Manuel Aguilar Mora
20/08/2023
“No hay esperanza para la justicia en México pero que nadie dude ni un minuto que la alcanzaremos más tarde que temprano [a pesar] de que no la obtuvimos con el gobierno anterior [pero] tampoco la hemos obtenido con el actual [pero] la lograremos”. Fueron las palabras de los familiares, los padres y madres de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa desaparecidos pronunciadas el 25 de julio pasado con motivo de la presentación del último informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) sobre el caso emblemático de la represión criminal del estado en el país desde septiembre de 2014.
Los familiares de los estudiantes de Ayotzinapa sin retórica con palabras sencillas recalcaban el escándalo que significa que después de casi nueve años de sucedido, a pesar de los recursos y las averiguaciones realizadas por los dos gobiernos que debieron encargarse del caso, el de Peña Nieto y el de López Obrador siguen sin encontrar a los muchachos. La mancha de infamia e ignominia que este crimen representa se ha expandido a las dos administraciones y será sin duda el legado más ominoso que le dejen al siguiente gobierno a partir de 2024.
Estamos ante los últimos meses del sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el fracaso de su supuesta Cuarta Transformación (4T) es notorio ante la violencia delincuencial desatada desde hace más de veinte años que constituye sin duda el principal problema que afecta a la sociedad mexicana y que durante su gobierno no sólo no se ha detenido, sino que ha superado todos los récords.
Durante estas últimas semanas se han producido acontecimientos que han expresado una ineptitud política sorprendente de un personaje que parecía blindado en su liderazgo conquistado con los más de treinta millones de votos en 2018 y que en encuesta tras encuesta seguía siendo favorecido por un amplio sector de la población a pesar de que cuando se trataba de encuestas particulares sobre el desempeño de su gobierno las desaprobaciones eran evidentes. Esta contradicción sobre los resultados de las encuestas se explica por el hecho que las mismas se encuentran por completo determinadas por los conflictos crecientes que las afectan. Las fuerzas en pugna las determinan de una u otra manera. El caso reciente de las elecciones de julio pasado en España es ejemplar. Muchas de las encuestas auguraban un triunfo de los conservadores del Partido Popular, con un gran crecimiento de la extrema derecha de Vox, Los resultados no se acercaron ni de lejos a esos pronósticos. El PP y los socialistas del PSOE prácticamente quedaron en un empate técnico, con una ligera ventaja para el primero que plantea la posibilidad de la repetición de las elecciones.
Los hechos de estas últimas semanas en México son producto ante todo de las contradicciones sociopolíticas en las cuales los aciertos y las torpezas e incluso las crudas muestras de tontería o las expresiones de genialidad no son sólo personales de los protagonistas concretos sino ante todo obedecen a los factores y condiciones de las pugnas de grupos, luchas sociales, diferencias políticas de una sociedad en crisis polarizada. De lo que se trata de mostrar es como a través de dichas circunstancias y condiciones es posible explicar y entender los abruptos cambios políticos, los conflictos entre los liderazgos, la violencia desatada, en fin, una visión realista del panorama social actual. Y tales senderos nos llevan necesariamente a la dinámica de los factores centrales de la sociedad clasista donde se desarrolla el capitalismo dependiente mexicano matriz y fundamento final que nos permite explicar y descifrar las razones, orígenes y tendencias de los hechos políticos, electorales, gubernamentales y de sus protagonistas, desde la más alta jerarquía del Estado hasta los impulsos de los sectores masivos.
A continuación, presentamos algunos componentes centrales determinantes de dichos conflictos. Entre sus complejas interrelaciones se desarrollará la campaña de los candidatos presidenciales que competirán el primer domingo de junio de 2024 en las elecciones más competidas desde la Revolución mexicana, cuyos resultados serán decisivos en la definición del curso del país en la próxima década.
