Israel-Palestina: Cómo nos ha cambiado el 7 de octubre y lo que implica para nuestra lucha

Haggai Matar

09/11/2023

Ha pasado un mes desde el 7 de octubre. Las vidas de millones de israelíes y palestinos se han visto alteradas por las masacres que Hamas cometió en Israel ese día, y las masacres posteriores y en curso que Israel está cometiendo con su asalto a gran escala a la Franja de Gaza. A veces puede ser difícil reconocer un momento histórico mientras lo estás viviendo, pero esta vez es fácil de ver: el equilibrio de poder ha cambiado entre israelíes y palestinos, y cambiará el curso de los acontecimientos de aquí en adelante.

Un mes después de la guerra es un buen momento para hacer un balance de lo que sabemos que ha pasado a los israelíes, a los palestinos y a la izquierda en Israel, y  hacer algunas evaluaciones cuidadosas sobre lo que está por venir.

Las masacres de Hamas en Israel

Nuestras vidas como israelíes nunca serán igual después del 7 de octubre. Se ha dicho tanto sobre las atrocidades que Hamas cometió en el sur de Israel ese terrible sábado, y han proliferado tantas teorías conspirativas y noticias falsas, que vale la pena recordar algunos hechos básicos. Estos hechos han sido corroborados por múltiples fuentes independientes y periodistas, incluidos +972 y miembros del equipo de la revista en hebreo Local Call.

En una operación sin precedentes y meticulosa, los militantes de Hamas salieron de la asediada Franja de Gaza, superando con su astucia a lo que se consideraba uno de los ejércitos más poderosos y sofisticados de la región. Después de destruir partes de la valla que encierran Gaza, así como lanzar un ataque contra el puesto fronterizo de Erez, miles de milicianos se apoderaron de bases militares israelíes, mataron o capturaron a cientos de soldados, atacaron un festival de música y ocuparon varios kibbutzim y ciudades. Mataron a alrededor de 1.300 personas, la mayoría de ellas civiles.

La carnicería fue brutal. Cientos de asistentes al festival de música desarmados fueron asesinados, incluidos algunos ciudadanos palestinos que estaban allí como socorristas, conductores y trabajadores. Familias enteras fueron masacradas en sus hogares, y algunos sobrevivientes fueron testigos del asesinato de sus padres o hijos. En algunas comunidades, hasta uno de cada cuatro residentes fue asesinado o secuestrado. Trabajadores agrícolas tailandeses y nepalíes, así como trabajadores sanitarios filipinos, también fueron objetivo, a los que los milicianos de Hamas dispararon y, al menos en un caso, lanzaron granadas a una choza donde se escondían.

Alrededor de 240 soldados y civiles de todas las edades, desde los 9 meses hasta más de 80 años, fueron secuestrados en Gaza, y la mayoría de ellos todavía están retenidos como rehenes, sin conexión con el mundo exterior y sin que sus familias sepan como están. Mientras tanto, Hamas ha seguido disparando indiscriminadamente miles de cohetes desde Gaza hacia pueblos y ciudades israelíes.

Estos crímenes de guerra, aunque no carecen de contexto, son totalmente injustificables. Nos han sacudido a muchos de nosotros, incluido yo, hasta la médula. La falsa noción de que los israelíes pueden vivir a salvo mientras los palestinos son asesinados de forma rutinaria bajo un sistema brutal de ocupación, asedio y apartheid, una noción que el primer ministro Benjamin Netanyahu defendió y nos inculcó en sus largos años en el poder, se derrumbó.

Este sentimiento se ha visto exacerbado por los vientos de la guerra regional y los ataques de Hezbolá contra soldados y civiles israelíes en el norte de Israel, a los que Israel ha respondido con sus propios ataques de artillería y aviones no tripulados en el Líbano, matando a combatientes y civiles. Este frente adicional ha profundizado nuestro temor existencial y la sensación de que nosotros, israelíes y palestinos, no somos más que unos peones en las luchas regionales y globales más amplias (y no por primera vez).

