1914: La tregua de las trincheras fue real, pero los cuentos de fútbol, sólo unos pelotazos

Stephen Moss

28/12/2014

“No era la guerra, pero desde luego fue magnífico”. Tal fue la descripción de un oficial de la tregua de Navidad de 1914 en la que las tropas británicas y alemanas a lo largo de muchas zonas del frente dejaron por breve tiempo de matarse los unos a los otros y se felicitaron las fiestas. Fue un hecho extraordinario, pero que anda también envuelto en las enlodadas capas de la mitificación. 

En este año de su centenario, la tregua está por todas partes. [Los supermercados] Sainsbury’s la han convertido en centro de su campaña publicitaria navideña, siguiendo el relato que estableció Paul McCartney en 1983 en el video de su éxito Pipes of Peace: trincheras empapadas, cartas de casa que provocan momentos de gran emoción, dos intrépidos soldados de bandos opuestos que forjan un intenso encuentro en tierra de nadie, un partido de fútbol (suerte que alguien se acordó de traer un balón), se intercambian regalos y la artillería pone rápidamente fin a los festejos. Breve, hondo, lacrimógeno.

El enfoque de la historia de McCartney se ha solidificado en ortodoxia, pero la idea de un solo encuentro en tierra de nadie en Navidad que culminara en un partido de fútbol entre británicos y alemanes es falsa. “Puedo entender de dónde procede ese simbolismo”, dice Chris Baker, que presidió la Western Front Association [Asociación del Frente Occidental] y es autor de un libro sobre la tregua. “Es una visión positiva, inspiradora. Pero la realidad fue bastante diferente”.

La confraternización no comenzó con los alemanes cantando Stille Nacht [Noche de paz] en Nochebuena, como a los amantes del simbolismo – y a Sainsbury’s – les gustaría creer. Empezó mucho antes: Baker cita un ejemplo de soldados del segundo batallón del regimiento de Essex que se encontraron con tropas alemanas en tierra de nadie el 11 de diciembre.

“La curiosidad de los hombres se había ido convirtiendo en un factor importante en su vida cotidiana”, afirma. “Podían oír al otro bando. Podían oler sus cigarrillos. Y podían ocasionalmente atisbarlos”. Las trincheras de esta primera fase de la guerra eran rudimentarias – Baker las llama “arañazos en el suelo” – y en algunos lugares estaban a menos de cien metros de distancia. Ambos contingentes de tropas vivían pero que muy juntos uno al lado del otro.

El tiempo había sido húmedo en diciembre, pero el 23 de diciembre empezó una ola de frío y se heló el terreno. Las descripciones de los retazos de nieve de la tregua son exactas. “Empezó con los hombres que oían cantar y veían encenderse luces al otro lado de la tierra de nadie”, cuenta Baker. “Los hombres empezaron entonces a cantar ellos y pasar mensajes, ponían un trozo de papel en una lata y la lanzaban. Por último, algunos hombres comenzaron a salir de las trincheras, mientras les saludaban desde el otro lado, y se encontraron a medio camino”. A unos cuantos de los que querían confraternizar les dispararon los francotiradores, algo que no se verá en el anuncio de Sainsbury’s o en el espectáculo Christmas Truce [Tregua de Navidad]de la Royal Shakespeare Company.

Por lo que respecta al partido de fútbol entre ambos bandos, hay pocas pruebas serias de ello. “Se limitan a una o dos zonas del frente en las que hay noticia por las cartas de los hombres o en cosas escritas muy poco después del suceso”, dice Baker. “El lugar más probable es cerca de la aldea de Messines [en la frontera entre Francia y Bélgica], donde el primer batallón del regimiento de Norfolk jugó a algo con el regimiento de infantería de reserva nº 16 de Baviera. Hay dos referencias a que se jugó un partido en el lado británico, pero nada de los alemanes. Si un día encontramos una carta de un soldado alemán que hubiera estado en esa zona, en ese caso tendríamos algo creíble”.

Uno de esos fragmentos probatorios proviene de una carta muy citada que apareció en el Manchester Guardian el día de Año Viejo de 1914: “Un oficial se juntó con un bávaro, se fumaron un cigarrillo, y estuvieron de charla a medio camino entre las líneas del frente. Luego confraternizaron unos cuantos hombres del mismo modo, y la verdad es que hoy ha habido paz. Los hombres han estado de conversación y han jugado un partido de fútbol con una lata de carne. ¡Un hombre fue y le cortó el pelo a un alemán!”

Unas patadas a una lata vieja en las que pueden haber participado o no los alemanes es, no obstante, algo muy diferente del partido en toda regla que a menudo se imagina. El experto militar Taff Gillingham asesoró a Sainsbury’s en su anuncio de Navidad y se esforzó mucho por poner en perspectiva esas patadas. “El fútbol tuvo un papel insignificante en la tregua de 1914”, tuiteó recientemente. Entre otras cosas, como apunta Baker, porque habría sido imposible jugar ningún tipo de partido organizado  entre el alambre de espino y los cráteres de las bombas de la tierra de nadie.

Ninguna de las advertencias de estos historiadores preocupa a las autoridades futbolísticas. La Federación de Fútbol [Football Association] ha coordinado actos en escuelas y clubes de fútbol para conmemorar el alto el fuego; el proyecto Football Remembers financió un memorial a la tregua, inaugurado la semana pasada en el National Memorial Arboretum de Staffordshire por el Duque de Cambridge; y equipos del ejército británico y el alemán recrearán esta noche el famoso “partido” en conmemoración del centenario en el estadio de la ciudad de Aldershot.