Ayotzinapa y la impunidad permanente en México
“En su informe final antes de dejar tierras mexicanas, el grupo de expertos de la CIDH que investiga el caso Ayotzinapa fue fulminante: militares y policías actuaban en conjunto con el narco y desde lo más alto del Estado se priorizaba la represión política y no el combate al tráfico. La verdad sobre el paradero de los normalistas descansa en archivos castrenses”. Son las palabras con las que Eliana Gilet inicia uno de los reportajes más completos sobre las conclusiones de las investigaciones de la participación en los crímenes de Iguala de 2014 de militares y agentes realizadas por el GIEI en su última conferencia en la Ciudad de México antes de partir del país. Un legado explosivo de tales investigaciones que el gobierno mexicano impidió que continuarán.
En este sexto y último informe los miembros de GIEI además de demostrar la participación en los crímenes de Iguala de septiembre de 2014 de los militares y agentes de corporaciones policiacas, también advertían que en México se debía tener en cuenta lo sucedido en otros países del subcontinente sometidos a circunstancias parecidas. Al respecto Angela Buitrago y Carlos Beristaín, dos integrantes de GIEI consideraban el caso de Colombia. “Para salir de la violencia es necesario quebrar la impunidad. Violencia que no castiga a los delincuentes perpetúa la impunidad y agrava la situación […] Se corre el riesgo de que la mentira se institucionalice como respuesta. Quebrar la impunidad es la vía para salir de la violencia”. Y añadían “el GIEI ha llegado al límite de lo que se podía investigar como asistencia técnica al gobierno”. (Angela Buitrago y Carlos Beristaín entrevista, Milenio, 25.07.2023.)
En efecto, el gobierno de AMLO consideró que la dinámica de la investigación emprendida por el GIEI conducía a los archivos del ejército y la marina. Las jerarquías de ambas instituciones castrenses después de mentir una y otra vez finalmente no permitieron el acceso a sus archivos como lo pedía el GIEI. AMLO que en un principio ordenó que se abrieran los archivos a los investigadores acabó aceptando tal prohibición. Aceptaba su decisión y las protegía. Actitud para nada sorprendente teniendo en cuenta antecedentes ominosos como su conducta ante el caso del general Salvador Cienfuegos, quien fue el jefe del ejército durante el gobierno de Peña Nieto. Detenido por la DEA en Los Ángeles en 2020, acusado de ser cómplice de narcotraficantes y con la amenaza de ser encarcelado por lo menos durante10 años, ante la demanda del gobierno obradorista de que sea juzgado en México, es soltado y enviado de regreso a la Ciudad de México en la cual, en lugar de ser juzgado el gobierno mexicano lo exonera y queda en libertad. La influencia poderosa de los militares se demostró de modo evidente.
Las conclusiones del artículo de Eliana Gilet son contundentes y sumamente inquietantes: “Hay un motivo más profundo para el silencio del Ejército, según el GIEI: las escuchas telefónicas prueban que el narcotráfico en Iguala funciona mediante una red que incluye a militares y autoridades. Es tan grande la participación de estos actores institucionales que su acción mancomunada se revela como modelo de análisis para otros sitios del país, que viven una violencia similar pero menos mediática. Ayotzinapa es el primer caso en el que lo que era supuesto quedó manifiesto.
“Existe otro cúmulo de información en el mismo sentido contenido en las llamadas escuchas de Chicago, ventiladas en el juicio contra el mexicano Pablo Vega en la Corte del Distrito Norte de Illinois. Ese tribunal de Estados Unidos condenó a Vega como un operador en ese país del grupo criminal Guerreros Unidos –actuante en la masacre de los normalistas– y reveló su fluida coordinación con mandos militares de los batallones de infantería 27 y 41.”
Con tales conclusiones de las investigaciones los familiares de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, quienes tejieron vínculos estrechos con el GIEI y se lamentaron de su partida final, con claridad meridiana sintetizaron la situación en que nos encontramos: “para que haya justicia primero tiene que haber verdad”.
Ante tal realidad el papel del gobierno mexicano queda evidenciado y la actuación del encargado de encabezar la comisión presidencial para la investigación del caso, Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación es patética cuando informa de millones de registros telefónicos para localizar números activos de los sicarios, pero ni uno sólo de los militares y marinos. Suena hueca su conclusión cuando declara que “la investigación [del gobierno de AMLO] sobre el destino de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa no tiene precedentes. (¡¡¡)” (El Universal, 09.08.2024).
