Dossier: Italia, Meloni y la nueva extrema derecha europea

Guido Caldiron

Massimo Franchi

04/10/2022

La nueva derecha europea busca definir su cultura partiendo de Italia

Guido Caldiron

Hubo un tiempo en que se podría haber utilizado la expresión “internacional negra”. Hoy, de forma más prosaica, se trata de una reunión de la nueva derecha, que en estos años anda jugando a un juego que puede ser decisivo para la hegemonía mundial, un giro que no debe subestimarse.

Tras la afirmación electoral de la derecha el 25 de septiembre, Italia acogerá una reunión de tres días de duración con el título de “conservadurismo italiano” en el Hotel Nazionale de Roma, de viernes a domingo. Con decenas de invitados extranjeros y muchos italianos, la cumbre ofrecerá una revisión del pensamiento reaccionario en todas las latitudes, proporcionando así un primer análisis de las ideas sobre las que se definió la estrategia de los Fratelli d’Italia (FdI). Sus nociones informarán las opciones del gobierno de Giorgia Meloni.

Entre los organizadores del evento se encuentra Nazione Futura, una especie de “think tank” muy cercano a los herederos de la llama tricolor. Junto al presidente de Nazione Futura, Francesco Giubilei, lanzó Vittorio Sgarbi un llamamiento a la coalición de la derecha la víspera de la jornada electoral para que desafiara a sus adversarios en el frente cultural. Pero, a falta de compromisos concretos durante las elecciones –si excluimos la polémica sobre Peppa Pig–, se pueden extraer algunas consideraciones del encuentro romano.

Empezando por la forma en que debe entenderse el perímetro de las fuerzas sobre el terreno. O, para ser más claros, ¿de qué derecha estamos hablando realmente? Porque desde un punto de vista estrictamente político, en el acto participan tanto aliados europeos de FdI, como el parlamentario de los Demócratas Suecos, Mattias Karlsson, y exponentes de los españoles de Vox, ambos pertenecientes al Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos, ERC.

Sin embargo, junto a ellos intervendrá André Ventura, presidente del partido portugués Chega, que en Europa forma parte de Identidad y Democracia, grupo que también reúne a Le Pen y Salvini. Después, una nutrida delegación húngara, tanto del partido del primer ministro Orbán, el Fidesz, como del Instituto Danubio, que realiza una labor de entrelazamiento político-cultural con la derecha europea por encargo del gobierno de Budapest.

Esto nos lleva al segundo elemento de interés. Desde 2017, en la cúpula del Instituto Danubio se encuentra John O’Sullivan, un periodista británico que estuvo entre los colaboradores de Margaret Thatcher. Un conservador “puro y duro” que no teme apoyar la “democracia antiliberal” de Orbán, junto a los postfascistas de Meloni.

Pero también hay otras figuras que han despertado polémicas en sus respectivos países, como el jefe de grupo de la delegación de Vox en el Parlamento Europeo, Jorge Buxadé Villalba, que se afilió al partido de Santiago Abascal tras su militancia en Falange Española de las Jons, los nostálgicos del franquismo. También señaló su estima por José Antonio Primo de Rivera, que fue el fundador de la Falange.

El politólogo portugués Jaime Nogueira Pinto también parece haberse movido en el resbaladizo terreno de la nostalgia, adherido de adolescente al movimiento neofascista Jovem Portugal en los años de Salazar y Caetano y señalado como uno de los referentes de la extrema derecha lusitana tras el retorno del país a la democracia.

Así, si el ex diputado tory Daniel Hannan fue un precursor incluso de la línea nacionalista que llevó a Gran Bretaña al Brexit, el historiador belga David Engels, que ha enseñado durante mucho tiempo en Poznan (Polonia), es más bien un estudioso de Oswald Spengler, cuyas teorías sobre la “decadencia de Occidente” se aplican a lo que él define como “crisis irreversible de la UE”. Mientras que el profesor de la Universidad de Dallas Gladen Pappin, “populista en lo económico y conservador en lo social”, es uno de los defensores del “laboratorio cultural” que ha hecho de Tejas uno de los bastiones de la derecha dura estadounidense.

¿Qué perfil ideológico se puede extraer, por tanto, del congreso de Roma? Es difícil decirlo con certeza, dada la estridente coherencia con una idea tradicional de “conservadurismo” que se desprende de sus programas. Al fin y al cabo, no queda más remedio que sonreír pensando que entre los participantes está también el eurodiputado Vincenzo Sofo, que pasó de Salvini a Meloni y que en Bruselas forma parte de la “delegación para las relaciones con Afganistán”, después de haber sido uno de los fundadores del blog italiano “Los talibanes”.