El colapso de nuestra sensación de seguridad ha venido de la mano de la comprensión de que todo el estado israelí es, de hecho, nada más que un holograma. El ejército, los servicios de rescate, los servicios de bienestar y otros han sido disfuncionales. Esto ha dejado a los sobrevivientes israelíes, a los desplazados internos y a las familias de los rehenes sin nadie a quien acudir, presionando a la sociedad civil para que intervenga para llenar el vacío donde debería haber estado el gobierno. Años de corrupción política nos han dejado con una cáscara vacía de estado, y sin liderazgo del que hablar. Para los israelíes, no importa cómo salgamos de esta guerra, queremos asegurarnos de que nada parecido al 7 de octubre pueda volver a suceder.

Los palestinos armados regresan a la Franja de Gaza con personas secuestradas de Israel, al este de Khan Younis, al sur de la Franja de Gaza, el 7 de octubre de 2023. (Flash90)

Las masacres de Israel en Gaza

Mientras fracasaba en todos los demás frentes, e incluso antes de recuperar el control de todas las áreas ocupadas por Hamas en el sur de Israel el 7 de octubre, el ejército israelí inmediatamente hizo lo que mejor sabe: golpear a Gaza. El dolor, la pena, el shock y la ira justificados se tradujeron en otro ataque militar injustificable y una campaña de castigo colectivo contra los 2,3 millones de residentes indefensos de la prisión al aire libre más grande del mundo, la peor que hemos visto.

Con los primeros ataques aéreos, Israel desconectó a toda la población palestina de Gaza de la electricidad, el agua y el combustible, convirtiendo una crisis humanitaria ya existente en una catástrofe en toda regla. Luego vinieron las órdenes del ejército de evacuar a la mitad de la población, alrededor de 1 millón de personas, del norte de la Franja al sur, además de una segunda evacuación de este a oeste.

El implacable bombardeo aéreo, tanto en el norte como en el sur supuestamente "seguro", ha matado hasta ahora a más de 10.000 palestinos en solo un mes, con mucho, la tasa de muertes más alta que este conflicto haya visto. La mayoría de estos son civiles, entre ellos más de 4.000 niños. Cientos de familias han sido aniquiladas. Dos antiguos colaboradores de +972 se encuentran entre ellos, uno fue muerto, otro sobrevivió pero perdió a cinco miembros de su familia. Uno de nuestros colegas de "We Beyond the Fence", un proyecto dedicado a compartir historias palestinas de Gaza con los israelíes y el mundo, perdió a 20 miembros de su familia.

Esto no incluye los cientos o tal vez miles de cuerpos, muertos o vivos, enterrados bajo los escombros, que nadie puede ni siquiera extraer. Los residentes palestinos explican el hedor de la muerte que se apodera de lo que queda de algunos barrios destruidos. Mientras que los israelíes tenemos sirenas de alarma, interceptores de la Cúpula de Hierro y refugios, el pueblo de Gaza no tiene nada de esto, y no hay forma de protegerse contra la lluvia de bombas lanzadas sobre todo el enclave asediado.

Una bola de fuego y humo se levanta durante los ataques aéreos israelíes en la Franja de Gaza, el 9 de octubre de 2023. (Atia Mohammed/Flash90)
Una bola de fuego y humo se levanta d

Según la ONU, más del 45 por ciento de las casas en la Franja de Gaza han sido destruidas o gravemente dañadas ya por los ataques de Israel. Los hospitales se están quedando sin suministros, y los médicos se encuentran realizando procedimientos médicos críticos sin anestesia y usando solo linternas de teléfono para ver. Cientos de miles de personas no tienen acceso seguro a agua limpia. Desde que comenzó la invasión terrestre del ejército a finales de octubre, Israel ocasionalmente impone apagones de teléfono e Internet, evitando que los heridos pidan ayuda, o que las personas visiten a sus seres queridos, o que los paramédicos localicen a los heridos, o que los periodistas informen sobre lo que está sucediendo sobre el terreno.

