Roger Martelli
Federico Iarlori
Jean-Luc Mélenchon
13/04/2017El pueblo de izquierda vuelve a contar en las presidenciales
Roger Martelli
Hasta el momento, las peripecias de las elecciones presidenciales han invalidado todos los pronósticos. Esta señal de intensa crisis política ¿puede abrir nuevos espacios hasta ahora cerrados? ¿puede despertar la esperanza? Las próximas dos semanas serán cruciales.
En un artículo anterior había constatado la crisis política. Las últimas encuestas [1] no la han descartado. Por ahora, dos tercios de los encuestados están seguros de votar (la abstención, el 22 de abril de 2012, fue del 20,5%). Y de los que dicen que irán a votar, menos de dos tercios creen que su decisión de voto es definitiva. Hay que añadir que casi el 40% (Ipsos) dicen que su elección de tal o cual candidato no parte de una opción positiva, sino por defecto.
Por lo tanto, no es de extrañar que la dispersión del voto sea enorme. Ninguno de los candidatos seleccionados por los encuestados recoge un cuarto de las intenciones de voto. La extrema derecha, la derecha "clásica", el centro y la izquierda se reparten el electorado casi a partes iguales.
Le Pen toca techo, Macron en la cuerda floja
Con las precauciones necesarias, hay que señalar que la progresión de Marine Le Pen parece haberse detenido por el momento. El núcleo de su electorado es ciertamente fuerte y esta motivado, pero las diques que limitan su expansión son sólidos. Su baza es la relativa debilidad de su competidor de derechas, al que supera ampliamente. La situación de Fillon es menos frágil de lo que cabría esperar dados sus problemas legales y con los medios de comunicación. Él también tiene una sólida base electoral (el 75% de sus votantes está seguro de su voto, según Ipsos). Son votantes en su mayoría mayores y, por tanto, a priori, más propensos que otros a votar. Además, parte de los partidarios de la derecha y el centro tentados por Emmanuel Macron parecen volver a un posicionamiento más firme de derechas, que es su identidad.
Por lo tanto, Emmanuel Macron se encuentra en una situación extraña. En un entorno de incertidumbre, sigue siendo el candidato "atrapa todo" por excelencia, sus apoyos van de la izquierda más oficialista a la vieja derecha liberal. Codo a codo con Marine Le Pen, sigue beneficiándose de la presunción de un "voto útil" contra ella, cara a la segunda vuelta. Pero el acto de equilibrio que exige, "ni a derecha ni a izquierda" es difícil. La aproximación de sus palabras y su imagen empujan a algunos de sus seguidores iniciales a votar de forma más "natural", a la izquierda o a la derecha. Cuando es dinámica, la posición de centro puede funcionar ... a falta de algo mejor. Sin esa dinámica, se ve amenazada tanto a derecha como a izquierda.
El cambio más dramático es en la izquierda. Durante un tiempo se ha especulado con la hipótesis de una sola candidatura que reagrupase a los votantes de Jean-Luc Mélenchon, Benoît Hamon y Yannick Jadot. Obviamente, la opinión de izquierdas decidió ese debate teórico, que ocultaba muchos temas subterráneos de liderazgo.
Hamon se ha debilitado gradualmente
En las encuestas más recientes, Benoît Hamon cae hasta niveles muy modestos, como se había pronosticado cuando se preparaban las primarias socialistas en enero. Antes de las primarias, era obvio que el candidato socialista designado, fuera quiera fuera, se encontraría atrapado entre la izquierda reforzada que encarna Jean-Luc Mélenchon y la tentación del voto útil al centro que representa Emmanuel Macron. Al movilizar a algo más de dos millones de votantes en la segunda vuelta, lo que se presentó en todas partes como las "primarias de la izquierda", le dieron cierta legitimidad al vencedor. Benoît Hamon aprovechó de inmediato ese resultado para afirmarse como el corazón de una opción de izquierda, muy a la izquierda ... pero no lo suficiente. Y es cierto que las primeras encuestas tras las primarias han reforzado su pretensión, de forma sorprendentemente fuerte.
Con el tiempo, sin embargo, le ha sido demasiado difícil escapar de la pinza a la que estaba condenado desde el principio. Una “izquierdización” exagerada de su campaña sólo podía beneficiar a Emmanuel Macron, empujando hacia él a los defensores más decididos de las políticas gubernamentales "social-liberales". Una reorientación más “centrada” legitimaba por el contrario la opción a favor de Mélenchon, que defiende abiertamente la necesidad de una ruptura con el período Hollande-Valls. Para escapar de la trampa, Benoît Hamon eligió identificarse con una medida fuerte pero controvertida (la renta básica universal). Pero ninguna medida especial, más aún si no es unificadora, puede compensar la fragilidad de su situación. Que parte del hecho de que las primarias de enero le han escogido como el candidato de un partido asociado con el colapso gubernamental del hollandismo. Rebelde, sin duda, pero oficialmente investido por los socialistas ...
