El efecto Seymour Hersh: matar al mensajero, ignorar el mensaje

Kelly Beaucar Vlahos

19/02/2023

Los principales medios de comunicación hacen caso omiso de las preguntas planteadas por el veterano periodista hoy hostigado: ¿destruyeron los Estados Unidos el oleoducto? Y si no fue así, ¿quién lo hizo?

Como si fueran todos grillos. Así suenan los principales medios de comunicación -tanto extranjeros como nacionales- tras las acusaciones del veterano periodista de investigación Seymour Hersh de que los Estados Unidos dirigieron una operación encubierta para volar los gasoductos Nord Stream en septiembre de 2022.

El reportaje, publicado en la nueva bitácora de Hersh, Substack, la semana pasada, desató una guerra en Twitter entre defensores y detractores de Hersh, pero una simple búsqueda en Google delata la escasez de cobertura por parte de las principales medios convencionales, tan solo con breves informaciones de Bloomberg, Agence France Presse, The Times (Reino Unido) and the New York Post (diario conservador del imperio mediático de Rupert Murdoch). El consejo editorial del Washington Times, también de derechas, escribió comprensivamente sobre el asunto el lunes, y Newsweek también lo ha cubierto.

Todos los demás diarios de referencia -Washington Post, New York Times, Wall Street Journal- y los medios europeos –la BBC, The Guardian y la mayoría de los periódicos alemanes (una entrevista en el Berliner Zeitung se publicó a última hora del miércoles)- lo han ignorado. Tucker Carlson y otros presentadores lo cubrieron en FOX News, otro elemento básico de Murdoch, pero el resto del circuito de noticias por cable -CNN, MSNBC- parecen estar de acuerdo con lo que parece ser un apagón total por parte de los medios de comunicación convencionales.

Tal vez no sea un apagón total: Business Insider publicó un informe poco halagüeño con este burso titular: "La afirmación de un periodista desacreditado de que los EE.UU. volaron en secreto el gasoducto Nord Stream está siendo un regalo para Putin".

Pasando de este relativo vacío a las redes sociales y Substack, parece que hay dos líneas principales de ataque abierto contra el reportaje de Hersh, que detalla la historia de una unidad encubierta de expertos buzos de la Armada norteamericana, dirigida desde lo más alto de la administración Biden, comprometida en planes de sabotaje que se pusieron en marcha "en diciembre de 2021, dos meses antes de que los primeros tanques rusos entraran en Ucrania".

En primer lugar, los críticos están tratando de desacreditar a Hersh, que ha pasado los últimos 50 años poniendo en aprietos al gobierno de Estados Unidos con innumerables revelaciones (muchas de ellas publicadas en importantes medios como el New York Times y el New Yorker). Entre sus revelaciones más destacadas figuran la matanza de My Lai a manos de tropas norteamericanas en Vietnam, el programa de espionaje masivo de la CIA contra ciudadanos norteamericanos denominado Operación Chaos (por el que el New York Times le llamó el “Desvelador de la verdad” en 1974, y los abusos contra los prisioneros de Abu Ghraib en 2004. Sin embargo, sus detractores le acusan de participar en teorías conspirativas, realizar reportajes chapuceros, y recurrir a fuentes erróneas.

En segundo lugar, señalan lo que parece ser una "fuente única" en el informe Substack de Hersh (aunque él es mucho más ambiguo al respecto en su entrevista con Radio War Nerd esta semana). Además, los detectives de Twitter y Substack, utilizando OSINT (inteligencia de código abierto), dicen que han encontrado lagunas en los detalles (como la clase de buque dragaminas implicado y dónde se encontraba el día que Hersh afirma que se colocaron los explosivos) que arrojan dudas sobre el conjunto de la historia.

Pero las cuestiones planteadas sobre Hersh y sus reportajes (apropiadas o no) no explican la falta de cobertura por parte de los medios principales de un artículo, el suyo, su extremadamente detallado, de 5.300 palabras, que en cualquier otra circunstancia debería haber abierto las compuertas de la investigación periodística. Aquí sigue habiendo un extraordinario misterio: ¿quién voló los gasoductos Nord Stream, que van de Rusia a Alemania, son de propiedad mayoritaria (51%) de la rusa Gazprom, junto con accionistas alemanes, holandeses y franceses, y en su momento representaban el 35% de la energía que la UE importaba de Rusia (a través del Nord Stream 1)?

Además, ¿tiene razón Hersh al destacar las declaraciones de funcionarios estadounidenses, de Biden para abajo, como posibles indicios reveladores de que querían acabar con el Nord Stream 2 mucho antes de la invasión rusa? ¿Tenía Washington interés en cortarlo, y habría llegado tan lejos como para sabotearlo y luego culpar del ataque a Rusia? ¿Por qué dijo la alta funcionaria del Departamento de Estado Victoria Nuland que se sentía “satisfecha” de que ahora no fuera más que "un amasijo de metal en el fondo del mar"?

Al parecer, Alemania, Suecia y Dinamarca están llevando a cabo investigaciones separadamente sobre las explosiones del oleoducto. El otoño pasado, los suecos confirmaron que se trataba de un “grave sabotaje” y que el ataque tenía las señales de un “agente estatal”. Después de que una oleada de medios de comunicación de élite y de figuras oficiales de Washington señalaran con el dedo a Rusia, el Washington Post publicó hace dos meses un informe inusualmente fuera de guión, en el que citaba a "funcionarios europeos", afirmando que no había "ninguna prueba" de que Rusia estuviera detrás del ataque.