Hasta ahora, los gobiernos occidentales han dado a Israel un cheque en blanco para cometer estas atrocidades, mostrando un doble rasero constante en relación con el valor de las vidas israelíes y las vidas palestinas, lo que es parte de lo que nos ha traido a esta situación en primer lugar. No se percibe ningún remordimiento por el papel que estos actores han desempeñado en silenciar y dejar de lado a los palestinos y sus aliados a lo largo de los años, y cerrar todas las vías diplomáticas y no violentas para su liberación, desde el boicot, desinversión y sanciones (BDS) hasta el llamamiento al Consejo de Seguridad de la ONU para que intervenga.

Si bien las noticias y las imágenes de la destrucción y la muerte están ahí para que el mundo las vea, el público israelí ve y piensa muy poco de todo ello. Los principales medios de comunicación israelíes se centran exclusivamente en las masacres del 7 de octubre, y en absoluto en las que están sucediendo actualmente en Gaza en nuestro nombre. En cambio, seguimos escuchando interminables competiciones de retórica genocida, con comentaristas y políticos israelíes discutiendo el "aplanamiento" de Gaza, el ataque nuclear contra Gaza, la limpieza étnica de Gaza, la lucha contra los "animales humanos", etc.

La línea oficial es que Israel está "solo" tratando de derrocar a Hamas. Pero sabemos por experiencia que no hay una solución militar a la amenaza que los israelíes ven en Hamas, y que décadas de intentos israelíes de elegir un liderazgo palestino "conveniente" siempre han fracasado. La única manera de evitar que los palestinos se levanten contra sus opresores es que Israel acabe con esa opresión y la negación de sus derechos. Es justicia, seguridad y un futuro decente para todos nosotros, o para ninguno de nosotros.

Los palestinos lloran cerca de los cuerpos de los muertos en ataques aéreos israelíes, fuera del Hospital Al-Shifa en la ciudad de Gaza, el 12 de octubre de 2023. (Atia Mohammed/Flash90)
Los palestinos lloran cerca de los cu

Expulsiones en Cisjordania, persecución dentro de Israel

La guerra que se libra contra los palestinos no se limita a Gaza. En la Cisjordania ocupada, los colonoslos soldados y un número cada vez mayor de milicias conjuntas, donde ambos se vuelven indistinguibles, han aumentado significativamente su campaña de limpieza étnica en el Área C, el 60 por ciento del territorio ocupado donde se encuentran los asentamientos israelíes y donde el ejército israelí tiene el control total. Al menos 15 comunidades palestinas han sido completamente desarraigadas durante el último mes, y varias más están experimentando grandes amenazas sin nadie que las defienda. Los colonos y los funcionarios del gobierno están trabajando para expandir el territorio directamente controlado por los asentamientos, lo que significaría expulsar a aún más palestinos que viven en esas áreas.

Según la ONU, al menos 155 palestinos han sido asesinados por soldados o colonos en Cisjordania desde el 7 de octubre. A los agricultores se les impide recoger sus aceitunas en la temporada anual cuando están listas para ser cosechadas, y en algunos casos incluso tienen que ver a los colonos robar sus aceitunas justo delante de ellos. El ejército israelí ha arrestado a más de 1.000 palestinos acusándoles de conexiones con Hamas, y miles de trabajadores palestinos de Gaza, que tenían permisos para trabajar en Israel o Cisjordania, fueron internados en condiciones duras antes de ser deportados de vuelta a Gaza a finales de la semana pasada.

Dentro de Israel y la Jerusalén Oriental ocupada, mientras tanto, los palestinos están siendo perseguidos tanto por las autoridades como por la población judía en general. Cientos de ciudadanos palestinos y algunos judíos de izquierda han sido arrestados o detenidos durante largos períodos de tiempo, suspendidos o despedidos de sus puestos de trabajo, expulsados de las universidades a las que asisten como estudiantes y profesores, y amenazados con que se les revoque su nacionalidad. Muchas de estas medidas se tomaron simplemente debido a publicaciones en las redes sociales, incluso las que son completamente benignas, incluidos los llamados trilingües a detener la guerra, versos del Corán o mostrar simpatía y dolor por el asesinato de niños en Gaza.

