Albino Prada
30/04/2024
1. Contexto de este análisis
Hay dos formas básicas para hacer que la lógica del mercado y de lo que se puede pagar erosionen la igualdad de acceso a los servicios públicos en un país. El primero privatizando su cobertura (dependiendo de tu bolsillo si lo recibes o no), y el segundo no mutualizando los servicios (entonces las naciones y regiones más pobres tendrán menos servicios porque no pueden pagarlos), algo que sí suele realizarse dentro de una estructura federal. La lógica del mercado es también hegemónica en un sistema de cuotas o conciertos con un perfil confederal en lo hacendístico (mientras se mantiene autonómico, y de mercado único, en el resto).
En mi opinión habría que romper esa lógica neoliberal con un pacto fiscal federalizante que supere en España el actual modelo autonómico por centrípeto y asimétrico al mismo tiempo. Por dejar demasiados recursos del régimen común en manos del Gobierno Central, y por convivir con un encaje confederal de Euskadi y Navarra. Que no es ni federal en un caso, ni federal en el otro.
Porque si contextualizamos el modelo de distribución de los ingresos presupuestarios actuales del Reino de España con lo que ocurre en otros países de estructura federal (datos OCDE de 2022), observamos que los ingresos del Gobierno Federal (Estado más Seguridad Social) se encuentran sin duda en un nivel muy alto (72 %), mientras que en EE.UU. o Alemania caen al 60% y en Canadá al 45%, pero nunca por debajo de ese nivel. Y, al contrario, que los de las nacionalidades (o estados federados) en el Reino de España tienen niveles ciertamente bajos (sólo el 28% del total), pero que en ningún caso superan el 55% (en el caso de Canadá) y se quedan en el 40 % en Alemania o Estados Unidos.
Dejar al Gobierno Federal sin un volumen sustancial de ingresos presupuestarios (para políticas de nivelación, cohesión y redistribución) (si el cien por cien de los ingresos tributarios son recaudados por las naciones o estados), nos llevaría a un acuerdo confederal que, si bien no es una independencia pura y dura, concreta la soberanía y la autodeterminación de una manera menos fraternal y solidaria que un pacto federalizante como el que aquí se defiende. Pues ese marco confederal, con una distinción radical entre "nosotros" y "los otros" en el campo de las finanzas y los servicios públicos, deja muy poco terreno para el esfuerzo común. Y ello pese a que en el mercado, en los flujos comerciales, en las huellas ambientales o en el uso de los recursos naturales, se supone que mantenemos una unidad española en la que todos somos "nosotros". Una asimétrica ciudadanía dividida para unas cosas, pero no para otras. Asimetría que también se observa en el conjunto de la Unión Europea que en lo presupuestario, y no sólo, es muy confederal y muy poco federal[1].
Pensemos, por ejemplo, cómo sea el peso de los votos en los Órganos de Gobierno de los Bancos Centrales según el modelo y estructura del Estado (centralizado, federal, confederal). Pues bien, mientras en el Reino de España de las autonomías su Banco Central sigue una lógica absolutamente centrípeta (no tiene miembros territoriales), en una estructura federal (como en EE.UU. o Alemania) el peso de los estados federados es muy importante en su Consejo de Gobierno (cincuenta por ciento de los votos). Claro que, por supuesto, sin alcanzar el nivel de un Banco Central Europeo más cercano a una estructura confederal (ya que los Estados de la eurozona tienen el setenta por ciento de los votos). Por el contrario, en una estructura federal el peso del Gobierno Central Federal (en el caso de Estados Unidos o Alemania) duplica, en el consejo de su Banco Central, el que tiene en una estructura confederal como la de la Unión Europea y su BCE.
2. ¿Qué nos dicen las preferencias sociales?
