El peligro es la hegemonía neocentrista. Entrevista

Fausto Bertinotti

28/08/2005

«Las primarias llenan un vacío y podrían ser una palanca contra el sector mayoritario. La proliferación de candidaturas de izquierda indica un problema en las relaciones entre nosotros y parte del movimiento». Habla Fausto Bertinotti
       ANDREA COLOMBO, ROMA

En una entrevista publicada hace dos días en la Stampa Fausto Bertinotti, el principal desafío a Prodi en las primarias, aseguraba ver en la proliferación de candidaturas procedentes de la izquierda radical sino un signo positivo de participación difusa. Il Manifesto

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Bertinotti, la participación va muy bien, pero tantas candidaturas de la izquierda radical, ¿no apuntan a una peligrosa rivalidad en esta área?

Yo no hablaría de rivalidad. Yo, como persona, incluso como compañero político, he hecho siemnpre muchas cosas con las personas de que estamos hablando, ya sea con gente que, como Gino Strada, ha explicado su opción de no participar en las primarias, ya con gente, como Don Gallo, que todavía no se ha decidido. Siempre ha habido amistad. Es cierto sin embargo que todo esto pone a la luz la existencia de un problema irresuelto entre el PRC (partido por la refundación comunista) y una cierta área del movimiento. No obstante los muchos debates que llevamos hechos sobre el asunto de la relación entre partidos y movimiento, hay evidentemente un defecto de confrontación.

Has dicho que aquella parte del movimiento –por decirlo claramente: los desobedientes del noreste— parece tener con Rifondazione una relación de partido a partido. ¿Por qué?

Porque su presencia en el movimiento tiene una típica modalidad de partido: desde la prosecución de un proyecto hasta la búsqueda de alianzas. Está claro: se trata de una modalidad respetabilísima, y aun interesante. Pero señala la presencia de una cuestión compleja.

También la Rifondazione, por otra parte, es interna a los movimientos, aun siendo un partido...

El PRC ha elaborado con los movimientos una relación que los perfila e individúa como expresión de una posible refundación de la política. Cancela, pues, el modelo, de acuerdo con el cual los movimientos son portadores del testigo hasta un cierto punto, debiéndolo pasar luego al partido, en nombre de la lógica de la representación.

Volvamos a las primarias. La presentación de una candidatura única de la izquierda radical, ¿no habría reforzado el peso de esta última en la relación con Prodi y el ala moderada de la coalición?

Absolutamente, no. Una modalidad de este tipo habría tenido efectos destructivos sobre los métodos y sobre las culturas políticas necesarias para una renovación de la izquierda radical

¿Por qué?

Porque habría sido un intento de alterar las formas de la política en crisis: fiarlo todo a un acuerdo entre los estados mayores, juntarse mediante una componenda que inexorablemente acaba por substituir al proceso político.

Así se pone en cuestión el eterno dogma de la política italiana: el primado de la unidad a cualquier precio...

Exactamente. La unidad a cualquier precio es de algún modo el soberano de la política. Es necesario romper ese esquema para hacer del nexo con los conflictos y con las relaciones sociales el nuevo soberano, construyendo sobre esa base el nuevo sujeto político. Es preciso substituir esa idea de la Unidad con mayúscula por la búsqueda de formas unitarias maduras y necesarias. 

¿Qué quiere decir eso en concreto?

Por ejemplo, buscar la unidad en la representación política, a fin de construir o una oposición más eficaz o la alternativa. Un proceso unitario de este tipo está orientado por proyectos circunscritos. Hoy, en Italia, derrotar a Berlusconi. Un proceso unitario de este tipo yo lo deginiría como «unidad de propósito», porque más allá de su propósito específico no tiene razón de existir. Luego hay un segundo modelo de unidad, que es en cambio estratégico y persigue un objetivo no transitorio, sino de medio-largo plazo: la construcción de una subjetividad política y social que se pone como objetivo la transformación de la sociedad capitalista tal como se da en nuestro tiempo.

Porqué es necesaria la unidad entre fuerzas diversas en el primer caso es claro. Pero ¿por qué hablas de un proceso unitario, también en lo que hace a la creación de un sujeto político antagonista?

