Roger Martelli
11/06/2017El tumultuoso ciclo de elecciones previstas por la Constitución francesa termina pronto. ¿Predicciones frustradas y nuevas sorpresas? ¿O los votantes están cansados de torbellinos políticos? Descripción general antes del resultado final …
1. ¿Conseguirá Emmanuel Macron su mayoría absoluta?
La reforma del mandato de cinco años en 2001, ligo institucionalmente presidenciales y legislativas para hacer coincidir mayorías y evitar la cohabitación. Hasta la fecha, el mecanismo siempre ha funcionado. Si uno cree las encuestas, será lo mismo esta vez. Las más recientes (Ipsos, Ifop, BVA) coinciden en asignar del 29,5% al 31% al movimiento del nuevo presidente y las previsiones de escaños proyectan entre 350 y 415, es decir, una mayoría absoluta en todos los casos. La Francia desperdigada políticamente concedería una considerable libertad de acción al nuevo presidente.
No hace falta poner en ridículo a los encuestadores: han acertado bastante en la fase anterior. Pero no hay que subestimar la parte que queda al azar. No sabemos cual será el nivel de abstención, que aumentó de forma continua en 2002 (35,6%) y 2012 (42,8%). En cuanto a la diversidad de las configuraciones tradicionales locales, está muy animada por una "oferta" hinchada: la media de candidatos por distrito (13.6) es sólo un poco inferior a la de 2002 (14,7), significativamente más alta que 2012 (9.8) e incluso superior a la de 2007 (12,9). En estas condiciones, anticipar mayorías locales es difícil, ya sea uno-contra-uno o a tres. Cambios modestos a nivel nacional pueden ocasionar variaciones inesperadas en todas las direcciones.
Digamos que Emmanuel Macron parece sostener firmemente la cuerda, no se puede decir más. Que tiene necesidad de renovación, como la primera vuelta de las elecciones presidenciales manifestó claramente y que pretende encarnar su movimiento En Marche! (EM!). Pero la renovación tiene su lado negativo - la falta de conocimiento de los candidatos - y las encuestas señalan tanto la atracción del voto a favor de EM! y la polarización de una opinión pública, que oscila entre el deseo de dar al presidente la base parlamentaria que necesita y el deseo de compartir responsabilidades con otras fuerzas, tanto a derecha e izquierda. En resumen, la lógica del sistema presidencial atrae y da miedo a partes iguales ...
Tal es la característica de las crisis políticas: alteran las inercias consolidadas, multiplican las iniciativas y diversifican los comportamientos, que se hacen volátiles. En principio, es una oportunidad para Emmanuel Macron. Sin embargo, ¿en qué medida y por cuánto tiempo?
2. ¿Podrá la derecha superar su fracaso en las elecciones presidenciales?
La derecha francesa atraviesa una situación extraña. Ha querido castigar al ejecutivo anterior y el resultado fue concluyente. François Hollande renunció a ser candidato, Manuel Valls ha mordido el polvo y el PS esta exangüe. El nuevo jefe del gobierno viene de la derecha, que también ostenta los ministerios económicos clave. En resumen, el liberalismo económico va viento en popa y la izquierda propiamente dicha está en su nivel más bajo.
Sin embargo, la opinión pública, que ha optado en gran medida por los liberales, afirma al mismo tiempo que prefiere el diálogo social que los decretos ley. Y no parece tener la intención de elegir representantes tan claramente de derechas como se había previsto hace unos meses. Las encuestas dan a la derecha no-FN entre el 19% (IFOP) y el 23% (Ipsos) (20% para BVA) y anuncian un resultado de entre 105 a 153 escaños. Los votantes de las primarias de la derecha habían rechazado en gran medida al pretendido centrista Alain Juppé y optaron por el más radical François Fillon. De este modo, han dejado libre un espacio en el centro, que atrae a los partidos de "gobierno" tanto a izquierda, como a derecha. Si no hay una muralla china entre la gestión de la derecha y la izquierda, ¿por qué no tratar de combinarlas? De repente, el electorado de derecha se desmovilizó y desarticuló, atrapado entre el pacto con Macron y la oposición abierta.