2.1. Euskadi
En un reciente Sociómetro Vasco (marzo 2024), el porcentaje de población que se identificaba como vasca y española, o incluso más española, alcanzaba el cincuenta por ciento; mientras que los que se consideran más vascos son el cuarenta y tres por ciento, el resto está indeciso (un grupo que se va reduciendo a medida que aumentan los que se consideran españoles y vascos). Complementariamente, la tendencia de este segundo grupo es decreciente desde 1995 (del 46 % al 43 %), y sobre todo lo es en el subgrupo de los que se consideran sólo vascos (que cae del 31 % al 19 %). No es de extrañar que sólo el 22 % de la población esté de acuerdo con la independencia. De modo que el sustrato social más federalizante parece superior al confederal (50 a 43 puntos), y ambos muy por encima del estrictamente independentista (22 puntos).
Por su parte en una reciente encuesta preelectoral de El País (marzo 2024) para el País Vasco, los resultados resumidos sobre el tema que nos ocupa figuran en el siguiente recuadro:
Se observa que la independencia reduce aún más su preferencia social (del 22% al 13%) respecto al Sociómetro, frente a una preferencia por un encaje dentro del Estado distinto al actual (37,5%) que casi lo triplica. Los dos últimos porcentajes (más autonomía o independencia) rondan el 60 % en Bildu, PNV o Sumar, mientras que sólo en el votante al PP el estatus actual supera el 70 %. Aunque estas opciones no permitan deslindar claramente las preferencias federalizantes de otras más confederales.
2.2. Catalunya
Para Cataluña, el Baròmetre d’Opinió Política (noviembre 2023) en su pregunta 40 es específico para el tema que nos ocupa, tal y como recogemos en este recuadro:
Así, las posiciones como máximo federalizantes alcanzarían los cincuenta y cinco puntos frente a los casi treinta y uno de un Estado propio (ya sea independiente o confederal). Cuando la cuestión es binaria sobre si se respalda o no un Estado independiente, el apoyo es de cuarenta y un puntos, mientras los que se oponen llegan a cincuenta y dos. Aquí también el sustrato social del potencial federalizante parece superar al confederal y/o independentista. Aunque en Cataluña esta última opción está por encima de lo que ocurre en el País Vasco. Algo que podía no ser ajeno al efecto "balsámico" del actual encaje confederal que de facto en el ámbito fiscal disfruta desde hace tiempo la sociedad vasca en el marco autonómico. Lo que explicaría por qué la réplica de este encaje para Cataluña es actualmente una cuestión central y previa a cualquier otra reforma institucional en materia de plurinacionalidad.
En un reciente trabajo de campo preelectoral realizado por El País (23 abril de 2024), las preferencias expresadas sobre este asunto son las que recogemos en este recuadro,
Confirmando que la opción independentista supera a la opción más federalizadora (más autonomía), estando ambas por encima de mantenerse en el actual estatus autonómico. En la CUP y Junts la opción independentista supera el 85 % de su electorado, mientras la opción federalista lo hace con más del 72 % en Comuns – Sumar con importantes cuotas también en el electorado del PSC y ERC. Dos días después el CIS, a partir de una muestra de casi nueve mil encuestas, realizó un análisis en la pregunta nº 8 de su cuestionario, tal y como aquí recogemos,
De modo que tanto el independentismo (17 %) como el mero regionalismo (11,9 %) quedarían por debajo de una amplia mayoría (de 46 y 22%) que podría apoyar posiciones federalizantes o bien confederales en una eventual consulta popular.
3. ¿Qué proponen las alternativas políticas?
3.1. En Euskadi
Es bien sabido que frente a apenas el 30 % de los recursos fiscales del régimen común de las Comunidades Autónomas en el Reino de España, el concierto de las Comunidades Forales (País Vasco y Navarra) tiene un carácter confederal porque retienen el cien por cien de los recursos y sólo aportan una cuota para cubrir gastos comunes (por ejemplo, para defensa, etc.). Como ya anoté, en un sistema federal nunca superarían el 60 %. Siendo así que, en mi opinión, la conformación de una ciudadanía federal en el Reino de España no se va a construir -como propuso recientemente el presidente de la Generalitat (20/3/2024)- replicando el modelo vasco en esa nación: “una sobirania fiscal total per tal que la Generalitat passi de recaptar el 9 % dels impostos al 100 %”.
