Olivia Giovetti
20/04/2024El pasado viernes [12 de abril] por la tarde, poco después de que el escritor e investigador palestino Salman Abu Sitta declarase que "la voz de la víctima queda silenciada, negada, condenada y vilipendiada", la policía alemana interrumpió el suministro eléctrico del Palästina-Kongress de Berlín.
El congreso, de tres días de duración, y entre cuyos organizadores se encontraba la Jüdische Stimme für gerechten Frieden in Nahost (Voz Judía por una Paz Justa en Oriente Próximo), había encontrado oposición desde que se anunció en febrero. Los titulares del conglomerado mediático proisraelí de Axel Springer eran previsibles, pero hasta los medios de izquierda utilizaron una retórica similar: el diario taz calificó el acto de reunión de "grupos antiisraelíes y que glorifican el terror", citando a una fuente que sugería que el congreso tenía vínculos con Hamás y los Hermanos Musulmanes y que probablemente apoyaría "el islamismo y el terrorismo"; Jungle World lo calificó de "congreso de los que odian a Israel".
El Senado de Berlín intentó encontrar la manera de cancelar el acto. El banco Berliner Sparkasse congeló la cuenta de Jüdische Stimme, que se había utilizado para recaudar las donaciones y la venta de entradas para la conferencia, negándose a liberar fondos hasta que el grupo facilitara una lista con los nombres y direcciones completas de sus miembros. Los organizadores prepararon rápidamente un acto de recaudación de fondos para que pudiera continuar el congreso. Tuvieron que cambiar de ubicación en el último momento, después de que el lugar de celebración inicial, una cafetería de Kreuzberg, recibiera una llamada de la policía por "problemas de seguridad" y se viera presionada para cancelar el acto.
Al parecer, la sede del congreso, Tempelhof, recibió llamadas semejantes. ¿Son estos métodos de la mafia o son los métodos de la democracia?", inquirió el presidente de la Jüdische Stimme, el compositor Wieland Hoban.
El viernes, el alcalde de Berlín, Kai Wegner, tuiteó que era "intolerable" que el congreso se celebrara tal como estaba previsto. Una hora antes, el Dr. Ghassan Abu Sitta, que el año último pasó 43 días como voluntario en hospitales de Gaza, había llegado al aeropuerto de Brandeburgo procedente del Reino Unido para pronunciar un discurso en el congreso. En lugar de ello, fue detenido e interrogado durante tres horas y media, y finalmente se le denegó la entrada en Alemania. Al economista y ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis, otro de los ponentes del programa, también se le prohibió entrar en Alemania o participar en cualquier actividad política en el país, incluso por videollamada (ha publicado ya el texto de su intervención).
También hubo retrasos en el lugar del acto. Los organizadores habían llegado a las 8 de la mañana del viernes para empezar a preparar el acontecimiento. La inscripción estaba prevista entre las 11 y las 2. Sin embargo, la policía impidió la entrada a casi todo el mundo, alegando una "normativa" imprecisa. A la 1.30, yo me encontraba entre los cientos de asistentes que seguían esperando a se iniciaran las inscripciones. Una hora más tarde, me encontraba apretujada entre un voluntario que debía empezar su turno a las 11, pero que no pudo cruzar la barrera policial, y una mujer que había llegado en un vuelo desde Beirut esa misma mañana.
Aproximadamente 2.500 policías se encontraban de servicio para un evento con 800 asistentes. Las autoridades informaron a los organizadores de que sólo podrían admitir a 250 personas con entrada: una proporción de diez policías por cada asistente al congreso.
Yo disponía de un pase de prensa, pero la policía me negó la entrada alegando que trabajaba por mi cuenta, no era ciudadana alemana ni colaboraba con un medio de comunicación germano. Más tarde supe por Nadija Samour, abogada germano-palestina que colaboraba con el congreso, que la policía tenía una lista separada de medios de comunicación y dejaba entrar a "sus" miembros de la prensa por una puerta trasera sin que los organizadores lo supieran.
Un par de horas más tarde comenzó el mensaje de vídeo de Salman Abu Sitta (padre de Ghassan). A los tres minutos de la grabación, un grupo de entre veinte y treinta policías antidisturbios irrumpió en el escenario. Un grupo más reducido de agentes irrumpió en la sala de electricidad y cortó la corriente. La mayor parte de la escena -hasta el corte de electricidad- es parcialmente visible y claramente audible en la retransmisión en directo del congreso. Tras el corte, la sala quedó sumida en la obscuridad.
No hubo comunicación, sólo caos", me contó después uno de los ponentes. Un agente de policía explicó más tarde que Salman Abu Sitta tenía prohibido hablar en Alemania, razón por la que la policía canceló todo el congreso y ordenó a todos que se marcharan, practicando varias detenciones y desalojando a algunas personas por la fuerza. Un agente que se encontraba fuera se encogió de hombros cuando los asistentes le acuciaron con preguntas sobre la legalidad de cancelar la conferencia: 'Yo sólo cumplo órdenes'.
Lo que ocurrió ayer no es ni puede ser una cuestión interna alemana", declaró el cineasta israelí Dror Dayan en una rueda de prensa al día siguiente. Lo que ocurrió ayer debería dar la vuelta al mundo; debería avergonzar y culpar a Alemania en todas partes".
El sábado por la tarde comenzó una manifestación contra la supresión del congreso ante el ayuntamiento de Berlín, el Rotes Rathaus. Al menos una de las bocas de metro de la ruta, en Unter den Linden, quedó bloqueada, lo cual dificultaba la dispersión de los manifestantes si las cosas se ponían feas. La policía irrumpió en la marcha, acorralando a los manifestantes y, según algunas publicaciones en las redes sociales, intentando detener a niños de tan solo ocho u once años La marcha se convirtió en una sentada hasta que se liberó a los detenidos.
Al día siguiente, los manifestantes se reunieron en un rincón del Tiergarten, frente al Bundestag, donde la semana anterior había estado operando el campamento de protesta Ocupa contra la Ocupación. La presencia policial era elevada: en un momento dado prohibieron el uso del árabe, hasta para rezar. Los furgones policiales bordearon la Scheidemannstraße durante la mayor parte del domingo. A primera hora de la tarde, tras la actuación en el césped de un músico gazatí cuya letra incluía la frase "del río al mar", impugnada legalmente, miembros de la Kriminalpolizei cargaron por el césped en busca del rapero.
La fuerte presencia policial en las manifestaciones propalestinas no es nueva en Alemania, como tampoco lo es la brutalidad policial. Sin embargo, los sucesos del fin de semana representan un fuerte incremento de la represión. Un video muestra cómo se obliga a varios manifestantes a tirarse al suelo, y a algunos se les agarra por el cuello. A un manifestante con kipá lo empujan de cara contra el suelo mientras lo detienen, y luego cuatro miembros de la Kripo lo llevan a un furgón policial. Con la respiración entrecortada, sigue gritando: "¡Palestina libre!