En Jerusalén, la policía israelí está deteniendo a palestinos al azar en la calle para revisar sus redes sociales en busqueda de "incitaciones". La policía también ha anunciado que prohibirá todas las protestas que pidan un alto el fuego, una norma que hasta ahora ha aplicado casi exclusivamente contra los ciudadanos palestinos, y que ha sido confirmada por el Tribunal Superior en respuesta a una petición. "Cualquiera que desee identificarse con Gaza es bienvenido. Lo pondré inmeditamente en los autobuses que se dirigen hacia allí", declaró el jefe de policía israelí Kobi Shabtai.

En varias ciudades israelíes, los lugares de trabajo que emplean a ciudadanos palestinos han cerrado por completo, o les han dicho a esos trabajadores que no se presenten al trabajo, o han colocado guardias especiales alrededor de los lugares de trabajo para "proteger" a la comunidad judía circundante. Turbas violentas de derecha atacaron a estudiantes árabes en dos campus y a trabajadores de varios negocios, así como la casa del periodista judío ultraortodoxo de izquierda Israel Frey; solo cuatro de los cientos de asaltantes en estos diferentes incidentes han sido detenidos. Mientras tanto, el ministro de Seguridad Nacional, el kahanista Itamar Ben Gvir ha estado entregando miles de rifles de asalto a equipos de seguridad civil recién formados en docenas de ciudades y asentamientos, algunos de ellos dirigidos por conocidos extremistas de derecha.

En conjunto, esto ha creado una sensación de miedo sin precedentes entre los ciudadanos palestinos de Israel, muchos de los cuales ahora hablan de este período como "el nuevo régimen militar", refiriéndose al sistema draconiano que se les impuso de 1948 a 1966. Muchos han desactivado o dejado de usar sus perfiles de redes sociales, y otros muchos simplemente están evitando ir a trabajar o caminar por áreas de mayoría judía. Esto se suma a algunos ciudadanos palestinos que también han estado entre los muertos por el ataque de Hamas del 7 de octubre o por los bombardeos de cohetes de Gaza que siguieron, mientras que otros todavía están cautivos por Hamas en Gaza.

Hay algunas iniciativas verdaderamente inspiradoras de ciudadanos judíos y palestinos que trabajan juntos, protegiéndose mutuamente, firmando peticiones comunes o trabajando voluntarios juntos para las víctimas, pero desafortunadamente estos son pequeños rayos de luz en una tormenta oscura.

Una izquierda destrozada

Como si todo lo que sucede a nuestro alrededor no fuera suficientemente malo, también estamos siendo testigos de un momento doloroso para la izquierda en Israel-Palestina, lo que lleva a muchos a nuestro alrededor a sentirse aún más desesperados. Como Noam Shuster escribió recientemente en +972, estamos viendo a las dos comunidades nacionales que nos rodean replegarse a sus conchas separadas, con narrativas que se alejan rápidamente de los acontecimientos del mes pasado y una disminución de la fe de los unos en los otros. Esto está dejando a aquellos de nosotros que estamos comprometidos con los espacios compartidos, la resistencia compartida y un futuro compartido basado en la igualdad, muy solos. Es, en muchos sentidos, un microcosmos condensado de las grietas que han surgido dentro de la izquierda también a nivel mundial durante el último mes.

Muchos judíos israelíes que se han considerado parte de la izquierda local y mundial, y que han sido acérrimos oponentes de la ocupación y defensores de los derechos humanos y la igualdad, quedaron completamente conmocionados por la ferocidad del ataque de Hamas. El ataque a tantos civiles, muchos de los cuales eran activistas comprometidos contra el asedio de Gaza y el apartheid israelí en general, no ha sido fácil de tragar.

La conmoción inicial y comprensible, que yo también comparto, se ha intensificado por un sentimiento de decepción por lo que hemos vivido como una falta de solidaridad por parte de los líderes, amigos y colegas palestinos ante este horror. Las tendencias verdaderamente preocupantes más amplias de la negación o la justificación de las masacres en ciertos círculos palestinos y en la izquierda global, han llevado a algunos a comenzar a exigir que sus amigos denuncien a Hamas y declaren su compromiso con el derecho de los judíos a vivir en esta tierra, como prueba de solidaridad mutua y alianza.