La UEFA se ha mostrado asimismo entusiasta a la hora de participar en el acto, y la pasada semana Michel Platini, su presidente, inauguró un memorial a la tregua y al papel que desempeñó el fútbol en ella en Ploegsteert – que las tropas británicas de 1914 conocían como Plug Street  –, en Bélgica. “Rindo homenaje a los soldados que, hace cien años, demostraron su humanidad al jugar juntos al fútbol, abriendo un capítulo importante de la unidad europea y dejando un ejemplo duradero a la gente joven”, declaró. The Daily Telegraph informó la semana pasada de que los alemanes habían ganado el partido 3 a 2.

Ese parece ser el marcador en Christmas Truce, un cuento de 1962 de Robert Graves, que sirvió en los Royal Welch Fusiliers en la I Guerra Mundial y escribió Goodbye To All That [Adiós a todo eso]. “Nosotros pusimos el balón”, escribió, “y levantamos porterías con camillas; y el reverendo Jolly, nuestro capellán, hizo de árbitro. Nos ganaron 3 a 2, pero el páter había demostrado un poquito de caridad cristiana de más, su extremo izquierdo marcó el gol decisivo, sólo que estaba leguas fuera de juego, y lo reconoció en cuanto sonó el pitido final”. La ficción de Graves se ha incorporado a los hechos.

La confraternización provocó titulares casi de inmediato. “Desde Navidad ha habido noticias desde las trincheras de Flandes en las cartas a casa de los soldados de todos estos pequeños grupos de treguas que en Navidad y Nochebuena hicieron brotar esos intervalos a lo largo de todas las trincheras”, informó el Guardian a primeros de enero de 1915. “Fue el sencillo y espontáneo impulso de almas humanas reunidas ante un sufrimiento común y desesperado”.

Un oficial escribió en una carta citada por el Guardian: “Vi a un gran grupo de alemanes y a los nuestros alternando juntos, aunque un armisticio estaba estrictamente en contra de nuestras reglamentaciones. Se habían encargado los hombres. Fue la visión  más extraña de toda mi vida”.

En otra carta mencionada en el periódico, escribe el cabo T.B. Watson: “Estuvimos al descubierto cerca de un par de horas, agitando los brazos y gritando y no se disparó ni un tiro desde ningún lado. Esto pasó antes de mediodía. Después de la cena, estuvimos disparando y esquivándonos tan duramente como siempre; casi no se podía creer que hubiera pasado una cosa así”.

Aunque los recuerdos de ese glorioso y helado interludio quedaron en quienes tomaron parte en ella, la tregua no dejó ningún legado. Estuvo en general tranquilo el día posterior a Navidad y en los restantes hasta Año Nuevo, pero después de aquello, se volvió a la sangría de costumbre. “Alguna gente de la izquierda ha descrito la tregua como una especie de acto revolucionario por parte del buenazo del tommy [apodo popular de los soldados británicos]”, dice Baker, “pero nada podría estar más lejos de la verdad. Fue algo en absoluto organizado o político, y por lo que yo sé no hubo ningún intento de extenderla como base para cuestionar la guerra en general”.

Hubo treguas breves en algunas zonas otros años, pero nada de la envergadura de 1914. Las actitudes se endurecieron, las trincheras se hicieron más sistemáticas, la artillería, más precisa, los generales, menos indulgentes. ¿Cómo podían los soldados, razonaban, abrazarse un día y matarse al siguiente? A medida que se apilaban las bajas, los recuerdos de esta pausa en la carnicería desaparecieron de la consciencia pública para ser substituidos por un paralizado horror.

La tregua quedó en buena medida olvidada en los siguientes 50 años. “Pasó prácticamente inadvertida  hasta los 60”, dice Baker. Hizo falta el espectáculo teatral de 1963 (posteriormente convertido en película) Oh! What A Lovely War, con su prolongada secuencia sobre la tregua, para devolverla a la atención pública. Con su mensaje de paz y subversión de  las órdenes atraía a una generación contracultural que remodelaba las nociones de la guerra. 

Desde entonces, el interés se ha disparado. En 1984, Malcolm Brown y Shirley Seaton produjeron una muy reputada historia de la tregua, y, en 2001, el historiador norteamericano Stanley Weintraub publicó su propia versión, titulada Silent Night [Noche de paz]. Estos libros fueron el material original de la película francesa Joyeux Noël, de 2005, que fue llevada a la ópera, también con el título de Silent Night, en 2011. El episodio final de la serie [satírica de televisión] de 1989 Blackadder Goes Forth alude a la tregua y al inevitable partido de fútbol, con Edmund Blackadder [el protagonista, Rowan Atkinson] quejándose de que le han anulado un gol por fuera de juego, ¿otro eco de Graves?

Después de 50 años en los que la tregua fue en buena medida ignorada, el péndulo se ha movido del todo y en las últimas semanas daba la impresión de que la tregua importaba más que la guerra. Nos apiñamos junto a este fanal en la obscuridad. “And all that marvellous, festive day and night, / they came and went / the officers, the rank and file, / their fallen comrades side by side / beneath the makeshift crosses of midwinter graves” ...[“Y todo ese día y noche maravillosos y festivos,/ fueron y vinieron/ oficiales y tropa,/hombro con hombre sus camaradas caídos/bajo las cruces improvisadas de las tumbas en pleno invierno”], escribió Carol Ann Duffy en su poemario de  2011, The Christmas Truce. “La tregua no cambió nada”, afirma Baker. “La Gran Guerra siguió su curso. Pero fue un signo de esperanza de que los hombres podían conducirse de manera diferente”.

Stephen Moss es periodista del diario británico The Guardian y especialista en cricket.

 

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

Fuente:
The Guardian, 16 de diciembre 2014

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