Sobre esta asimetría y coexistencia entre autonomismo y confederalismo para el sistema de financiación, que el President quiere trasladar a Cataluña, en el caso del programa electoral de Bildu en el País Vasco, parece que su objetivo sería trasladarla progresivamente a la mayoría de funciones del Gobierno según lo que proponen para las elecciones autonómicas al Parlamento Vasco de 2024. En sus dos últimas páginas ("Nuevo estatuto político") el concepto confederal aparece explícitamente en dos pasajes. Son estos con el horizonte del año 2028 (las negritas son mías):
* “Relación de carácter confederal basada en la bilateralidad que puede desarrollarse sin subordinación alguna al Tribunal Constitucional, al Congreso español o a los tribunales españoles y sin injerencia alguna por su parte”.
* "Compromiso de impulsar el debate institucional reactivando el debate en el Parlamento Vasco en el plazo de tres meses desde el inicio de la nueva legislatura. Compromiso de elevar a proyecto de ley la propuesta confederal. Consulta vinculante acordada en caso de lograr mayoría absoluta en el Parlamento".
En esa línea en un apartado anterior sobre “Fortalecimiento de la identidad comunitaria” se hacen propuestas sobre políticas lingüísticas, culturales, sistemas de comunicación (audiovisual, EITB…) o políticas internacionales. Ejes que parecen ser considerados prioritarios en esa hoja de ruta confederal. Sin olvidar un apartado “Fortalecimiento de la soberanía estratégica” en el que concretan propuestas con un recorrido similar en energía, alimentación, industria, servicios, digitalización, finanzas y fiscalidad. Siendo esta su propuesta (que representó al 28 % de los votos en 2020), unas líneas antes hacen referencia a un "amplio acuerdo sobre Bases y Principios para un nuevo estatus político alcanzado en la legislatura 2016-2020 con los votos de EH Bildu, Elkarrekin- Podemos y PNV". Parece obvio que el giro programático hacia un enfoque confederal tiene no poco que ver con la constatación de que entre su base electoral (es 28 % de los votos) solo una parte (13 % según la encuesta de El País) declara preferir la independencia. Esa encuesta cuantifica incluso que entre los votantes de Bildu un mayor porcentaje prefiere más autonomía (por caso confederal) que independencia.
No menos importante es ver lo que propuso el PNV (con un 39 % de los votos en 2020) en estas mismas elecciones. Pues con Bildu representarían casi el setenta por ciento de la mayoría popular de esa nación. Sin olvidar que más arriba anotamos como el sustrato social federalizante parecía superior al de la vía de la confederación (50 a 43 puntos), y muy por encima de la independencia (22 puntos).
Sucede que en el programa electoral del PNV no hay ni una sola referencia al concepto "confederal" como vimos en Bildu. Pero no menos extraño es comprobar que del concepto "federal" sólo hay una referencia aplicada a la Unión Europea y tres a "federación" en el mismo ámbito. Pero ninguno para el Reino de España. Sintomático porque inmediatamente después de estas cuatro referencias se abre un apartado titulado "La actualización del autogobierno vasco" en el que podrían retomarse, pero tal cosa no ocurre.
Sí se concreta la necesidad de corregir determinadas regresiones autonómicas y completar-culminar el actual Estatuto de Autonomía (“Ampliar el quantum de competencias en relación con todas las competencias previstas en el actual Estatuto”, página 68). De modo que en el corto plazo (en la legislatura en la que Bildu quiere allanar el camino a un proceso de confederalización) el PNV ni siquiera habla de un proceso de federalización. Aunque sí dejan claro el "derecho a decidir" y, sobre todo, una reivindicación de "bilateralidad" que bien podría concretarse en un acuerdo federal o confederal (como claramente propone Bildu). Es en este punto, y en esta encrucijada, que el resultado de las elecciones de este año 2024 pueden definir qué hoja de ruta va a ser mayoritaria en esta cuestión a medio plazo.