Por tres razones: la primera es que el sujeto social del cambio está él mismo por reconstruir, no viene ya dado como en el pasado; hoy, el concepto de clase obrera es un concepto complejo. La segunda es que en el terreno de la política han aparecido determinadas subjetividades críticas de la globalización, distintas de las de los herederos del movimiento obrero y comunista, pero no menos importantes. Por ejemplo, el feminismo. La tercera razón es que el primer movimiento post-siglo-XX, el «movimiento de los movimientos», está destinado, en mi opinión, a cambiar la política. Y en ese movimiento han aparecido sujetos y culturas portadores de puntos de vista diversos de los de los clásicos, pero cargados de una fuerte demanda de contenido político.

Comprendo la unidad lograda con el solo propósito de derrotar a Berlusconi. Pero luego habrá que gobernar. Has puesto en el orden del día la cancelación de las ley 30, de la Bossi-Fini y de la reforma Moratti. ¿Te parecen objetivos factibles?

Pero claro que sí.

¿También la eliminación de la ley 30?

En los últimos tiempos han ido madurando este tipo de cosas. El espejismo de que se puede componer la aceptación de la flexibilidad con un nuevo reconocimiento del valor del trabajo ha fracasado miserablemente. Se ha visto que el único resultado de la aceptación de la flexibilidad es la precariedad, y esto ha llevado a reconsideraciones paralelas también en el área moderada. El trabajo realizado en común en la Unione, en particular en la mesa sobre el trabajo, todavía no ha llegado a una posición definitiva sobre la ley 30, pero ya ha fijado la centralidad del contrato de trabajo indefinido, y esto es ya de por sí un gran paso adelante. Es verdad que se habla de una batalla política, en la que también las primarias tendrán su peso.

Respecto de las cuales, en la izquierda radical, hay una gran perplejidad...

Lo sé, pero creo que hay que barrer el campo y librarnos de prejuicios: hacer camino al andar. Si las primarias traen consigo un aumento de la participación, entonces es preciso levantar acta del hecho de que, en las presentes circunstancias, las primarias llenan un vacío y ofrecen una ocasión.

¿No habría valido la pena acompañar a los programas con el anuncio de los candidatos?

No. En un referéndum sobre el programa que pasase también por las personas, se produciría un efecto de trasvase de arriba abajo, de los candidatos a los programas. Los electores votarían por Prodi, no por el programa. Pasaría la ecuación Prodi igual a reformistas, incluso aquellos que no se presentaran a las primarias. El resultado sería  hacerles un regalo a estos últimos, y encima, forzar la visión de Prodi, que no coincide con la de ellos. 

Las primarias, ¿ofrecen también una ocasión para poner en cuestión a los mayoritarios?

Podrían ser una palanca. Las primarias se sitúan en el límite extremo de un sector mayoritario ya colmado de problemas, lo empujan al terreno que él tiende a evitar, el de la participación. Introducen aquello que el sector mayoritario queríra expeler. 

Pero el ataque al sector mayoritario reaviva a los proyectos neocentristas.

Si con el bipolarismo uno está condenado a alianzas difíciles y fatigosas y sin el bipolarismo hay el peligro centrista, tal vez habría que interrogarse sobre la relación con la sociedad. Tal vez está allí el problema, y no en los modelos electorales.

A propósito de neocentrismo, ¿qué piensas del diálogo mantenido en Rimini entre Rutelli y Formigoni?

En mi opinión, hay que abstenerse de atribuir a Rutelli lo que no piensa, distrayendo así la atención de la amenaza real. En otras palabras: es preciso evitar que el miedo a un partido neocentrista ofrezca una coartada al centrismo real. En el brteve período que queda de aquí a las elecciones no existe el riesgo de un partido neocentrista. El problema es más bien la hegemonía neocentrista. También porque, mientras hasta el 2001 ese proceso neocentrista se sostenía en la CDL, mientras que ahora, madurando la expectativa de alternativa,  se desplaza hacia las fuerzas internas de la Unione. Poderes como la Confindustria invierten en fuerzas neocentristas de la Unione. 

Tal el diagnóstico. ¿Y el remedio?

Para derrotar al centrismo no basta la por otra parte necesaria confrontación programática. Es necesario construir un proyecto de sociedad diversa, dando vida a una fuerza no minoritaria, dotada de subjetividad política, una fuerza plural, pero dotada de una idea común de sociedad.

¿Y qué formas debería cobrar ese sujeto?

Formas que no somos todavía capaces de imaginar. Pero ciertamente distintas de la del partido único.

Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss

Fausto Bertinotti es cofundador y principal dirigente del Partido para la Refundación Comunista en Italia.

Fuente:
Il Manifesto, 26 agosto 2005

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