes, y también percibo por la respuesta que recibo, que también hay mucha, mucha gente de Turingia que me escribe y que está deseando y que por supuesto ahora también está esperando que también puedan votar a Alianza Sahra Wagenknecht en Turingia, así que ya hay una gran presión de expectación. Pero, por supuesto, cuando el partido se ponga en marcha, primero tenemos que empezar a crear asociaciones regionales. Y como ya he dicho, en unas elecciones estatales hay que contar con un equipo muy bueno. Ya tenemos socios interesantes en Turingia, así que tengo bastante confianza, pero por supuesto la decisión aún no es definitiva.
Petra Kühling: Usted dice que ya está manteniendo conversaciones. Probablemente no haga falta que pregunte nombres, pero ahora, por supuesto, hemos preguntado a die Linke de Turingia, que por su parte dice que no teme ninguna migración a su alianza. ¿Cómo sería un equipo así, por echar un vistazo entre bastidores? ¿Hay otras personas de Turingia que no procedan de la política, o hay candidatos de otros estados federados?
Sahra Wagenknecht: Bueno, supongo que también habrá gente de la izquierda de Turingia y en realidad de toda la República Federal que nos apoyará. Pero, por supuesto, no será lo único. Hay muchos, incluso fuera de la base de die Linke, que se han dirigido a nosotros y quieren apoyarnos. Eso también lo deseamos expresamente. Queremos ser un partido elegido tanto por los que están luchando de verdad ahora, algunos de los cuales tienen que vivir con este salario mínimo realmente ridículo, con el que no se puede vivir.
Pero también queremos ser elegidos por los artesanos, por las pequeñas y medianas empresas, porque también están siendo perjudicadas masivamente por la política de la coalición del "semáforo" (SPD-socialdemócratas, Grünen-verdes y el FDP-liberales). Muchas de ellas tienen temores existenciales, por ejemplo, si su negocio sobrevivirá o cómo podrán hacer frente a los elevados costes de la energía. En este sentido, me complace que haya partidarios y personas de este espectro que digan que el nuevo proyecto es lo que necesitamos ahora.
Petra Kühling: En su opinión, ¿qué tamaño tiene que tener una alianza o una asociación nacional? ¿Cuánta gente hace falta para decir: ahora somos lo bastante fuertes como para presentarnos a unas elecciones así?
Sahra Wagenknecht: Bueno, poco a poco iremos creciendo en número de miembros. Siempre es un problema de los partidos jóvenes que, por un lado, atraen a mucha gente que honestamente quiere implicarse, pero por otro, también atraen a gente que cree que sólo conseguirán una plataforma y que entonces serán más bien destructivos. Por eso, ser miembro de pleno derecho no significa que vayamos a aceptar a miles de personas en muy poco tiempo, aunque ya estamos recibiendo muchas consultas.
Para todos los que quieran participar, habrá por supuesto una forma de apoyarnos. Especialmente durante la campaña electoral, lo necesitamos con mucha urgencia y creo que sin duda será posible. Más importante es la cuestión de si contamos con el personal adecuado para formar un grupo parlamentario competente que pueda cubrir los distintos ámbitos. Potencialmente, no se tratará sólo de un papel de oposición en Turingia. Eso ya se verá. Necesitamos personas competentes que también tengan cierta experiencia administrativa. Estamos manteniendo conversaciones al respecto, pero por supuesto todo sigue abierto por el momento.
Petra Kühling: Cuando hablamos con la gente de la calle, cosa que hacemos con regularidad, todos se plantean una pregunta: ¿a quién pueden votar? Su partido -según las encuestas- es muy popular también en Turingia, pero también he oído que muchos turingios piensan que votarán directamente a Sarah Wagenknecht. ¿Es una opción que usted se presente como candidata principal?
Sahra Wagenknecht: No. Sería atractivo, porque me gusta mucho, mucho Turingia, y soy nativa de Turingia. Siempre me ha gustado Weimar, me gusta Erfurt y crecí en Jena. Así que sería, digamos, una buena idea para mí personalmente, pero por supuesto no puede funcionar, porque tengo que estar presente en todo el país. Pero sí que estaré en la campaña electoral en Turingia, y me aseguraré de que todos los que se presenten por nosotros, si nos presentamos, representen, por supuesto, ideas que sean al menos en esencia las mismas que las que yo defiendo. Así que si la gente vota a Alianza Sahra Wagenknecht, también obtendrá un programa y un personal que realmente lo defiendan. Eso puedo prometérselo.
Petra Kühling: Acaba de decir que incluso después de unas elecciones estatales, el partido no tiene que permanecer en la oposición. Pero eso significaría que tendrían que presentarse con una personalidad que pudiera competir con Bodo Ramelow. Al fin y al cabo, sigue teniendo la prima de primer ministro.
Sahra Wagenknecht: Bueno, creo que lo discutiremos cuando esté claro cómo nos vamos a presentar, si nos vamos a presentar, con quién nos vamos a presentar y, como he dicho, me gustaría que trabajáramos juntos con die Linke, por supuesto, y todas estas son preguntas que tendrán que responderse en el futuro.
