Reino Unido: resultados y balance de las elecciones municipales británicas. Dossier

Alex Snowdon

Owen Jones

Gary Younge

07/05/2016

Corbyn, Sadiq Khan y el SNP han ganado estas elecciones locales y regionales

Alex Snowdon

Hace unos meses, cuando los comentaristas políticos hicieron sus predicciones para 2016, todos afirmaron que los Laboristas sufrirían pérdidas sustanciales en las elecciones municipales. ¿Perdería 200 concejales? ¿Tal vez un poco menos, tal vez incluso más?

Después de todo, estas elecciones afectaban a las concejalías previamente disputadas en 2012, a media legislatura, en un momento de alza de Ed Miliband, y se asumió que Corbyn sería ahora electoralmente impopular. Sin embargo Corbyn y el Laborismo han desafiado a sus críticos. Los periodistas y los supuestos expertos se han quedado descolocados, tratando desesperadamente de hacer que los hechos encajen en su narrativa.

Las elecciones locales

No se han producido pérdidas significativas laboristas en las elecciones locales. Lo que es tanto más notable si se tiene en cuenta la tormenta prefabricada por los medios con las acusaciones de antisemitismo.

Ahora es evidente que el circo mediático no ha sido capaz de afectar el voto laborista. Lo que debe ser exasperante para la pequeña minoría derechista de incondicionales diputados laboristas que esperaban que unos pobres resultados desencadenarían el cuestionamiento del liderazgo de Corbyn, o al menos lo desestabilizarían seriamente.

El voto laborista se ha mantenido a pesar de la percepción generalizada de ser un partido profundamente dividido, lo que normalmente afecta negativamente en periodo electoral. Ayuda también el que los conservadores también están divididos, especialmente en relación con el referéndum sobre la UE. Una sección del grupo parlamentario laborista esta decidida a socavar - y en el largo plazo a desbancar – a Jeremy Corbyn como líder. Pero al haber hecho de los resultados electorales el tema central de discordia, tienen una tarea poco envidiable, porque  ahora ha quedado claro que el Partido Laborista dirigido por Corbyn puede tener buenos resultados en las urnas.

De hecho la posición de los laboristas ha mejorado en relación con las elecciones generales, mientras que la de los conservadores ha empeorado. Los críticos de Corbyn dicen que no es suficiente: el Laborismo debe, en su opinión, avanzar a todo vapor, y el resultado actual es insuficiente para ganar en las próximas elecciones generales. Sin embargo, después de sólo ocho meses en puesto (en medio de divisiones internas muy públicas), y con cuatro años por medio antes de las siguientes elecciones generales, es evidente que Corbyn va por el buen camino.  

Londres

La campaña de Zac Goldsmith para alcalde de Londres, fue tal vez la campaña electoral más racista de un gran partido político en el Reino Unido de las últimas décadas. Fracasó. Sadiq Khan fue elegido, recuperando para el Laborismo la alcaldía después de ocho años del tory Boris Johnson.

Khan es el primer alcalde musulmán de una ciudad importante en Europa Occidental. Londres es una ciudad multicultural y una ciudad de clase obrera (aunque con extraordinaria desigualdad). Cualesquiera que sean las debilidades del propio Khan, su victoria es una bienvenida respuesta a los racistas y un avance importante del Laborismo.

Señala el rechazo a una campaña sucia, orquestada desde arriba con la participación de la sede central de los conservadores y la aprobación de David Cameron. Se trató de vincular al candidato laborista, por ser musulmán, con el terrorismo, acusándole  (y a Corbyn) de ser una amenaza para la seguridad, manipulando incluso la memoria de los atentados de Londres de julio de 2005 con motivos políticos sectarios.

Los conservadores, en el último par de semanas de la campaña, trataron de convertir las elecciones de Londres en un referéndum sobre Jeremy Corbyn. El hecho de que el Laborismo avanzó un par de escaños en la Asamblea de Londres, además de quedar primero, sugiere que no es la táctica ganadora que muchos dentro de la burbuja de Westminster suponían que sería.

