Chile: 40 años

Ezequiel Fernández Moores

27/03/2016

El Estadio Nacional de Santiago de Chile es el último lugar en el que Oscar Bugallo, argentino de 24 años, fue visto con vida. Había viajado a Chile para sumarse al Partido Socialista y defender al gobierno de Salvador Allende. El 11 de septiembre de 1973, día del golpe, resistió en los cordones industriales de Santiago. Su cadáver putrefacto llegó a Buenos Aires en cajón de madera. Llegaron también decenas de miles de chilenos. Escapaban de Pinochet. Pero se encontraron con Videla. Varios cayeron con el Plan Cóndor, la represión coordinada de las dictaduras del Cono Sur con aval de Estados Unidos. Richard Nixon era presidente, Henry Kissinger secretario de Estado y George Bush padre dirigía la CIA. Barack Obama era un adolescente. Ayer, en su histórica visita a Cuba, el actual presidente de Estados Unidos asistió al Estadio Latinoamericano de La Habana. Ir al béisbol fue algo más que un gesto simbólico. Es el deporte nacional para ambos países, como el fútbol en América del Sur. Obama, claro, no irá mañana por la noche a ver a Leo Messi. Chile-Argentina juegan en el Estadio Nacional un 24 de marzo, con Estados Unidos de visita y a cuarenta años del golpe militar.

El fútbol dio presente el 24 de marzo de 1976. El comunicado número 23 de la Junta Militar interrumpió prohibiciones, censuras y amenazas y autorizó la trasmisión del partido amistoso que Argentina jugaba ese día ante Polonia en Chorzow. Decenas de chilenos ya habían sido matados en su exilio argentino. Tres días después del golpe desaparece otro militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno, el paraguayo Claudio Ocampo Alonso, hijo de un DT de Nacional, de Paraguay. Apareció muerto en Ciudadela sin heridas de bala, ahogado con aceite. También la Argentina empezaba su dictadura, igual que Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay. En abril fueron desaparecidos en Buenos Aires otros dos militantes del MIR, Angel Omar Athanasiu Jara y Frida Laschan Mellado. Pablo Germán, su hijo tenía apenas seis meses. Recuperó su identidad en 2013, "el nieto 109" identificado después de 38 años de búsqueda. Su suicidio en 2015 conmovió a los organismos de derechos humanos. Allí está Buscarita Roa, la chilena de 77 años Abuela de Plaza de Mayo, que después de 22 años recuperó en 2000 a su nieta Claudia Poblete Hlaczik. Un militar se la llevó del centro Olimpo y la inscribió como nacida en pleno Mundial 78. Igual que Ignacio Guido Montoya Carlotto, el nieto de Estela. Kissinger, invitado de Videla, gritaba los goles del Monumental. Y el embajador Raúl Castro, según documentos ya desclasificados hace diez años, contaba a Washington su preocupación porque Kissinger, dice el texto, "felicita a la Junta Militar por la lucha contra el terrorismo".

Todos los años se conocen nuevos casos de deportistas que fueron desaparecidos durante la dictadura. Al gran libro del colega Gustavo Veiga (Deportes, desaparecidos y dictadura) se sumaron en 2015 "Maten al rugbier", de Claudio Gómez, sobre los veinte jugadores desaparecidos del La Plata Rugby Club, y "Silencio de familia", que se centra en uno de ellos, el medio scrum Hernán Rocca, y que fue escrito por Araceli, su hermana. A Hernán lo mató la Triple A con 21 balazos un Viernes Santo de 1975, en democracia. En "No sabían que somos semillas", libro flamante que cuenta 17 historias de desaparecidos de la colectividad japonesa, Andrés Asato habla de otro rugbier de La Plata, Ricardo Dakuyaku, medio scrum de 22 años del club San Luis, militante, igual que muchos otros, del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML). Chile recuerda ante todo al ciclista Sergio Tormen, 25 años, bicampeón nacional, militante del MIR y secuestrado en 1974 por la temible DINA que comandaba el general Manuel Contreras, cabeza además del Plan Cóndor. Su hermano Richard, también ciclista, pasó años sin poder hablar del tema porque sentía que, si comenzaba a llorar, tal vez no pararía más. Su madre Lucía Méndez recorrió juzgados y se encadenó en huelga de hambre en el Congreso, hasta que llegó el Alzheimer. "Dejó de tener memoria -contó una vez Richard Tormen, otro de sus hijos- porque ya no podía recordar más".