Al mismo tiempo, algunos de esos israelíes han justificado el ataque a Gaza. Pero muchos están reconociendo que no hay una solución militar a largo plazo, y están haciendo hincapié en que no desean hacer daño a los civiles palestinos, pero insisten en que "no hay otra opción que derrocar al régimen de Hamas". Si bien algunos todavía pueden rechazar los ataques de colonos en Cisjordania, no parecen estar preocupados por la persecución de los ciudadanos palestinos, que está siendo justificada por la misma razón contra antiguos amigos y aliados.

En el lado palestino, muchos están optando por un silencio completo, en gran parte por temor a que cualquier declaración que hagan podría y probablemente se usaría en su contra. Cualquier muestra de dolor por las masacres del 7 de octubre es manipulada por los israelíes para justificar los horrores que están provocando en Gaza, y cualquier signo de preocupación por los habitantes de Gaza es interpretada por gran parte de la mayoría judía, incluidos empleadores y la policía, como traición y colusión con el enemigo.

De los palestinos que se atreven a hacer declaraciones públicas, algunos están tratando de recorrer una delgada línea entre reconocer el derecho de un pueblo ocupado a resistir con la fuerza, pero centrándose en objetivos estatales o militares, justificando así la "primera fase" del ataque del 7 de octubre al tiempo que rechazan las consiguientes masacres de civiles. Otros están buscando formas de negar que las masacres tuvieron lugar, por ejemplo, aferrándose a las teorías conspirativas de que el ejército israelí realmente mató a los civiles mientras intentaba rescatarlos o prevenir su secuestro (lo que puede haber ocurrido en algunos casos, pero en números mucho más pequeños que los que pretenden) - o lo están justificando diciendo que la descolonización es "desordenada" y "fea" porque revierte la opresión brutal original contra la que está luchando.

Los ciudadanos palestinos de Israel, por su parte, también observan a algunos líderes, colegas y amigos judíos de la izquierda con gran decepción. Desde la incapacidad de estar al lado del pueblo de Gaza frente a los crímenes de guerra cometidos por el gobierno israelí, hasta la incapacidad de hablar por aquellos que son perseguidos por un régimen cada vez más autoritario, los ciudadanos palestinos se sienten abandonados y traicionados por muchos aliados judíos que, hasta hace un mes, protestaban con vehemencia en las calles de Israel en nombre de la "democracia".

Estas tendencias florecen en dos comunidades que están atrapadas en su dolor, miedo y ansiedad muy reales, ambas recordando traumas colectivos del pasado - el Holocausto y el Nakba - cuyos recuerdos están siendo revividos por la retórica genocida de los líderes de Hamas y el gobierno israelí - y, en el caso palestino, por expulsiones reales y la discusión de planes para una mayor limpieza étnica. No hace falta decir que, por cada sector que se retira a la calidez y protección de su grupo nacional o étnico, se reafirman involuntariamente los temores y las decepciones del otro, creando una dinámica destructiva de creciente desconfianza y desesperación.

Horizontes

Todavía no sabemos cómo terminará esta guerra. Los líderes israelíes nos prometen una campaña "muy larga" que podría llevar "meses" o "años". Sin embargo, con el cambio de la opinión pública mundial ante la carnicería y la catástrofe humanitaria en Gaza, y con la exigencia interna israelí de la liberación de los más de 200 cautivos retenidos por Hamas, la desconfianza hacia el gobierno israelí y la limitada tolerancia por el coste humano y económico de la guerra, creo que es más probable que veamos un alto el fuego en unas pocas semanas.

También es imposible evaluar el alcance de la nueva era que comenzará después de esta guerra. No se sabe quién gobernará Gaza: Hamas, la Autoridad Palestina, una fuerza internacional o el propio Israel. La magnitud de los esfuerzos de rehabilitación necesarios en Gaza es inimaginable. También será necesario reconstruir las comunidades israelíes destruidas o evacuadas en el sur y el norte de Israel.

Dejaré discusiones importantes sobre el liderazgo y la lucha palestina, la dinámica regional más amplia y el papel de las potencias extranjeras para un análisis futuro, que publicaremos en las próximas semanas y meses en +972. Por ahora, quiero centrarme en el tema de la política judeo-israelí.

