Un fondo de mayor suplicio: el euro no se salvará con el plan de rescate de Mario Draghi

Larry Elliott

16/09/2012

Mario Draghi ha cumplido con su parte. Según lo prometido, el Banco Central Europeo se pringará en el mercado financiero en un intento de mantener unida la moneda única hasta que los políticos se apliquen con mayor resolución y se pongan de acuerdo sobre los pasos que han de dar hacia una más estrecha unión política. 

Esas son las buenas noticias. Las malas noticias son que el plan de acción de Draghi no bastará para salvar el euro. La impresión que dejó el anuncio del jueves pasado [6 de septiembre] de una compra sin límite de bonos fue que técnicamente era sólida pero se basaba en un saber económico viciado.  

El BCE desplegará su potencia de fuego para que bajen los tipos de interés de los préstamos pedidos por aquellos partícipes de la moneda única metidos en líos, siempre y cuando los gobiernos de los estados solicitantes se avengan a condiciones "estrictas y efectivas". Bajo su civilizado exterior, Draghi es un tío duro y ha logrado forzar su plan por medio del BCE pese a la oposición del Bundesbank, algo que habría sido imposible hace unos pocos meses.

A los alemanes les dio una pataleta con el anuncio de Draghi y dejaron claro que pensaban que el plan de acción les saldría caro a los contribuyentes europeos, también conocidos como…alemanes. Jens Weidmann, del Bundesbank, fue una voz solitaria en la reunión del consejo del BCE y Draghi tiene ahora autoridad para actuar. No nos equivoquemos, el BCE tiene bolsillos muy hondos.

La acción inmediata queda descartada. El BCE sólo se moverá cuando los países hayan subscrito sus programas de ajuste estructural, y eso llevará su tiempo. Cuando comience la compra de bonos, el BCE retirará dinero de otra parte del sistema para garantizar que no se produce un aumento de la masa monetaria. Este proceso, denominado  esterilización, constituye una pequeña victoria para el Bundesbank.

Los mercados estaban preocupados por que Draghi haga menos de lo que ha estado prometiendo. Que estuviera a la altura de las expectativas ha significado que los mercados financieros se recuperasen, pero antes de que hubiera terminado de hablar Draghi, los analistas ya expresaban sus dudas tanto acerca del mecanismo del plan como de la lógica que subyace a la estrategia.

El presidente del BCE hizo caso omiso en su rueda de prensa de las preguntas sobre lo que haría si España, por ejemplo, subscribiera condiciones "estrictas y efectivas" para estimular la compra de bonos, pero decidiera luego que las condiciones eran demasiado difíciles de llevar a la práctica. En esas circunstancias, ¿seguro que el BCE empezaría a vender bonos españoles con grandes pérdidas? Gary Jenkins, de Swordfish Research, afirmó que eso sería como si el BCE se pusiera una pistola en la sien y apretara el gatillo.  

Mayor problema es el que representa el pensamiento económico que deja traslucir el plan. La OCDE de Paría declaró el jueves que la economía de Italia se contraerá en un 2.4% este año. En España el desempleo juvenil supera el 50%, los bancos se tambalean bajo el peso de las malas deudas de un mercado inmobiliario carbonizado y el capital privado abandona el país a un ritmo alarmante. La economía de Grecia es un 20% más reducida de lo que era hace cuatro años.

Dicho con sencillez, Grecia se encuentra en una depresión, España está al borde e Italia se encamina por esa senda.  

El plan de "rescate" implica que los gobiernos de Roma y Madrid ahonden en la depresión para reducir los tipos de interés que pagan por sus préstamos. Parece que el BCE piensa que la razón por la que los inversores ningunean a Italia y España es que sus recortes no son lo bastante contundentes, rápidos. Macerado en la ortodoxia económica, Draghi hace parecer a George Osborne [ministro de Economía británico] un miembro con sus cuotas al día de la sociedad para el reconocimiento de Maynard Keynes.

La razón por la que los inversores exigen altos tipos de interés cuando prestan a Italia y España estriba en su preocupación por el impacto de una recesión permanente sobre las finanzas y la banca públicas. Un plan de rescate que tiene en su centro más medidas destructivas de la demanda hará más mal que bien.

En resumen, Draghi ha comprado un poco más de tiempo para Europa, y se siguen dando largas. Lo ha hecho incurriendo en la ira del Bundesbank y sabrá que si fracasa, poco más puede hacer el BCE.

Fracasar seguro que fracasará, porque el éxito significa algo más que rebajarle medio punto porcentual al rendimiento de los bonos italianos y españoles. Significa resolver los problemas de crecimiento y competitividad de los países más débiles de la eurozona y convencer a pueblos cada vez más distanciados de que Europa tiene algo más que ofrecer que un sufrimiento sin final.  

Larry Elliott dirige la sección de economía del diario británico The Guardian y es coautor, junto a Dan Atkinson, de The Gods That Failed: How the Financial Elite Have Gambled Away Our Futures (Vintage) [Divinidades fallidas: Cómo la élite financiera se ha jugado nuestro futuro].

 

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

Fuente:
The Guardian, 7 de septiembre de 2012

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