Francesc Matas Salla
12/09/2021La movilización más grande celebrada en los tiempos de la Covid-19. Un río de anhelo y fuerza viva humana no ceja en hacer su camino para fluir al mar de la libertad. Hay llama, fuego y calor popular, aparece como un volcán republicano que retruena en sus intentos de transformar el panorama.
400.000 personas según ANC y Òmnium, 108.000 informa la Guardia Urbana de Barcelona. En todo caso una fuerza memorable en el conjunto del territorio y Barcelona. La cabecera de la manifestación de las tres entidades del “procés” -ANC, Òmnium, AMI- partió en la simbólica 17,14 h en la Plaza Urquinaona, hasta llegar a su fin delante la Estación de Francia, en una hora y cuarto, con el aliciente de que había aun cantidad de gente que se incorporaba al inicio en Urquinaona.
Las movilizaciones independentistas –con el lema “Luchemos y ganemos la independencia” de la ANC- han resurgido en todas las poblaciones con el epicentro en Barcelona. Los CDR, Comités de defensa de la república, el sector más radicalizado surgido en el 1 de octubre de 2017, había convocado una hora antes a once manzanas de la plaza Urquinaona, para confluir con la manifestación central a la hora convenida de las mencionadas 17,14 h. Al atardecer hubo otra manifestación de las distintas tendencias de la izquierda independentista anticapitalista, con quince mil personas según la organización.
Previamente por la mañana hubo las tradicionales ofrendas de todas las entidades y partidos al monumento de Rafael Casanovas. Además, las ofrendas de las entidades independentistas en el Fossar de las Moreres; por cierto del que fueron expulsados un cortejo de fascistas catalanistas.
Òmnium Cultural hizo otro acto en el Arc de Triomf habitual en los últimos años, con el lema “Fem-nos lliures” (Hagámonos libres); es significativo anotar que entre los presos independentistas indultados y una amplia representaciones de entidades, organizaciones y personalidades soberanistas e independentistas, todas ellas republicanas, estuvieran en las primeras filas, Javier Pacheco, secretario general de CCOO, Camil Ros, secretario general de UGT y Jaume Asens, portavoz del grupo parlamentario federal de Unidas Podemos.
La Diada catalana se ha incubado en un caldo de cultivo polarizado: a) en torno a la ampliación del aeropuerto de El Prat -con una movilización importante prevista para el próximo 19 de septiembre-, en la que el gobierno de momento se ha visto obligado a echarse atrás; b) la inminencia del reinicio de la mesa de diálogo entre el gobierno central y la Generalitat de Catalunya; y c) la dura represión estatal que afecta a 3.500 personas, incluidas las exiliadas, que generan un agravio y desencuentro superlativo, sin que se haya rebajado un ápice las exigencias de libertad y amnistía. Sumémosle el temor y parálisis que genera la pandemia y la losa de la crisis económica que aumenta la precarización y profundiza la pobreza de la población trabajadora.
Es un éxito a todas luces. Hay una masa ciudadana combativa dispuesta a seguir la lucha.
Para los medios estatales la Diada catalana no merece atención. Casi no existe en las portadas. Esto puede distorsionar la percepción de la vida, pero no substituirá ni cambiará la realidad.
Los cientos de miles de personas movilizadas, incluso si son una pequeña parte de anteriores convocatorias, muestran que la libertad y la voluntad de decidir no desfallecen sino que tiene fundamentos sólidos: ni mucho menos son secundarias o tonterías de mentes subsumidas por ideólogos y poderes perversos, pues son la principal fuerza y motor de las perspectivas republicanas en el conjunto estatal, en España y en Catalunya.
Sean pocas o muchas según las interpretaciones o intenciones varias, resulta que las fuerzas en liza son inmensamente más grandes que cualquier otra causa, reivindicación y lucha. Y su liderazgo es como mucho heterogéneo, popular, multiclasista, metrópolitano y rural, intergeneracional. Puedes participar junto a abuelas mayores de piernas y pies hinchados de deambular durante todo el día, hasta la juventud quinceañera y universitaria que reclaman la confrontación y la acción directa con el lema de “Urquinaona”.
La herencia del 1 de octubre de 2017 con los colegios, las urnas, los votos y las cargas policiales, extiende sus brasas y fuego.