Dos cambios me parecen muy claros en este momento: el final de la era Netanyahu y el fin del dominio del discurso de "gestión de conflictos" en la sociedad israelí, dando paso a una discusión pública renovada sobre el futuro de las relaciones judeo-árabes.

Netanyahu ha terminado. Sé que esto se ha dicho muchas veces antes, y este líder ha demostrado increíbles habilidades de supervivencia, pero con lo que ha sucedido en el último mes, estamos más allá de ese punto. Todas las encuestas desde el 7 de octubre muestran que la gran mayoría de los israelíes, incluida una mayoría considerable dentro de su partido Likud, creen que es el culpable de la derrota militar de Israel a manos de Hamas, y que tiene que irse. Algunos de sus aliados en los medios de comunicación y en el gobierno ya se están volviendo contra él, preparándose para el día siguiente.

Esta es una razón más por la que Netanyahu es tan peligroso en este momento, creyendo, con razón, tal como están las cosas, que mientras la guerra continúa, nadie se molestará politicamente en reemplazar a un primer ministro. Todavía puede encontrar que incluso los israelíes tienen un límite, y antes o después de que termine la guerra, de una manera u otra, será expulsado.

Sin embargo, mucho más importante que el propio Netanyahu es la doctrina Netanyahu, que se ha convertido en el casi consenso de la política judeo-israelí. Esta doctrina sostiene que Israel ha vencido a los palestinos, que ya no son un problema con el que lidiar, que podemos "gestionar" el conflicto de "baja intensidad" y que debemos centrar nuestra atención en otros asuntos.

Desde su control casi continuo desde 2009, esta percepción ganó los corazones y las mentes de los israelíes, y la cuestión de "qué hacer con los palestinos", que solía ser la principal línea de falla de la política israelí, se ha eliminado de la agenda casi por completo, contribuyendo a la arrogancia que llevó al ejército a dejar caer la guardia alrededor de Gaza. El mes pasado, Hamas diezmó esa noción para los años futuros y tal vez décadas por venir.

En las próximas elecciones israelíes, cuando se celebren, es probable que veamos una reorganización del mapa político, creando potencialmente tres bloques distintos. Es demasiado pronto para decir cuánta tracción tendrá cada uno de estos campos, pero podrían ser así.

El primero es, por supuesto, la extrema derecha, que ha ganado terreno desde 2021, y que tratará de capitalizar los acontecimientos recientes. Dirigida por gente como Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, probablemente acompañada por sectores del Likud, este campo dirá que no importa cómo termine esta guerra, simplemente no fue suficiente. Israel, argumentarán, necesita una solución definitiva basada en la limpieza étnica a gran escala, porque, a sus ojos, toda la tierra nos pertenece y no hay lugar para que el pueblo palestino se quede aquí como colectivo.

Un segundo campo, probablemente dirigido por Benny Gantz y Yair Lapid, se centraría en pasos unilaterales, como una "segunda desvinculación" de Cisjordania, derribando los asentamientos al este de la barrera de separación, anexionando el resto y fortificando los muros que encierran a los palestinos tanto en Cisjordania como en Gaza con más cemento, más tecnología y más soldados que nunca. Parte de este enfoque también puede incluir la estrategia de "cortar el césped", esencialmente, campañas militares periódicas, para evitar que los palestinos desarrollen capacidades armadas significativas.

El ministro de Defensa, Yoav Gallant, habla con soldados israelíes en un área de preparación no lejos de la valla de Gaza, el 19 de octubre de 2023. (Chaim Goldberg/Flash90)

Es probable que el tercer campamento sea una reconfiguración de lo que solía ser el laborismo, Meretz y partes de Yesh Atid, en el que puede desempeñar un papel clave el nuevo héroe del centro-izquierda sionista: el ex-diputado de Meretz y general del ejército Yair Golan, que actuo el 7 de octubre como una unidad de comando voluntaria de un solo hombre, entrando y saliendo de las zonas de combate con su arma y su coche privado, rescatando a los supervivientes bajo fuego. Este campo probablemente propondrá un retorno al paradigma de la separación de dos estados, que se lograría a través de negociaciones con la OLP. También puede tratar de avanzar en algún discurso de coexistencia dentro de Israel, promoviendo diferentes formas de asociación árabe-judía en la vida civil.