El final del PS de Mitterrand era previsible desde hace algún tiempo. Ahora es un hecho. Benoît Hamon podrá pagar gracias a él los gastos electorales, como Gaston Defferre en 1969 ... antes de que François Mitterrand no metiera las manos en un PS fuera de juego.
La dinámica es de Mélenchon
Hasta la fecha, la dinámica electoral se ha situado en otro lugar. Se sitúa sin dudas en la izquierda y beneficia a Jean-Luc Mélenchon, que ha dado un salto impresionante en las encuestas. Tiene un talento innegable que, lejos del esperado alborotador "tronante y furioso", ha revelado un poderoso tribuno, un polemista incansable que defiende un proyecto cuidadosamente madurado y metódicamente difundido, en sus imágenes y tonos, tanto como en palabras. Haciendo uso de los modernos medios de comunicación, lejos de las aproximaciones retóricas de la extrema derecha populista, "JLM" sabe conjugar el efecto de los símbolos y la racionalidad de las palabras. Nos guste más o menos la melodía o su estilo, nos reconozcamos o no en algunas de sus propuestas, es innegable la fuerza de su discurso.
El que fue en 2012 el portavoz del Frente de Izquierda ha demostrado un fuerte sentido de la iniciativa. Aunque el Frente de Izquierda agonizaba hace algún tiempo, y la confusión crecía alrededor de las primarias del PS - el mismo PCF al principio insinuó que podría quizá participar – Mélenchon decidió tomar la iniciativa, sin esperar la aprobación de sus antiguos socios. Al estar hibernado el marco unitario de 2012, creó un nuevo instrumento de campaña, La Francia insumisa, como estructura de movilización más allá de los partidos (incluido el suyo), estructurado a partir de los grupos de apoyo locales.
Al mismo tiempo, se aseguró que la coherencia del proyecto, en principio surgido “desde abajo”, fuese una continuación esencialmente del programa desarrollado en conjunto en 2012. Entre Un futuro común de la Francia insumisa y Primero la gente del Frente de Izquierda, las diferencias reales no han levantado una barrera infranqueable. El comienzo ha sido dubitativo, pero desde junio de 2016 se ha impuesto una velocidad de crucero, que sólo los resultados de las primarias han frenado durante varias semanas. Desde hace unos diez días, la dinámica se ha situado sin duda del lado del dirigente de La Francia insumisa, que se lo ha situado en primera fila, a expensas de un Benoît Hamon a la busca de una nueva oportunidad.
La izquierda de la izquierda no ha desaparecido
Mélenchon no las tiene todavía todas consigo. La intención declarada de voto en las encuestas no es una predicción de los resultados de la votación. Además, los mayores incrementos se observan en los sectores de opinión (trabajadores jóvenes) que, por regla general, no tienen la tendencia de una mayor participación. Pero en cualquier caso, se observa un aumento del apoyo masivo en las encuestas: JLM ya es el candidato favorito del electorado que se reclama de los valores de la izquierda. Crece tanto entre sus votantes de 2012 como entre los de François Hollande. Muerde en la intención de voto de Hamon, pero también entre los que optaban por Macron, erosionando así el efecto de "voto útil" que rentabilizaba hasta ahora el antiguo inquilino de Bercy. El voto útil se desplaza hacia Mélenchon. Por primera vez en muchos años, madura la idea de que para vencer a la derecha la solución no puede ser un giro hacia el centro, sino la movilización del pueblo de izquierda, poniendo en primer plano sus valores originarios en vez de marginarlos.
Contrariamente a lo que a veces se dice, en un país como Francia la izquierda de la izquierda, que el PCF ha encarnado políticamente durante décadas, no ha desaparecido con el declive del voto comunista. Dependiendo de las circunstancias y el tipo de elección, esa parte del espacio político podría movilizar hasta una quinta parte de los votos. En momentos especiales, como cuando la campaña del referéndum europeo en 2005, ha dejado su huella, impulsando un No de izquierdas expansivo, alimentando el rechazo del texto constitucional. Aunque esa izquierda nunca ha desaparecido, su influencia en la opinión pública se ha adormecido y dispersado en sus formas de expresión.
Mientras que los defectos congénitos del Frente de Izquierda impidieron estimular suficientemente a la izquierda combativa, Jean-Luc Mélenchon ha sido capaz de utilizar la campaña presidencial para relanzar su dinámica. Si continúa y crece, es evidente que se abre una nueva página en la izquierda francesa. En cualquier caso, nada será como antes. El PS, decíamos, se encuentra al final de la aventura mitterrandista que lo llevó al poder y que precipitó al PCF en un declive electoral continua. Por diferentes razones, por supuesto, los dos protagonistas de la izquierda del siglo XX comparten su debilidad.
