¿Está cambiando nuestro modelo productivo?

Albino Prada

27/09/2024

Recientemente en este semanario digital actualizaba unos datos que para Estados Unidos había utilizado Ernest Mandel en el año 1979 en su obra “El capitalismo Tardío”. Se confirmaba con los datos actualizados para aquel país lo que este autor había pronosticado en aquellos comienzos de la revolución tecnológica informática y de la automatización: que la economía norteamericana movilizaba más del doble de horas totales de trabajo en 2020 que en 1950, pero con un desplome de las del sector industrial y manufacturero frente a un crecimiento explosivo de servicios de todo tipo.

Me interesa concretar y contrastar esta hipótesis para el Reino de España entre 1995-2021 en relación al supuesto cambio de nuestro modelo productivo, del impacto de la digitalización masiva y de las oportunidades y calidad del empleo. Para ello utilizaré los datos de horas trabajadas que ofrece el INE en su Contabilidad Nacional para 65 ramas productivas (CNAE).

Comenzaré con la imagen más agregada en cuatro clásicos sectores, con datos de variaciones agregadas en millones de horas para ir progresivamente desagregando y detallando el análisis.

 

En dicho período se trabajaron en España un total de 8.444 millones de horas de trabajo más, lo  que se traduce en cinco millones de nuevos ocupados equivalentes a tiempo completo. Aunque como bien vaticinaba Mandel a la caída de largo recorrido de la ocupación agraria por doscientos cincuenta mil empleos equivalentes a tiempo completo (algo en buena medida solo posible por el uso de recursos fósiles y químicos claramente insostenibles), se fue sumando una aún mayor reducción del trabajo necesario en las manufacturas por casi setecientos millones de horas de trabajo en dicho período. Una caída que se traduce en cuatrocientos mil empleos menos a tiempo completo. Y que en buena medida es resultado de las ganancias de productividad asociadas a la mecanización, robotización y digitalización de muchas actividades.

Sobre esa base, de amortización de empleos en los sectores que elaboran bienes materiales y energía, es patente que las actividades del sector servicios no solo compensaron esa destrucción de empleo (setecientos mil empleos y 1.275 millones de horas menos) sino que permitieron finalizar el período con cinco millones más de empleos netos gracias a los 9.425 millones de horas más trabajadas en dicho sector. Para caracterizar y detallar que actividades reducen horas y empleos -y cuales las ganan- paso a desglosar primero las subactividades industriales y luego las de servicios que más sumaron o más restaron a dicho balance.

 

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El detalle según la clasificación CNAE de nuestra Contabilidad Nacional para las manufacturas simplemente lo presento en el recuadro ordenando entre las distintas actividades aquellas que más horas redujeron su actividad y aquellas que ganaron carga de trabajo. Suele suponerse que la automatización manufacturera reduce horas por un lado pero las genera, al menos, para las ramas que producen los equipos necesarios.

Nada de eso se comprueba para la economía española, pues las ramas 26, 27 y 28 pierden carga de trabajo casi por cien millones de horas. Y solo la rama 33 de reparaciones e instalaciones amplía su carga laboral. De lo que se deduce que de haber creado empleo la robotización y digitalización lo ha hecho en otras economías de las que importamos dichos equipos.

De lo que sí no hay duda es que en la mayoría de las manufacturas (empezando por las de textil, confección, vehículos a motor, muebles o madera) la reducción de las horas de trabajo humano necesarias ha sido espectacular gracias a la mecanización y automatización aplicadas.

La única excepción la encontramos de forma rotunda en las ramas 36-37-39 relacionadas con la gestión de aguas y residuos que sin duda son el resultado de crecientes exigencias de calidad ambiental en los procesos productivos, así como de consumos derivados de impactos asociados a las tecnologías productivas mecánicas, energéticas, químicas y de concentración residencial o urbana que acompañaron a esa automatización y escala de las actividades.

 

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El detalle según la clasificación CNAE de nuestra Contabilidad Nacional para las distintas y numerosas ramas de los servicios también lo presento en un recuadro ordenando las distintas actividades desde aquellas que más horas ampliaron su actividad a aquellas que redujeron carga de trabajo en esos veinticinco años.

 

En este caso coloreé en amarillo aquellas actividades de servicios directamente beneficiarias de una creciente incorporación de la digitalización a tareas de gestión, control, supervisión, organización del resto de actividades de nuestra economía. Son nueve filas de la tabla con actividades bien características y que suponen 1.548 millones de horas del total de 9.425 asociadas a nuestra creciente terciarización. De manera que apenas un 16 % de esta creciente terciarización se asocia a un modelo productivo centrado en la digitalización y automatización.

Las seis primeras actividades que incrementan su carga de trabajo suman cinco mil millones de horas y suponen más de la mitad de la nueva demanda de trabajo en los servicios, pero nada tienen que ver con ese nuevo modelo productivo. Hostelería, comercio (detalle y mayor), seguridad, sanidad, administraciones públicas (a las que seguirían educación y servicios sociales) derivan de un modelo de Estado de Bienestar que garantiza una cobertura universal para necesidades preferentes o bien de un modelo de negocio turístico en el que sabemos que estamos alcanzando cotas de saturación, gentrificación y congestión muy poco sostenibles.

Las primeras reclamarían más bien una estrategia de defensa activa para evitar su digitalización masiva (enseñanza, sanidad, servicios sociales) primando su cobertura personalizada y no automatizada o robotizada. Una protección contra la invasión de la despersonalización de estas tecnologías. Y las segundas una reconversión desmasificadora y, aunque auxiliada por esas tecnologías, basada en una calidad y precio de la oferta que permita mantener empleos decentes y no a destajo como en la actualidad.

De manera que de lo aquí revisado para el período 1995-2021 de la economía española se deduce que ni de la digitalización-robotización generalizada se derivaron crecientes demandas de horas de trabajo humano (menos en las manufacturas y algo sí en los servicios), ni está ahí la causa determinante de las nuevas y crecientes demandas de trabajo en los servicios.

Estas dependen de un creciente papel del Estado de Bienestar y de un sector turístico no menos expansivo durante este último cuarto de siglo. Estos son los dos vectores que determinan nuestro actual “modelo productivo”. El primero de ellos, por cierto, muy vulnerable a una voracidad tecnófila digitalizadora que haría peligrar sus dividendos en trabajo decente. Y el segundo que estando ya fuera de escala parece haber encontrado en la digitalización (reservas online, viviendas turísticas) una aceleración a todas luces inconveniente. Dos razones de peso, dos tendencias más que preocupantes para encarar la “transición digital” con la alegría y desenfreno que habitualmente se le concede por no pocos expertos y estrategas[1] que se confiesan abducidos por la productividad a toda costa.

 


[1]    Me ocupo de esto en el capítulo 3 (Disyuntivas sobre la transición digital) de mi reciente ensayo “¿Sociedad de mercado o sociedad decente?” (Universidade de Vigo, 2023)

 

Colaborador de Sin Permiso. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Santiago de Compostela, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo, fue miembro del Consejo Gallego de Estadística, del Consejo Económico y Social de Galicia y del Consello da Cultura Galega. Su último libro es “¿Sociedad de mercado o sociedad decente?” (Universidade de Vigo, 2023).
Fuente:
www.sinpermsio.info, 29-9-24

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