El “nuevo” ejército mexicano
Se trata de ese mismo ejército mexicano que nunca desde la Revolución mexicana se había visto tan fortalecido como fuerza gubernamental como durante el sexenio actual: dotado de cerca de 100 mil más soldados como consecuencia de la decisión del Presidente de integrar la recién formada Guardia Nacional a sus tropas, encargado de vigilar la construcción del tren Maya que será administrado por militares, que construyó un aeropuerto y es hoy su administrador, que recientemente se le encargo la administración de la compañía estatizada Mexicana de Aviación, administrador con la Marina de las aduanas de todos los puertos y otros acervos menores.
Un ejército cuyo peso político se ha potenciado pero que su principal tarea, la seguridad nacional ha sido francamente descuidada. Los índices de criminalidad se han disparado a cifras que rompen récords: 165 mil homicidios dolosos a principios de agosto, con una tendencia de llegar en diciembre a 210 mil, superando con mucho a sus antecesores. (Los números correspondientes de los gobiernos anteriores son: Vicente Fox, 60,280; Calderón,120,500: Peña Nieto, 156 mil.) Y las estadísticas letales se desglosan con los secuestros y desapariciones de niños, niñas, con 40 mil desaparecidos en los cinco años que van del gobierno de AMLO y el incremento de 10 a 11 mujeres diariamente asesinadas culminan esta relación macabra.
A este ejército que se ha convertido en un socio clave del gobierno obradorista se le ha tratado de encajar una imagen que lo haga aceptable a un pueblo que desde siempre lo ha visto como lo que ha sido durante décadas, el instrumento represor del régimen del priato en los momentos en que éste se veía en peligro. Fue su función antes de Tlatelolco y después fue el factor fundamental del gobierno en su “guerra sucia” contra las guerrillas en especial del campo, en los años setenta con los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo. A este instrumento clave de la represión popular el obradorismo, comenzando por el propio AMLO, lo ha tratado de redimir ante la consciencia popular con nuevas caracterizaciones: “el pueblo uniformado” así lo definió el propio AMLO. Uno de los columnistas de La Jornada, Pedro Miguel, considera que se trata en el gobierno obradorista es de “una socialización” del ejército y quien con más franqueza redimensiona su papel es Adán Augusto López ex secretario de Gobernación y hoy precandidato presidencial de Morena. Para él, revirtiendo una tradición impuesta por el mismo PRI desde 1946 de que los militares no debían participar en política ha declarado sin titubeos que “un militar debería poder ser presidente de la República”.
El caos electorero y el factor Xótchil
Una de las cuestiones más sorprendentes en estos días plenos de hechos sin precedentes, es la torpeza mostrada por AMLO en su manejo de la elección de su sucesor(a) en la Presidencia. Desde 2021, después de las elecciones intermedias en que los resultados no fueron para los obradoristas tan favorables como esperaban, sobre todo por la perdida de su mayoría aplastante en la Ciudad de México, AMLO anunció públicamente, tres años antes de las elecciones presidenciales, su decisión sobre la sucesión presidencial de quienes serían sus precandidatos (a los que llamó “sus corcholatas”), cómo se elegirían y en el colmo de la soberbia política definía como debía ser el gobierno 2024-2030 de la continuación de la Cuarta Transformación (4T). Era una respuesta típica de su manejo político en el campo en que sobresale, o sea en el trajín electoral. Los opositores no deben cantar victoria, Morena sigue siendo fuerte y tiene asegurado, sin duda, un aplastante triunfo en 2024. Y así parecía en verdad pues el bloque opositor integrado por el PRI, el PAN y lo que queda del PRD no llegaba a definir un rumbo claro y ante todo sus posibles candidaturas representaban la derrota segura con Santiago Creel, ex secretario de Vicente Fox, como el más fuerte prospecto. Pero todo cambió en los dos meses que han transcurrido desde la súbita irrupción de Xóchitl Gálvez como personaje central postulándose como candidata presidencial opositora.