La clave está en la magnitud de los votos de Mélenchon
¿Qué saldrá de esta tormenta electoral y sus sucesivas sorpresas? La experiencia de Emmanuel Macron y las opciones de Manuel Valls deben, de una forma u otra, acelerar la aparición de un democratismo tipo americano o italiano. Lo que está en barbecho es la posibilidad de un nuevo polo socialdemócrata, que Benoît Hamon soñó, al igual que su homólogo británico Jeremy Corbyn, con reconstituir. En teoría, es todavía posible, pero su oportunidad práctica se verá afectada por el resultado del 23 de abril.
Queda la izquierda de la izquierda. ¿Impondrá el tono a toda la izquierda, como lo hizo en el pasado? ¿Volverá a convertirse en una fuerza popular? ¿Atraerá en su dirección a todo lo que hoy se reclama de la igualdad, la ciudadanía y la solidaridad? El Frente de Izquierda lo intentó, pero por ahora la candidatura de Mélenchon, es tanto la continuidad de la experiencia previa como una ruptura para atraer a todo lo que se mueve en esa dirección.
Ya habrá tiempo para discutir que habrá que hacer después, cual será el futuro de La Francia insumisa y de todos aquellos que sin formar parte de ella apoyan a Mélenchon. Por ahora, la clave está en la magnitud de los votos de Mélenchon ... y de la tentación centrista. El elemento más inquietante, más capaz de redefinir las líneas de polarización política y forzar una recomposición global de los vínculos entre la crítica social y la izquierda política depende de los resultados de Jean-Luc Mélenchon. La posición del cursor a la izquierda no se medirá únicamente con ellos. Pero serán los más analizados. La noche del 23 de abril, por supuesto. Y ¿por qué no la del 7 de mayo?
Nota:[1] Los datos utilizados se basan en encuestas recientes de Cevipof Ipsos y BVA.
http://www.regards.fr/qui-veut-la-peau-de-roger-martelli/article/preside...
El fenómeno Jean-Luc Mélenchon
Federico Iarlori
Es el momento de Jean-Luc Mélenchon. El candidato de la France insoumise, ex ala izquierda del Partido Socialista, que abandonó en 2008, va subiendo en la clasificación de las intenciones de voto de los franceses. Tras partir como farolillo rojo de los llamados “grandes” candidatos hace unas semanas, Mélenchon ha superado primero al candidato socialista Benoit Hamon y en estos días – atendiendo a los últimos sondeos – incluso se habría impuesto también al líder de la derecha moderada, François Fillon (17%), garantizándose un 18%, justo detrás del duo en cabeza Le Pen/Macron (24%). Un fenómeno definido como “sorprendente” por la prensa y la opinión pública, pero que puede fácilmente resumirse en tres puntos.
1) Los vasos comunicantes. Si se quiere observar superficialmente la evolución de la intención de voto, es evidente que la subida de Mélenchon no ha menoscabado mínimamente el electorado de Marine Le Pen ni el de Emmanuel Macron, ambos estables, en cabeza, con un 24%. Tampoco Fillon, no obstante las enésimas revelaciones sobre el trabajo ficticio de su mujer, se ha apartado prácticamente del 17%. El único en caer en los sondeos ha sido el candidato socialista Hamon, que ha descendido dramáticamente por debajo del umbral del 10%. Mélenchon, por tanto, le habría robado votos al “colega” de izquierda y no a sus auténticos adversarios ideológicos. Pensándolo bien, no resulta demasiado sorprendente. De hecho, Hamon, después de haber ganado por sorpresa en las primarias del PS, se ha encontrado aislado en el seno de su propio partido. Hasta Manuel Valls, que había declarado que habría aceptado el resultado de las primarias, cualquiera que fuese, lo ha abandonado por Macron, temiendo una posible elección del Front National. Es evidente que una parte del electorado de izquierda, por tanto, ya no mantiene que Hamon pueda seguir representando ese “voto útil” para impedir la victoria de las derechas.
2) Paso a los jóvenes. Pese a sus 65 años, Mélenchon parece un chiquillo. La idea de confiar la gestión de su campaña electoral a un grupo de estudiantes y militantes poco más que treintañeros, está dando sus frutos. En YouTube, sólo sea por dar un ejemplo, los videos del candidato de la France insoumisehacen ruido regularmente: su canal cuenta con casi 280.000 abonados. Pero no sólo. También la opción de multiplicar sus mítines utilizando hologramas ha sido una opción de éxito: ya sea porque la prensa ha vertido ríos de tinta sobre el tema, ya sea porque el hallazgo gusta, despierta la curiosidad y hace un guiño a un público joven cada vez más desinteresado, si no, en los enfrentamientos de la política. Y no hablamos ni siquiera del videojuego Fiscal Kombat (pinchar aquí http://fiscalkombat.fr/para jugar), que se ha convertido en un auténtico fenómeno mediatico.