En estas circunstancias, especialmente el PSE-EE (con el 14 % de los votos) y Sumar Euskadi podrían ser el complemento social y estratégico para resolver tal dilema. Pero en el caso del programa electoral socialista en sus ciento cuarenta páginas no hay ninguna referencia al concepto "confederal", lo cual es lógico. Pero tampoco a "federal" o "federación" para el Reino de España, ni siquiera para la Unión Europea. Y en un apartado titulado "Un mejor autogobierno para el siglo XXI" (páginas 130-133) se opta por un desarrollo completo del actual Estatuto sobre la base del encaje confederal de facto en los ingresos, ya que en ese ámbito sigue siendo "una de las regiones europeas con mayores niveles de autogobierno y responsable de administrar 96 de cada 100 euros recaudados por las Haciendas Forales" (pág. 131). Como puede verse, esta actual asimetría confederal/autonomía se asume sin desplegar una solución federalizante explícita. Y mucho menos confederal como hace Bildu.
Sí se proponen llevar a cabo una reforma modernizadora y actualizada del actual Estatuto de Guernica, pero con el límite de no aceptar "pretensiones nacionalistas de orientar el resultado a una superación del marco estatutario que imposibilitaba su culminación" (página 132). Lo que parece excluir las opciones federales o confederales, pero también las que yo llamo federalizantes. Y eso pese a apostillar no "renunciar a la posibilidad de una actualización de la Constitución española, solucionando las carencias y ambigüedades del texto actual". La vaguedad es, como se ve, muy calculada, porque esa reforma pasaría, entre otras cosas, por la plurinacionalidad del Reino de España en el preámbulo, y a precisar los mecanismos de relación con el Estado. A falta de mayores avances, los acuerdos con el PNV en este ámbito parecen más factibles que con Bildu, que mantiene una clara postura confederal frente a la borrosa vaguedad federal de PNV y PSE-EE.
Las propuestas del programa Sumar Euskadi, para las elecciones al Parlamento Vasco de este año, con más de ciento ochenta páginas, dedican tres (106-108) al tema que nos ocupa. No consideran la opción confederal y se refieren ocho veces al concepto federal (siendo la excepción al silencio sobre esta opción en el resto de partidos vascos). La nación, la plurinacionalidad del Reino de España y el federalismo como forma de articulación cooperativa y solidaria que defienden es, para ellos, la opción preferida por los ciudadanos vascos. Quieren avanzar en ese federalismo con un nuevo Estatuto a partir del texto acordado en 2019 debatido por la ciudadanía centrado en los derechos sociales y nacionales que se aprobará con un "acuerdo previo, mayoritario y transversal en la sociedad vasca como paso previo al pacto con el Estado".
En el punto 403 de su programa, su federalización del Reino de España anota una hoja de ruta clara:
"Abordaremos, simultáneamente, un proceso compartido en todo el Estado para la reforma constitucional del Estado Autónomo sobre las siguientes bases: modelo republicano, federal, cooperativo y solidario entre el Gobierno Federal y las Comunidades Federadas ... policentrismo y descentralización efectiva que permita ubicar los organismos federales fuera de la capitalidad" (las negritas son mías).
Es una lástima que el PSE no haya avanzado hacia posiciones federalizantes similares a éstas, porque su peso político (en el conjunto del Reino de España y para gobernar en el País Vasco) seguramente abriría una hoja de ruta, desde una autonomía agotada, hacia un modelo federal de muy amplio apoyo. En su ausencia, la dialéctica confederal e independentista seguirá capitalizando el debate político.
3.2. En Catalunya
En relación con las preferencias sociales de la población de Cataluña sobre la "posición nacional" (desde la independencia de España con un Estado propio a la mera integración como región sin autonomía) que resumimos más arriba, repasaremos ahora las propuestas políticas especificadas en los programas electorales para las elecciones autonómicas de este mes de abril de 2024. Y lo haremos revisando[2] las de Junts (con el 86% de sus votantes a favor de la independencia), las de ERC (con 62% por la independencia y 30% por una vía federalizadora), las de Comuns-Sumar (71% votantes federalizadores) y las del PSC (la mitad federalizadora y la otra mitad por la actual autonomía).