Además de Bugallo, más de una decena de argentinos murió en el Chile de Pinochet. Están, entre otros, el misionero Hugo Ratier, asesor de Allende, el sanjuanino Carlos Adler y su esposa Beatriz, embarazada de seis meses, acribillados "por error", Bernardo Lejderman, Manuel Mezquita, el camionero salteño Benjamín Garzón, ejecutado por la espalda porque no escuchó una voz de alto y Leonardo Henrichsen, el camarógrafo de Radio y Televisión de Suecia que filmó su propia muerte en el intento golpista del Tanquetazo, junio de 1973. En el Estadio Nacional fue también la última vez que se vio con vida a Charles Horman, el caso más célebre. "Estamos cuidando sus intereses", le dice el cónsul de Estados Unidos Phil Putnam a Ed Horman, padre de Charles, un inversor en la Bolsa de Nueva York que termina aceptando que el gobierno de su país ayudó a derrocar a Allende y a la represión que mató a su hijo, ciudadano norteamericano. Sucede en "Missing", la célebre película de 1982 de Costa Gavras cuya exhibición buscó ser bloqueada por Nathaniel Davies, embajador de Estados Unidos en ese momento en Chile. Pinochet también mató a Frank Terrugi. Ed Horman llegó a demandar a Kissinger por la muerte su hijo, que era guionista en Chile Films, la misma empresa que en 2015 ganó gran dinero con la televisación de la última Copa América. Chile Films, claro es hoy privada, como los clubes SA de Chile. El millonario Sebastián Piñera fue presidente de Chile tras manejar primero a Colo Colo. La idea de los clubes SA atrajo días atrás a Mauricio Macri, nuevo presidente argentino, ex presidente de Boca.

El fútbol ofrece argentinos como Marcelo Bielsa y Jorge Sampaoli, ambos exDT de la selección roja, y que ayudaron a vivir días de euforia a millones de chilenos. Menos fama tuvo acaso otro argentino que salvó la vida de miles de chilenos. El año pasado, antes de morir, Roberto Kozak, una especie de "Schindler chileno", como lo describió un diario, recibió de la presidenta Michelle Bachelet la concesión de la nacionalidad chilena por gracia. Fue un reconocimiento porque Kozak, en su calidad de director del Comité Intergubernamental para las Migraciones Europeas (CIME), órgano de las Naciones Unidas, enfrentó a la DINA, sacó a chilenos de cárceles y del país y luego, recuperada la democracia, ayudó a muchos de ellos a volver a su patria. Argentina, es cierto, saludó la asunción del demócrata Jimmy Carter, en enero de 1977, porque Estados Unidos, con el cónsul Tex Harris a la cabeza, pasó a denunciar las violaciones a los derechos humanos. Chile sufrió más a Nixon, Kissinger y Bush padre en la CIA. Un documento desclasificado en 2014, ya sin las tachaduras de 1999, demostró, por ejemplo, que el entonces director de la CIA, Richard Helms, se reunió en 1970, a pedido de Kissinger, con Agustín Edwards, director en ese momento del diario El Mercurio, quien pidió un golpe de estado para impedir que Allende pudiera asumir como presidente. Otro documento muestra a Nixon, fanático del fútbol americano, furioso ante el proceso de nacionalización del cobre: "Es hora -dice Nixon- de patear a Chile en el culo".

Menos conocidos que Horman, también la dictadura argentina desapareció a ciudadanos de Estados Unidos. En su tesis de 2005 de maestría en periodismo en Di Tella

la nacion, Juan Carlos Pérez Duthie recuerda la visita de Kissinger en pleno Mundial 78 y cita los casos de Billy Lee Hunt (llevaba dos décadas radicado en Mendoza y militaba en Montoneros) y Jon Pirmin Arozarena (nacido en Venezuela), desaparecidos en 1977, y Toni Agatina Motta (periodista nacida en Brooklyn, desaparecida en 1980). El informe, que cita también nombres de otros ciudadanos estadounidenses torturados, dice que la Embajada desatendió los reclamos y que la asunción de Ronald Reagan en 1981 redujo todo a cero. "Ay de la humanidad -dijo el escritor Elie Wiesel en su Elogio de la memoria- si la protección de su memoria está más a cargo de los muertos que de los vivos". El Estadio Chile es mucho más pequeño que el Estadio Nacional. Allí fue molido a golpes el músico Víctor Jara. El primer tiro fue en el cráneo. Le dispararon 43 veces más. "¿Es este -dice el final del último poema que escribió antes de morir- el mundo que creaste, Dios mío?".

De 1982 a 1989 fue Jefe de Deportes de la Agencia DyN y de 1989 hasta hoy es Editor en la agencia italiana ANSA. Escribió en Página 12, Mística, El Periodista, TXT, trespuntos y colaboró con diarios como The New York Times y La Vanguardia.
Fuente:
http://canchallena.lanacion.com.ar/1882344-40-anos
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