Escocia

Las malas noticias para los laboristas llegan de Escocia. El liderazgo de Corbyn no ha tenido ningún impacto allí. El declive del Laborismo escocés tiene raíces profundas y parece ser irreversible. Cada elección en Escocia - ya sea para Westminster, Holyrood o los gobiernos locales – tiene lugar ahora a través del prisma del debate sobre la independencia. La campaña por la independencia, el propio referéndum y sus secuelas han transformado la política escocesa. Para muchos votantes, el laborismo es ante todo un partido pro-unionista.

El Laborismo escocés está siendo exprimido tanto por el SNP (pro-independencia y en gran medida socialdemócrata) como por los conservadores (anti-independencia y de derechas). La erosión de su base social esta jibarizando al Laborismo en Escocia. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que el SNP cuenta ahora con niveles mucho más altos de apoyo que los laboristas en gran parte de Glasgow, históricamente un enclave laborista.

El desastroso destino del Laborismo escocés es una herencia de los años del New Labour - cuando el apoyo al SNP creció - acentuado por el impacto de la campaña con los conservadores para preservar la Unión. La política escocesa, desde hace algunos años, ha establecido su propia trayectoria; sería ingenuo pensar que un cambio hacia la izquierda en el Reino Unido en todo el Partido Laborista supondrá una gran diferencia (especialmente cuando el Laborismo escocés no ha cambiado con él).

El fracaso del SNP (por muy poco) a la hora de asegurarse una mayoría en el Parlamento de Escocia ha sido una sorpresa, aunque sigue siendo el partido dominante de la política escocesa, tal como lo fue en mayo pasado, cuando 56 de los 59 escaños para Escocia en Westminster fueron ganados por el SNP. En varios distritos donde el partido quedó en segundo lugar, parece que muchos votantes pro-unionistas votaron tácticamente a cualquier partido que pudiera evitar que el SNP ganase el escaño.

También se vio frenado, en cierta medida, por la timidez política, incapaz de generar el tipo de entusiasmo de las elecciones generales de la primavera pasada, cuando el SNP se centró en gran medida en ser un partido anti-austeridad, anti-Trident y una alternativa a un Westminster moribundo. Al no haber podido ganar una mayoría absoluta, el SNP debe contar con el apoyo de los Verdes escoceses, pro -independencia, que han tenido una buena noche electoral (ganando 6 escaños en las elecciones regional).

Ha habido una cierta exageración de los medios sobre el sorpasso de los conservadores a los laboristas en Escocia. Este es de hecho un cambio histórico, pero es en gran parte debido al colapso del Laborismo y no a un avance de los conservadores. La cuota de voto conservador sólo excita a los conservadores, porque desde hace algún tiempo ha sido catastrófica en Escocia. Parece que hay una polarización creciente debido a la cuestión de la independencia, con muchos votantes pro-unionistas votando a los conservadores.

¿Que se avecina?

Jeremy Corbyn y la izquierda salen, sin duda, reforzados por los resultados. Esto es especialmente tranquilizador después de un par de semanas difíciles debido a la histeria de los medios por las acusaciones de antisemitismo, que han sido tratadas por el Partido Laborista de una manera que ha reforzado tanto a la derecha laborista como a los conservadores.

La cuestión sobre la 'elegibilidad' de un Laborismo dirigido por Corbyn no ha sido completamente resuelta y hay un largo camino por recorrer para formar un gobierno en 2020. Pero los augurios son razonablemente buenos y los resultados reconocidos ampliamente como un paso en la dirección correcta, aunque gran parte de los medios de comunicación (y los diputados laboristas anti-Corbyn) son reacios a aceptarlo. Las especulaciones sobre un "golpe" contra Corbyn han retrocedido rápidamente. Su posición es, probablemente por algún tiempo, bastante segura.

No obstante, los líderes de la izquierda del Partido Laborista son débiles en muchos aspectos. Todavía habrá una gran presión de la derecha, e incluso de algún sector de la izquierda, para que acepten compromisos. Tales compromisos podrían generar desilusión entre los entusiasmados partidarios de Corbyn y de la alternativa que defiende. Sería desmovilizar a  los propios partidarios de Corbyn.