Petra Kühling: Usted ha dicho varias veces que quiere a la gente que, en este momento, por supuesto, no sabe qué votar debido a la política de la coalición del "semáforo". Usted quiere ofrecer una alternativa de la razón, también en contraste con la AfD, que está recogiendo muchas personas desesperadas en este momento. ¿Cuál es exactamente su grupo objetivo?
Sahra Wagenknecht: Realmente hay mucha gente. Lo he notado desde hace meses, porque también se me acercan por la calle o personas que me escriben, que simplemente ya no saben qué votar. No les convence ninguno de los partidos, tienen la sensación de que los" semáforos", y esto es cierto, llevan a cabo una política muy, muy desordenada, miope e incompetente. Pero también se dan cuenta de que la CDU no es una alternativa convincente, y al final llegan a la conclusión: Si voto a la AfD, al menos podré señalar al Gobierno lo descontento que estoy.
Es comprensible que queramos atraer a estas personas, pero también a otras que ahora podrían votar por el mal menor. Hay gente que vota a la CDU simplemente porque quiere deshacerse de los "semáforos" y no porque Merz les convenza. Mucha gente ya ni siquiera acude a las urnas, así que, por supuesto, eso también es un votante potencial. También me alegraría que pudiéramos motivar más a estas personas para que acudan realmente a las urnas y voten, de modo que algo cambie en el país.
Petra Kühling: Hasta cierto punto, sin embargo, también está claro en las encuestas que algunos de los actuales votantes de AfD optarían sin duda por su alianza. Bodo Ramelow dijo en la ZDF: Si hubiera querido presentarse contra Höcke y la AfD, podría haberse presentado con él. ¿Qué le parece?
Sahra Wagenknecht: Sí, me sorprendió un poco, porque en círculos de die Linke de Turingia estaba claro, no por Bodo Ramelow personalmente, sino por otros, que pensaban que yo debía dejar la izquierda. Creo que los turingios también fueron excluidos del partido. No lo sé exactamente, pero creo que sí. Así que es un poco tarde, pero como he dicho, si nos presentamos en Turingia, seguro que estaremos representados en el próximo parlamento estatal, al igual que el Partido de die Linke, y creo que deberíamos tratarnos con justicia.
Petra Kühling: ¿Eso significa que La Izquierda sería un posible socio de coalición?
Sahra Wagenknecht: Es demasiado pronto para pensar en posibles coaliciones y opciones. Ahora tenemos la tarea de ponernos de acuerdo en los Länder y espero de verdad que consigamos confeccionar una buena lista para poder presentarnos y luego tendremos que hablar de todo lo demás después de las elecciones. Ahora es demasiado pronto.
Petra Kühling: Ahora me gustaría preguntar brevemente sobre el contenido, ya hemos oído una serie de cosas que deben cambiar políticamente. Por ejemplo, cuestionar la OTAN. ¿Tiene usted también cuestiones concretas de política estatal en las que ya pueda decir claramente lo que hay que cambiar en Turingia, por ejemplo?
Sahra Wagenknecht: Turingia es también un Estado federal que vive en gran medida del hecho de que también hay asentamientos industriales. Es el caso de Alemania en su conjunto, pero especialmente de los estados del este, entre ellos Turingia. Muchos alemanes del Este experimentaron lo que significa el hundimiento de la industria tras la reunificación. Cuando se produce la desindustrialización, arrastra a regiones enteras, y mientras tanto hay bastantes nuevos asentamientos en Turingia. También hubo empresas que sobrevivieron a la Wende (el proceso que llevó al cambió de régimen en la Alemania del Este o República Democrática de Alemania). Creo que mucha gente en Turingia está preocupada por la estabilidad de la estructura industrial. Es una cuestión muy importante. Una segunda cuestión, sobre todo en el Este, son los salarios. Hay mucha gente en el Este que sigue trabajando con el salario mínimo. Eso es realmente impensable, porque no se puede vivir con eso. Lo decimos claramente: el salario mínimo de 14 euros es imprescindible. Es lo mínimo para llegar a fin de mes.
La cuestión de las pensiones es también algo que preocupa a mucha gente en Turingia. Si trabajas durante muchos años y sin embargo te ves en una situación realmente humillante en la vejez, que ya no puedes permitirte muchas cosas o tienes que ser mantenido por tus hijos. Eso no debe ocurrir. Esto está mucho mejor regulado en otros países europeos. En Austria, un pensionista tiene de media 800 euros más al mes. Todas estas cosas no son específicas de Turingia, pero, por supuesto, todas ellas son cuestiones que desempeñan un papel importante en la campaña electoral.
Por supuesto, las personas sobre el terreno que participarán en nuestra campaña también aportarán una serie de impulsos sobre todas las cuestiones concretas de política estatal.
Petra Kühling: En cuanto a los salarios y las condiciones de trabajo, los políticos de die Linke de Turingia probablemente me habrían dado la misma respuesta ahora.
Sahra Wagenknecht: No todo lo que dice die Linke está mal, sólo porque la dirección del partido tome ahora un rumbo diferente. Llevo años participando en la Izquierda porque ha abordado muchas cuestiones que también me parecen importantes. Lo que ocurre es que en los últimos años la izquierda ha cambiado mucho en la política nacional. Creo que Turingia es un poco la excepción con Bodo Ramelow, pero en la línea general ha habido otras prioridades. Y como he dicho, si estamos de acuerdo, eso no es precisamente malo.