Así que en una situación inédita las campañas y precampañas electorales se han desarrollado mucho más temprano que anteriormente. AMLO quería con un método intrincado efectuar su sucesión presidencial, no como según él la que había hecho Lázaro Cárdenas en 1939. De esta manera desde 2021, él mismo determinó quienes serían las precandidaturas de donde saldría su sucesor o sucesora. Ellas eran: Claudia Sheinbaum Pardo, ex jefa de gobierno de la Ciudad de México; Marcelo Ebrard, ex secretario de Relaciones Exteriores; Adán Augusto López, ex secretario de Gobernación; Ricardo Monreal, ex presidente del Senado, a quienes más tarde se unieron Gerardo Fernández Noroña, ex diputado del Partido del Trabajo; y Manuel Velasco; ex senador y jefe del Partido Verde. Los primeros tres son en realidad los que son favorecidos por el aparato, por los miembros del gobierno y de Morena. En las encuestas Claudia Sheinbaum ha sido permanentemente quien es la más favorecida, seguida de cerca por Marcelo Ebrard y lejos en un tercer lugar Adán Augusto López, los otros tres han sido poco competitivos.
El resultado ha sido todo un fiasco que se ha expresado de modo rotundo, precisamente sólo poco antes de que en los primeros días de septiembre se den los resultados de las encuestas-primarias y se sepa quién será el o la candidata presidencial de Morena. Las dos “corcholatas” que desde un principio destacaron como los principales contendientes fueron Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. Marcelo Ebrard cuya campaña se había caracterizado por críticas a la dirección de Morena por la desigualdad de las condiciones de la competencia de los precandidatos, exigiendo “piso parejo”, el 16 de agosto estalló denunciando los acarreos, los recursos enormes e incluso la participación de una de las agencias gubernamentales más importante (la Secretaría del Bienestar) haciendo abierta e ilegalmente propaganda en favor de su rival Claudia Sheinbaum. Declarando sin tapujos sobre el “desastre de Morena” si se mantenían dichos procedimientos. Su crítica devastadora a la conducta de Sheinbaum y de Mario Delgado, jefe de Morena no escondía nada su ruptura, todavía no abierta, con el verdadero jefe, o sea AMLO quien siempre fue evidente tenía a Sheinbaum como su favorita. De inmediato, al día siguiente de la dura declaración 80 diputados morenistas se hicieron eco de las denuncias de Ebrard y le enviaron una carta al presidente con sus protestas. Amlo no se quedó callado y sin mencionar a Ebrard declaró que Morena y sus precandidatos no era para “vulgares ambciosos”.
En realidad, tos precandidatos obradoristas durante casi tres meses de campañas grises, a pesar de todos los recursos propagandísticos a su disposición, despertaron poco interés popular ni de lejos los grandes apoyos que tuvo AMLO antes de 2018, sufriendo un desgaste prematuro. Precisamente en los próximos días sabremos si la elección de la persona que será el candidato o candidata presidencial de Morena se dará al mismo tiempo con una grave ruptura en sus filas o no. Los primeros tres son en realidad los que son favorecidos por el aparato, por los miembros del gobierno y de Morena. Aunque se considera que muy probablemente será Sheinbaum la favorecida, cuya postura ha sido presentarse como la leal y fiel discípula del presidente que garantizará la preservación y continuación de la 4T. Marcelo Ebrard ha estado más activo con propuestas concretas muchas de ellas dentro de una línea política no correspondiente a las ideas de AMLO e incluso algunas claramente contradictorias. Con su abierta declaración de disidencia antes mencionada sólo faltan pocos días para saber finalmente cuál será su rumbo, o rompe abiertamente con AMLO y Morena (incluso aceptando la postulación de otro partido) o va hacia su muerte política. Pronto se sabrá si en las jornadas del 2024 participará un tercer protagonista, el Movimiento Ciudadano (MC) postulando a Ebrard o a otro candidato. Sí así sucede, todo indica que se inclinará con el bloque que le ofrezca las mejores condiciones para seguir desempeñándose como una fuerza parlamentaria y regional relativamente importante.