Los altamente satisfactorios actos de la campaña  Jeremy Corbyn 4 Prime Minister son una señal de la aceptación de lo que representa Corbyn. Hay una amplia capa de gente que hará campaña por las reivindicaciones políticas de la izquierda, no sólo electoralmente sino a través de campañas y movimientos, si Corbyn, McDonnell y la izquierda ofrecen liderazgo.

Este año ya ha sido testigo de grandes manifestaciones contra la austeridad, Trident y el racismo, protestas a nivel nacional y manifestaciones en solidaridad con los médicos en formación en huelga. Esos movimientos tienen que ser apoyados y fortalecidos. Su impacto se magnifica cuando las principales figuras del Laborismo participan en ellos. Al mismo tiempo, los esfuerzos de Corbyn y sus aliados para hacer girar al Laborismo de forma permanente a la izquierda se refuerzan cuando un gran número de personas salen a las calles y se manifiestan.

Esta semana también se ha visto giros de los Tory, aunque sean parciales, en temas como la aceptación de los niños refugiados y la negociación con los médicos en formación. Son débiles - y con grietas bajo presión, tanto del Partido Laborista dirigido por la izquierda y los movimientos de protesta más amplios, así como los sindicatos. El referéndum sobre la UE y el escándalo sobre el gasto de las campañas electorales conservadoras amenazan con profundizar la crisis.

El principal activo de los Tory son los 'Bitterites' (los 'amargados', los diputados laboristas anti-Corbyn), que reiteradamente trasladan el foco de atención lejos de los conservadores y socavan la oposición de Corbyn ante los ataques conservadores. Corbyn y sus aliados necesitan una posición más dura contra ellos y marginarlos de manera efectiva. La mayor amenaza de los tories proviene de una alianza de la dirección de izquierda laborista y los movimientos en las calles. Esa alianza ha de ser más potente que nunca.

http://www.counterfire.org/articles/analysis/18334-election-results-corb...

 

“El laborismo ha sufrido una calamidad en Escocia”

Owen Jones

De momento, la aniquilación laborista en Inglaterra no ha tenido lugar. Hemos tenido meses de luchas internas y una implacable ofensiva mediática. Ambas culminaron en una venenosa bronca sobre el antisemitismo. La guerra de desgaste a cargo de la vieja guardia ha infligido, sin duda, daños, pero tampoco esperaban Jeremy Corbyn y su equipo conseguir el liderazgo y no estaban preparados para lo que vino después, cometiendo inevitablemente una serie de errores que llegaron al electorado.  

Un audaz intento del ministro de Economía en la sombra, John McDonnell, por forjar una alternativa a la “Osbornomics” [la política económica de George Osborne] ha sido ensombrecido por peleas en torno a cuestiones que, francamente, son de escasa relevancia para la vida cotidiana de la mayoría de la gente. Debido a todo esto, a la gente que no se interesa por la política formal a diario – que es la mayoría de la gente – cuando se le pregunta qué palabras son las que asocia con los laboristas es probable que sugiera “caótico” o “desbarajuste”. Combinado con el hecho de que 2012 – cuando estos escaños se disputaron por última vez – registró un máximo histórico y sólo hace un año desde que el laborismo sufrió una derrota terriblemente inesperada, las previsiones de un derrumbe electoral en Inglaterra no parecían hiperbólicas. Que ganara el laborismo en Colchester o en Exeter – metido en territorio de “malestar meridional” – resulta, por lo tanto, sorprendente.

Eso no significa negar la realidad. No son buenos resultados para el laborismo en Inglaterra, independientemente del contexto. El laborismo no lleva, desde luego, rumbo de ganar en cuatro años, sobre la base de estas cifras. Tanto su liderazgo como los rebeldes tienen que establecer urgentemente una alternativa coherente que inspire a la mayoría y elimine las querellas autodestructivas.  