Petra Kühling: Algunos han dicho que usted está dando el golpe de gracia a die Linke. ¿Qué opina al respecto?
Sahra Wagenknecht: No, no estoy dando el golpe de gracia a nadie y no quiero contribuir en modo alguno a que die Linke se debilite aún más. El problema es simplemente que, con el cambio de rumbo de los últimos años, die Linke se ha quedado cada vez más fuera de juego. Ha quedado claro que no hay suficiente potencial de votantes para las prioridades políticas de la actual dirección del partido. Esto es, por supuesto, un problema. Nos hemos ido debilitando en casi todos los estados federados, con cierta excepción de Turingia, pero en todos los demás estados federados. En Hesse nos han echado del último estado de Alemania occidental. También en Alemania oriental, en Sajonia y Brandeburgo, tenemos unos resultados muy, muy débiles. Die Linke solía tener un enorme potencial allí. La gente fue expulsada y ése es, por supuesto, el problema central que les ha llevado a la a su propia desaparición. No quiero hacer daño, pero por supuesto quiero poder defender las políticas que represento sin que me digan constantemente que voy en contra de la línea de die Linke. Eso ya no era compatible, y por eso tuvimos que separarnos en algún momento.
Petra Kühling: Antes ha dicho que viene muy a menudo a Turingia. Usted también nació en Jena. ¿Hasta qué punto se puede decir que sigue sintiéndose como en casa aquí? ¿Sigue sintiéndose como en casa?
Sahra Wagenknecht: Puedo decir que siempre que vengo a Turingia, de alguna manera me siento como en casa. Quiero decir que uno no olvida el lugar donde creció. El paisaje, la gente, la lengua... todo. Me resulta muy, muy familiar. Weimar, por ejemplo. Trabajé en la Casa Goethe como alumna. Precisamente porque también me gusta leer a los clásicos alemanes, incluido Goethe.
Me gusta venir a Turingia y así es. Disfruto más de los eventos en Turingia que quizás de los eventos en algún lugar en el que nunca he estado y en el que no me siento tan a gusto.
Fuente: Antenne-Thüringen, 26 de octubre de 2023
Alemania: la izquierda estalla. Sahra Wagenknecht líder del nuevo partido
Matteo Bortolon
Sahra Wagenknecht está considerada la tercera figura política más popular entre el electorado alemán. La contrapartida es que, aparte de los miembros del Gobierno, es la única política alemana algo conocida en Italia.
Fue miembro de die Linke, el partido de izquierdas considerado el más radical entre los capaces de obtener representación y entrar en mayorías parlamentarias, tanto a nivel federal como en cada uno de los Lander.
Personaje tan famoso como divisivo, en ruptura masiva con su antiguo partido, parece a punto de revolucionar el panorama electoral alemán fundando uno nuevo.
Según un sondeo publicado en el respetado periódico Frankfurt Allgemeine Zeitung, el 27% de los alemanes podría imaginarse votando a un nuevo partido de este tipo. Esta cifra, facilitada por el instituto de investigación Insa para "Bild am Sonntag", confirmaría un sondeo similar de YouGov según el cual casi uno de cada tres votantes (29%) de la parte oriental de Alemania -que ha sido a la vez bastión de die Linke y escenario del mayor auge de la AFD, partido considerado de extrema derecha- podría votar al nuevo partido de Wagenknecht.
En el Oeste serían "sólo" el 19%. Lo que ya es un increíble espejismo para los pequeños partidos connotados como anticapitalistas en todo Occidente.
Tales cifras deben tomarse con cautela: los sondeos electorales, ya de por sí generalmente sujetos a la incertidumbre, son particularmente poco fiables con los partidos incipientes o que pueden no superar los obstáculos: el votante medio teme "dispersar el voto", por lo que muchas veces el apoyo electoral real tiene que contar con el temor de ver la victoria de lo que se percibe como el "mal mayor", votando por el "mal menor". Pero, ¿cuál es hoy el mal menor?
El contexto parece favorable. Durante el último año y medio, Wagenknecht se ha posicionado como una dura crítica de la política proucraniana del Gobierno federal y de las sanciones energéticas contra Rusia.
En años anteriores, como representante de la Linke, había lanzado críticas a la entonces canciller Merkel por las políticas de austeridad y la gestión de la crisis de la deuda europea. Uno de sus torrenciales discursos contra el Gobierno en 2014 se hizo muy famoso en las redes sociales, subtitulado en varios idiomas.
Pero frente al posicionamiento clásico de la izquierda radical, ella se ha ido diferenciando cada vez más, con posiciones más restrictivas hacia la inmigración y menos entregadas a la transición ecológica, centrándose en la perspectiva de clase dirigida a las clases subalternas y rechazando el idealismo europeísta edulcorado.
