Rueda de prensa en la Casa Blanca

Mike Davis

17/07/2005

Tiempo atrás, cuatro sombríos jinetes embozados en sudarios negros bajaron al paso por la avenida Pennsylvania. Como nadie se quejó o siquiera se dio cuenta, pusieron sus corceles a pastar en el césped de la Casa Blanca. Están ahí desde entonces y amenazan con no irse nunca.

Esta entrevista con ellos es una exclusiva para La Jornada:

-Primer Jinete, por favor diga su nombre para nuestros lectores.

-Mi nombre es Crudo, y mi precio es de 50 dólares por barril, y pronto será más.

-Bien, y es usted ¿de?...

-Huppert's Peak.

-¿Eso está en Colorado?

No hay respuesta.

-¿Se encuentra en Washington por negocios o placer?

-Ambos, de hecho. Además de destrozar la economía estadunidense, espero poderle brindar inmensa felicidad a un puñado de gigantes corporaciones de energéticos.

-Esa es una causa muy popular en nuestra ciudad así que disfrute su estancia. Ahora, Segundo Jinete, ¿me daría su nombre, para anotarlo?

-Me llamo Proliferación, hijo de Gat y destructor de mundos.

-¿Gat?

-La Guerra al Terrorismo. Sólo los fuertes y quienes posean armas de destrucción nuclear sobrevivirán, según dijese Bush.

-Ya veo, es usted agente viajero. ¿Visitó alguna localidad exótica últimamente?

-Sobre todo Therán y Pyongyang. Pasé algunas noches en Karachi, Delhi y Brasilia. Pero tengo un calendario muy apretado para el año que entra.

-Disfrute sus puntos de viajero frecuente. Y ahora, el Tercer Jinete. ¿Puedo interrumpirlo un minuto?

-No hay problema. Me llamo Caos Global. Estaba buscando algunas de mis fotos vacacionales. Echeles un vistazo.

-Gracias. Hmm, muy National Geographic.

-Sí, me encantan los espacios exteriores. Este es un glaciar derritiéndose en Alaska. Esta es de una inundación en Bangladesh. Ah, ésta es una de mis favoritas, una sequía épica en el suroeste estadunidense.

-Ey, ¿qué son estos objetos blancos?

-¿Los huesos?

-¿Huesos? Tal vez sea momento de conocer al Cuarto Jinete.

-Yo soy el pálido jinete y me dicen Peste.

-Apuesto que su nombre de pila es Bubónica.

-No. Ese es mi primo. Yo soy la pandemia de influenza aviar.

-Perdón, ¿dónde he oído de usted?

-La Organización Mundial de la Salud dice que soy una amenaza sin precedentes para la humanidad. El mundo está francamente impreparado para lidiar con mi llegada.

-Uy, qué tremenda campaña de medios.

-Sí y mi abuelo mató a 100 millones de personas entre 1918 y 1919.

-¿De veras? Bueno, gracias por compartirlo con nosotros. Ahora, me pregunto si puedo hacer algunas cuantas preguntas en grupo. Primero: ¿tiene su banda, su grupo armado, o lo que sea, algún agente o publicista?

-Sí, San Juan.

-OK, ¿y ya les arregló algo para su publicidad en el Distrito de Columbia? ¿Contaron con mucho tiempo de medios en el año electoral? ¿O'Reilly, Washington Post, Meet the Press, Lehrer News Hour...?

-Uy, no -se río Caos-, nadie nos ha entrevistado.

-No se hagan, cuatro hombrones vestidos de negro, montados a caballo, frente a la Casa Blanca, en época de elecciones.

-No, de verdad -irrumpió Proliferación-, no quieren reconocer nuestra presencia.

-Bueno, pero qué tal el otro bando, el partido de oposición. Seguramente consideran algunos jugosos ángulos. Digo, toda la mierda de caballo sobre el césped de la Casa Blanca, por no hablar de... Ey, ¿y son ustedes ciudadanos? ¿Tienen pasaporte?

-Le puedo asegurar -insistió Proliferación-, nada de eso importa. Nadie quiere admitir que estamos acá.

-¿Pero por qué?

Peste habló:

 -Es la negación del apocalipsis. La sociedad entera sufre de negación aguda del apocalipsis.

-Eso es ridículo. Nos asustan toda clase de cosas hoy en día. Temblamos ante la mera idea de que nos llegue el ántrax por correo, el plutonio en los metros, el botulismo de nuestras Big Macs. Contamos con alertas naranja regulares...

-No, ése es el punto --interrumpió Peste--, están tan aterrados de las sombras que sus gobernantes proyectan en la pared que no pueden ver que estamos aquí, tocando la puerta.

-Hmm, maestros, ¿así que son ustedes los auténticos?

-Seguro que sí.

-¿Así que cuál es el plan?

Caos se aclaró la garganta:

-Por generaciones, el 40 por ciento más pudiente de su población ha vivido dentro de una extraordinaria burbuja de privilegios.

-Además de la enorme seguridad implícita en la riqueza y el estatus -retomó Proliferación-, sus clases acaudaladas se han atrincherado contra los amargos vientos de la historia.

-Nosotros somos esos vientos amargos --añadió Peste.

-Y haremos estallar su burbuja --advirtió Crudo.

Un pálido corcel relinchó.

-Por desgracia, a mi grabadora se le terminó la cinta. Me temo que tendremos que terminar la entrevista.

-No hay problema --sonrió Crudo--, ya volveremos a visitarlo. Por aquí andamos.

Traducción de Ramón Vera Herrera

Mike Davis es autor de Dead Cities: And Other Tales y Ecology of Fear. Es coautor de Under the Perfect Sun: the San Diego Tourists Never See, entre otros libros. Es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO 

Fuente:
La Jornada 17 noviembre 2004

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