La victoria de Sadiq Khan en Londres estaba lejos de ser inevitable. Los adalides de su oponente, más blairista, a la candidatura laborista a la alcaldía, Tessa Jowell, cuestionaban su elegibilidad. Todavía el pasado agosto Zac Goldsmith mantenía una ventaja substantiva sobre Khan. A Goldsmith le consideraban muchos – también yo mismo – como un conservador decente, respetuoso con el medio ambiente, liberal. Pero su campaña ha sido la más miserable desde la homofobia de elección parcial contra Peter Tatchell en Bermondsey en 1983. La han condenado conservadores como Peter Oborne, que la tachó de “repugnante”, y la antigua candidata “tory” Shazia Awan, que la calificó de racista. Un intento cínico, y a lo que se ve fallido, de aprovechar los prejuicios islamófobos vinculando falazmente a Sadiq Khan como musulmán a extremistas y terroristas, la reputación de Zac Goldsmith yace en ruinas.

En Escocia, entretanto, el laborismo ha sufrido una calamidad demoledora. Quedar terceros detrás de los “tories” supera lo alarmante. En agosto pasado – antes de las elecciones para el liderazgo – sugerí que era pura fantasía suponer que los laboristas le darían la vuelta a la ventaja del SNP, y la idea de que la admirable Kezia Dugdale [líder del Partido Laborista en Escocia] encabezaría hoy la oposición si la líder fuera Liz Kendall [diputada por Leicester Oeste que quedó en cuarto lugar en la pugna por el liderazgo laborista] es absurda. El SNP se ha convertido en depositorio primordial de los votantes progresistas y de quienes creen que defenderá mejor que nadie a Escocia; los conservadores son hoy considerados por los votantes contrarios a la independencia como la mejor apuesta contra un referéndum. Las opciones del laborismo parecen muy limitadas, lo que tiene importantes implicaciones para el cuadro general del país.  

Por lo que toca a Gales, los resultados fueron ligeramente mejores de lo esperado, pese a la sombría realidad del ascenso del UKIP. Pero seamos claros. Este es un gobierno terrible y los “tories” se encuentran profundamente divididos. El Partido Laborista tiene que hacerlo mucho mejor y todos los sectores del Partido tienen que desempeñar su papel para que eso suceda. 

The Guardian, 6 de mayo de 2016

 

Ignoremos a los vendedores de desastres: Corbyn ha demostrado ser un líder viable

Gary Younge

Antes de las elecciones parciales de diciembre en Oldham, en la que muchos predijeron que el laborismo perdería frente al UKIP, el consenso del comentariado era que que cualquier cosa que no fuera un aumento de la porción de voto laborista sería una demostración innegable del desastroso liderazgo de Jeremy Corbyn. Tanto confiaban en esta conclusión que la primera edición del Daily Mirror, publicada antes de que se conocieran los resultados, llevaba por titular: “Obscura noche de urnas para Jeremy”. Los laboristas aumentaron su parte del voto en un 7.3%. El Mirror cambió su titular en ediciones posteriores. El nuevo consenso era que la victoria nada tenía que ver con Corbyn y se debía enteramente a los candidatos locales.

Cuando se trata de valorar la suerte electoral de los laboristas, a Corbyn se le trata con el proceso debido a una mujer del siglo XVII acusada de brujería y sumergida en el río. Si se ahoga, es que es inocente; si flota, es culpable y se la condena por bruja. De uno u otro modo, el veredicto nunca le es favorable.

De modo que eran previsibles las conclusiones de los críticos de Corbyn relativas a las elecciones locales. Como el titular del Daily Mirror, la habían formulado de antemano para alterarla solamente después. En el momento de escribir este artículo, mientras continua el recuento, el laborismo de Corbyn parece atenerse más o menos a lo comido por lo servido, con los mismos escaños con los que empezó. No es estupendo, tampoco es malo; desde luego, no es un desastre.

