Afganistán: Pompeo miente

Will Saletan

01/09/2021

Mike Pompeo, ex secretario de Estado de Donald Trump, culpa al presidente Joe Biden del caos en Afganistán. “Estamos dejando que los talibán campen a su anchas”, se quejó Pompeo hace unos días en la cadena Fox News. Pompeo, que está haciendo los preparativos para la campaña presidencial de 2024, argumentó que los insurgentes se estaban apoderando del país “porque tenemos una administración que se ha negado a adoptar un modelo de disuasión, el que teníamos el presidente Trump y yo”. Afirmó que él y Trump habían mantenido “estable” Afganistán, que “nunca habían confiado en los talibán” y que gracias a su férrea decisión, “los talibán no avanzaron sobre las capitales” de las provincias afganas.

Nada de esto es verdad. Como muchos otros republicanos que ahora se confiesan angustiados por la victoria de los talibán, Pompeo apoyó la retirada de los Estados Unidos. Pero no sólo apoyó la retirada, sino que la dirigió. Llegó a un acuerdo con los talibán para retirar todas las tropas estadounidenses y liberar a los combatientes talibán de las cárceles afganas. Respaldó las garantías de los talibán, aun cuando los insurgentes organizaron cientos de ataques mortíferos. Y defendió la retirada de tropas en curso, debilitando al gobierno afgano en sus propias conversaciones con los talibán, mientras los milicianos asediaban las capitales de provincia.

Hace dos años, Pompeo empezó a impulsar un acuerdo con los talibán. Los halcones le instaron a estipular en el acuerdo que los talibán tenían que entregar a los agentes de Al Qaeda. También le pidieron que rechazara cualquier demanda de “liberación prematura de presos talibán”. No hizo ninguna de las dos cosas. Según el acuerdo, firmado el 29 de febrero de 2020, el gobierno norteamericano se comprometió a “retirar de Afganistán a todas las fuerzas militares de Estados Unidos, sus aliados y socios de la Coalición... en un plazo de catorce (14) meses”. El acuerdo también especificaba que el gobierno afgano liberaría a 5.000 presos, cinco veces más de los que tenían que liberar los talibán. No se exigía la entrega de agentes de Al Qaeda.

Pompeo prometió que los talibanes frenarían su carnicería. “Hemos llegado a un acuerdo con los talibán para una reducción significativa de la violencia”, declaró. Un día después de la ceremonia de la firma, afirmó que “los talibán ya han roto” con Al Qaeda. En el programa televisivo de la CBS Face the Nation, Margaret Brennan le preguntó si los talibán eran “terroristas”. Pompeo se negó a utilizar esa palabra, asegurando que “el caballero [talibán] con el que me reuní acordó que rompería esa relación y que trabajaría con nosotros para destruir” a Al Qaeda. En Fox News, Pompeo habló de una conexión personal con los talibanes: “Les miré a los ojos. Y revalidaron ese compromiso”. El entrevistador, Bret Baier, señaló que inmediatamente después de firmar el acuerdo, los talibanes habían anunciado la reanudación de los ataques contra el gobierno afgano. Pompeo hizo caso omiso del anuncio. “Si los niveles de violencia bajan”, dijo a Baier, “entonces y sólo entonces” Estados Unidos retiraría sus tropas.

Las fuerzas estadounidenses comenzaron inmediatamente a desalojar las  bases y a retirarse. Pero los talibán, en contra de sus compromisos, intensificaron sus ataques. Pompeo respondió con excusas. “Hemos visto a los altos dirigentes talibán trabajar con diligencia para reducir la violencia con respecto a niveles anteriores”, afirmó el 5 de marzo de 2020. “Seguimos confiando en que los dirigentes talibán están trabajando para cumplir sus compromisos”. Argumentó que los críticos estaban dando demasiada importancia a los últimos atentados, ya que la violencia en Afganistán era cosa “habitual”.

Cuando Pete Hegseth, periodista de Fox News, le preguntó si Pompeo estaba dispuesto a dejar caer a Kabul — “¿No vamos a intervenir en última instancia dentro de dos o tres años, si el gobierno afgano no puede defenderse por sí mismo?” —, Pompeo respondió: “Así es”. Tres semanas después de su acuerdo con los talibán, amenazó con retirar todas las fuerzas norteamericanas de Afganistán y cortar la ayuda norteamericana -lo que habría puesto al país de rodillas- si el gobierno no avanzaba más rápido en las conversaciones con los talibán. También presionó repetidamente para que se liberara a los combatientes talibán encarcelados.