A diferencia del PSE-EE que no hacía ninguna referencia en su programa electoral al concepto "federal" para la integración del País Vasco, en el programa del PSC hay al menos diecinueve referencias a ese concepto, muchas de ellas en el epígrafe 7.1. Sobre el modelo federal y la mejora del autogobierno. Lo hacen después de en el apartado 1.3. definir la situación actual de "casi federal" y asumir la defensa de un modelo federal. Una excelente noticia por ser el partido con mayor porcentaje de votos en el pasado reciente y en las encuestas.
Las propuestas inmediatas pasan para el PSC por el desarrollo autonómico pendiente y con reformas de leyes orgánicas del Estado que lo faciliten (en justicia por ejemplo), por la propuesta de un sistema de financiación redistributivo[3] y por la defensa de la multiculturalidad y la diversidad dentro de España y Cataluña. Participando también en órganos del Estado (Banco de España, Tribunal Constitucional, etc.). Hacerlo en el horizonte de transformar el Estado de las Autonomías en un Estado Federal (página 129) sin renunciar a una reforma federal de la Constitución.
En el caso del programa electoral de ERC la referencia a "federal" aparece sólo dos veces, ambas para superar el club de estados confederales que es la Unión Europea mediante la federalización de Europa (páginas 44-45). En ningún caso se aplica para superar dentro de España la actual integración regional de Cataluña. Tampoco se utiliza el concepto "confederal" que asume Bildu en este caso. En consecuencia, mientras en el ámbito social los acuerdos con el PSC parecen posibles para formar una mayoría parlamentaria de gobierno en la Generalitat, en la cuestión de la plurinacionalidad las dificultades no serán pocas a pesar de que los socialistas catalanes tienen una hoja de ruta federalizante mucho más precisa que la de los vascos.
En el programa de ERC el término "independencia" aparece al menos ocho veces. Así, en el apartado sobre un Referéndum Pactado (páginas 10 y 11), se mantiene el objetivo de celebrar un referéndum "sobre la independencia de Cataluña" para resolver el "conflicto de soberanía entre Cataluña y el Estado". Mientras tanto (en la página 89) se reclama un sistema singular de financiación que permita equiparar los gastos con el sistema foral, recaudar todos los impuestos generales y aportar una cuota para el re equilibrio territorial en España (un sistema confederal de facto sin nombrarlo, cosa que sí hace Bildu).
Paralelamente, se hacen propuestas para ampliar la autonomía en: gestión migratoria (pág. 15), memoria democrática (pág. 20), catalanización de la justicia (pág. 33), seguridad ciudadana (pág. 40), acción exterior (pág. 43, 45), 84), SAREB (p. 61), empresas estatales (p. 91), cadena alimentaria (p. 97), autónomos (p. 129), SEPE (p. 130), aeropuertos (p. 139), archivos históricos (p. 159). En todo lo cual las posibilidades de pacto con el PSC parecen mayores.
Tampoco aparecen los conceptos "federal" o "confederal" en las 230 páginas del programa de Govern de Junts. Sí lo hace más de veinte veces el de "independencia" y algunas veces "autodeterminación". Pero sobre esa base, lo cierto es que en la página 53 -como hace ERC- se pide la corrección del déficit fiscal con una propuesta de ingresos confederal:
“Cal una llei de finançament per a Catalunya que cedeixi a la Generalitat, tal com es va acordar amb el Govern del PSOE a Brussel·les, els impostos generats a Catalunya. Aquesta llei ha de permetre traspassar per part l’Estat a l’Agència Tributària de Catalunya les competències íntegres per tal de recaptar tots els impostos, gestionar-los i preveure, eventualment, una quota de solidaritat entre Catalunya i l’Estat espanyol, i establir com a base d’aquesta mantenir el principi d’ordinalitat”.
