Andrea Fabozzi
13/01/2024A modo de “Diccionario de fin de año”, el diario italiano il manifesto ofreció a sus lectores al concluir 2023 un suplemento dedicado a glosar la actualidad de algunos términos políticos cruciales cuyo sentido está en entredicho. Recordando la costumbre italiana de tirar trastos viejos por la ventana en Nochevieja, su director, Andrea Fabozzi, define el empeño como una “limpieza de Año Nuevo y un alfabeto político que reconstruir”. En estas semanas reproduciremos varias de estas glosas, a la vez complejas y esclarecedoras. -SP
“Me ha matado una palabra demasiado fuerte”, escribió un poeta [1], el poema se titulaba Epitafio. Lo que realmente le mató fue una soga al cuello, pero tenía razón: las palabras pueden hacer mucho daño. No sólo cuando son palabras equivocadas, contrarias…de hecho, en ese caso son enemigos reconocibles. Uno puede defenderse.
Hoy, en los desfiles, las palabras se han convertido en pancartas, fueron los Fridays for Future los que impusieron la novedad. Los lemas ya no se gritan (o casi), se escriben. Las palabras opuestas se dibujan al revés. Las que son amigas, por el contrario, en vertical, grandes, coloridas.
Pero las palabras amigas pueden ser igualmente peligrosas. Algunas de "nuestras" palabras se han convertido un poco en algo así como la manta de Linus. Al tranquilizarnos, nos mantienen quietos. O nos empujan, pero fuera del camino.
Tantas palabras como nos han acompañado los caminos de la liberación, palabras que han estado en los corazones o en los libros o en las canciones de la izquierda, se han convertido en un estorbo. Un obstáculo. Hasta la palabra "izquierda" se ha convertido en eso, se argumenta aquí: en este encarte que sale en Nochevieja y que invita a hacer con algunas palabras lo que se hace con las cosas que se han vuelto inservibles. Tirarlas por la ventana.
Es un alfabeto incompleto. Otras palabras, otros conceptos podrían acabar en la lista.
Por ejemplo, "pleno empleo", algo que siempre hemos exigido, una ambición que ahora llega a legitimar todas las formas de empleo mal pagado, cuando no gratuito, precario, sin garantías, más una nueva forma de esclavitud que el antiguo trabajo.
O bien, "sufragio universal", que durante décadas hemos considerado condición suficiente para garantizar la igualdad de los ciudadanos electores. Y que seguimos invocando, a pesar de que la disgregación de los cuerpos intermedios, los artificios de las leyes electorales y las barreras del censo, por un lado, y por otro la impermeabilidad de las burbujas a la información relevante y su extrema permeabilidad a la propaganda, hace tiempo que convirtieron el momento electoral en un engaño colectivo. El votante, con su papeleta en la mano, solo en el vacío de la participación, avanza hacia la cabina de votación con la ilusión de dar un paso hacia la democracia, y la retórica del sufragio universal le envuelve y le tapa los ojos.
No sólo las mantas de Linus, las palabras amigas que abrazamos pueden ser cobertores.
Este encarte nos invita a dejar atrás esos lugares tranquilizadores pero peligrosos que ya no son comunes. No es exactamente un regalo navideño, pretende ser un intento de dar profundidad a la reflexión política, también de reaccionar ante la miseria del debate de una forma distinta a la lamentación.
Al prepararlo, nos dimos cuenta de que casi cada una de las palabras aquí abordadas requeriría un discurso aparte. Las autoras y los autoresos autores, entre los que hay firmas nuevas y regresos muy bienvenidos, no dejarán que la comparación se quede por el camino.
Por supuesto, cada uno de estas palabras (ex) amigas tiene su propio grado de peligrosidad, normalmente proporcional al tamaño de las promesas que no han logrado mantener. Y en las piezas que podrán leer, no todas las palabras se consideran obstáculos que haya que eliminar sin alternativa.
Devolver el sentido a una palabra que nos ha acompañado, pero cuyo sentido ya se ha perdido, puede ser a veces una alternativa a abrir la ventana y tirarla por ella. Cosa que, en general, siempre es bueno hacer con cuidado, hasta con los objetos inútiles, incluso en Nochevieja.
[1] Se trata de Branko Miljković (1934-1961), poeta yugoslavo (serbio), cuyo poema Epitafio, de un solo verso, reza así: "Ubi me prejaka reč" (“Me ha matado una palabra demasiado fuerte”). Miljković fue encontrado ahorcado en un árbol en Zagreb a la edad de 27 años. Su muerte se registró oficialmente como suicidio.