Unión Europea: La “aún más gran coalición”

Àngel Ferrero

31/05/2019

Una de las metáforas más apreciadas por los comentaristas a la hora de hablar de la extrema derecha es la del huevo de la serpiente, siguiendo la película homónima de Ingmar Bergman sobre el ascenso del nazismo. Pero no hay que fijarse sólo en el huevo de la serpiente, sino en quien lo pone y quien lo incuba. Uno de los aspectos más destacados de los muchos análisis de las elecciones al Parlamento Europeo ha sido el de la subida de las fuerzas a la derecha del Partido Popular Europeo (EPP). En el momento de escribir este artículo aún se desconoce como se configurarán los grupos del Parlamento Europeo y hasta qué punto tendrá éxito la iniciativa encabezada por Matteo Salvini de unificar a todas las fuerzas a la derecha del EPP bajo la Alianza Europea de los Pueblos y las Naciones (EAPN). Las posibilidades, empero, parecen reducirse a medida que avanzan los días. Así las cosas, el EAPN contará finalmente con 58 escaños, el grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), liderado por el polaco Derecho y Justicia (PiS) de Lech Kaczynski tendrá 63, y el euroescéptico Europa de la Libertad y la Democracia Directa (EFDD) ocupará 54: 171 escaños en total. Con todo, este espectro político está dividido en cuestiones que van desde la política exterior –en particular en lo tocante a Rusia– hasta la relación con la propia Unión Europea, sin olvidar que el caudillismo y el chovinismo de todas ellas son dos considerables obstáculos para una mayor unión más allá de un programa de mínimos basado en el control de la inmigración y la defensa de los valores conservadores.

Aunque los conservadores y socialdemócratas hayan registrado pérdidas importantes (34 y 39 escaños respectivamente), siguen dominando la cámara con 178 y 153 eurodiputados. La Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) se ha consolidado como tercera fuerza con un aumento de 37 escaños hasta llegar a los 105. Gracias sobre todo a la tirada del partido alemán, Los Verdes / Alianza Libre Europea (Los Verdes / ALE) ha ganado 17 eurodiputados y contará con 69 escaños. La Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica (GUE/NGL) pierde 14 eurodiputados y se queda con 38.

La victoria del extremo centro

Si es evidente que la EAPN, el ECR y el EFDD harán valer sus escaños para intentar arrastrar el proyecto europeo hacia sus posiciones, el foco mediático en la ultraderecha y el euroescepticismo está llevando a perder de vista que la suma entre conservadores, socialdemócratas y liberales conducirá con toda probabilidad a una “aún más gran coalición” en el Parlamento Europeo para que la agenda de contrarreforma neoliberal siga avanzando con paso firme; si así se quiere, una coalición del “extremo centro”, el término que acuñó en 2015 Tariq Ali para definir las posiciones indistinguibles de las élites políticas occidentales en materia de economía.

En esta “aún más gran coalición”, Los Verdes / ALE quedarían como partido bisagra. A pesar de que su dirección actual en el Parlamento Europeo, con Ska Keller al frente, es de izquierdas, el principal partido del grupo, que es el alemán, dio un claro giro a la derecha el año pasado con la elección de Robert Habeck y Annalena Baerbock –dos “realistas” en el argot de los medios alemanes– a la presidencia. Los Verdes / ALE tendrán un peso muy importante durante la próxima legislatura del Parlamento Europeo a la hora de hacer que el cambio climático sea una de las prioridades de la política comunitaria, pero su historial en materia de política económica y exterior, con el apoyo reiterado a varias “intervenciones humanitarias”, no ofrece ninguna certeza en estos otros ámbitos. El GUE/NGL ha quedado arrinconado y debilitado por los resultados.

La ironía, si no el cinismo, de esta “aún más gran coalición” es que las tres fuerzas que más han contribuido estos últimos años con sus políticas a destruir el tejido social y asociativo de la izquierda y los movimientos sociales europeos, y crear así las condiciones para el crecimiento de las fuerzas euroescépticas, de derecha radical y de ultraderecha, se nos presentará como dique de contención de éstas. Los acuerdos entre estas tres fuerzas –más aún si reciben el apoyo puntual de Los Verdes / ALE– pueden hacer incluso que crezca todavía más el aura antisistema de los partidos que forman parte de la EAPN.

En el debate con el resto de aspirantes a la presidencia de la Comisión Europea, el candidato del grupo socialdemócrata (S&D), Frans Timmermans, propuso llegar a acuerdos con Los Verdes / ALE y GUE/NGL. La división interna de S&D y los malos resultados no invitan a pensar sin embargo en un giro a la izquierda. Significativamente, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, quien, como secretario general del PSOE obtuvo uno de los mejores resultados de la socialdemocracia europea (32,8%), no tardó en reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron, con el objetivo de sumar fuerzas. A nivel institucional se trataría de evitar que el candidato del EPP, el bávaro Manfred Weber, sea elegido presidente de la Comisión Europea. En este juego de sillas, el EPP podría estar dispuesto a sacrificar al antipático Weber a cambio de un candidato de consenso, que sería en este caso la candidata de ALDE y ex comisaria de Competencia, Margrethe Verstager. De no conseguirlo, se habla de que Sánchez aceptaría que Josep Borrell fuese nombrado a cambio vicepresidente de la Comisión Europea. Solamente el gobierno de António Costa en Portugal parece pedir sin ambages el veto a Weber y el fin de las políticas de austeridad que han estrangulado económicamente a la Europa meridional. El ejecutivo de Costa aspira a que su candidato a las europeas, el exministro de Obras Públicas Pedro Marques, sea nombrado comisario en el próximo ejecutivo comunitario gracias a los buenos resultados obtenidos en las elecciones del 26 de mayo (31,5%).

El ascenso de los liberales y la formación de una “aún más gran coalición” en la UE únicamente servirán, en el mejor de los casos, para ganar tiempo a las fuerzas a su izquierda, y eso sirve de más bien poco si no hay un programa y unos objetivos claros, y de momento no los hay. Ni el socialismo portugués ni el laborismo británico parecen, hoy por hoy, en condiciones de arrastrar a su grupo parlamentario a la izquierda. Los Verdes / ALE y GUE/NGL entrarán en un período de debate para fijar su estrategia al que convendrá estar atentos. Por lo demás, la derecha europea se ha endurecido y también lo han hecho los liberales. Los resultados del macronismo en Francia hablan por sí solos. La Reṕublique En Marche (LREM), el partido liberal más grande que se opone al “populismo”, abandera en realidad como a ideología una suerte de neolibearlismo populista. La formación supuestamente republicana que, supuestamente también, se opone al “autoritarismo”, no duda en recurrir a él para reprimir las voces disidentes en las instituciones y la protesta en las calles, como hemos comprobado con las numerosas imágenes de brutalidad policial registradas en las manifestaciones de los ‘chalecos amarillos’. Los “liberales” se plantean vigilar y restringir la libertad de expresión y el derecho a la información en Francia y a escala europea utilizando, como excusa, las fake news. En este contexto no sorprendiera que el huevo de la serpiente acabe incubándose en Bruselas bajo el cálido plumaje del gallo francés.

(Este texto se publicó originalmente en la edición digital de la revista Catarsi.)

es miembro del comité de redacción de Sin Permiso
Fuente:
Revista Catarsi
Traducción:
Àngel Ferrero

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