Y lo hace, de nuevo, con una asimetría pragmática[4] entre la defensa del derecho de autodeterminación hacia la independencia y una ampliación de la autonomía actual. Dos extremos en los que se ignoran las hojas de ruta federalizantes o incluso confederales (que de facto sí se asumen en la financiación).
Así, mientras por un lado el camino hacia la independencia se concreta en la página 5: “la reivindicació de qualsevol altre referèndum d’autodeterminació que es pugui arribar a celebrar en un futur. Llavors, com ara, existien impediments constitucionals per organitzar i celebrar aquesta mena de referèndums, però només calia recórrer a l’article 92 de la Constitució per superar-los”.
Por otro lado se reclaman del Estado -en una lógica federalizante o confederal- determinados Archivos (p. 18), la gestión de los fondos europeos (p. 39), la seguridad social (p. 53), el PERTE (p. 65), sobre los consumidores (p. 68), la regulación digital (p. 76), las políticas pasivas de empleo (p. 82), las competencias energéticas (p. 90), del agua (p. 94), pesca (p. 107), la SAREB (p. 152), la reversión provincial (p. 159) o los aeropuertos (p. 161).
En el caso del programa de Comuns-Sumar, tiene singular interés comprobar tanto su sintonía con la propuesta federal realizada en el País Vasco por este movimiento (el único explícito en aquél caso) como los vínculos, si los hubiera, con el sesgo confederal en el ámbito fiscal del resto de propuestas en Cataluña. Coinciden con Sumar en Euskadi en la definición federal, y con el PSC como hemos visto, porque encontramos diez referencias al concepto "federal" (de las cuales tres se aplican también con mucho criterio a una reforma de la UE). Es en el epígrafe 5.1. que incluye su propuesta de una república federal plurinacional[5] para España, en la que se diferencian de la "independencia unilateral" pero también de lo que denominan "federalismo simétrico".
Que ese federalismo asimétrico en los recursos públicos es similar al encaje confederal para la financiación que hemos visto reclaman ERC, Junts e incluso el PSC, también queda claro en las páginas 5 y 125: “La nostra proposta és que volem que el 100% de la recaptació dels impostos a Catalunya sigui duta a terme per l’Agència Tributària de Catalunya consorciada amb l’Agència Estatal d’Administració Tributària”. Lo que supone dejar la solidaridad y la redistribución federal a expensas de acuerdos bilaterales de tipo confederal como se dibuja en el "sistema de nivelación solidario" que se describe en la página 5 de este programa. Por fin en el apartado 5.1.5. se concretan otras reformas "federalizantes" de la actual situación autonómica de claro interés social (no pocas coincidentes con las planteadas por el PSC o ERC) y en contra de la actual España provincial, radial y centrípeta.
4. Final
La secuencia de procesos electorales autonómicos en el Reino de España en este año 2024 primero en Galicia, luego en Euskadi y finalmente en Cataluña hizo coincidir en tres Comunidades que son nacionalidades históricas la oportunidad de un cierto debate social sobre la viabilidad y el contenido de una reforma autonómica, de su superación de un proyecto federal para España, de una confederación e incluso de independencia total.
En el caso de Galicia, este debate se tradujo ya en una nueva mayoría absoluta del Partido Popular, que centró su campaña al Parlamento de Galicia en la denuncia de la amnistía en relación con el proceso de referéndum unilateral e independentista en Cataluña, reafirmándose en la parálisis del marco legal actual[6].
Las disyuntivas aquí analizadas sobre la "cuestión nacional", en la opinión pública y en las opciones políticas en el País Vasco se resolvieron, en las elecciones ya celebradas, con un avance de las posiciones soberanistas de izquierda (Bildu), lo que no impide una nueva mayoría de gobierno del PNV-PSE. Un gobierno sin un programa definido ni siquiera para una reforma estatutaria y sin un proyecto federalizante específico como se constató aquí con el análisis de sus programas. En Euskadi, el actual encaje confederal de facto de los ingresos públicos es compartido por casi todos los partidos, siendo la cuestión central para los próximos años el tipo de gestión de esos recursos en favor de la mayoría de los ciudadanos vascos. De materializarse una reforma estatutaria, las vaguedades federalizantes del PNV y del PSE habrán de contrastarse con las propuestas concretas confederalizantes de Bildu, siendo en todo caso muy incierta su viabilidad en el Congreso de los Diputados y dentro de la actual Constitución.
