Ante la guerra de Ucrania y Oriente Medio, EEUU parece débil ¿O no?

Adam Tooze

10/10/2024

Escribir historia cuando está ocurriendo siempre conlleva riesgos. Pero la urgencia de la situación lo exige. Necesitamos alguna explicación de por qué Estados Unidos no está haciendo más para calmar la situación en Oriente Medio y presionar a favor de negociaciones entre Ucrania y Rusia.

Hay una escuela de pensamiento que dice que la administración Biden hace lo que puede. No tiene un gran plan. Carece de la voluntad o los medios para disciplinar o dirigir a los ucranianos o a los israelíes. Como resultado, se centra ante todo en evitar una tercera guerra mundial.

Si es así, es un triste testimonio del declive de la ambición hegemónica estadounidense. No es de extrañar que haya llamamientos en los Estados Unidos para que Washington desarrolle una política exterior "independiente", es decir, independiente de Ucrania e Israel.

Pero, ¿y si esa interpretación es demasiado benigna? ¿Qué pasa si subestima la intencionalidad de Washington? ¿Qué pasa si figuras clave de la administración en realidad ven esto como un momento de los que definen la historia y una oportunidad para remodelar el equilibrio del poder mundial? ¿Qué pasa si lo que estamos presenciando es el giro de los Estados Unidos hacia un revisionismo deliberado y global mediante una estrategia de tensión?

Los poderes revisionistas son aquellos que quieren anular el estado existente de las cosas. En un sentido amplio, también puede significar un deseo de alterar el flujo de los acontecimientos; por ejemplo, redirigir o detener el proceso de globalización. El revisionismo a menudo se asocia con el resentimiento o la nostalgia de una edad pasada y mejor.

Lo que nos aparta de esta interpretación de la política exterior de Joe Biden es la pura agresión de Rusia desde febrero de 2022 y de Hamas el 7 de octubre. El Occidente liderado por los Estados Unidos es generalmente visto como reactivo, no proactivo. Pero si se centra no en el proceso, sino en los resultados de la política estadounidense, parece plausible una interpretación diferente.

Con Donald Trump, después de todo, la exigencia de hacer que Estados Unidos vuelva a ser grande era literalmente revisionista. No tenía interés en las reglas existentes del juego. Tiró los tratados comerciales por la ventana. Abofeteó con aranceles a China. "Estados Unidos primero" fue el mantra.

En comparación con Trump, el equipo de Biden se jacta de su compromiso con un orden basado en reglas. Pero cuando se trata de la economía mundial y al ascenso de China, Biden ha sido tan agresivo como, o quizás más, que su predecesor.

Con Biden, Washington se ha comprometido a revertir años de declive aparentemente provocados por el excesivo trato favorable otorgado a China. Estados Unidos ha intentado detener el desarrollo tecnológico de China. Para hacerlo, tiene aliados fuertemente armados como los holandeses y los surcoreanos. Cuando la Organización Mundial del Comercio se atrevió a protestar contra los aranceles del acero de EEUU, la reacción de la Casa Blanca fue de desprecio. Bidenecomics es Maga para la gente pensante.

En lo que ahora se llama el Indo-Pacífico, Estados Unidos no se limita a defender el status quo. La definición misma del escenario estratégico es nuevo. En el Quad (Diálogo Cuadrilateral de Seguridad), Washington está poniendo en marcha una nueva red de alianzas que unen a India, Japón y Australia con los Estados Unidos. Si no hubiera pasado nada más en los últimos dos años, la conclusión sería evidente. La política geoeconómica de los Estados Unidos hacia China bajo Biden es una continuación del revisionismo esgrimido por primera vez bajo Trump.

Porque priorizó enfrentarse a China, la Casa Blanca buscó la distensión con Rusia en 2021. Dos errores de cálculo de Vladimir Putin la hizo imposible. El primero fue asumir que su asalto a Ucrania era una bagatela. El segundo fue subestimar la voluntad de Occidente de utilizar indirectamente a Ucrania contra Rusia. Tras dos años de guerra, la posición de Occidente se ha endurecido hasta generar su propio revisionismo. En relación tanto con Ucrania como con Rusia, el status quo anterior ya no es aceptable.

En Oriente Medio, la situación es aún más clara. Allí, también, la administración Biden no buscaba una escalada. Los acuerdos de Abraham de Trump entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel habían abierto una perspectiva prometedora. Pero los crecientes lazos de Rusia con Irán y la participación de China en la región oscurecieron el panorama. Una vez que Hamas lanzó su ataque el 7 de octubre, y una vez que la determinación del gobierno israelí de poner fin al modus vivendi con Hamas y Hezbolá se hizo patente, Washington dio luz verde.

Estados Unidos está pagando más del 25% del asalto de Israel con el que aniquila físicamente a Gaza, victimiza a Cisjordania y se propone destruir a Hezbolá. Ha alineado con su postura a aliados como Alemania y el Reino Unido. Está protegiendo a Netanyahu contra el alcance de la justicia internacional.

Por supuesto, a diferencia de Ucrania, Estados Unidos ha continuado su diplomacia. ¿Pero con qué efecto? En primer lugar, mantener a Irán cercado y a los poderosos estados del Golfo al margen. Mientras tanto, Israel está destruyendo la red de influencia de Irán y aniquilando la visión de la década de 1990 de una solución de dos estados.

En los tres ámbitos - China, Ucrania y Oriente Medio - los Estados Unidos argumentan que están respondiendo a la agresión. Pero en lugar de trabajar constantemente para volver al statu quo, está, de hecho, elevando las apuestas. Aunque insiste en que apoya el orden basado en reglas, lo que estamos presenciando es algo más cercano a un renacimiento de la ruinosa ambición neoconservadora de las décadas de 1990 y 2000.

Con respecto a China, la estrategia revisionista fue clara desde el principio. En Ucrania y Oriente Medio, Washington ha reaccionado a los acontecimientos. Pero eso no es evidencia en contra de su intención estratégica. Usar la agresión de tu enemigo, la desesperación de tus amigos y la crueldad de tus aliados para tu propio beneficio es simplemente una política inteligente. Washington no ha sido del todo imprudente. Biden se ha resistido a los llamamientos más radicales de compromiso en Ucrania. Se retiró de Afganistán y se ha negado a poner botas americanas en el terreno. En algún momento, la Casa Blanca puede decidir que los cese de fuego son necesarios.

Pero ocurren más cosas que un mero hacer lo que se pueda. Primero la presidencia de Trump y después la de Biden han sido contribuciones voluntarias a la demolición controlada del orden global posterior a la guerra fría de la década de 1990.

 

 

 

es profesor de historia y director del Instituto Europeo de la Universidad de Columbia. Su último libro es 'Crashed: How a Decade of Financial Crises Changed the World', y actualmente está trabajando en una historia de la crisis climática.
Fuente:
https://www.theguardian.com/commentisfree/2024/oct/10/war-middle-east-ukraine-us-feeble-biden-trump
Traducción:
Enrique García

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