Daniel Raventós
03/04/2016
El 19 de abril próximo será el 134 aniversario de la muerte de Darwin. Después de este casi siglo y medio, la evolución por selección natural sigue siendo objeto de muchas resistencias entre gran parte de la población del Estado más poderoso del mundo. La religión es la explicación fundamental de este hecho. Uno de los máximos especialistas en especiación, Gerry Coyne, escribió sin ñoñerías académicas que “la selección natural es revolucionaria y es inquietante por el mismo motivo: explica el diseño aparente de la naturaleza mediante un proceso puramente materialista que no requiere de fuerzas naturales de creación o que guíen el proceso.” Este es el principal motivo por el cual grupos religiosos cristianos se oponen a su enseñanza en las escuelas de EEUU. La historia de este larguísimo proceso, que aún no ha acabado, es a la vez terrorífica y cómica en múltiples aspectos. Pero en cualquier caso no debería desconocerse. Argumentan varias iglesias-secta cristianas (en puridad no hay diferencia substancial cognitiva entre religión establecida y secta religiosa) que deben enseñarse “otras opiniones”. Eso significa a efectos prácticos tener que enseñar el “diseño inteligente” en las escuelas al lado de la evolución por selección natural[1]. Una de las derrotas legales más grandes que sufrieron los partidarios del diseño inteligente, ni mucho menos definitiva, fue la sentencia emitida el 20 de diciembre de 2005 por el juez federal de Estados Unidos, John E. Jones III, por la que se declaraba inconstitucional la intención de un consejo escolar de Dover (Pennsylvania) de que los alumnos de noveno curso de una escuela pública de secundaria estudiasen en la clase de biología el diseño inteligente junto a la teoría evolucionista por selección natural de Darwin. El juez John E. Jones III escribía en esta sentencia: “el hecho de que una teoría científica no pueda dar aún una explicación sobre todos los detalles no debería servir como un pretexto para dar alas, en la clase de ciencias, a una hipótesis alternativa no verificable cimentada en la religión, o para tergiversar las proposiciones científicas bien establecidas.”
Esta batalla permanente contra la evolución por selección natural de los muy influyentes cristianos fundamentalistas de EEUU, es a buen seguro uno de los grandes factores que explican los siguientes resultados de opinión. Gallup viene realizando unas encuestas desde 1982 en EEUU sobre la evolución, el creacionismo y el diseño inteligente. La última hasta ahora publicada es la del año 2014. Las anteriores fueron, además del mencionado año 1982, las de 1993, 1997, 1999, 2001, 2004, 2006, 2007, 2008, 2010 y 2012. Las preguntas siempre son exactamente las mismas:
“¿Cuál de las siguientes afirmaciones está más cerca de su opinión sobre el origen y desarrollo de los seres humanos?
1) Los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios guió ese proceso.
2) Los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios no tomó parte en ese proceso.
3) Dios creó a los seres humanos en una forma muy similar a la actual en algún momento durante los aproximadamente últimos 10.000 años.”
Los resultados pueden visualizarse muy rápidamente mediante este gráfico:
Después de estas ya numerosas encuestas que abarcan un período muy considerable de 32 años, es constatable, aunque hay variaciones menores, la permanencia de los resultados. A la primera pregunta contestaron afirmativamente desde un máximo del 40% (año 1999) a un mínimo del 31% (la última de 2014). A la segunda pregunta respondieron afirmativamente desde un máximo del 19% (la última de 2014) a un mínimo del 9% (años 1982 y 1999). A la tercera pregunta respondieron afirmativamente desde un máximo del 47% (años 1993 y 1999) a un mínimo del 40% (año 2010). Para la última encuesta publicada de mayo de 2014, los resultados son, respectivamente: 31%, 19% y 42%. Estos resultados suponen que solamente un 19% responde que sí a “los seres humanos se han desarrollado a lo largo de millones de años a partir de formas de vida menos avanzadas, pero Dios no tomó parte en ese proceso”, y que un 42% cree que “Dios creó a los seres humanos en una forma muy similar a la actual en algún momento durante los aproximadamente últimos 10.000 años”. Si la Tierra tiene, como es sabido, unos 4.600 millones de años, creer que nuestro planeta tiene solamente cerca de 10.000 representa un error de proporciones gigantescas. De una magnitud equivalente a creer que América del Norte tiene un ancho de menos de 10 centímetros, como ha puesto de ejemplo más de una vez Richard Dawkins. Al 42% mencionado hay que sumarle el 31% que opina que “Dios ha guiado” el proceso de evolución. Un contundente 73% contra un pequeño 19%. Una proporción de casi 4 a 1. El 8% que “no sabe, no contesta” ante una pregunta de este tipo uno está tentado a añadirlo al 73%, pero técnicamente no puedo hacerlo y por la tanto permanece el 73% de la población con creencias sobrenaturales frente al 19% de personas que admiten la selección natural para explicar nuestra evolución como especie.
La batalla en EEUU contra la evolución por selección natural continúa. Y algunos precandidatos a las próximas elecciones presidenciales, de ganarlas, auguran un futuro negro a la enseñanza de la selección natural, aunque, bien es verdad, esta consecuencia sea una de las menores ante las barbaridades que se desatarían si ganase según quien. Barbaridades más monstruosas aún de las que ya nos tiene acostumbrados EEUU.
[1] Desarrollo más este punto en "La teoría de la evolución por selección natural o la supervivencia no aleatoria de variantes aleatorias", Sin Permiso, nº 8, 2011, pp. 197-206.