En 2018 Sahra junto a su colega de origen italiano Fabio De Masi (que en un encuentro en Italia había descrito a Los Verdes alemanes como "un partido liberal que recoge lo que falta") habían fundado un movimiento afín a sus ideas llamado Aufstehen (cuyo significado suena un poco a "Levantémonos") preocupados por el ascenso de la extrema derecha y deseosos de recuperar una relación con las clases trabajadoras y desfavorecidas como estrategia para socavar ese avance. Pero ambos diputados permanecieron en die Linke y Wagenknecht dejó la dirección del movimiento al año siguiente, abandonando la perspectiva de construir cualquier subjetividad política para dedicarse a otra cosa, como la escritura de no ficción. Su libro contra la "izquierda liberal" se mantuvo en los primeros puestos de las listas de no ficción, y fue traducido al italiano. No había llegado el momento de la rotura.
Esta vez parece que han llegado. De Masi dejó el Linke a finales de 2022, y el FAZ informa de un procedimiento de expulsión para Wagenknecht. Quien no parece hacer muchos esfuerzos por quedarse: en los últimos meses ha habido rumores sobre la promoción de un nuevo partido, presumiblemente orientado a presentarse a las elecciones europeas de 2024. La prensa alemana informa de que el lunes 23 de octubre se lanzó en rueda de prensa la Bundnis Sahra Wagenknecht, una asociación explícitamente destinada a fundar una nueva entidad política.
El contexto europeo y nacional explica esta aceleración. El apoyo a Ucrania y la política de sanciones impulsada con decisión por la Comisión Europea han sido la principal diferencia política del último año y medio.
Mientras tanto, la popularidad de la coalición del semáforo entre los votantes ha caído a su nivel más bajo desde las elecciones federales. El SPD (ahora en el 16%) y el FDP (5%) han vuelto a perder apoyo, mientras que los Verdes se mantienen en el 13%. Esto significa que sólo uno de cada tres votantes seguiría eligiendo a uno de los partidos del Gobierno. En las elecciones federales de hace dos años, el porcentaje fue del 52%. Y el descontento con el Gobierno en su conjunto también está alcanzando niveles sin precedentes. Según Insa, el 71% de los alemanes en Alemania están insatisfechos con la actual coalición, sólo el 24% están satisfechos.
Las razones no son meramente idealistas. Como escribimos el año pasado, Alemania ha registrado un déficit comercial, fenómeno inédito desde principios de los años noventa. En 2023, tras dos trimestres consecutivos sin crecimiento, el Gobierno tiró la toalla y tuvo que admitir un descenso del PIB del -0,4% para el año. La que un día fue presentada como la "locomotora de Europa" y puesta como modelo ("hagamos como los alemanes", ¿recuerdan?) ve caer sus índices económicos y se ve sometida a deslocalizaciones ruinosas. Y no hace falta ser un genio de la economía para ver la relación con el aumento de los productos energéticos debido a las sanciones adoptadas contra la Federación Rusa y al sabotaje del Nord Stream, el gasoducto que abastecía a Alemania. La Comisión Europea escribe en sus previsiones económicas
"La economía alemana se estancó en el segundo trimestre de 2023, después de que el PIB real cayera un 0,1% en el primer trimestre. En ambos trimestres, el crecimiento fue significativamente más débil de lo previsto. Las pérdidas salariales reales siguieron lastrando el consumo privado durante el primer semestre de 2023. Además, la débil dinámica de la demanda exterior se tradujo en unas exportaciones modestas. El consumo público disminuyó en el primer trimestre. Desde enero de 2023, los indicadores de confianza del sector manufacturero han seguido una tendencia a la baja. Esto fue particularmente pronunciado en las industrias intensivas en energía. Allí, la crisis de los precios de la energía tras la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania golpeó con especial dureza. Incluso después de que este choque remitiera, los niveles de precios de la energía siguieron siendo altos en comparación con los lugares de producción en otros lugares, especialmente fuera de Europa, con un impacto negativo en la competitividad".
No es demasiado sorprendente que, frente al hundimiento electoral de la mayoría de Scholz, sea el partido identitario de derechas Alternativ fur Deutschland el más beneficiado. Este partido, después de haber debutado con posiciones anti-euro pero con un perfil más bien liberal, ha virado hacia una oposición radical a la inmigración - por esta razón estigmatizada como xenófoba y excluida de las alianzas con la derecha socialcristiana del establishment. Un posicionamiento que tras impulsarle más allá de los dos dígitos parecía un callejón sin salida que impedía cualquier avance posterior. Hasta que la quiebra del gobierno Scholz determinó las condiciones para un verdadero avance electoral de la AFD, que ahora tiene el viento a favor, viajando no sólo por encima del 12% en las encuestas, sino también hacia el 20% en algunos Lander.
La AFD, tras mostrar una fuerte oposición a las políticas anti-Covid, se opone enérgicamente al apoyo a Ucrania, cosechando el consenso de los partidos tradicionales, acusados de tener una actitud servil -de hecho, repugnante- hacia las políticas antirrusas de Estados Unidos y la OTAN. En este contexto, no es tan fantástico imaginar una propuesta política de similar contestación a las políticas dominantes con un signo político de orientación socialista. Veremos si es así como Wagenknecht manejará la situación; las europeas están a la vuelta de la esquina y la crisis muerde. Más que nunca.