El contraste con la situación que se ha presentado con la súbita irrupción de Xótchil Gálvez en el bando opositor es notable y gran motivo de preocupación para AMLO y sus seguidores. Desde su aparición el 12 de junio frente a la puerta del Palacio Nacional solicitando se le concediera el derecho de réplica ante una declaración de AMLO contra ella hasta la actualidad, Xótchil se convirtió en el personaje político central de la oposición confrontando directamente al presidente. No se abrió la puerta del Palacio, pero el hecho que AMLO comenzó a atacarla en las mañaneras diariamente le abrió las puertas de todos los medios. Desde entonces ha sido la confrontación directa de Xótchil con AMLO, la polémica importante, como si él fuera el verdadero candidato obradorista. Las precandidaturas de Morena se han desdibujado, eclipsándose de tal forma que el pronóstico que parecía garantizado, de aplastante victoria de Morena en 2024 no es ya posible mantenerlo. Ciertamente no está descartada esta victoria, pero ya seguramente no será aplastante como en 2018, con la posibilidad incluso de que esté en riesgo. Han aparecido signos de pugnas, de posibles enfrentamientos mortales vinculados a personas cercanas a las corcholatas. El promotor de la candidatura en Guerrero de Ebrard fue asesinado. Dos personajes cercanos a Adán Augusto en Veracruz igualmente fueron asesinados. El aparato propagandístico morenista trabaja a todo motor considerándola la enemiga a vencer, la señora X, la innombrable, “un Fox al extremo” (Lorenzo Meyer dixit), la rock-star de la política electoral del momento, amenazándola con el desafuero por negocios ilícitos y tráfico de influencias, exponiendo públicamente sus cuentas bancarias, es como si hubiera surgido el antídoto más efectivo contra AMLO. Sería el anti-Peje, un personaje que irónicamente de cierto modo repetiría el ascenso de AMLO a la palestra nacional pero no en veinte años sino en dos meses. La promoción involuntaria que AMLO ha hecho de Xótchil Gálvez y sus consecuencias convirtiéndola en su opositora más peligrosa, ha descuadrado en gran medida los cálculos no sólo del morenísimo sino de todos los protagonistas de la escena electoral. Es uno de los hechos más significativos que muestra la plasticidad extrema de una situación determinada por cambios repentinos, imprevistos, en la que todo es posible.
La escena electoral será el motivo de interés principal para grandes sectores de la población y en los días y semanas próximas muchos acontecimientos irán definiendo lo que será finalmente el hecho histórico del primer domingo de junio del año próximo. Una profundización de la crisis abierta del obradorismo, la posibilidad de la entrada a la escena electoral de un tercer protagonista aunque sin las fuerza de los dos principales bloques, y otras incógnitas.
Tragedia histórica
Pero las jornadas electorales más grandes de la historia de México de 2024 estarán determinadas en la contienda que enfrentará principalmente a dos bloques políticos hegemónicos de la burguesía: el de Morena y sus aliados y el formado por los tradicionales partidos burgueses, el PAN y el PRI al que se ha unido lo que queda del PRD. Ambos bloques son los representantes políticos de diferentes sectores de la burguesía, de sus intereses regionales distintos, de sus raíces y establecimientos agrícolas, industriales, financieros, de servicios, etc. Todos ellos actuando bajo las reglas y horizontes del mercado. Los dos son defensores del capitalismo y por tanto también expresan los intereses del imperialismo, en especial estadounidense, el socio mayor de los capitalistas nacionales. En México esta característica de la integración de un capitalismo dependiente con un centro imperialista hegemónico ha llegado a niveles altísimos desde 1994 con la formación del mercado común de la economía del país con las de los imperialismos norteños estadounidense y canadiense.
Los dos bloques están entrabados en una dura pugna que, como hemos visto, se ha venido haciendo cada vez más feroz y que arreciará los próximos meses hasta las elecciones de junio próximo. El bloque integrado por lo que fue el PRIAN, desprestigiado, repudiado y arrinconado en las elecciones de 2018 ha renovado bríos debido en gran medida a las torpezas del obradorismo y al hecho que ha encontrado con Xóchitl Gálvez el personaje que necesitaba para ser competitivo. Por su parte Morena es la obra de cabo a rabo de AMLO y sigue sus avatares. Representa la fuerza y limitaciones de un líder muy popular vinculado a viejos sectores políticos rebasados por las tecnocracias dominantes en el quehacer gubernamental, con una visión política estrecha marcadamente populista pero combinada, irónicamente, con una vocación de restauración del viejo estado autoritario y una confianza en las fuerzas militares que ni los presidentes priistas más reaccionarios (¡Díaz Ordaz!) tenían.