Los dos últimos campos se verán reforzados por los fuertes sentimientos anti-colonos que han estado creciendo en el público israelí, especialmente desde que los manifestantes antigubernamentales comenzaron a identificar, con razón, el vínculo entre el asalto al Tribunal Supremo de la derecha y sus fuentes ideológicas en el movimiento religioso sionista en los territorios ocupados. El rechazo de los pogromos de los colonos, como el de Huwara en febrero pasado, solo ha aumentado, y muchos israelíes creen que los actuales ataques de los colonos en Cisjordania provocan un tercer frente en la guerra.

Además, el conocimiento de que el ejército israelí había replegado fuerzas de la valla de Gaza para proteger a los colonos extremistas en los remotos puestos de Cisjordania en los últimos meses, lo que puede haber facilitado el éxito de la operación militar de Hamas el 7 de octubre, ha fortalecido el odio y el resentimiento hacia los colonos. Dicho esto, el odio israelí hacia los palestinos se ha disparado mucho más, y alejado, si cabe, la remota posibilidad de que los israelíes acepten una solución de un solo estado o confederada.

Adelante hacia lo desconocido

Este es un momento sombrío y difícil para aquellos de nosotros que estamos comprometidos a oponernos al apartheid y a promover una solución basada en la justicia y la igualdad para todos. Por un lado, los logros ganados con tanto esfuerzo durante décadas de lucha compartida han sido borrados por las masacres de Hamas, y serán difíciles de recuperar. Nuestro movimiento está en desorden y la desesperación abunda. Se han perdido miles de vidas, miles más de personas aún pueden perecer, y los traumas colectivos que arrastramos se están intensificando día a día.

Las imágenes de israelíes secuestrados por Hamas en Gaza se proyectan en las paredes de la Ciudad Vieja de Jerusalén, el 6 de noviembre de 2023. (Yonatan Sindel/Flash90)

Por otro lado, una vez que la guerra haya terminado, tendrá que haber un ajuste de cuentas dentro de la sociedad israelí, lo que podría abrirnos nuevas oportunidades para que las aprovechemos. Gran parte por lo que hemos estado luchando será cada vez más relevante, con más personas a nivel local y mundial dispuestas a reconocer que el sistema bajo el que vivimos es injusto, insostenible y no ofrece a ninguno de nosotros seguridad real. Debemos duplicar nuestro compromiso de promover un proceso político pacífico, con el objetivo declarado de poner fin al asedio y la ocupación, reconocer el derecho de retorno de los refugiados palestinos y encontrar soluciones creativas para materializar ese derecho.

Pero la nueva realidad requerirá algunos realineamientos. Junto con nuestro compromiso con la plena realización de todos los derechos de los palestinos, nuestro movimiento progresista y antiapartheid tendrá que ser explícito sobre los derechos colectivos de los judíos en esta tierra, y garantizar que su seguridad esté garantizada en cualquier solución que se encuentre. Tendremos que lidiar con Hamas y su lugar en esta nueva realidad, asegurando que ya no pueda cometer tales ataques contra los israelíes, al igual que insistimos en la seguridad de los palestinos y su protección contra la agresión militar y de los colonos israelíes. Sin esto, será imposible seguir adelante.

Hasta entonces, hay dos llamamientos extremadamente urgentes en los que centrar nuestros esfuerzos en este momento: la liberación de los rehenes civiles y un alto el fuego inmediato. Ya.

es un galardonado periodista y activista político israelí, y director ejecutivo de la revista +972.
Fuente:
https://www.972mag.com/october-war-israelis-palestinians-historic/
Traducción:
Enrique García

Subscripción por correo electrónico
a nuestras novedades semanales:

El responsable de tratamiento de tus datos es Asociación SinPermiso y la finalidad del tratamiento es hacerte llegar nuestras novedades. Puedes ejercer tus derechos en materia de protección de datos contactando con nosotros*. Para más información consulta nuestra política al respecto (*ver pie de página).