Se especula con la división de los liderazgos, partidos, entidades y en la Generalitat, incluso hay analistas y medios que consideran esto lo más significativo de la jornada, que invalida la reivindicación y fuerza catalana respecto la amnistía, el derecho a la autodeterminación con un referéndum y la voluntad republicana de instaurar unas libertades soberanas.
Es bien cierta esta división, como la dificultad de forjar una estrategia conjunta. Aún así, lo más significativo es que la movilización ha vuelto a florecer, combativa y unitaria. Todas las fuerzas independentistas y parte de las soberanistas autodeterministas han llamado, convocado y organizado a las marchas centrales de la Diada, en Barcelona y en cada población.
Este 11 de septiembre no ha sido ningún espejismo. Precisamente es dentro de la movilización unitaria que se expresan la distintas voces, intereses y estrategias. El movimiento está en una dinámica de metabolización tanto de los últimos diez años, como más en concreto el tremendo golpe recibido por la represión estatal tras la votación del 1 de octubre de 1917, hace cuatro años.
El preso indultado Jordi Cuixart, presidente de Òmnium, entidad por la lengua y la cultura catalana que ha pasado en estos cuatro años de 50.000 a casi 190.000 personas asociadas, superando al poderoso Club de Futbol de Barcelona y a CCOO, ha defendido la amnistía para todas las 3.500 personas represaliadas, con mención directa a las exiliadas, “sin ello no hay libertad”; ha explicado que la independencia y la república se necesitan para practicar la democracia; ha alertado que la mesa de diálogo gobierno central- Generalitat sólo será eficaz y útil si respeta el derecho a la autodeterminación y el referéndum; ha terminado con un llamamiento a la libertad de la lengua catalana en los distintos territorios en que se usa, para que sea vehicular y no quede relegada.
Elisenda Palouzié, presidenta de la ANC, ha explicitado el escepticismo respecto a la mesa de diálogo, por la voluntad nula del Estado, que ha explicado; ha llamado a la confrontación, ha reclamado una "unidad estratégica independentista", mientras exigía al presidente de la Generalitat, Pere Aragonès; “Presidente, haga la independencia!”
ERC (Marta Vilalta) sostiene la mesa de diálogo para reivindicar el derecho a la autodeterminación y trasladar la fuerza ciudadana a la negociación. Junts sostiene la confrontación con el gobierno estatal, manifiesta su escepticismo en el diálogo, pero explica que va a ser leal al gobierno catalán y a los dos años de plazo.
La CUP sigue muy crítica con la mesa de diálogo, ha elevado su tono de presión a ERC y al gobierno, rechazando la ampliación del aeropuerto de El Prat, y sólo quiere negociar “cómo hacemos efectivo el derecho a la autodeterminación y la amnistía",
Catalunya en Comú, la fuerza más importante representada en la alcaldía de Barcelona con Ada Colau, se está difuminando entre su alianza en el gobierno estatal con el PSOE y su crítica a los desmanes del mismo. En especial de todos los incumplimientos (alquileres, ley mordaza, de extranjería, SMI, resolver la relación del Estado con Catalunya), y contra el plan de AENA y el gobierno central de ampliar la pista aeroportuaria. El soberanismo de los Comunes acumula demasiadas oscilaciones y muchos pasos atrás. El federalismo de Estado plurinacional que proponen substituye la libre decisión soberana y refrendataria en Catalunya. La ruptura con el régimen del 78 y el proceso constitucional republicano cede ante una crítica de denuncia de la corona. En fin, Los Comunes no han convocado ni participado, al menos de forma colectiva, en la manifestación de la Diada, con la explicación de que era independentista; tampoco abogan por la amnistía.
Las disonancias del coro movilizado se someten a la unidad movilizada ciudadana, al anhelo o sentimientos u objetivos que mueven a más fuerzas que cualquier otra causa, incluyendo los grandes momentos sindicales. Fuerzas vivas movilizadas, combativas, conscientes y con unos objetivos claros y precisos: Libertad y República. Amnistía y autodeterminación. El Estado y la pandemia no han podido frenar la movilización y la lucha.
La libre decisión, las libertades y la causa republicana en el Estado disponen de una gran posibilidad de alianzas y fraternidad con las fuerzas profundas de la Diada catalana.