Fuente: La Fionda, 23 de octubre de 2023
Acuerdos de clase con declaración de guerra
Tras varios dolorosos años, la agónica autodestrucción de La Izquierda en el Bundestag (parlamento federal alemán) ha llegado a su fin. La conferencia de prensa de la "Alianza Sahra Wagenknecht" (Bündnis Sahra Wagenknecht, BSW) del lunes [23 de octubre NdR] marca una nueva y última fase en el prolongado proceso de separación entre La Izquierda (Die Linke) y su miembro más popular. Wagenknecht y otros nueve diputados y diputadas del grupo parlamentario anunciaron su marcha del partido y su intención de fundar uno nuevo en enero de 2024, a tiempo para las próximas elecciones europeas.
La salida de Wagenknecht de La Izquierda se anticipa a un procedimiento de expulsión. Para algunos es un paso bienvenido y largamente esperado, para otros un debilitamiento irresponsable de La Izquierda, un "Ego-Trip". Puede que haya mucho de cierto en esto, pero dice poco sobre la viabilidad potencial del proyecto. Esto último dependerá de si puede convertir su gran base de seguidores en una base electoral fiable. El potencial para ello, como muestran las primeras encuestas, parece ser, en cualquier caso, un hecho.
De momento, la imagen pública del partido es una pequeña página web sin nombre propio, por no hablar de candidatas, candidatos o aparato. Pero visto que la coalición del semáforo está por debajo del 40% en las encuestas, la AfD alcanza un máximo histórico y la única oposición de izquierdas en el Parlamento se mueve entre el 4% y el 5%, la aparición de un nuevo partido de ámbito nacional bien podría sacudir el panorama de los partidos alemanes. En provecho de quién, una vez más, es otra cuestión.
Directores de las Cajas de Ahorros de todos los estados federados, ¡uníos!
La alianza que se presentó el lunes estaba formada más o menos por las caras esperadas, los aliados más cercanos del partido de Wagenknecht. Con una excepción: Ralph Suikat, un multimillonario empresario informático que hizo una fortuna vendiendo software a bufetes de abogados en la década del 2000. Desde que se hizo millonario, dedica gran parte de su tiempo a defender un sistema fiscal progresivo en Alemania y fue cofundador de Taxmenow, "una iniciativa de personas adineradas de las áreas de habla alemana que lucha activamente por la justicia fiscal", pero ahora se ha distanciado de su participación política en esta organización.
La presencia de Suikat junto a algunos destacados compañeros de lucha de Wagenknecht, todos ellos pertenecientes a lo que en ocasiones se denomina el ala "conservadora de izquierdas" del partido, dice mucho de la triangulación política a la que aspira Wagenknecht: una alianza difusa entre segmentos más afianzados de la clase trabajadora, sectores de la clase media amenazados de descenso y lo que los comunistas chinos probablemente habrían llamado en el pasado la "burguesía nacional progresista".
En lugar de una fusión izquierda-derecha o un partido transversal (Querfront-Partei), como temían muchos en los medios de comunicación, la BSW parece imitar algo parecido a un frente popular electoral. En la conferencia de prensa federal, Wagenknecht y otros se distanciaron de la AfD, subrayando repetidamente el peligro que supone su ascenso, al tiempo que culpaban al gobierno y a su antiguo partido, al que este último acusan de airar a su base tradicional.[A diferencia de la AfD] En lugar de hacer hincapié en los peligros de la migración desenfrenada o en los supuestos efectos secundarios nocivos de las vacunas contra el COVID, los representantes de la BSW se centraron en cuestiones básicas socialdemócratas: "justicia social", "paz", "libertad" y "cordura económica".
Según admite la propia BSW, se trata de una operación estrictamente orquestada y controlada desde arriba. Wagenknecht ha aprendido la lección del caos de la organización de su campaña de 2018, Aufstehen, que fracasó a las pocas semanas. Parece decidida a construir el partido metódicamente y solo con personal seleccionado. Hasta ahora, no hay opción de afiliarse.
Mientras tanto, la imagen que proyecta la asociación es extraña: en su página web solo hay fotos de archivo estériles y algunos textos escuetos. Su vídeo de presentación combina materiales de archivo de algún modo artificiales con clips de Wagenknecht en el Parlamento, incluido un primer plano un tanto inquietante de sus pies con zapatos de tacón alto negros. La estética recuerda más a una campaña de marketing de una sucursal local de una caja de ahorros que a la promoción de un partido antisistema. El vocabulario de izquierdas, como socialismo o capitalismo, que podría asustar a los votantes centristas, ha desaparecido y ha sido sustituido por una mesurada retórica de equidad, razón y justicia. Quizá la identidad corporativa de una sucursal bancaria sea el lenguaje visual adecuado para llegar al grupo objetivo que pretende la BSW.
Una amenaza moderada
Sin embargo, lo más curioso del nuevo proyecto de Wagenknecht es el hecho de que, al menos a corto plazo, supone una amenaza más creíble para el stablishment político que La Izquierda, a pesar de que este último mantiene posiciones claramente a la izquierda de la BSW.
Wagenknecht es un fenómeno social. Apenas ninguna política en Alemania causa tanta sensación y genera opiniones tan fuertemente divididas. Lo que escribe se convierte en un bestseller y en sus actos públicos se agotan las entradas. Gracias a su condición de comodín político y a su imponente personalidad pública, Wagenknecht puede competir con las élites políticas en sus propios términos, ya sea como invitada a programas de entrevistas o como economista heterodoxa que critica y cuestiona la política económica del gobierno federal. Aunque están lejos de ser revolucionarias, su posición antimonopolista y su llamamiento para preservar Alemania como emplazamiento de producción, suponen un verdadero desafío a la ortodoxia de la corriente dominante y ejercen presión sobre los demás partidos, desde la CDU hasta los Verdes.