La elección es más difícil aún porque el propio Frente Nacional está sorprendentemente entre dos aguas. Las departamentales y regionales del 2015, y las primeras encuestas para las presidenciales le permitían esperar un cómodo primer lugar. Los resultados de Marine Le Pen no se pueden menospreciar. Son mejores que todos los resultados anteriores del FN, tiene un electorado popular y consolida la implantación local de su partido: el 23 de abril estaba en primer lugar en 216 distritos y más de la mitad de las comunas; en la segunda vuelta quedó en cabeza en una cuarta parte de los municipios metropolitanos. Pero flaqueó a final de campaña (François Fillon y Jean-Luc Mélenchon casi la alcanzaron) y le cuesta implantarse en zonas urbanas y metropolitanas. Por lo tanto, lo que hubiera podido considerarse un éxito en un primer momento, aparece como un fallo parcial ahora.
De alguna manera, Marine Le Pen se encuentra con el problema clásico de todas las martingalas políticas: tiene que movilizar al mismo tiempo el corazón de su electorado y ganar a sectores más alejados de la opinión pública. Ha buscado mucho tiempo tranquilizar para "demonizar" su imagen, con el riesgo de provocar descontentos identitarios. In extremis , decidió volver a mostrar los dientes, con el riesgo de rompérselos. Al final, ha perdido en ambos campos, lo que anuncia secuelas estratégicas tumultuosas. Por lo tanto, las legislativas no anuncian su mejor momento, a pesar de excelentes resultados en Hauts-de-France y en el Este. Las encuestas de dan un 17-18% y no le permiten esperar mas que de 5 a 16 escaños. Los diques todavía no se han roto en 2017, lo que pone a Le Pen contra la pared y amenaza al FN con romperse.
3. ¿Irá El PS hasta el borde del infierno?
El 23 de abril, los votantes rechazaron a Benoît Hamon con el resultado más desastroso desde el socialista Gaston Defferre en 1969. Sin duda, los sondeos sugieren un resultado algo mejor en las legislativas, pero muy por debajo del 10% (7,5% para Ifop, 8% para BVA, Ipsos 8,5%), con una representación parlamentaria que podría oscilar entre 20 y 35 escaños. En cualquier caso, esto situaría a los socialistas en las legislativas ante su peor resultado histórico desde principios del siglo XX (en 1993, habían caído a 57 diputados).
A esto se suma, por supuesto, el dilema estratégico: el futuro grupo parlamentario - si se constituye - estará repartido entre varias opciones, difíciles de conciliar (acuerdo con Macron, oposición “constructiva”, alianza con la izquierda "radical"). En cuanto a la cuestión del partido, sigue sin resolverse. La única certeza es la muerte del socialismo de Mitterrand. No hay necesidad de buscar en otra parte a los responsables de su caída. Nadie destruyó al PS: se autodestruyó. Más de cuatro décadas de reorientación y vacilaciones lo han situado en una ambigüedad que sólo podía conducir al desastre. Básicamente, Benoît Hamon no obtuvo en abril otra cosa que lo que las encuestas predecían antes de su inesperada victoria en las primarias de la "Bella Alianza Popular" ...
¿Hay espacio para una socialdemocracia revivida, junto a un "democratismo" americano o italiano? Las legislativas puede dar solamente una indicación muy vaga de las posibilidades. Así que el mañana será difícil para un partido que ha perdido su hegemonía.
4. ¿Puede la Francia Insumisa ser hegemónica?
El 23 de abril por la noche Jean-Luc Mélenchon mostró extrañamente su amargura, a pesar de que una presencia en la segunda vuelta se anunciaba, al mismo tiempo, estadísticamente posible y altamente improbable. Tras la segunda vuelta, afirmó en repetidas ocasiones que las legislativas podrían corregir los resultados y darle una mayoría a la Francia Insunmisa, lo que le permitiría aspirar al liderazgo de un futuro gobierno.