3) ”Dédiabolisation” de izquierda. Conocido por sus tonos fuertes y su estilo colérico e impertinente, Mélenchon ha cambiado inteligentemente su estrategia de comunicación. Ya a partir del primer debate televisivo, el de los cinco “favoritos” al Eliseo, el candidato de la France insoumise decidió deliberadamente bajar el tono en un intento de tomar distancias de esa connotación “extremista” con la que los medios de comunicación y la opinión pública han etiquetado siempre al hombre político y su movimiento. Basta escucharle para darse cuenta de que su tono se ha vuelto mucho más sosegado y solemne, y su personaje decididamente más "presidenciable". En resumen, una auténtica dédiabolisation - por retomar el término con el que se hace referencia a la operación puesta en práctica por Marine Le Pen para hacer más "presentable" al Front National – de izquierda.
Según algunos comentaristas, el ámbito de los electores al alcance de Mélenchon se habría agotado y su escalada debería, siendo realistas, detenerse aquí. Sin embargo, las proyecciones que contemplan que se enfrente a Marine Le Pen en la segunda vuelta le darían vencedor. He aquí, por tanto, - contrariamente a lo que se creía – otro elemento que podría mover todavía a más electores y hacer de Mélenchon el hombre en condiciones de trastornar los equilibrios de unas elecciones que nunca habían sido tan inciertas.
Linkiesta, 11 de abril de 2017
Ha vuelto la rabia
Jean Luc Mélenchon
En unos días, ¡vaya si ha cambiado la atmósfera de la campaña electoral presidencial! Es bastante normal, puesto que se acerca a su término. Una gran conmoción se produce con el avance de mi campaña. A partir de ahora, se coinciden en pensar que podría yo acceder a la segunda vuelta y que, en esta hipótesis, vencería muy limpiamente a la señora Le Pen. Desde ese momento, se manifiesta mucho nerviosismo entre mis competidores y entre varios de esos comentaristas inamovibles, una vez más pillados por sorpresa, porque no habían visto venir nada y porque no comprenden nada de lo que pasa. De golpe, varios analistas y candidatos han perdido totalmente su sangre fría. El ambiente me recuerda al que conocimos en 2005 cuando toda la casta de las superestructuras políticas e intelectuales del país se movilizó con un odio rabioso frente a los partidarios del «no» en el referéndum sobre la Constitución europea. Ha vuelto la rabia.
De nuevo se anuncia con mi victoria electoral la llegada del invierno nuclear, lluvias de ranas, los tanques del Ejército Rojo y el desembarco de los venezolanos. A menudo es tan trivial que creo poder esperar de ello el efecto exactamente contrario: ninguna persona puede darle importancia a esas divagaciones. Que los responsables de esto puedan ignorarlo testimonia el indecible desprecio que tienen por la inteligencia de sus compatriotas. No quiero nombrar aquí a nadie para no abrir ninguna querella subalterna en el seno de mi campaña. Pero ¡que una comentarista pueda decir que mi proyecto «es la URSS de los años 50» es tan asombroso! Naturalmente, no se lo cree ni ella. Pero entonces, ¿cómo hace para pensar que puedan ser otros tan estúpidos como para creerla? ¡Y ese otro que afirma unas veces que «no hay programa», otras que «su programa no ha hecho números» y para terminar que «ha tenido la habilidad de no tener ningún punto destacado en su programa»!
Es evidente entonces que la interesada no ha seguido nada del desarrollo de la campaña desde hace meses y se ha contentado con repetir las lecciones de las cenas fuera en las que participa. ¡Cruel despertar de los haraganes que no han hecho su trabajo! Así pues, ¡hay una forma de criticarme que valida totalmente mi crítica de este mundillo! Le da todo su sentido a ese grito que se eleva ahora ya en mis mítines: «¡Lárgalos! ». La casta que aúlla en torno a mí acaba incluso olvidando que se supone que combaten a la señora Le Pen. Tal vez porque esos grandes espíritus descubren cómo el señuelo destinado a elegir sin más discusión a quienquiera que vaya a enfrentarse a ella en la segunda vuelta se vuelve contra los que lo han inventado y perfeccionado durante tantos años! Pues hete aquí que igualmente los sondeos me anuncian vencedor con bastante más ventaja que otros frente a la extrema derecha.
L´Ère du Peuple – Le blog de Jean Luc Mélenchon, 12 de abril de 2017