La Izquierda, por su parte, mantiene sobre el papel un perfil anticapitalista afilado, pero ha suavizado su retórica en muchos ámbitos y ya no parece despertar la misma furia entre los oponentes políticos que antaño. Sus menguantes éxitos electorales lo hacen objetivamente menos amenazador que en el pasado. Al mismo tiempo, su participación en varios gobiernos estatales ha demostrado que es un partido de coalición perfectamente razonable, dispuesto a proyectar una imagen de Estado con voluntad de gobernar y a hacer grandes concesiones programáticas, un dilema que Wagenknecht, como eminente política federal, no había enfrentado hasta ahora.
En este momento, su antiguo partido es una fuerza en gran medida marginada que no ha superado las expectativas en prácticamente ninguna elección desde hace una década. Su menguante base se ha desplazado a las grandes ciudades, donde compite con el resto del centro-izquierda por los votos progresistas, con resultados desiguales. En el futuro, La Izquierda competirá con la BSW por los votantes contestatarios. Al mismo tiempo, tiene que conciliar esto con el hecho de que sigue formando parte de varios gobiernos estatales totalmente moderados. El partido lleva luchando con este dilema desde sus comienzos, pero ahora, al menos, se está convirtiendo en algo verdaderamente existencial.
De momento, la BSW tiene la suerte de poder posicionarse como oposición fundamental a la corriente política dominante sin estas contradicciones. Para ello, Wagenknecht hace concesiones a la derecha, por ejemplo cuando adopta su demanda de un "límite máximo" en la política migratoria, aunque está claro que no tiene como objetivo el entorno existente de izquierda en Alemania como clientela electoral. Sus posiciones, aunque quizá sacrílegas para muchos de La Izquierda, no están en absoluto fuera de la corriente política dominante y distan mucho del tipo de "socialismo nacional" (nationale Sozialismus) del que la acusan algunos críticos mordaces.
Capital social
Si el equipo de Wagenknecht consigue evitar los errores organizativos de 2018 y poner en marcha un aparato que funcione a principios del año que viene, el partido tiene posibilidades de enviar algunos diputados a Bruselas en 2024 y de lograr unos resultados sólidos en las próximas elecciones estatales de Alemania oriental. Si lo consigue, en las elecciones federales del año siguiente iría con mucho impulso y, o bien sustituiría a La Izquierda o formaría un nuevo y séptimo grupo parlamentario entre ésta y el SPD.
El partido de Wagenknecht no será un partido socialista. Pero sería igualmente miope calificarlo de partido de derechas. En muchas cuestiones probablemente adoptará posiciones similares a las de La Izquierda, aunque con un manto retórico diferente. Será más comparable a los socialdemócratas de Suecia o al Partido Socialista de los Países Bajos, quienes han adoptado una posición más dura en cuestiones migratorias y culturales. Tendrá que apostar con fuerza por los no votantes y los descontentos de las ciudades pequeñas y el campo, donde el distanciamiento de la política federal es más palpable desde hace tiempo. Esto significa que no entrará en competencia directa con La Izquierda actual: hace tiempo que ha perdido el apoyo en tales entornos.
Pero incluso si el nuevo proyecto de Sahra Wagenknecht no pretende reemplazar a su antiguo partido, no podrá evitar reclutar miembros de la base, personas que celebren reuniones de grupos locales, coloquen carteles electorales y distribuyan folletos. A menos que Wagenknecht sea capaz de sumar cientos, si no miles, de activistas políticos disciplinados de la noche a la mañana, los candidatos más obvios e inmediatos serán los actuales y antiguos miembros de La Izquierda y otras personas con experiencia organizativa. Aportarán posiciones que tarde o temprano podrían chocar con el giro de Wagenknecht hacia los pequeños y medianos capitalistas. Cuidarán que la base del partido sea mucho más similar culturalmente a la izquierda tradicional de lo que sugiere la estética de las cajas de ahorros y que la BSW pueda representar una alternativa atractiva de manera posible no solo para unos pocos miembros.
Todo esto no es de una importancia apremiante a corto plazo, pero anuncia dificultades de fondo a largo plazo. Por el momento, cuestiones como el impacto económico de las sanciones a Rusia (principalmente el aumento de los precios de la energía), la nueva disposición de los Verdes y el SPD en el gobierno federal para enviar armas a zonas de guerra y el distanciamiento entre trabajadores industriales y empresas medianas por una alianza sobre sólidos puntos de partida para una corrección de la desacreditada conducta política, supuestamente fuera de control. Pero los antagonismos de clase no dejan de existir de forma mágica en las empresas solo porque sean más pequeñas que sus competidoras multinacionales. De hecho, las pequeñas y medianas empresas suelen caracterizarse por tener salarios más bajos, menos puestos de trabajo seguros, ser más difíciles de organizar sindicalmente y más vulnerables a las fluctuaciones económicas. Un partido que "haga levantar la espalda a los trabajadores del país", como dice Christian Leye, tendrá que enfrentarse a este dilema tarde o temprano, como muy tarde si forma gobierno.