Sin lugar a dudas, el apoyo en las encuestas a Jean-Luc Mélenchon tiene una base significativa. El líder de Francia Insumisa sitúa a la izquierda de la izquierda en su nivel más alto desde las presidenciales de 1969. Mientras que el PCF ha pasado gradualmente de una implantación nacional a un archipiélago cada vez más desperdigado, los resultados departamentales de Jean Luc Mélenchon no bajan del 13,6%. ha vuelto a situar a la izquierda del PS en unos resultados excepcionalmente altos, incluso en zonas donde la anterior influencia comunista se había marchitado antes de las elecciones. Bien implantado en zonas urbanas densas, Mélenchon ha atraído a un electorado más joven y ha recuperado una parte de las clases trabajadoras que habían acompañado la dinámica de la izquierda en los años 1960-1970 y que la izquierda, de todas las tendencias, había perdido. En resumen, la primera vuelta de las elecciones presidenciales no revirtió la realidad de una izquierda debilitada, pero le ha devuelto en parte unos colores que ya no tenía.
En 2012, el resultado de las legislativas (6,9%) no había estado a la altura de los resultados de las presidenciales (11,1%). Es cierto que la gran mayoría de los candidatos del Frente de Izquierda (FDG) fueron entonces comunistas. Pero si el impulso de las presidenciales alentó los resultados del Frente de Izquierda en lugares donde el PCF estaba casi completamente marginado, no pudo impedir la erosión en aquellos territorios en los que estaba mejor implantado. El 3% adicional en comparación con 2007, por tanto, no impidió que la fuerte caída del número final de los diputados electos. Las presidenciales de 2017 han cambiado esto: las zonas de mayor implantación se han reforzado de nuevo el 23 de abril (ver archivo adjunto). Melenchon ha quedado el primero en 66 distritos metropolitanos; superó el 30% en 27 de ellos, el 25% en 66 y el 20% en 240 [ 1 ] .
Esto no quiere decir que la transferencia de la dinámica de las presidenciales se reproducirá automáticamente en las legislativas. tanto para la Francia Insumisa como para En Marche!: la renovación del personal político es un activo (88% de los candidatos se presentan por primera vez, el 63% no tienen ninguna afiliación a un partido y su edad media es de 41 años ); pero la falta de conocimiento entre el electorado puede ser una desventaja, sobre todo si no se apoya en la legitimidad del ejecutivo. Además, Jean-Luc Mélenchon ha impuesto su personalidad en unas presidenciales donde encontró las palabras para movilizar a la izquierda, más por la persuasión que por la exclusión. A partir de la noche de la primera vuelta, no parece haber marcado con la misma fuerza el espacio que le había descubierto y reconocido, sin identificarse con todos sus comentarios. Es como si el “dégagisme" (distanciamiento), que había ocupado un lugar de menor importancia antes del 23 de abril volviese a ser central en el escenario. Pero esta tentación puede beneficiar a los candidatos del presidente, más que a su oposición más decidida.
Téngase en cuenta especialmente que los partidarios de Jean-Luc Mélenchon en las presidenciales se encuentran divididos en la gran mayoría de las circunscripciones. De 538 distritos metropolitanos, el PCF es el único con candidato en sólo 12 de ellos (2,2%), FI en 87 (16,3%) y los dos compiten en 438 (81,4%). El resultado no es diferente en los tramos superiores: los 66 distritos donde JLM obtuvo más del 25%, el PC no presenta candidato sólo más que en 4 (6%) y el FI en 9 (13,6%); de las 240 circunscripciones en las que supero el 20%, el PC esta sólo en 7 (2,9%) y FI en 36 (15%).
La pregunta del momento no es saber quién tiene la responsabilidad de este hecho: baste constatar que de ocho distritos electorales de cada diez, los votantes de JLM deben elegir entre varios candidatos que votaron lo mismo en abril. En una situación de movilización incierta, esto podría excluir de la segunda vuelta a un gran número de candidatos. Y, aún más, puede interrumpir una dinámica prometedora, que tendrá dificultades para repetirse en las legislativas. En general, las encuestas sugieren esta vez un voto del 12% al 12,5% para la Francia Insumisa y del 2% al 2,5% para el PCF, para entre 12 y 25 escaños[ 2 ] .
