Haneen Zoabi
20/05/2021
“Las medidas poIíticas israelíes en Jerusalén toman como objetivo no sólo la esfera privada, mediante demoliciones y desahucios, sino la ligazón de los palestinos con su ciudad. Son una amenaza no sólo para su presencia física sino para su presencia simbólica en la esfera pública. El objetivo consiste en abolir el estatus de Jerusalén como centro unificado y cultural de todos los palestinos”.
Así es cómo explica Haneen Zoabi, ex-parlamentaria palestina en la Knéset [la cámara legislativa israelí], lo que ha ido sucediendo en la ciudad a lo largo de decenas de años, en una entrevista con Chiara Cruciati para el diario italiano il manifesto.
Jerusalén ha sido siempre el epicentro de la cuestión palestina. Los límites impuestos al rezo en Al-Aqsa y los desahucios en Sheij Yarrah parecen formar parte del mismo intento israelí de reprimir a la población palestina. ¿Qué está pasando?
Nos enfrentamos a un minucioso plan que Israel puede llevar a la práctica porque arrostra un entorno internacional favorable. Un plan que se compone de una serie de distintas estrategias: la confiscación de tierras con el fin de mninimizar la presencia física de los palestinos; el reconocimiento para los palestinos de la ciudad, no de la ciudadanía, sino de sus derechos de residencia, una suerte de permiso de residencia condicional, como si fueran extranjeros y no lugareños; la demolición de viviendas y la clausura de la esfera pública. De acuerdo con ello, Israel ha expulsado desde 1967 a decenas de miles de palestinos. Y hoy la situación es la siguiente: el 86% de Jerusalem Este se destina al uso del Estado de Israel y los colonos judíos, mientras que 350.000 palestinos disponen solamente del 14% del suelo. Un uso limitado en cualquier caso, puesto que Israel no concede permisos de construcción.
A ello se suma la restricción de espacios públicos. No tiene sólo que ver con Al-Aqsa y los desahucios, sino con la clausura de los espacios públicos palestinos. Tras la segunda Intifada, el control por parte de Israel de la esfera pública mediante el cierre de centros culturales, parques e instituciones públicas significa debilitar la manifestación de la identidad nacional. En este sentido, Al-Aqsa no sólo tiene significado religioso, sino también secular: con todas las instituciones y centros culturales clausurados por Israel, es el único lugar en el que uno puede expresar la identidad y la ligazón con la tierra.
¿Ha acelerado la presencia de gobiernos derechistas cada vez más radicales el proceso de expansión colonial en los Territorios Ocupados y el desplazamiento forzoso de los palestinos?
En los últimos años hemos asistido a un cambio: un aumento de la violencia de los colonos, apoyados por el Estado. La libertad de movimiento de los colonos, la impunidad de los ataques contra los palestinos, la ocupación de sus hogares y de las zonas existentes entre los barrios palestinos. Porque esta es la meta del Estado israelí: tomar el control de los espacios entre los vecindarios con el fin de negarles continuidad geográfica a los palestinos. Además, Israel se ha dado cuenta de que encara el perfecto momento para completar lo que inició en 1967: a saber, la definitiva israelización de la ciudad. Sheij Yarrah representa un símbolo de ello: un barrio de refugiados que sufren hoy su segunda reubicación forzosa.
No se trata simplemente de la continuación de viejas políticas. Estamos hoy en una nueva fase de lo que empezó en 1948 con la expulsion de 67.000 palestinos de Jerusalén Oeste, y en 1967 con otras 30.000 expulsiones de Jerusalén Este. Hoy contemplamos la finalización de una labor ya en marcha porque se considera el momento propicio. No es ninguna coincidencia que se haya producido un recrudecimiento de la demolición de viviendas en años recientes: sólo en 2020 se destruyó el triple de la media registrada entre 2004 y 2019. De acuerdo con las Naciones Unidas, se han demolido 6.000 viviendas en los últimos diez años. En Sheij Yarrah hay 28.000 palestinos que viven en casas con órdenes de demolición pendientes.
Sin embargo, la deportación silenciosa ya no es tan silenciosa como en el pasado. Hoy Israel se siente lo bastante confiado para hacerlo a un ritmo rápido y con ayuda de la violencia de los colonos. Esto está sucediendo ante los ojos de la comunidad internacional y frente a su silencio.
El sábado [7 de mayo] fuimos testigos de otra marcha, de ciudadanos palestinos de Israel que entró literalmente en la ciudad rebasando los controles de policía. ¿Qué representa Jerusalén, cultural y políticamente, para el resto de los palestinos?
Es el símbolo de la lucha por Palestina. Libertad en Jerusalén señalaría libertad para Palestina, porque ahí es donde el Estado y los colonos están invirtiendo al máximo para eliminar la presencia palestina. Es un microcosmos de lo que está suicediendo en el resto de Palestina, y al mismo tiempo simboliza la importancia política de la lucha por la autodeterminación. Aquí no hay ninguna Autoridad Nacional Palestina y, por lo tanto, lo que tenemos es el enfrentamiento entre el pueblo palestino y la ocupación en su forma más pura.
En relación con ello, hace solo diez días, la ANP aplazó las elecciones palestinas, mencionando Jerusalén como justificación.
Jerusalén no ha sido más que una excusa. Es verdad que en Cisjordania y Gaza estaban encantados de ir a votar, pero de hecho esto no podia ser más que una legitimación de los Acuerdos de Oslo y de la ANP misma, que por ley sólo representa a una parte del pueblo palestino. Además, votar no contituye una opción con libertad si se produce bajo la ocupación y la colonización.