Mientras Sahra Wagenknecht completa la larga marcha de filósofa marxista-leninista a economista heterodoxa-ordoliberal que inició hace más de una década, su antiguo partido sigue aferrado a la visión de un socialismo democrático donde la mayoría posee y controla la riqueza producida socialmente. Habría más que suficientes puntos de partida para un partido socialista en la República Federal, donde casi una quinta parte de la población trabajadora está atrapada en el sector de los salarios bajos y las luchas laborales han vuelto a aumentar en los últimos tiempos. Pero La Izquierda es cada vez menos capaz de conciliar su programa anticapitalista con su flexibilidad en la realpolitik. Ni ha sido una fuerza motriz en los conflictos sociales de los últimos años, ni cumple el papel de oposición fundamental que tuvo en su día. Wagenknecht, frustrada desde hace tiempo por este estancamiento, parece renunciar ahora definitivamente al socialismo, y con su nueva alianza crea en cambio una oferta para regular más socialmente la economía de mercado. Por lo menos.
Fuente: https://jacobin.de/artikel/buendis-sahra-wagenknecht-die-linke-christian...
"Un duro golpe"
Tras años de turbulencias, por fin se ha encontrado una solución dentro de La Izquierda. Sahra Wagenknecht, antigua presidenta del grupo parlamentario y una de las caras más conocidas del partido, anunció el lunes su dimisión del partido, junto con otros nueve diputados. Ahora fundarán una nueva asociación, la "Alianza Sahra Wagenknecht" (BSW), para preparar la construcción de un nuevo partido en la primavera de 2024.
Con la escisión de La Izquierda se pone fin a años de conflicto interno y da al partido la oportunidad de dejar atrás la disputa. Sin embargo, la marcha de Wagenknecht significa también la pérdida de la condición de grupo parlamentario y, por tanto, una considerable restricción de sus recursos.
El presidente de la Fundación Rosa Luxemburg, Heinz Bierbaum, habló con Loren Balhorn sobre lo que significará el nuevo partido de Wagenknecht para La Izquierda y las fuerzas progresistas de la República Federal en su conjunto.
Sahra Wagenknecht y otros nueve compañeros y compañeras del grupo parlamentario de La Izquierda anunciaron el lunes [23 de octubre] su dimisión y su intención de fundar un nuevo partido en primavera. Se trata de la primera escisión seria 16 años después de la fundación de un partido de ámbito nacional a la izquierda de la socialdemocracia. ¿Qué significa por lo pronto esta decisión para la izquierda alemana, tanto parlamentaria como socialmente?
La decisión de Wagenknecht significa la pérdida de la condición de grupo parlamentario y, por tanto, el fin de una parte de los parlamentarios de La Izquierda en el parlamento federal alemán (Bundestag). Aunque La Izquierda permanezca en el Bundestag como grupo, perderá considerables recursos y, sobre todo, influencia política. Será menos visible políticamente. Esto conduce inevitablemente a un debilitamiento del partido en su conjunto. Me temo que los debates respecto a las personas y la competencia entre La Izquierda y el proyecto de Wagenknecht seguirán estando en primer plano y no tanto las cuestiones políticas. Cuándo se producirá efectivamente esta separación es algo que está por ver. En cualquier caso, ya está claro que esto debilitará a las fuerzas de izquierda en su conjunto. La fundación de un segundo partido no conducirá al fortalecimiento de la izquierda social. Todo lo contrario.
¿Cuál es el plan de la asociación a medio plazo? ¿A partir de cuándo quiere presentarse a las elecciones y cómo se llamará el partido?
Supongo que el nuevo partido se presentará a las elecciones europeas del año que viene. Bajo qué nombre, no lo sé. Hasta ahora, el proyecto se ha concentrado mucho en Wagenknecht como persona. Todo depende de ella.
Antes de ser presidente de la fundación, lo fuiste del Partido de la Izquierda Europea, en el que La Izquierda tiene históricamente un gran peso. ¿Tendrá esta escisión consecuencias también para el Partido de la Izquierda Europea (EL)?
La decisión de Wagenknecht y sus compañeros de lucha de abandonar La Izquierda y fundar un nuevo partido es un duro golpe para la Izquierda Europea. La Izquierda siempre ha sido una parte esencial del EL, en el que se han mirado muchos otros partidos de izquierda en Europa. El debilitamiento de La Izquierda alemana debilita también al EL.
Esto es especialmente cierto en relación con las elecciones europeas, en las que el EL quería presentarse como una fuerza de izquierda unida y fuerte. En lugar de ello, tenemos que tratar con escisiones. Esto también se aplica, por ejemplo, a Francia, donde la alianza NUPES (Nueva Unión Popular Ecológista y Social), que tuvo éxito en las últimas elecciones parlamentarias en Francia, ya no se presentará así en las elecciones europeas.
La fundación del nuevo partido llega tras años de disputas entre Wagenknecht y la dirección del partido, tanto con la actual como la anterior. ¿Puedes explicar cuáles fueron o son los principales puntos de discordia? ¿Y cuál ha sido finalmente el detonante de esta ruptura definitiva?
