Eric Blanc
29/03/2025
Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez [AOC] han ignorado el consejo de destacadas cabezas pensantes del Partido Demócrata de «darse la vuelta y hacerse el muerto». A Dios gracias. Sus masivos mítines contra la oligarquía han logrado cifras históricas, dando testimonio de un deseo popular generalizado de resistir a Elon Musk y Donald Trump.
Al llenar el vacío que han dejado Chuck Schumer y los de su cobarde ralea, Bernie y AOC se están convirtiendo en líderes no sólo de los activistas de izquierda, sino también de la base liberal dominante del Partido Demócrata. La pregunta difícil se cifra ahora en cómo aprovechar toda esta energía en un movimiento capaz de derrotar realmente a Musk, y luego a Trump.
El Equipo Bernie ya ha dado grandes pasos en esta dirección. No se trata sólo de que la gira «Luchar contra la oligarquía» («Fighting Oligarchy») haya dinamizado a los norteamericanos pie y difundido un mensaje rotundo en contra de los multimillonarios y a favor de la democracia. Estos actos han tenido un enfoque estratégico concreto, tal como ha explicado en la Red uno de los asesores de Bernie: «Para los que lo pregunten, sí, estos mítines están vinculados a la acción. Todos se han celebrado en distritos indecisos controlados por el Partido Republicano o cerca de ellos, y estamos haciendo un seguimiento con acciones específicas para presionar a sus diputados para que voten NO a cualquier recorte de Medicaid o exención fiscal multimillonaria, o se enfrenten de lo contrario a las consecuencias electorales».
Todo esto resulta esencial. Pero Bernie y AOC podrían dar un paso adicional: pedirles a todos los asistentes al mitin que se conviertan en organizadores. El destino de nuestro país depende en parte de poder canalizar el entusiasmo de estos actos en una campaña masiva y creciente.
Para generar el volumen de resistencia necesario para poder ganar, los asistentes no sólo tienen que actuar, firmando una petición o asistiendo a una protesta en fecha próxima, sino también conseguir que decenas de sus compañeros de trabajo, amigos y vecinos hagan lo propio, y no sólo una vez, sino como parte de un esfuerzo sostenido y creciente. En otras palabras, «conectarse» con la organización. Los momentos de gran atención, como las grandes concentraciones, pueden utilizarse para incorporar directamente a todos los que quieran luchar. No basta con hacer llamamientos generales a la participación. La gente necesita cosas concretas y pasos a seguir.
Para ser justos, el hecho de que las concentraciones de «Lucha contra la oligarquía» no hayan llevado a cabo todavía este tipo de llamamientos no es culpa de sus anfitriones. Refleja la debilidad de un movimiento obrero norteamericano demasiado tímido y de una izquierda demasiado pequeña y fragmentada. Se han registrado muchas acciones desde que Trump fuera elegido, pero han sido relativamente descoordinadas y a pequeña escala. Si hubiéramos logrado ya galvanizar un movimiento cohesionado capaz de atraer a los indecisos, AOC y Bernie muy probablemente lo estarían impulsando.
Pero la realidad hoy es que necesitamos desesperadamente que los dos principales tribunos progresistas de los Estados Unidos aprovechen su popularidad y sus programas para dinamizar al máximo los incipientes actuales esfuerzos de base y ayudar a crear un movimiento de masas cohesionado que todavía no existe.
Puesto que Bernie y AOC tienen un perfil tan pronunciado, y puesto que la crisis de nuestro país es tan grave, cualquier campaña organizada que decidan impulsar o lanzar conjuntamente se convertiría probablemente en viral. Mi opinión es que el mejor objetivo es ese Musk caricaturescamente malvado y profundamente impopular, y que el mejor mensaje consiste en salvar servicios tan queridos como el Departamento de Asuntos de Veteranos (VA), la Seguridad Social y los Parques Nacionales de los ataques que Musk está llevando a cabo contra ellos.
¿Qué podrían hacer concretamente Bernie y AOC para animar a la gente? De forma más inmediata, podrían pedirle a la gente que se haga las veces de organizadores del próximo 5 de abril, jornada de movilización «¡Manos fuera!» convocado por MoveOn, Indivisible, el Partido de las Familias Trabajadoras y otros. El 5 de abril tiene el potencial de convertirse en algo enorme. Pero la petición a sus seguidores no puede limitarse a acudir a las concentraciones locales. También hay que animar y ayudar a la gente a pasar las próximas dos semanas convenciendo activamente a sus compañeros de trabajo, vecinos y demás para que participen.
Ya tenemos ejemplos a menor escala de lo que puede ser una campaña orientada hacia el exterior. La Red de Sindicalistas Federales (Federal Unionist Network), por ejemplo, está reclutando y formando a un número significativo de nuevos organizadores sindicales -tanto de trabajadores federales como de comunidades aliadas más extensas- en el proceso de preparación del día de acción del 5 de abril, que considera punto de partida de una mayor escalada en su campaña de organización desplegada para salvar nuestros servicios. Al igual que la reciente gira de Bernie y AOC, el propio 5 de abril va a constituir otra gran oportunidad para absorber a decenas de miles de nuevos organizadores en campañas capaces de ampliar la resistencia actual.
Imaginemos a decenas de miles de veteranos, trabajadores federales y aliados sentados y arriesgándose a verse detenidos en las oficinas de los congresistas republicanos para decir no a los recortes a los veteranos y a los servicios federales. Decenas de ancianos podrían hacer lo mismo para salvar la Seguridad Social. Las huelgas de un día de los controladores aéreos podrían paralizar el transporte aéreo para presionar a Trump y al Congreso. Los trabajadores federales despedidos ilegalmente en todos los Estados Unidos podrían marchar de vuelta al trabajo, respaldados por miles de simpatizantes, para exigir su reincorporación inmediata. Y las peticiones masivas de profesores, estudiantes y trabajadores que culminen en manifestaciones y huelgas en todo el país podrían obligar a las administraciones universitarias a resistirse a la represión autoritaria de Trump.
Todas estas acciones son posibles. Y hay muchas posibilidades de que una reacción tan generalizada obligue a Trump a batirse en retirada y echar a los perros al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), haciendo saltar por los aires el impulso y el aura de invencibilidad de la nueva administración. Pero solo un movimiento popular impulsado por un número creciente de organizadores voluntarios puede hacer que suceda todo esto.
Aunque es fácil caer en la desesperación en estos días, hay razones sólidas para el optimismo político. Las políticas de la nueva administración son unpopulares. Sus niveles de apoyo, ya bajos, siguen cayendo. Y como el movimiento anti-Trump de hoy está más centrado en preocupaciones económicas, más arraigado en los sindicatos y más antimultimillonario que la Resistencia de la era 2017, tiene el potencial de superar definitivamente al MAGA hundiendo raíces más profundas entre la gente trabajadora.
Pero para lograr este objetivo, lo primero que necesitamos es transformar la energía de hoy en una acción de masas sostenida. Eso puede suceder si Bernie y AOC les piden a sus seguidores que empiecen a organizarse.