Pero eso fue en diciembre y, hasta las explosivas acusaciones de Hersh, la historia había languidecido en el purgatorio del ciclo de las noticias. Ahora, tras sus afirmaciones, la ausencia de cualquier información real sobre el tema parece aún más sorprendente.

"Si alguien tiene una historia más convincente, que la cuente, que nos la muestre", denunció Mark Ames, copresentador de Radio War Nerd, que el lunes acogió a Hersh en su primera entrevista desde la publicación del artículo.

En un diálogo en directo sobre la falta de cobertura de los medios, Ames, su copresentador Gary Brecher y el mismo Hersh criticaron lo que afirmaron era una prensa obediente que apoya sin cuestionarlos los objetivos del gobierno de los Estados Unidos con respecto a la guerra en Ucrania. Esa deferencia es la que explica la aparente falta de curiosidad por la historia y el impulso de atacar al mensajero en lugar de interrogar a los funcionarios sobre las afirmaciones de Hersh.

"Los principales medios de comunicación han decidido por su cuenta que estamos en guerra y por 'nosotros' se entiende el corredor de Acela [el tren que discurre entre Washington y Boston, es decir, las zonas residenciales de la élite del poder norteamericana], la lujosa periferia de la Costa Este... y eso significa que las reglas (del periodismo) han cambiado", dijo Brecher.

Ames fue un poco más lejos. "No me sorprende que no sepan quién hizo estallar los oleoductos, pero me repugna", declaró a Responsible Statecraft en una conversación posterior.

"Los medios corporativos están ignorando la historia de Hersh porque están profundamente enfeudados en el imperio norteamericano y no les gustan las historias que hacen que el imperio estadounidense quede en mal lugar".

Por su parte, los funcionarios del gobierno niegan rotundamente el reportaje de Hersh como una absoluta falsedad. En contacto con un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, este calificó la historia de "totalmente falsa y absoluta ficción". Lo mismo valía para la oficina de prensa del Departamento de Estado: "Es algo completamente falso, una completa ficción. Podemos decir categóricamente que los Estados Unidos no han estado implicados en modo alguno y seguimos trabajando junto a aliados y socios para llegar al fondo de lo sucedido".

El Departamento de Estado confirmó que los Estados Unidos no están investigando la explosión del oleoducto, sino que están ayudando a sus "socios europeos" en sus propias investigaciones sobre el incidente.

"El informe de Hersh no cierra el caso sobre quién atacó los oleoductos Nord Stream. Pero sí pone de relieve la necesidad de una investigación seria del Congreso sobre lo sucedido", afirma George Beebe, ex veterano analista de la CIA y Director de Gran Estrategia del Instituto Quincy. También lamentó que la prensa no parezca interesada en las cuestiones planteadas por el reportaje de Hersh.

"Si los Estados Unidos han participado en lo que muchos considerarían un acto de guerra, destruyendo la infraestructura crítica de un aliado de la OTAN, sin notificarlo al Congreso, eso plantea profundas cuestiones sobre las relaciones ejecutivo-legislativo, y de gestión intra-alianza, por no hablar de lo que podría significar para la posibilidad de represalias rusas contra la infraestructura estadounidense", declaró Beebe a Responsible Statecraft.

Robert Wright, crítico de medios de comunicación, escritor y autor de “podcasts”, sugiere que el apagón mediático forma parte de una tendencia en curso de cobertura de la guerra de Ucrania unilateral y carente de curiosidad. Wright se refirió a las afirmaciones explosivas, si bien poco difundidas, del ex primer ministro israelí Neftali Bennett a principios de este mes, según las cuales Occidente había liquidado un tímido acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania el pasado mes de marzo.

"En cierto modo, creo que el hecho de que los medios de comunicación ignorasen más o menos los comentarios de Neftali Bennett sobre las negociaciones abortadas a principios de marzo en Ucrania es incluso menos excusable que ignorar la historia de Hersh", declaró Wright en un intercambio de correos electrónicos con Responsible Statecraft. "Los medios de comunicación convencionales siempre pueden decir que Hersh no es ahora más que un “freelance” y que se ha basado esencialmente en una única fuente anónima, etc - pero Bennett es testigo presencial de lo que está describiendo, ¡y es un ex primer ministro de Israel!".

"Creo que estos dos datos juntos –los medios de comunicación convencionales que ignoran esencialmente la historia de Bennett y que no quieren siquiera utilizar la historia de Hersh como ocasión para volver a examinar la cuestión de quién voló el oleoducto (lo que podrían haber hecho tratando incluso la historia de Hersh con escepticismo)- son una prueba más de lo comprometidos que está ahora gran parte de los medios de comunicación de la élite en servir al relato oficial norteamericano", afirmó Wright. "Y a largo plazo este tipo de periodismo no es nada bueno para los Estados Unidos".

 

Es directora editorial de Responsible Statecraft y asesora del Quincy Institute. Connor Echols, periodista de RS, colaboró en la elaboración de este artículo.
Fuente:
Responsible Statecraft, 16 de febrero de 2023
Traducción:
Lucas Antón

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