La reducción de tropas continuó, aun cuando los talibanes llevaban a cabo docenas de ataques a diario. El 1 de julio de 2020, el Departamento de Defensa informó de que Al Qaeda “apoya y trabaja de modo regular con miembros de rango inferior de los talibán” y “ayuda a los talibán locales en algunos ataques”. Esto coincidió con un informe separado de investigadores del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Algunas de las pruebas, publicadas posteriormente por el Washington Post, indicaban que, durante todo este periodo, los líderes talibán habían colaborado militarmente con socios de Al Qaeda y se habían comprometido a no traicionarlos. Cuando se le preguntó a Pompeo sobre el informe del Departamento de Defensa, afirmó tener pruebas secretas de que los talibán estaban trabajando contra Al Qaeda. “No puedo hablar de lo que no he visto”, dijo.

Los críticos avisaron de que la retirada en curso de las tropas estadounidenses, ante la continua agresión de los talibán -incluido un intento de asesinar al vicepresidente de Afganistán-, ponía de manifiesto la debilidad norteamericana y socavaba al gobierno afgano en sus conversaciones con los talibán. Pero Pompeo culpó de los ataques a los insurgentes canallas —“saboteadores” los llamó — e insistió en que “los talibán tienen todos los incentivos para hacer las cosas bien”. Cuando se le preguntó por el informe de las Naciones Unidas y otras pruebas de que los talibán seguían dando cobijo a Al Qaeda, se mantuvo en su apoyo a los talibanes. “Tenemos todas las expectativas de que cumplan”, dijo.

Mientras los Estados Unidos cerraban sus bases aéreas y reducían la presencia de sus tropas al mínimo, los talibán avanzaban y se apoderaban de capitales de provincia. En noviembre, el secretario de Defensa, Mark Esper, advirtió que la retirada estadounidense estaba debilitando al gobierno afgano. Trump respondió despidiendo a Esper. El gobierno afgano pidió a Pompeo que ralentizara la retirada estadounidense y presionara a los talibán en favor de un alto el fuego. Pompeo, en respuesta, sólo ofreció “sentarse a un lado y ayudar en lo que podamos”. Argumentó que, dado que las redes terroristas eran globales, Estados Unidos no necesitaba tropas en Afganistán.

Pompeo mantuvo esta postura después de dejar el cargo. El mes pasado, cuando se le preguntó sobre las advertencias de los oficiales militares estadounidenses “de que Kabul podría caer en pocos meses”, se mofó de que “el presidente Trump había tenido el mismo tipo de resistencia por parte de los militares... para reducir nuestra presencia en Afganistán”. Ridiculizó a los afganos que hablaban de huir de su país en lugar de “luchar por”" él. Luego, cuando la retirada estadounidense fue objeto de ataques políticos en Estados Unidos, Pompeo cambió de bando. El 9 de agosto, dijo que estaba   “un poco sorprendido por la velocidad” de los avances de los talibán. Tres días después, acusó a Biden de “deficiente liderazgo”. Para el domingo [15 de agosto], ya pedía a las fuerzas estadounidenses que “fueran a aplastar a esos talibán que están rodeando Kabul”. Afirmó que él y Trump habían “disuadido” a los insurgentes y que la “falta de decisión” de Biden había provocado la embestida talibán.

Hace un año, en palabras de Pompeo, los talibán estaban representados por un “caballero”, andaban “trabajando diligentemente para reducir la violencia ” y eran “sinceros en su deseo de lo mejor para el pueblo afgano”. Ahora llama a los talibanes “carniceros”. “Nunca confiamos en ellos”, insiste. “Siempre supimos que lo que nos decían era casi con seguridad mentira". Afirma,de forma absurda, que cuando los insurgentes no cumplieron sus promesas, “No nos retiramos. Les aplastamos”.

El retorno del autoritarismo a Afganistán es una tragedia. También lo son las últimas atrocidades: las ejecuciones a modo de venganza, la brutalidad contra los civiles y el sometimiento de las mujeres. El gobierno de Biden juzgó mal la rapidez con la que caería el gobierno, y Biden engañó a los estadounidenses sobre lo que podía ocurrir. Pero nadie ha mentido más sobre el derrumbe afgano que Pompeo. En todo momento, ayudó a los talibán y saboteó al gobierno de Kabul. Y ahora tiene el atrevimiento de culpar a otros.

William Saletan es uno de los periodistas políticamente más críticos y reconocidos de la influyente revista electrónica Slate. Estudió en el Swarthmore College y es autor de “Bearing Right: How Conservatives Won the Abortion War” (2003).
Fuente:
Slate, 20/08/2021
Traducción:
Lucas Antón

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