En total, los partidarios de Mélenchon, todos juntos, pueden esperar un resultado global en las legislativas significativamente mayor que en 2012. Sin embargo, si se confirman las estimaciones actuales, que sitúan los resultados por debajo del 23 de abril, la representación parlamentaria de la izquierda de la izquierda sería menor que en las elecciones presidenciales.
5. Observaciones Finales
A priori, las legislativas no deben contradecir lo que ha sido uno de los principales datos del resultado del 23 de abril. Desde finales de 1970, el Partido Socialista reconstruido en Epinay (1971) ha dominado en gran parte la izquierda francesa. Esta situación está superada. El PS necesita una refundación sustancial en una dirección u otra. En cuanto a la izquierda de la izquierda, los resultados de Mélenchon confirman que no estaba condenado en Francia a la marginación política. De 1978 a 2012, el PCF había reculado casi continuamente, sin que ninguna fuerza hubiera sido capaz de ocupar su lugar.
La dinámica del Frente de Izquierda comenzó a revertir la tendencia: en 2012, por primera vez, se agruparon las fuerzas electorales a la izquierda del PS. Pero la izquierda "radical" en su conjunto se mantuvo en el mismo nivel global de sus últimos diez años (entre el 10 y 15%). La primera vuelta de las elecciones presidenciales abrió la posibilidad de un nuevo ciclo. Su confirmación implica un mayor progreso. ¿Apuntan las legislativas en esta dirección? Nada es seguro. Las presidenciales han hecho emerger una oposición de izquierda sólida y reconocida como tal (según la encuesta de IFOP, el 36% de los encuestados considera que Francia Insumisa "encarna la oposición a Emmanuel Macron" , mientras que el 48% elige al FN). Queda por construir la convicción de que esa oposición es la base de una alternativa creíble.
¿Puede una fuerza radical "pura" ganar sola una mayoría? Es poco probable. Sin embargo, lo que sigue siendo decisivo es que, en una potencial mayoría de izquierda, sea capaz de dar la talla. Desde finales de los años 1970, ha sido su componente componente más "moderada" la que ha impuesto la idea de que solo ella era capaz de agrupar a toda la izquierda. El resultado está ante nuestros ojos: al perder los valores basados en su historia, la izquierda se ha debilitado frente a la derecha, tanto en su versión más radical como centrista.
El reto estratégico sigue siendo conciliar originalidad y claridad, sin los cuales no es posible la movilización popular ni un agrupamiento imprescindible para que haya dinámicas transformadoras globales. Nada es más letal que los acuerdos de consenso; nada es peor que exacerbar las divisiones, descartando a priori a este o aquel sector en particular, abandonando la bandera de la unidad a una izquierda acomodaticia.
La izquierda de la izquierda no puede ser mayoritaria sola; además, no puede ser hegemónica en la izquierda a menos de que ella misma se haya reagrupado. La unión de la izquierda en sus viejas formas es un callejón sin salida; la desunión de la izquierda alternativa es una calamidad.
Queda encontrar la forma posible de esta unidad. ¿No es fácil ? Sin lugar a dudas. Articular la coherencia y el pluralismo, la flexibilidad y la continuidad, el pragmatismo y la solidez intelectual, la eficacia y la democracia: son ecuaciones muy difíciles. Con mayor razón para excluir el sectarismo. Ninguna fuerza, incluso dinámica, puede imponer su magisterio a todo el espacio del "radicalismo"; pero, al contrario, ninguna fuerza puede ser impugnada con el pretexto de reclamar la hegemonía.
En todo caso, si no avanza abiertamente hacia una convergencia clara y respetuosa de todos, la izquierda de la izquierda perderá una oportunidad histórica. Ella y toda la izquierda ...
Notas:
[ 1 ] Con el fin de permanecer en la pelea en la segunda vuelta de las legislativas, será necesario al 12,5% del electorado. Si la tasa de abstención es de un 40-50%, en la primera vuelta hay que obtener entre el 20 al 25% de los votos.
[ 2 ] El PCF, por su parte, muy amenazado en Hauts-de-France, puede ganar una docena de escaños, algunos de los cuales se habían perdido en las consultas anteriores (Bagneux, Gennevilliers, Ivry, Saint- Denis Montluçon, Le Havre ...).