Esas mismas disyuntivas en Cataluña, tal como se han analizado aquí, están hoy mediatizadas por la superación jurídica y penal de un proceso social alegal de independencia, una superación que parece estar en buen camino. Tras esta superación, podría configurarse una cierta réplica del encaje confederal y asimétrico de facto sobre los recursos públicos del que ya disfruta Euskadi, así como una consulta consensuada sobre la salida del impasse en el que el Tribunal Constitucional dejó la propuesta de un nuevo Estatuto de autonomía. Una salida mayoritaria que podría concretarse en una propuesta federalizadora plurinacional al menos en la sociedad catalana, aunque de dudoso respaldo con las probables mayorías del Congreso de los Diputados del Reino de España.
En este contexto, considero que federalizar los ingresos tributarios aún en un marco formalmente autonómico (sin reformas estatutarias), y al mismo tiempo acordar propuestas políticas (consultivas, redistributivas, culturales, institucionales) federalizantes[7] de aplicación inmediata en las nacionalidades con mayor conciencia de serlo, podrían ser un buen punto de encuentro "pragmático" para avanzar en una integración plurinacional.
Al menos mientras no se conforme en el conjunto del actual Reino de España una mayoría política y social suficiente para abrir caminos constitucionales federales a una "nación plurinacional" donde la igualdad, la fraternidad, la solidaridad, la empatía o la ayuda mutua nos permitan a todos (a los más ricos en algunas cosas, y a los menos ricos en otras) salir ganando en una unión federal y ya no autonómica.
Este análisis se publicó en gallego en Tempos Dixital en dos partes, la primera sobre Euskadi (https://temposdixital.gal/a-contratempo/as-claves/eleccions-euskadi-federaliasmo-estado-autonomias.html) el 18 de abril de 2024, y una segunda sobre Catalunya al mismo tiempo que en Sin Permiso.
[1] Ver aquí: https://www.publico.es/luzes/federalizar-abajo-reino-espana-union-europea.html#analytics-autor:listado
[2] En cada caso hay que ponderarlas -y las comentaremos por este orden- en función del peso electoral que tienen en el actual Parlament: PSC (23%), ERC (21,3%), Junts (20,1%), Comuns-Sumar (6,9%); dejo fuera de este análisis a VOX-PP-Cs (17%) y también a la CUP (6,7%) (en este caso por no poder acceder al programa electoral en su página web consultada el 28 de abril de 2024: https:// /copa.cat/)
[3] Aunque en esto el PSC parece romper su declarada lógica federal por una confederal cuando reclama el cien por cien de los ingresos públicos “posada en marxa del Consorci Tributari per recaptar tots els impostos conjuntament... El Consorci haurà de permetre recaptar i gestionar tots els impostos que es generen a Catalunya i establir els mecanismes de traspàs amb l’Estat.” (páginas 9 y 15), porque como ya se ha anotado en los Estados Federales de largo recorrido, sus miembros nunca superan el 60 % de los ingresos recaudados.
[4] Pues “La solució és la independència, però alhora cal evidenciar i combatre des de la Generalitat, sense cofoismes inútils, els límits de la dependència” (página 6). Cierto es que con una filosofía social de claro poso neoliberal.
[5] El concepto “plurinacional” se reitera casi veinte veces en este programa.
[6] Analizo detalladamente esta cuestión para Galicia en el número 323 de la revista Tempos Novos (páginas 38-42). Es la misma posición que llevó a este partido a emplazar al Tribunal Constitucional frente al Estatut de Catalunya.