El funeral insólito de Silvio Berlusconi. Dossier

Andrea Carugati

Roberta de Monticelli

18/06/2023

En el funeral de Berlusconi, cuestiones de juicio y grandeza

Andrea Carugati

En la catedral de Milán, una hora antes de que comience el funeral de Silvio Berlusconi, ya sólo queda espacio para estar de pie. Las imágenes de las pantallas gigantes muestran el coche fúnebre viajando desde Arcore [localidad en la que se encuentra la conocidad mansión del difunto en las afueras de la capital lombarda] hasta el centro de Milán, con calles que discurren entre frondosos campos verdes y fábricas, y no puede uno evitar acordarse del último viaje de la reina Isabel a Westminster: todo está organizado como un espectáculo de solemnidad y grandeza.

El “Cavaliere” quería recuperar esos honores que perdió en 2013 con su condena y expulsión del Senado... y, a título póstumo, los ha conseguido. En las primeras filas están sus amigos de toda la vida, Marcello Dell'Utri (extremadamente delgado), Fedele Confalonieri, Gianni Letta y Adriano Galliani. Cerca de ellos hay representantes de todos los mundos en los que Berlusconi estuvo activo durante su larga vida: figuras del mundo de la televisión, del fútbol, de la economía, de la política. También están presentes Mario Draghi y Mario Monti, los dos primeros ministros tecnócratas a los que depuso él en su día.

El actual Gobierno está allí al completo, celebrándole como padre de la Patria; y la última de ellos en llegar es Giorgia Meloni, que entra justo por delante de Sergio Mattarella [presidente de la República italiana], que se sienta en primera fila junto al Emir de Qatar. Allí está la guardia de honor de los coraceros, una banda de música militar, toques de trompeta.

A unos metros del Presidente, Maria De Filippi (junto a su nuera Silvia Toffanin), Viktor Orbán (el único Jefe de Gobierno presente, junto al albanés Edi Rama) no muy lejos detrás de Draghi, Gentiloni, luego Alba Parietti y Lele Mora un poco más atrás, Gerry Scotti y la presidenta del Tribunal Constitucional, Silvana Sciarra, los presidentes de la Cámara y el Senado, e Iva Zanicchi, Ilary Blasi y Elly Schlein, al frente de una pequeña delegación del PD. Franco Baresi, Mara Carfagna, Matteo Renzi, Arrigo Sacchi, y Umberto Bossi en silla de ruedas, con su omnipresente hijo Trota, con el pelo aún revuelto -seguro que nunca se imaginó que sobreviviría a Berlusconi-. Y hoy sólo tiene palabras melosas para aquel al que había apodado "Berluskaz" ("Berlus-capullo"), antes de que se convirtiera en su aliado favorito en las cenas de los lunes en Arcore.

Cerca están también Fabio Capello, Jo Squillo, Denis Verdini y Giulio Tremonti. Se trata de una mezcla de nombres tan inverosímil que recuerda a aquellas listas que Fiorello y Baldini [presentadores y cómicos radiofónicos] confeccionaban ingeniosamente para su “sketch” parodiando a Gianni Minà, el reportero que tenía contactos con todo el mundo: una lista interminable de nombres que sólo a un genio loco se le ocurriría reunir, un extraño cóctel que sólo podía ser fruto de Berlusconi en Italia. Y, para el caso, muchos de ellos le deben su éxito y riqueza en primer lugar.

Se trata de un funeral perfectamente dirigido, retransmitido en directo por al menos 20 cadenas de televisión (13 sólo de Mediaset). También están presentes en la iglesia, por supuesto, los numerosos periodistas que en los últimos 30 años han cantado himnos a las hazañas del "Cavaliere" y han asestado (muy a menudo) golpes a sus oponentes: Del Debbio, Giordano, Minzolini, Sallusti, Vittorio Feltri, Nicola Porro. Está Mentana con su editor, Urbano Cairo. Hay al menos cuatro décadas de fútbol, televisión, política y negocios en esta abarrotada catedral, donde el cuerpo de Berlusconi llega puntualmente a las 15.00 horas en un ataúd de caoba hecho a mano y cubierto de flores rojas y blancas.

Largos aplausos acompañan la larga procesión hasta los pies del altar, donde le espera el arzobispo de Milán, Mario Delpini. En primera fila están sus cinco hijos junto a su casi esposa Marta Fascina, todos de negro, con sus familias sentadas detrás. Verónica está más atrás, sola. Su primera esposa, Carla Dall'Olio, no ha venido; Francesca Pascale está detrás, honrada por los antiguos notables de Forza Italia, como en los buenos tiempos.

En las lecturas del Evangelio, el tema del juicio vuelve una y otra vez (uno se pregunta qué habría pensado de ello el propio Cavaliere). El de Cristo, en la segunda carta de Pablo a los Corintios, donde escribe que "es necesario que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba lo que le corresponde por lo que ha hecho en el cuerpo, sea bueno o malo". Y de nuevo, en la homilía de Delpini, el "juicio de Dios" sobre el alma de Silvio. Es una homilía única, en la que el arzobispo intenta llegar al corazón de la historia humana del Cavaliere. Sin muchas florituras, lo describe como un hombre que "amaba la vida", sin "rehuir los desafíos, los conflictos, los insultos, las críticas", capaz de mantener la sonrisa incluso cuando veía llegar el declive y "sus fuerzas se agotaban". Un hombre impregnado por el deseo de "amar y ser amado", que "amaba las fiestas" y "disfrutar de las cosas bellas de la vida".