Escocia, por supuesto, es una excepción. No se puede negar la gravedad de las pérdidas allí registradas. Pero nadie culpa seriamente a Corbyn de esto. Escocia tiene su propia historia con su propia dinámica electoral. El laborismo ya estaba decayendo allí mucho antes de que él se convirtiera en líder. Es tarea de Corbyn arreglar y revertir ese imponente destrozo si el Partido quiere tener alguna esperanza de volver a gestionar el país. Pero dado el volumen de los daños causados allí a la suerte del Partido es improbable que suceda de la noche a la mañana.

En otros lugares, sin embargo, el partido ha aguantado. Sus críticos nunca van a reconocerlo. Al establecer como arbitraria marca de referencia un logro de 400 escaños, se repartió la partitura debidamente y cantaron su decepción a coro. Jeremy “tiene que encarar cómo va a llegar hasta aquellos votantes que hemos perdido frente a los “tories” y el UKIP y el SNP,” dijo Emma Reynolds, antiguo miembro del gabinete en la sombra. “No demuestra la clase de impulso que habríamos esperado”, declaró el exministro Peter Hain. “No es la ruta para volver al poder en 2020”, declaró Jo Cox [diputada por Batley y Spen, dio su visto bueno a la candidatura de Corbyn –lo que lamentó recientemente -, votó por la blairista Liz Kendall].

Y así sucedió que el mismo sector del partido que había pasado los últimos ocho meses minándolo pasó la noche, aparentemente sin darse cuenta, criticándole por no tener una mayor repercusión en el electorado.

La realidad fue de hecho bastante más contradictoria y, si acaso, desmintió muchos de los manidos guiones acerca de lo que le pasaría el laborismo si ganaba él. La noción de que con su liderazgo el Partido no podría atraer a la Inglaterra media ha quedado, por ahora, desacreditada. Se ha mantenido en ayuntamientos como Nuneaton, Crawley, Stevenage, Harlow y Southampton. También parece estar a punto de conseguir la alcaldía de Londres, una hazaña lograda sólo una vez por el Partido en las cuatro elecciones anteriores.

Después de ocho meses de implacable ataques en los medios, junto a críticas y conspiraciones desde el seno del Partido Laborista en el Parlamento y unas elecciones que han transcurrido en medio de acusaciones de antisemitismo en el Partido, ni se ha estrellado ni se ha consumido. Los votantes no se han ido en manada, el cielo no se ha venido abajo. En realidad, considerando la calamidad que se había anticipado cuando triunfó en las elecciones para el liderazgo, el titular de la noche es: “El laborismo, viable con Corbyn”.

Una indicación de que los oponentes a Corbyn dentro del Partido no creen plenamente en su propia agenda es que los rumores de conspiraciones para dar un golpe han retrocedido tras estas elecciones, no se han recrudecido. Sus oponentes tenían la esperanza de una noche peor.

Puede que haya un techo en el número de gente que vaya a votar por el partido con él al frente, aunque todavía estamos muy lejos de descubrirlo. Pero aparece claramente que hay un suelo para esta ostensible “toxicidad”. Dicho sin rodeos, una buena parte de los votantes del Partido Laborista sigue siendo leal al Partido y seguirá votándolo con él al timón.  

En la medida en que todas estas elecciones suponen un referendum sobre la sabiduría u otra cosa de elegir líder a Corbyn, la única cuestión pertinente es si al Partido le habría ido mejor si cualquier otro de los demás candidatos hubiera dirigido el cotarro. Nada permite sugerir que éste habría sido el caso. Corbyn ha mantenido la cabeza por encima del agua. Como los cazadores de brujas de antaño, por ahora le condenarán por ello.

The Guardian, 6 de mayo de 2016

Es editor de la revista electrónica británica Counterfire y un activo militante de los movimientos sociales en su ciudad de Newcastle.
historiador y periodista, es autor de Chavs: La demonización de la clase obrera, (Capitán Swing, Madrid 2012). Su último libro es The Establishment, and how to get away with it, Allen Lane 2014
es uno de los varios corresponsales que el diario The Guardian tiene en los Estados Unidos y en calidad de tal ha cubierto las elecciones presidenciales y al Congreso de los últimos años.
Fuente:
Varias
Traducción:
Enrique García
Lucas Antón

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