En las jornadas electorales de 2024 las señales evidentes apuntan a una ausencia de organizaciones políticas que representen a los trabajadores y a los demás sectores explotados y oprimidos de la población. Esta situación es la expresión más elocuente de la crisis ideológica, política y de dirección de las organizaciones tradicionales obreras (nacionalistas, socialdemócratas, estalinistas) y maoístas) y la debilidad de las alternativas existentes. Ninguno de los dos bloques representa a los trabajadores quienes se encuentran huérfanos de alternativas nacionales. Esta es una de las mayores tragedias de la política mexicana actual.
Los reales acervos obradoristas
Los acervos de la política social obradorista de la lucha contra la pobreza y la razón fundamental de su apoyo popular es la multimillonaria transferencia directa de ayudas económicas a millones de jóvenes, adultos mayores y familias. Es su mayor timbre de orgullo y el último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) ha sido recibido con euforia por el propio presidente y todos sus partidarios. Según el informe más de 5 millones abandonaron la pobreza entre 2018 y 2022. También hubo en el mismo periodo una reducción del 20% de los ingresos de los que más y de los que menos ganan. Es de notarse que estos resultados se dieron a pesar de los estragos de la pandemia del covid-19. Otros factores que intervinieron en la mejoría de la situación para millones de personas fueron el significativo aumento al salario mínimo, el récord histórico de remesas a sus familias de los mexicanos en EUA que pusieron a México junto a China en el primer lugar de los países que envían remesas, así como la prohibición del outsourcing.
Ciertamente la euforia oficial no tiene base firme pues el mismo informe del Coneval señala cuestiones fundamentales que son la muestra evidente que la pobreza y su consecuencia más directa, la desigualdad, no han desaparecido, sino que se agravan a pesar de avances en algunos aspectos. Los datos del Coneval sobre la salud pública fueron una evidente muestra de enormes carencias producidas por las decisiones del gobierno obradorista: en el periodo el número de mexicanos sin cobertura de salud pasó de 20,1 millones a 50.4 millones. Este escandaloso hecho es la directa consecuencia de la liquidación del Seguro Popular y del fracaso de su sustituto. El rezago educativo aumentó del 19,0% al 19.4%, es difícil escapar a la pobreza sin una buena educación.
Críticos serios y conocedores profundos de la materia fueron contundentes en sus impugnaciones. Basta señalar a uno de los críticos más consistentes de los métodos utilizados por el Coneval para medir la pobreza, Julio Boltvinik. Según él las cifras del Coneval que consideran que la pobreza en México se ha reducido en 2023 a 46.8 millones de personas subestiman enormemente la misma y para él los pobres en México son más del doble de lo estimado por el Coneval: 98 millones, es decir más del 70% de la población nacional. (La Jornada, 11.08.2023). También Boltvinik señala que la reducción habida de la pobreza en el periodo considerado no se debe primordialmente a las transferencias directas sino más bien al crecimiento de las remuneraciones producto del crecimiento económico a partir de 2021 después de la pandemia.