El prelado también le recordó como "un hombre de negocios" que también se aventuró en "empresas temerarias", que "miraba los números y no las normas". Y como un político que "siempre es un hombre de partido", un "personaje que siempre está en escena, tiene admiradores y detractores. Tiene quienes le aplauden y quienes le detestan". Terminó con la conclusión cristiana: "Es un hombre, y ahora se encuentra con Dios". Es bastante curioso que, en esta época de santificación nacional, el mensaje que salía del púlpito fuera cualquier cosa menos beatificador para el hombre que se autodenominó prematuramente "ungido del Señor".

Ciertamente, el propio Cavaliere, en uno de sus números cómicos, ya había anticipado el encuentro con el Padre Celestial: contaba la historia de una larga conversación en la que el Altísimo finalmente aceptaba que el Cielo cotizara en Bolsa, pero no entendía por qué tenía que ser sólo vicepresidente. Ahora, en la catedral de Milán, el ambiente es bastante distinto. Marta Fascina llora y Marina le coge la mano varias veces.

El hermano, Paolo, con el rostro ceniciento, comulga junto a Luigi, el más joven de los herederos. También están los hijos de Pier Silvio con su madre, y los mayores de Marina. Meloni se muestra muy concentrada: "No te olvidaremos" y "haremos que te sientas orgulloso", dice la “premier” en un nuevo vídeo en Twitter en el que glorifica a su predecesor al frente del centro-derecha.

Ella, junto a Salvini, escolta el féretro a la salida de la iglesia y abraza uno a uno a los familiares. A continuación, saludan a la multitud, que corea "Sólo hay un primer ministro". Entre la gente de la plaza, hay muchas pancartas del Milan y pocas de Forza Italia. En un momento dado, se corea "Quien no salta con nosotros es un comunista", pero en general hay poca política entre los aficionados que han venido aquí para la despedida final.

Milán no parece muy conmovida por los acontecimientos: el coche fúnebre parte de nuevo hacia Arcore y, minutos después, la ciudad está con los ojos secos y vuelve a su frenesí habitual. Pier Silvio corre a Mediaset, al gran Studio 20, donde estaba previsto que se hubiera velado a su padre (más tarde se anuló). Un nutrido grupo de empleados le espera: "Chicos, a partir de mañana chasqueemos los dedos y volvamos a ser una empresa viva, llena de energía y fuerza, como fue su vida. Volvamos a ser lo que siempre hemos sido".

Il manifesto global 16 de junio de 2023


Sobre la homilía en el Duomo de Milán en memoria del difunto Cavaliere

Roberta De Monticelli

Eminencia,
Su homilía, retransmitida desde el Duomo por todas las cadenas, ha despertado en mí una tristeza que no es sólo tal, es también mortificación y un sentimiento de profanación. Porque hasta para quien no va a misa la catedral tiene un significado, y la palabra del oficiante debe aspirar a lo verdadero, que es uno de los nombres de Dios. Perdóneme si resumo los puntos principales de la homilía, y perdóneme si entre paréntesis añado mis preguntas.
"Habiéndose hundido en la luz de Dios el hombre de negocios, el político, el personaje, ¿qué queda? El hombre: ¡el deseo de vivir!" (¿A costa incluso de la de los demás? El mayor de los artífices de lanzar a este hombre a la cúspide de la riqueza y el poder cumple condena mafiosa).
"¡Un deseo de amor!" (¿Para el harén de Papi? A cada perla de las cuales se le prometió, y en muchísimos casos se le concedió, si no una carrera en televisión, al menos una en el Parlamento).
"¡Deseo de alegría!" (¿A costa incluso de la infelicidad civil del país a cuya decadencia institucional, cultural, civil, moral ha contribuido como nadie este hombre condenado por evasión fiscal?).
Un hombre "que encuentra su juicio en Dios". Si se hubiese detenido ahí, Eminencia. No. Añadió, hieráticamente: 'y su cumplimiento'.
Su cumplimiento. ¿Se cumple en Dios, entonces, la mentira, el fraude, la corrupción, el envilecimiento de toda virtud y mérito civil, el desprecio de la legalidad y de la Constitución, la mortificación de la memoria de los justos, y de todos aquellos que al servicio de la República se han sacrificado, en vez de sacrificar su dignidad y sus leyes a su propio negocio?
Sí, todo esto se cumple ahora en Dios. A mí, Eminencia, estas palabras suyas me parecen blasfemas. Pero quién soy yo para juzgar a un hombre de la Iglesia. Y usted, Eminencia, será alabado casi unánimemente por sus palabras. Después de todo, de mortuis nihil nisi bene [de los muertos, sólo lo bueno], ¿no?
Pues bien: aunque la verdad no fuera uno de los nombres del Dios al que servís, no nos está permitido, aquí abajo, deshonrar el precepto de los filósofos: si buscáis la verdad, buscadla toda. "Una verdad a medias es la más vil de las mentiras".

Il manifesto global 16 de junio de 2023

periodista de il manifesto, trabajó para el diario L´Unità y es colaborador del Huffingtonpost Italia.
es profesora de Filosofía de la Persona en la Universitá Vita-Salute San Raffaelle de Milán. Formada en la Universidad de Pisa con una tesis sobre Edmund Husserl, amplió estudios en las universidades de Bonn y Oxford y se doctoró con una tesis sobre Frege y Wittgenstein. Ocupó la cátedra Jeanne Hersch en la Universidad de Ginebra, donde fundó la escuela doctoral interfacultativa "La personne: philosophie, épistémologie, éthique".
Fuente:
VVAA
Temática: 
Traducción:
Lucas Antón

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