Wagenknecht siempre ha acusado a la dirección del partido de no preocuparse lo suficiente por las cuestiones sociales y de poner en primer plano las cuestiones medioambientales y la diversidad. En mi opinión esto no es correcto, aunque en La Izquierda se le den distintas importancias a ello. Estos puntos de conflicto nunca han sido debatidos seriamente. El debate ha estado fuertemente personificado. La cuestión de la migración, en la que hay diferencias muy claras, también ha jugado un papel importante. La dirección del partido criticó con razón la posición de Wagenknecht en este tema. También hay diferencias en la cuestión de la valoración de la guerra de Ucrania
La denominada "Alianza Sahra Wagenknecht" defiende, según sus fundadores y fundadoras, "la razón y la justicia", pero esto puede significar cualquier cosa. ¿Cómo describirías los perfiles del proyecto en términos de contenido, y en qué se diferencian de La Izquierda actual? ¿En qué campo político lo situarías, por ejemplo?
Hasta ahora no se puede reconocer un programa concreto. Las declaraciones son todas muy generales y vagas. Es comprensible, se quiere dar un nuevo hogar a aquellos que ya no se sienten representados en sus preocupaciones y necesidades por los partidos existentes. Se trata sobre todo de la protección social de la denominada "gente sencilla" (kleine Leute). Se dirige sobre todo al sector de las y los no votantes. También se especula con que esto podría debilitar a la AfD. Yo no lo creo.
En la rueda de prensa del lunes, Wagenknecht y otros diputados de su círculo estuvieron acompañados por el millonario Ralph Suikat, un empresario que lleva años haciendo campaña por un sistema fiscal justo. La solidaridad política de Wagenknecht con la clase media alemana no es nada nuevo: desde hace tiempo escribe en sus libros sobre la necesidad de proteger a los empresarios y empresarias innovadoras del poder de los grandes monopolios y el manifiesto fundacional de la BSW también habla de "aquellos y aquellas que se esfuerzan y hacen un trabajo bueno, honrado y sólido" frente a los que "solo se mueven por la motivación de hacer más dinero del dinero". ¿Cómo explicaría esta orientación política de clase? ¿No es un poco extraño para alguien que durante años ha dirigido la corriente comunista en el partido?
Durante mucho tiempo, la política económica de Wagenknecht ha sido ordoliberal. Hay que fortalecer la iniciativa empresarial privada, para lo cual el Estado debe ofrecer el marco regulador. El verdadero adversario es el capital financiero. Wagenknecht se mueve así en un marco nostálgico del SPD y muy burgués. Esto no tiene nada que ver con la orientación de clase, la que resulta de la contradicción entre capital y trabajo. De hecho, hoy resulta difícil imaginar que en su día fue una destacada representante de la plataforma comunista.
En muchos círculos de La Izquierda, la noticia de la escisión fue bien recibida, con la esperanza de que el partido pudiera mostrarse unido y recuperar su antigua fuerza. En realidad, el partido no lo tiene fácil desde hace años. El desmantelamiento público de la dirección del partido por parte de Wagenknecht es citado a menudo por los miembros del partido como base de las dificultades. ¿Será más fácil para el partido recuperar relevancia social tras su marcha?
El paso dado por Wagenknecht es, en efecto, una clarificación. Pero no es un golpe liberador, como algunos piensan. No resuelve los problemas del partido. Sigue habiendo posiciones muy diferentes, por ejemplo, en puntos centrales como las cuestiones ecológicas y sociales. Aquí, la falta de un debate estratégico serio está pasando factura. Esto no se ha producido en los últimos años.
Amira Mohamed Ali, hasta hace poco presidenta del grupo parlamentario del partido y ahora cofundadora de la BSW, declaró el lunes que ella y los demás querían marcharse "sin rencor" y no reemplazar a su antiguo partido, sino centrarse en cuestiones fundamentales como la justicia social, la paz y la libertad. ¿Cuáles cree que son los temas en los que La Izquierda debería centrarse en los próximos años?
La afirmación de Amira es tan correcta como banal. Porque la justicia social y la paz son, por supuesto, temas centrales de la izquierda. La Izquierda debe centrarse en la cuestión del coste de la vida y de la protección social, cosa que está haciendo. La paz es y sigue siendo un tema central en el que La Izquierda debe ponerse de acuerdo en una posición común a pesar de las diferentes opiniones sobre determinados temas. Urge un cambio en la política migratoria, que debe ser humana e integradora.
Un terreno central para La Izquierda es la transformación ecológica de la economía y especialmente de la industria. Se trata de una transformación socioecológica, que es también una cuestión de justicia social. Sin embargo, no se trata solo de la protección social de los trabajadores afectados, sino también de su participación en estos procesos. Esto significa que la cuestión de la transformación debe vincularse a conceptos de democracia económica. La cooperación con los sindicatos es fundamental para ello. Aquí es donde puede distinguirse políticamente. Porque una verdadera transformación socioecológica solo tendrá éxito si parte de las estructuras actuales, pero va más allá de ellas y, por tanto, presenta una perspectiva socialista.
Fuente: https://www.rosalux.de/news/id/51187/ein-schwerer-schlag