Los libros de texto gratuitos
Iniciado agosto, el último mes ates de la declaración de los candidatos de los dos bloques, AMLO ya no estaba “determinandode los países que envían remesas, la conversación” en el país como se dice en los medios politiqueros, al tener que compartirla con Xóchitl Gálvez y así seguir fortaleciéndola. Entonces en los primeros días de agosto AMLO anunció la distribución de los millones de Libros de Texto Gratuito (LTG) para los niños de primaria y secundaria. Ciertamente la polémica y las discusiones sobre su contenido se convirtieron en una cuestión central pero la intención de alejar el centro de atención de las pugnas electorales no se pudo lograr y de hecho las polémicas sobre la educación de la niñez, que está íntimamente vinculada con los LTG, no podían evitar estar influenciadas y determinadas por la polarización política existente. Sus consecuencias no son favorables a la causa obradorista porque la existencia de los LTG desde su inicio en 1960, en condiciones muy diferentes a las actuales, con un régimen del priato en su apogeo (el presidente era Adolfo López Mateos), no tuvo mayores consecuencias, ni afectaron las elecciones presidenciales siguientes. No es el caso hoy con los LTG. Los sectores conservadores, muchos de ellos vinculados a la iglesia católica están en contra de su distribución por considerarlos perniciosos política e ideológicamente para la niñez. De hecho, en los años sesenta con motivo de su primera edición, en plena atmósfera de la “guerra fría”, con una victoriosa Revolución cubana en pleno auge, fue el motivo del surgimiento de un movimiento basado en sectores de padres de familia cuyo lema fue el de “cristianismo sí, comunismo no”. El arcaísmo de esta oposición a los LTG es evidente, pero resulta que no pocos sectores reaccionarios y conservadores que se lanzan contra su distribución a las escuelas fueron en 2018 aliados importantes de AMLO y de Morena. Sectores reaccionarios de las iglesias, en especial de las evangélicas, por ejemplo y ni más ni menos el multimillonario Ricardo Salinas Pliego dueño del imperio financiero de Elektra y de la TV Azteca que de coadyuvante del gobierno obradorista se ha convertido en un destacado opositor.
También entre el fundamental gremio de los maestros, incluso del sector sindical de oposición al charrismo que ha apoyado a AMLO dentro de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación ha surgido un descontento y rechazo de los LTG. Entre las bases de los maestros, los encargados de estar en las aulas y pasar horas enteras frente al pizarrón hay descontento. Las razones son muy evidentes, Se trata de un proyecto fundamental para la educación en México que se ha elaborado durante el gobierno obradorista prácticamente a espaldas del magisterio, de los padres de familia y, muy importante, de los numerosos estudiosos e investigadores sobre la educación que no fueron consultados. Se trata de un proyecto que se intenta imponer autoritariamente. Hay muchas razones para rechazar estos textos y como se ha dicho la polémica apenas ha comenzado y afectará, afecta ya, a las campañas electorales y a sus resultados.
Las razones de la historia
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por los hechos y la tradición. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando parece que estos se dedican precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nuevo nunca visto en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con ese disfraz de vejez venerable y ese lenguaje prestado representar la nueva escena de la historia universal”. Son palabras de Karl Marx en la primera página de su libro El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, cuya actualidad en estos tiempos mexicanos es asombrosa a más de 150 años de haberse escrito.
Los acontecimientos de la noche de Iguala en septiembre del 2014 conmocionaron a México. De Baja California a Chiapas se cimbró la nación. La solidaridad internacional con el pueblo mexicano fue también conmovedora. Durante el 20 de noviembre fecha escogida para expresar la ira multitudinaria se vivió una gran sublevación. En el Zócalo de la ciudad de México la multitud de estudiantes de todas las escuelas y universidades de la ciudad, sus padres y madres, miles de trabajadores de la educación y de otros gremios desfilaron en una inmensa marcha que duró más de tres horas y que atestó varias veces la plaza principal de la República Mexicana. Y en los demás estados también se presenciaron desfiles y marchas sin precedentes. México hervía de rabia ante las atrocidades cometidas contra los desaparecidos estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Se gritaba a voz en cuello “Fue el Estado”. La barbarie cruda y el terror desplegados esa noche-madrugada del 26-27 de septiembre en Iguala por un gobierno aliado al gran dinero de las finanzas y del narco parecía que anunciaba una reacción popular transformadora de México.
Esas masas iracundas no se equivocaron pero bajo la pesadilla de la tradición de las generaciones muertas y la ausencia de iniciativas políticas y alternativas organizativas que las superaran y anunciaran el nuevo porvenir cayeron bajo el canto de las sirenas tradicionales y electoreras de una supuesta “Cuarta Transformación” presentada con los ropajes del pasado venerable de las epopeyas de la Independencia y la Reforma del siglo XIX, del heroísmo derrotado de la Revolución mexicana y ante todo de la gran simulación reformista, en realidad autoritaria y contrarrevolucionaria del priato bonapartista del siglo XX.