Fuente: il manifesto global, 29 de septiembre de 2022

 

“Melonomics”: hasta ahora sólo una continuación de la política de Draghi

Massimo Franchi

Qué indecisos son estos neofascistas en economía. La impresión era clara sólo con hojear el programa electoral de Fratelli d’Italia, con su tranquilizador título, “Preparados”: una serie de clichés sin una pizca de información precisa ni cifras en lo que respecta a todos los temas candentes, del fisco a las pensiones.

El ataque inmediato a la renta de ciudadanía, los mítines y entrevistas de Giorgia Meloni y las primeras declaraciones tras las elecciones de Donzelli, Ciriani y Mollicone confirmaron el esquema básico. Pero hacer predicciones sobre la próxima ley de presupuestos es como predecir la lotería. Por lo que sabemos hasta ahora, los Fratelli d´Italia podrían muy bien continuar la misma política del gobierno de Draghi.

La caricatura de Crozza [humorista televisivo italiano] –al menos políticamente– está bien centrada: Giorgia Meloni preferiría que gobernara otro. El martes debió sentirse decepcionada al saber que la presentación de la ley presupuestaria en Bruselas se ha prorrogado hasta finales de noviembre, porque es consciente del delicado momento global y de que toda decisión económica debe tomarse con mucha cautela.

El pretexto de la ley presupuestaria no va muy lejos, y, por tanto, no hay “[promesas] exageradas en este contexto económico” como las realizadas por la Liga sobre el déficit de 30.000 millones de euros para pagar las facturas de energía de Berlusconi o las pensiones de 1.000 euros para todos.

Los únicos puntos fijos por el momento son dos: la anunciada restricción de la renta ciudadana “para los que puedan trabajar” (aderezada con el compromiso común de todos los partidos de “reforzar las políticas activas”) y “el recorte de la cuña fiscal” para el que Giorgia Meloni se jugará los recursos en la ley de presupuestos, añadiendo sin embargo un postulado no elegido por ella: “en beneficio de los trabajadores y las empresas”.

Además, hay una palabra clave igualmente inteligente que se encuentra dispersa en el programa y en las declaraciones: “gradual”. Este adjetivo se utiliza para suavizar las propuestas extremas de sus aliados, y de hecho se aplica al impuesto de tipo único (“flat tax”) para las cifras del IVA y para la desgravación fiscal de las empresas. Mientras que Salvini propuso la “flat tax” para todos, Meloni la diferencia y la limita a las cifras del IVA de hasta 100.000 euros de facturación y al aumento de los ingresos respecto a años anteriores. Del mismo modo, prevé una “súper deducción de los costes laborales para las empresas que aumenten el empleo respecto a años anteriores”.

El apogeo de los tópicos llega a las pensiones. Salvini propone una “Cuota 41” inalcanzable –y risible para los trabajadores precarios–, el número de años de cotización del trabajador para jubilarse, independientemente de su edad. Fratelli d’Italia responde con “el derecho a una vejez tranquila”. Un objetivo muy incierto que se traduce en conceptos igualmente exigentes: “facilitar el acceso a la jubilación y, al mismo tiempo, promover el relevo generacional”. La expresión “reforma Fornero” ni siquiera está presente en todo el programa de pensiones, lo que deja lugar a la duda de que Giorgia Meloni quiera mantenerlo como está, lo que ocurrirá a partir del 1 de enero si no se decide ninguna acción.

Una vez analizados sus programas y declaraciones, es imposible clasificar a los Fratelli d’Italia dentro de las principales corrientes de la teoría económica. La derecha social ha sido históricamente estatista; Meloni y La Russa formaron parte de gobiernos muy liberales, como los del dúo Berlusconi.

La impresión es que Meloni se inclinará por un liberalismo controlado con un toque, sin embargo, de nacionalismo intervencionista en los temas menores.

Podríamos saber más dentro de unos días. La primera prueba para Meloni será, de hecho, la patata caliente de la ITA [Italia Trasporto Aereo, compañía aérea pública que reemplazó a Alitalia]. Con un ataque sorpresa, el dúo Draghi-Franco optó por privatizarla con el fondo estadounidense Certares, respaldado por Delta y Air France. En su denodada oposición a la gestión del actual presidente de la ITA, Alfredo Altavilla, el aguerrido Fabio Rampelli siempre ha dicho que aspiraba a la reactivación y nacionalización de la antigua Alitalia.

¿Bloqueará Giorgia Meloni la venta o la hará pasar por la última opción de Draghi? Si es así, se confirmará el atisbo de continuidad con “el banquero no elegido”.

Fuente: il manifesto global, 29 de septiembre de 2022

especialista en las nuevas derechas y las subculturas juveniles, es periodista del diario “il manifesto” y colaborador de la revista “Micromega”.
periodista del diario “il manifesto”, y antes de “L´Unità”, es especialista en temas laborales y sindicales, autor de varios libros como “Il sindacato al tempo della crisi”.
Traducción:
Lucas Antón

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