El obradorismo que surfeo con astucia en la sublevación masiva contra el PRIAN en 2014, durante sus cinco años de gobierno ha mostrado hasta la saciedad su estafa política promoviendo una “lucha contra la corrupción” que esconde mal su política austericida extrema (“la austeridad franciscana”) muy del agrado de los capitalistas, fraudes colosales que desbordan a los de los gobiernos anteriores (¡Segalmex!) y la hipocresía de su lucha contra “la mafia conservadora y fifi del poder” cuando es evidente su amistad con los poderosos del gran dinero (empezando con “su amigo” Carlos Slim) y su connivencia difícil ya de esconder con Peña Nieto, Videogaray y Cía. Como lo han dicho los padres y familiares de los 43 desaparecidos estudiantes de Ayotzinapa, el gobierno obradorista ha traicionado a la gran sublevación de 2014 que luchaba por la presentación de sus hijos desaparecidos y por una verdadera transformación democrática y revolucionaria.
Haciendo historia
No sólo en México su pueblo se confronta a un futuro pleno de riesgos e incertidumbre pues la deriva autoritaria y el desgaste del gobierno obradorista y la relativa recuperación del PRIAN anuncian el peligro de que la feroz pugna provoque un peligroso empantanamiento político. El mundo entero se encuentra en una encrucijada peligrosa con la convergencia cada vez más explosiva de violentos conflictos que estallan en guerras (y la de Ucrania es la más notoria pero no es la única, simplemente veamos lo que pasa en África), acelerado curso de las tendencias del cambio climático (recrudecimiento de los incendios forestales, inundaciones, temperaturas récords), ríos de inmigrantes que llegan a las metrópolis de los países imperialistas, crecimiento y expansión de la delincuencia de todo tipo (asesinatos, secuestros, feminicidios, desapariciones). En EUA la crisis política que expresa la posible candidatura presidencial republicana de Trump en 2024 debido al apoyo popular que sigue teniendo a pesar de la montaña de acusaciones en su contra por todos sus crímenes cometidos, no depara buenos tiempos para EUA con las inevitables repercusiones en México Y en América Latina la situación también se deteriora ante la incapacidad de los equipos dominantes burgueses de todos los plumajes, de centro, de izquierda e incluso de extrema derecha. Boric en Chile cada vez más arrinconado por la derecha sin capacidad de reacción con la tibieza de su política: Petro el primer “presidente de izquierda” en Colombia empantanado en las pláticas con el ELN y con su hijo acusado de cómplice de los narcos; Ecuador inmerso en una profunda crisis política causada por el asesinato por los narcos del candidato presidencial más popular; Nicaragua oprimida bajo la barbarie del gobierno de Daniel Ortega y su esposa; Argentina hundida en una crisis económica interminable y con el triunfo de la extrema derecha en las primarias con Javier Milei el candidato anarquista-capitalista (¡!) que derrotó al partido neoliberal ortodoxo y a los peronistas y anuncia unas muy confusas perspectivas para su país. Y así podríamos seguir.
La perspectiva para el pueblo mexicano no puede quedar determinada por los bloques capitalistas en pugna. Es una tarea muy difícil pero la situación apunta a que es urgente y necesaria la construcción de una alternativa política y social que con las lecciones del pasado sea el factor de un nuevo porvenir verdaderamente digno para los trabajadores, los oprimidos y explotados. Esto significa luchar por una alternativa anticapitalista.
El material humano está allí. El ejemplo de los padres y familiares de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, los propios estudiantes de la escuela que durante nueve años no han bajado la guardia y siguen marchando cada 26 de septiembre por el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México y en las demás ciudades del país exigiendo la presentación de sus compañeros. En México hay muchos y muchas con la misma entereza. Esa fortaleza es necesaria y con la estrategia democrática, independiente, feminista, internacionalista y socialista será posible remontar los gigantescos obstáculos que nos confrontan con tantas derrotas, desilusiones y decepciones. En México se impone en el siglo XXI volver a poner en marcha la revolución interrumpida para que el nuevo siglo no sea como definió Albert Camus al siglo XX, el siglo de la revolución traicionada, sino un siglo de la revolución triunfante.